Pablo Gonzalez

Libia: Entregas extraordinarias


Una exclusiva investigación de Al Jazeera ha descubierto cómo inteligencia obtenida en prisiones en Libia estuvo vinculada a arrestos de disidentes libios en el Reino Unido.

Un político libio acusa al gobierno británico de cómplice en su entrega a las prisiones de Muamar Gadafi.

Oímos que sus interrogadores libios le obligaron a revelar los nombres de residentes libios en el Reino Unido y que esos hombres fueron subsiguientemente detenidos y colocados bajo órdenes de control por autoridades británicas.

Libro de notas de la reportera, Juliana Ruhfus, People & Power

Los servicios de inteligencia estatales son secretos por naturaleza pero de vez en cuando circunstancias históricas extraordinarias arrojan luz sobre ese mundo oculto.

Cuando cayó el régimen de Muamar Gadafi y los rebeldes saquearon las oficinas del gobierno, descubrieron una mina de correspondencia clasificada entre Libia y Occidente. 

Reveló en sorprendente detalle la interacción entre el dictador y los servicios de inteligencia británico y estadounidense, y desde entonces ha sido utilizada para preparar una serie de demandas judiciales contra el gobierno británico.

En septiembre de 2013, nos unimos a las abogadas británicas Sapna Malik y Cori Crider de la ONG por los derechos humanos Reprieve en un viaje a Libia. 

Nos habían permitido acceso a reuniones filmadas con sus clientes quienes –sobre la base de documentos secretos– afirman que el gobierno británico suministró inteligencia que llevó a que fueran llevados en vuelos organizados por la CIA a Libia donde era previsible que serían torturados o algo peor – ser atrapados en un proceso conocido como ‘entrega extraordinaria’.

Al centro de los litigios están miembros del Grupo Libio de Combate Islámico (LIFG). Su historia se remonta a principios de los años noventa, una época en la cual los islamistas eran perseguidos en Libia y huyeron a Afganistán para unirse a la lucha contra la ocupación soviética.

Después de la derrota de los rusos y con experiencia militar, los libios volvieron a concentrarse en su propio país: bajo el liderazgo de su Emir Abdulhakim Belhaj y la guía espiritual de Sami al-Saadi, el LIFG comenzó a urdir el derrocamiento de Gadafi.

Ocurrió en una época en la cual Gadafi era un paria internacional y disidentes libios y miembros del LIFG como al-Saadi eran bienvenidos en el Reino Unido. Pero el ascenso de al Qaida hizo que el LIFG cayera en el lado equivocado de la historia. Crider dice que después de los ataques del 11-S, Gadafi comprendió que al alquitranar a sus oponentes con la brocha de la afiliación con al Qaida, podría obtener ayuda significativa para oprimir a los disidentes. Aprovechó la oportunidad para rehabilitarse con la oferta de destruir cualesquiera armas de destrucción masiva que poseyera. En cambio, Occidente vio una oportunidad de acceso a las inmensas reservas de petróleo de Libia.

Belhaj y al-Saadi insisten en que el LIFG nunca había estado de acuerdo intelectualmente con al Qaida y condenaba el asesinato de civiles. Los dos dicen que el LIFG tenía solo un objetivo: el derrocamiento el régimen de Gadafi.

Pero en 2004, cuando la “guerra contra el terror” se desarrollaba a todo vapor, la mayoría de los miembros del LIFG se ocultaban en países de todo el mundo. Belhaj y al-Saadi vivían en China, junto con otro miembro del LIFG, Ziad Hashem. Pero allí, también, comenzaron a sentirse inseguros y los tres mantenían relaciones con contactos en el Reino Unido que parecían pensar que podrían recibir asilo.

Los primeros en partir a Gran Bretaña fueron Belhaj y su mujer embarazada, Fatima, viajando vía Malasia donde fueron detenidos por tener pasaportes falsos. 

Su demanda detalla el viaje de Kuala Lumpur a Tailandia, donde la pareja afirma que fueron raptados por la CIA, detenidos en una base secreta y gravemente maltratados durante varios días. Finalmente, fueron colocados en un vuelo a Libia donde fueron encarcelados.

Crucialmente, dice Sapna Malik, la abogada de la pareja, la inteligencia libia recibió información sobre el paradero de la pareja a través de un fax del MI6 británico. Un fax subsiguiente de Sir Mark Allen, quien era jefe de MI6 en esos días, aclara aún más la situación. 

