Abby Martin echa un vistazo a la historia del Día de San Valentín, comentando sus orígenes sádicos y la toma de control corporativo de las vacaciones, que empuja la idea de que el consumismo es igual a amor.
La celebración del 14 de febrero, San Valentín, no es la única festividad que ha sido rediseñada en nuestros tiempos primordialmente de acuerdo a agendas comerciales que fomentan el consumo de artículos irrelevantes.
En este grupo tenemos, obviamente, a las fiestas navideñas y también a Halloween (originalmente Hallow’s Eve).
Pero aún así llama la atención la contrastante diferencia entre los orígenes de San Valentín, como una orgiástica fiesta revestida de rituales sangrientos terminase siendo una melosa celebración repleta de gestos en torno a la ternura consumista, y representada con múltiples clichés: rosas rojas, chocolates, corazones, animales de felpa, y cartas de amor con ridículas frases y discursos pre impresos.
En síntesis una fiesta en torno al consumo “esterotipizado” y que poco tiene que ver con una manifestación libre del amor.
A pesar de que los historiadores no tienen muy en claro cuál es el origen de esta celebración, parece que la antigua Roma podría ser un buen punto de comienzo para entender los orígenes de San Valentín. Entre el 3 y el 15 de febrero los romanos celebraban la fiesta de Lupercalia.
Los hombres sacrificaban a una cabra y un perro, y luego de desollarlos propiciaban latigazos a las mujeres con las propias pieles de los animales recién sacrificados.
“Los románticos romanos estaban alcoholizados y desnudos durante esta fiesta” afirma Noel Lenski, de la Universidad de Colorado.
Por su parte, las mujeres se alineaban en filas esperando a recibir latigazos en sus cuerpos también desnudos.
Los romanos creían que este tipo de violencia física, durante estos días, estimularía la fertilidad de sus damas.
Posteriormente se llevaba a cabo una rifa en la que cada hombre sacaba el nombre de una mujer, y las parejas estaban destinadas a copular mientras duraran las festividades.
De acuerdo con los historiadores incluso el nombre de nuestra celebración actual, San Valentín, pudiese tener su origen en la antigua Roma.
Se cuenta que el emperador Claudio II, quien reinó en el siglo III D.C. ejecutó a dos hombres, ambos llamados Valentín, el 14 de febrero en años distintos.
Y la iglesia católica decidió tributar a estos mártires con la celebración del día de San Valentín. Pero ¿Cómo se transformó la Lupercalia en lo que hoy conocemos como San Valentín?
Al paso de años la celebración se fue suavizando y luego, de la mano de Skakespeare y Chaucer, se comenzó a romantizar y a popularizarse en el Reino Unido y el resto de Europa. Incluso fue en esta época medieval donde comenzaron las tarjetas de papel con mensajes amorosos.
Eventualmente la tradición fue exportada al Nuevo Mundo y con la aparición de la revolución industrial se masificó la producción de tarjetas amorosas.
Pero realmente fue hasta 1913 cuando Hallmark comenzó a inundar anualmente el mercado con este tipo de detalles durante el 14 de febrero.
Y hoy, esta fiesta dedicada al “amor” primero representa una enorme oportunidad de comercialización y, de acuerdo a un estudio publicado por la firma IBIS World, el año pasado San Valentín representó ventas por $17.6 mil millones de dólares y esa cifra se espera que en 2011 rebase los $18.6 mdd.