Jesús no nació el 25 de diciembre
La fecha del nacimiento de Cristo fue uno de los mayores misterios de la Teología durante los primeros siglos del cristianismo, llegando a diferentes conclusiones.
Cuenta el Evangelio de San Lucas que cuando nació Jesús los pastores apacentaban sus ovejas al aire libre en una noche estrellada.
Es difícil que tales circunstancias se produjeran en Palestina a finales de diciembre, cuando allí es pleno invierno.
Por eso, algunas teorías consideran que la Natividad debió producirse entrada la primavera, en abril o mayo.
Fue el Papa Julio I quien en el año 350 determinó que el nacimiento de Cristo se festejase el 25 de diciembre.
Lo hizo para crear una celebración cristiana que coincidiese con las Saturnalias, la principal festividad pagana de la antigua Roma y el culto a Mithra, deidad importada por Aureliano de Persia en el 273, que se festejaba el 25 de diciembre y que asimiló algunos preceptos cristianos.
La intención del Papa era instaurar una fiesta cristiana coincidente con aquellas otras paganas para facilitar la conversión a sus creencias .
Las Saturnales estaban consagradas al dios Saturno y se celebraban del 17 al 23 de diciembre honor a Saturno.
En este mes de diciembre, se celebraba con velas y antorchas el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo periodo de luz, o nacimiento del Sol Invictus, coincidiendo con la entrada del Sol en el signo de Capricornio, que constituye el solsticio de invierno.
En este mes de diciembre, se celebraba con velas y antorchas el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo periodo de luz, o nacimiento del Sol Invictus, coincidiendo con la entrada del Sol en el signo de Capricornio, que constituye el solsticio de invierno.
En sus más remotos orígenes, las Saturnales celebraban la finalización de los trabajos del campo, una vez concluida la siembra efectuada durante el invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia campesina, incluidos los esclavos domésticos, tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano.
El día oficial de la consagración del templo de Saturno en el Foro romano era propiamente el 17 de diciembre, pero la festividad era tan apreciada por el pueblo que de forma no oficial se festejaba también a lo largo de los seis días posteriores, hasta el 23 de diciembre.
Las fiestas comenzaban con un sacrificio en el templo de Saturno, que en la Roma primitiva tuvo tanta importancia como Júpiter.
Dicho templo se hallaba situado a los pies de la colina del Capitolio, la zona más sagrada de Roma; después del sacrificio, seguía un banquete público, al que todo el mundo estaba invitado.
Dicho templo se hallaba situado a los pies de la colina del Capitolio, la zona más sagrada de Roma; después del sacrificio, seguía un banquete público, al que todo el mundo estaba invitado.
Durante los días siguientes, la gente se entregaba a bulliciosas diversiones, celebraba banquetes y se intercambiaban regalos.
Las Saturnales se consideraban como “fiestas de los esclavos", ya que éstos eran recompensados con raciones extras de comida y vino. Catón el Viejo, que por lo demás calculaba con un rigor sin compasión los costos y utilidad del trabajo de los esclavos de sus posesiones rurales, les concedía en las Saturnales una ración extra de 3,5 litros de vino.
Gozabán de tiempo libre y otros privilegios de los que no disfrutaban durante el resto del año; a menudo, incluso eran liberados de sus obligaciones y cambiaban sus tareas con las de sus dueños: el señor actuaba como esclavo, el esclavo como señor.
Los romanos asociaban a Saturno con el dios helénico Crono, cuyo reinado coincidió según el mito con la edad de oro de la Humanidad; honrar a este dios propiciaba un regreso a los orígenes míticos: las fiestas servían para recuperar un presunto paraíso inicial, donde los hombres vivían sin separaciones jerárquicas, sin opresión de unos sobre otros.
Vivir y dejar vivir era el lema de la fiesta y el 17 de diciembre, según cuenta el poeta Cátulo, su mejor día.
Las escuelas, que en otras ocasiones no prestaban atención alguna a las numerosísimas fiestas del calendario romano, cerraban sus puertas en estas fechas.
Lo que de ordinario estaba prohibido, se autorizaba en estos días locos.
Las leyes contra el lujo permitían en las Saturnales gastar en comidas una cantidad mayor que en los días corrientes.
Pero, en especial, en el interior de la familia se eliminaban todas las barreras que separaban al esclavo del hombre libre.
El juego de los dados, estrictamente prohibido en fechas normales, aunaba a señores y siervos.
El juego de los dados, estrictamente prohibido en fechas normales, aunaba a señores y siervos.
En algunos aspectos, ciertas costumbres de las Saturnales perviven en las costumbres navideñas; así ocurre con la costumbre de encender velas y hacerse regalos.
En un principio era habitual regalarse velas y muñecos de barro.
Luego, en parte por influencia griega, fue común agradecer con alguna pequeña atención o con un regalo en dinero a los amigos y a todas las personas a quienes se debía algo por algún servicio prestado.
Las Saturnales tuvieron tal arraigo en la sociedad romana que el cristianismo tuvo muchos problemas para acabar con las celebraciones, y en parte lo consiguió cuando cobró mayor importancia la celebración de la Navidad.
Una vez que el cristianismo se impuso en el Imperio Romano, el nacimiento del Sol y su nuevo periodo de luz fueron sustituidos por la celebración del nacimiento de Jesucristo.