Entre el cielo y la tierra no hay nada oculto (Dicho popular).
Habitualmente la elección de Miss Universo representa un acontecimiento mundial caracterizado por un gran despliegue publicitario y la cobertura de los medios de comunicación que día a día informan al público sobre la vida de la nueva Miss Universo.
Siempre ha sido así y Venezuela en este aspecto ha sido uno de los países más privilegiados, mundialmente reconocido y mimado por los medios globalizados de comunicación por tener más de 80 coronas de bellezas internacionales, entre ellas 7 Miss Universo, 5 Miss Mundo y 5 Miss Internacional.
Sin embargo, algo ha cambiado en la cobertura de los periodistas globalizados en la elección de la venezolana María Gabriela Isler como Miss Universo 2013 en el certamen celebrado en Moscú.
Apenas elegida, aparecieron artículos con titulares que decían: “No hay mujer fea sino sin dinero”. Ellos insinuaban que “la belleza de la venezolana no era tan perfecta como la que vimos cuando recibió la corona de reina por ser la más linda del mundo”.
Posteriormente abundaron comentarios negativos en las redes sociales por parte de supuestos “aficionados” que decían estar cansados de los triunfos de Venezuela en los certámenes de belleza. Este país es el segundo con más reinas en Miss Universo, justo detrás de Estados Unidos que tiene ocho.
También la prensa se ensañó con esta joven y guapa modelo de 25 años, oriunda de la ciudad de Cumaná en el estado de Sucre y licenciada en Gerencia de Empresas, cuando dominada por sus emociones casi hizo caer su corona.
Todo se aclaró cuando algunos sectores de internautas llegaron a tacharla de ser “chavista” y simpatizante del gobierno venezolano, después de que el presidente Nicolás Maduro la felicitara a través de Twitter por haber logrado la corona y decir que “era un orgullo de Venezuela”.
Para los medios al servicio de los globalizadores “iluminados” esta opinión sirvió de pretexto para silenciar todo lo relacionado con la nueva Miss Universo, como si María Gabriela Isler dejase de existir.
Y no podía ser de otra forma pues desde hace seis meses Venezuela vive una guerra económica orquestada por Washington y llevada a cabo por los grupos de oposición y diversos sectores privados del país que están tratando de poner fin al Socialismo del Siglo XXI.
La reserva petrolera que tiene Venezuela, que es de 239 mil millones de barriles, no puede dejar tranquilos a los inquilinos de turno de la Casa Blanca y a los del Capitolio.
Saben perfectamente que el auge del gas de esquisto y el petróleo de lutita (shale) es una nueva burbuja de Wall Street que no durará mucho y a su pesar Venezuela con su reserva petrolera seguirá siendo una joya anhelada por los Estados Unidos.
No pueden olvidar los líderes de Washington las ganancias que habían obtenido hasta la llegada de Hugo Chávez al poder. Durante 75 años las corporaciones petroleras norteamericanas habían pagado anualmente sólo un por ciento de regalías y el 34 por ciento del impuesto sobre la renta.
Ahora el Estado aumentó las regalías al 33 por ciento y colocó el impuesto sobre la renta al 50 por ciento.
Por supuesto que esto preocupa a las corporaciones energéticas que están presionando al gobierno norteamericano para que haga retornar a Venezuela y al resto de los países del ALBA a su “patio trasero”. Saben los “iluminados” que al caer Venezuela se desintegraría el ALBA y posteriormente el Mercosur, Unasur y Celac.
Para impulsar este proceso, después de analizar el fracaso del golpe de Estado de 2002, la CIA, la DIA (Servicio de Inteligencia Militar) y el departamento de Estado han diseñado un plan de golpe de Estado “suave” llamado “El Programa Colapso Total” recientemente denunciado por el presidente Nicolás Maduro.
La revista virtual colombiana Caracolas.com informó que uno de los centros de desestabilización está operando desde la ciudad colombiana Cucuta localizada en la frontera con Venezuela. Actualmente existen tres organizaciones envueltas en acciones subversivas contra Venezuela: Centro de Pensamiento Primero Colombia, FTI Consulting Colombia S A S y la Fundación el Socialismo Democrático (FSD).
La FSD está liderada por el expresidente de Colombia y becado de Harvard, Álvaro Uribe, quien en su propio país tiene 276 procesos judiciales y quien, según el periodista de Global Research, Nil Nicandrov, fue reclutado por la CIA en los años 1980.
Todas estas organizaciones están envueltas en acciones del Plan Estratégico Venezolano que es parte del Programa Colapso Total.
En realidad, es la repetición del viejo plan ahora más sofisticado del Track II, elaborado por Washington en los años 1970 para hacer el golpe de Estado en Chile contra el presidente populista Salvador Allende. Consiste en mantener e incrementar los sabotajes que afecten especialmente el servicio eléctrico que permitan culpar al gobierno de las ineficiencias y negligencias.