En el fax felicita a Moussa Koussa, jefe de la inteligencia libia, por la llegada de la pareja diciendo “es lo menos que podíamos hacer para ustedes y para Libia”, antes de continuar con preparativos para la próxima visita de Tony Blair.

Abrazo del desierto

El 25 de marzo de 2004, Blair se convirtió en el primer gobernante británico en llegar a Libia desde 1943. Después de abrazar a Gadafi, declaró que Libia había reconocido “una causa común, con nosotros, en la lucha contra el extremismo y terrorismo de al Qaida”.

 Ese mismo día, el gigante petrolero anglo-holandés Shell anunció un acuerdo por 1.000 millones de dólares por derechos de exploración de gas.

Crider afirma que todo formaba parte de un acuerdo secreto. Al-Saadi, su mujer y cuatro hijos pequeños fueron detenidos aproximadamente al mismo tiempo después de un vuelo a Hong Kong. También fueron colocados en un vuelo a Libia y encarcelados al llegar.

 La mujer y los hijos de Al-Saadi fueron liberados después de dos meses, pero él fue retenido durante seis años – éstas son las únicas entregas extraordinarias conocidas en las que estuvieron involucradas las esposas e incluso niños pequeños.

En Trípoli, Belhaj y Al-Saadi aceptaron volver con nosotros a la prisión Abu Salim donde nos mostraron sus celdas. Nos contaron cómo Koussa, jefe de la inteligencia libia, alardeaba de sus estrechas relaciones con el MI6 y la CIA, y que agentes británicos fueron a interrogarlos. 

Muchos interrogatorios, dijeron, trataron de extraer información sobre libios residentes en el Reino Unido. Las instrucciones eran claras: vincular a esos hombres con al Qaida. La tortura era algo común y a veces simplemente les daban papeles en blanco que firmar.

Belhaj dice que uno de los nombres que fue obligado a revelar bajo presión fue el de Ziad Hashem, quien también había vivido en China en 2004. Hassem, parece, había logrado eludir la red y llegó al Reino Unido donde solicitó asilo. Hoy, está de vuelta en Libia donde dirige la oficina del presidente.

Cuando encontramos a Hassem, nos dijo cómo puede haber evitado las prisiones de Gadafi pero que dentro de un año, se encontró dentro de una prisión británica. Nos dijo cómo, junto a un grupo de libios, fue arrestado sin ninguna acusación sobre la base de que constituían una amenaza para la seguridad nacional. 

Después de 18 meses, fue liberado pero marcado por otros tres años y confinado a su casa.

 Mientras hablaba sobre cómo las visitas de la policía tarde por la noche afectaron a su familia, una de sus pequeñas hijas comenzó a llorar. Hashem está seguro de que la información sobre sus supuestas actividades terroristas llegó desde Libia, y dice que pudo ver papeles libios en la estación de policía Paddington.

El gobierno británico rechazó todas las invitaciones para entrevistas. Un correo electrónico del Foreign Office (ministerio de Exteriores) señaló que está “comprometido a asegurar que afirmaciones serias sobre supuesta participación del Reino Unido en el maltrato y la entrega de detenidos por otros países sean examinadas cuidadosamente”.

Pero si el testimonio de Hashem es agregado a las afirmaciones de Belhaj y Al-Saadi, el gobierno británico no solo ayudó a entregar personas para ser torturadas, sino también actuó sobre la base de información obtenida de esa manera.

Como reacción, el Foreign Office subraya que “el gobierno ha sido claro en que se opone firmemente a la tortura y al tratamiento o castigo cruel, inhumano y degradante. 

No lo toleramos, ni pedimos que otros lo hagan por nuestra cuenta”.

Pero este es un caso que no desaparecerá tan fácilmente. 

En diciembre de 2012, Al-Saadi resolvió su caso y recibió un pago de 2,2 millones de libras (3,5 millones de dólares) del gobierno británico. 

Belhaj y su esposa Fatima, los otros demandantes, dicen que no están interesados en el dinero pero que aceptarían un pago simbólico de 1 libra (1,63 dólares) en compensación junto a una disculpa oficial.

Pero no se presentó una disculpa. Tal vez, dice Crider, debido a que una investigación criminal que ha sido iniciada por Scotland Yard podría considerar esto como una admisión de culpabilidad.

Hashem nos dijo que él también está considerando la presentación de un caso legal contra el gobierno británico. 

Y con rumores sobre la futura publicación de numerosos documentos secretos en Libia, podría haber más revelaciones.

Cineastas: Dom Rotheroe y Juliana Ruhfus

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