En diciembre de 2012, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, ganó las elecciones con 38.21% superando en casi 7 puntos al del segundo lugar, convirtiéndose en presidente legítimo de México y así fue reconocido por la comunidad internacional.
En noviembre del año pasado, Juan Orlando Hernández, del conservador Partido Nacional de Honduras, se alzó con el triunfo en las urnas con un 34.8%, seis puntos más que la candidata del segundo lugar. Igual, es el presidente legítimo de ese país.
En El Salvador, el candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) obtuvo el reciente 2 de febrero el 48.9% de los votos, diez puntos de ventaja sobre el candidato del segundo lugar; sin embargo, el representante del FMLN Salvador Sánchez Cerén todavía no es Presidente de los salvadoreños.
En El Salvador, a diferencia de México y Honduras, si un candidato no obtiene el 50% más uno de los votos válidos, debe ir a una segunda vuelta con el candidato del segundo lugar.
Sin cuestionar los sistemas electorales de cada país, en México y Honduras, tan legítimo es el presidente Peña Nieto como el presidente Hernández, pese a que menos de cuatro ciudadanos de cada diez –en cada uno de esos países– les dieron su voto. En El Salvador, al candidato del FMLN casi cinco de cada diez le otorgaron el voto.
¿Justo o injusto este sistema a dos vueltas?
Me limitaré a decir que es justo que en países como los nuestros, con economías subdesarrolladas o emergentes, les evitemos a los ciudadanos cargar con los enormes costos que resultan de efectuar una segunda vuelta.
El presidente del Tribunal Electoral de El Salvador, magistrado Eugenio Chicas, dijo que las elecciones salvadoreñas tenían un costo aproximado de 40 millones de dólares, 24 de los cuales se gastarían en la primera vuelta.
En Nicaragua con las reformas constitucionales aprobadas reciente y ya en vigor, la segunda vuelta electoral es parte de la historia. Las elecciones presidenciales las ganará el candidato que obtenga mayoría simple, más votos que el candidato del segundo lugar, así como lo establece el sistema electoral mexicano o el hondureño, en donde se ganan elecciones con mayoría ordinaria. Y no por ello son menos democráticos que en los países donde hay dos vueltas para ganar una elección.
Ha habido múltiples casos en donde el candidato ganador se quedó a la orilla, rozando el 50 por ciento y con más de diez o quince puntos de ventaja sobre su más cercano rival, y en segunda vuelta pierde la elección porque pequeños partidos políticos que alcanzaron juntos entre un 15 o 20 por ciento de los votos, arroparon al candidato que había perdido en primera vuelta y le dan el triunfo y la presidencia. ¿Justicia del sistema electoral?
La propuesta del presidente Daniel Ortega en esta materia dinamiza el proceso electoral, les evita mayores gastos y recursos a los nicaragüenses que perfectamente pueden ser invertidos en obras sociales, en proyectos de infraestructura, etc. Pongan atención, en Uruguay, el entonces candidato del Frente Amplio José Pepe Mujica ganó en primera vuelta con el 47% de los votos; no le alcanzó para alzarse con la presidencia y tuvo que ir a una segunda vuelta en donde obtuvo el 51% de los sufragios, apenas tres puntos más que en la primera vuelta. Pero bien, así es el sistema electoral en ese país sudamericano y había que cumplir con lo que establece la ley.
En Argentina son proclamados presidente y vicepresidente los integrantes de la fórmula que resulta más votada, si esta obtiene más del 45% de los votos afirmativos válidamente emitidos o si la fórmula ganadora logra el 40%, y existiera una diferencia de 10 puntos sobre la fórmula que le sigue en votos.
En Costa Rica, donde hubo elecciones presidenciales recientes (el 2 de febrero), la misma fecha que las de El Salvador, se elige al presidente por una mayoría de votos superior al 40%, ninguno de los candidatos siquiera arañó esa cifra.
En abril van a elecciones otra vez para elegir mandatario.
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/311315-bienvenida-eleccion-a-sola-vuelta
Esteban Solís R
*Periodista.