Sus tácticas incluyen espionaje, sabotaje, violencia, provocación del descontento popular, acaparamiento de los bienes de consumo para provocar un incremento diario de precios que ya han subido 49 por ciento en promedio con respecto al año pasado.
Una activa guerra mediática es la parte sustancial de este plan. Todo esto está diseñado para primero, hacer fracasar el chavismo en las elecciones municipales el próximo 8 de diciembre y finalmente, crear condiciones para sacar del poder al presidente Maduro.
Las acciones subversivas de la oposición están coordinadas a través del centro de operaciones ubicado en Cucuta, Colombia. También las acciones de la oposición y su financiación se realizan también usando las estaciones de la CIA en Curacao, Arruba, Bonaire, República Dominicana y Panamá.
Hace poco el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) detectó reuniones de varios miembros de la oposición venezolana con los grupos de extremistas cubanos en Miami y los líderes de la organización paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Según el periodista Nil Nicandrov, Washington mira con cautela las rondas de conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que podrían poner fin a los cincuenta años de la guerra civil en Colombia y a la existencia de siete bases norteamericanas en su territorio. Por algo el Pentágono está reforzando sus bases con los militares que participaron en combates en Afganistán, Irak y Libia.
Mientras tanto sigue avanzando la guerra psicológica como parte de un golpe “silencioso” en que están participando activamente la oligarquía nacional y sus medios de comunicación como los periódicos El Nacional, El Mundo, El Universal, El Diario 2001 entre muchos otros que diariamente propagan las noticias alarmantes sobre la situación de la economía nacional.
Como lo expresó recientemente el presidente Maduro el proceso de sabotaje que está en marcha se realiza de la siguiente manera: “Lo que se produce que no se distribuya. Lo que se importa que no llegue al país.
Lo que llega que no se distribuya, lo que se distribuye que se distribuya tarde.
Lo que se comercia que se acapare y se le suban los precios y lo que llega a comercializarse sea objeto de compras nerviosas de un pueblo sometido a la guerra psicológica”. Frente a estos acontecimientos el clero nacional extrañamente está callado como si esperase que algo suceda.
En el reciente foro “El Socialismo del Siglo XXI y sus Repercusiones en la Libertad de Prensa” celebrado en Miami, en que participaron representantes de todos los grupos de oposición, se llegó a la conclusión que la política de Maduro está acelerando la descomposición económica de Venezuela y que la revolución alcanzó el punto a no retorno. Lo de la posibilidad de la destrucción de la economía venezolana y un posible apocalipsis financiero no es tan cierto como lo afirma la oposición.
De acuerdo al economista norteamericano Marc Weisbrot, los ingresos por petróleo en 2012 alcanzaron 93.6 mil millones de dólares, la cuenta corriente en la balanza de pagos registró un superávit de 11 mil millones de dólares y los pagos de intereses sobre la deuda pública externa eran apenas de 3.7 mil millones de dólares.
Al mismo tiempo que el Banco Central cuenta con 36.4 mil millones de dólares en reservas que pueden cubrir más de ocho meses de importaciones y avala el derecho de solicitar créditos internacionales.
Al mismo tiempo a pesar de la inflación alta que supera el 40 por ciento el país fue capaz de generar en 2012 un crecimiento saludable de 5.7 por ciento lo que la prensa globalizada está acallando sistemáticamente como igual el reciente informe del Banco Mundial que señala que la tasa de pobreza en Venezuela cayó en un 20 por ciento en 2012.
Para poner fin al sabotaje económico el presidente Maduro ordenó la drástica rebaja de los precios inflados de la infinidad de los productos de consumo y la intervención de las cadenas.
A la vez solicitó a la Asamblea Nacional la aprobación de la Ley Habilitante que autoriza al presidente dictar decretos con rangos, valor y fuerza de ley. El proyecto de esta ley ya fue aprobado el pasado 14 de noviembre en la primera lectura en la Asamblea Nacional y se espera que el próximo martes el presidente Maduro obtenga el derecho de gobernar por el decreto durante un período limitado.
Según el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello Rondón, “La mano de Estado tiene que intervenir cada vez que sea necesario para controlar a esos señores que creen que porque tienen capital van a hacer a lo que les da la gana”.
Por supuesto que todo esto ha sido interpretado inmediatamente por la prensa globalizada como señal de un régimen dictatorial que está en proceso de consolidación, olvidándose como usaban la Ley Habilitante los antecesores de Hugo Chávez y Nicolás Maduro apoyados por la Constitución de 1961.
Pero la guerra mediática guiada por la ley de embudo no ve estos detalles en su lucha desenfrenada para retornar a Venezuela al pasado. Hasta la elección de la Miss Universo lograron politizar.
Por algo dijo alguna vez el luchador afroamericano Malcolm X asesinado por el sistema dominante que “Si no están prevenidos ante los medios de comunicación, les harán amar al opresor y odiar al oprimido”.
Le toca al pueblo venezolano mostrar su voluntad y definir el futuro de su país frente al pasado que están reclamando los globalizadores “iluminados” y sus obedientes servidores nacionales.