La importancia del Partido
«En su lucha por el poder el proletariado no tiene otra arma más que la organización. Desunido por el reinado de la competencia anárquica del mundo burgués, degradado por la explotación asalariada, siempre amenazado por el desempleo, el proletariado puede convertirse e inevitablemente se convertirá en una fuerza invencible, pero solamente cuando comprenda la ideología Marxista y consolide su unidad ideológica mediante una organización que sea el arma de la clase obrera.»
Lenin, Un paso adelante dos atrás
Conocidas las luchas del leninismo contra el individualismo pequeño burgués y el «anarquismo aristócrata», es una conclusión hace tiempo aceptada por todo marxista-leninista que debe ser un partido proletario revolucionario el que lleve a las masas a la victoria en la revolución. Este hecho ha sido históricamente confirmado en Rusia, China... Tomemos Rusia por ejemplo: Con la Revolución Socialista de Octubre toda la humanidad dio un gran paso adelante. Se abrió una era de avance del socialismo y retroceso de la explotación capitalista. En muy poco tiempo la atrasada Rusia se convirtió en estado económica y culturalmente avanzado en el que la planificación económica estaba en manos de los mejores economistas del mundo. Rusia pasó de ser una «prisión de naciones» a una unión fraternal de naciones. ¿Cómo fue esa transformación posible? ¿Cómo pudo ser que durante sólo 20 años, sin ninguna ayuda externa y hostigada por otros países capitalistas y por la oposición trotskista, la URSS pudiese avanzar tanto?
Hubo principalmente dos causas:
1. La devoción y las energías creativas de las masas en las fábricas, las minas y los campos. Sin la participación de las masas populares las transformaciones que se dieron en la URSS habrían sido imposibles. La participación de las masas permitió que la URSS avanzase en todos los campos a pesar de no tener expertos ni técnicos, que se habrían marchado a otros países capitalistas o eran enemigos acérrimos de la revolución. Sin el entusiasmo y el heroísmo del pueblo soviético no se habrían podido llevar a cabo estas hazañas.
2. El liderazgo de un partido revolucionario. No sería exagerado afirmar que el estado soviético no habría sobrevivido ni se habría desarrollado si los trabajadores no hubiesen estado liderados por un partido revolucionario, que debido al nivel de sus cuadros, a su liderazgo y sacrificio, se ganó su confianza, un partido que estaba preparado para a afrontar cada uno de los desafíos antes, durante y tras la revolución.
Sin el partido revolucionario el proletariado no puede alcanzar la dictadura del proletariado ni mantener y desarrollar sus conquistas para asegurar la completa victoria del socialismo, ni para asegurar el paso del socialismo al comunismo, es decir, las condiciones en las que el estado irá desapareciendo mientras se aplica la fórmula «de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades».
En 1920 Lenin enfatizaba la necesidad de un partido realmente revolucionario y disciplinado que goce de la confianza y el apoyo del proletariado. «Ahora todo el mundo es ya consciente de que los bolcheviques no podrían haberse mantenido en el poder dos meses sin la disciplina de hierro en el Partido y sin el apoyo incondicional de la mayoría de la clase obrera, especialmente de los obreros honestos, conscientes y sacrificados, capaces de llevar tras de sí a los elementos atrasados.» (Lenin, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo)
Para alcanzar, mantener y expandir la dictadura del proletariado es necesario crear «entre la clase obrera una fuerza capaz de cohesionarla frente a las influencias corrosivas de la pequeña burguesía y de los hábitos pequeño burgueses» (Stalin, fundamentos del Leninismo) Es necesario educar a las masas proletarias en la organización y la disciplina. Es necesario que el proletariado se dé cuenta de que es la fuerza que ha de llevar a la humanidad al comunismo. Pero a la sociedad sin clases sólo se puede llegar a través de un período de la más enconada lucha de clases, y para vencer en esa lucha el proletariado necesita un partido de acero.
«La dictadura del proletariado es lucha violenta y pacífica, militar y económica, educativa y administrativa contra las fuerzas y tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza del hábito de millones y decenas de millones de personas es una fuerza temible. Sin un partido de acero templado en la lucha, sin un partido que goce de la confianza de lo honesto de la clase obrera, sin un partido capaz de influenciar a las masas, es imposible llevar a buen término la lucha» (Lenin, Ibid p.44)
Cuando hablamos de disciplina férrea en el partido del proletariado, ¿nos referimos a una disciplina ciega? ¿Excluye la disciplina férrea la posibilidad del debate y las posiciones distintas dentro del partido? No, no significa eso. La disciplina no debe desvirtuar los debates ni las críticas ni las diferencias de opinión. Al contrario, la disciplina férrea presupone la crítica, el debate y las diferentes opiniones. La disciplina férrea en el partido se basa en la sumisión consciente y voluntaria de sus miembros en aras de la unidad de acción. Sin esa unidad de acción, voluntaria y consciente, la disciplina férrea es imposible. Sobre la disciplina en el partido, Lenin señala: «Antes de nada hemos de plantearnos ¿de dónde surge la disciplina en el partido? ¿Cómo se comprueba? En primer lugar, surge de la conciencia de clase de la vanguardia del proletariado y de su devoción por la revolución, se concreta en su perseverancia, sacrificio y heroísmo. En segundo lugar por su habilidad de mantenerse en estrecho contacto con las masas, principalmente con las proletarias, pero también con las no proletarias. En tercer lugar, de la corrección de los análisis políticos de la vanguardia, de lo acertado de su visión estratégica y de sus tácticas, del convencimiento de las masas debido a su propia experiencia la corrección de los análisis y las consignas del partido. Sin estas características no se puede alcanzar la disciplina que permitirá al partido ser vanguardia del proletariado, derrotar a la burguesía y transformar la sociedad. Sin estas características, todo intento de establecer una disciplina férrea se quedará en palabras. Por otro lado, estas características no surgen todas a la vez, sólo se crean tras un esfuerzo prolongado y la experiencia ganada en la lucha. La creación de estas características se basa en la aplicación de la doctrina revolucionaria, que no es un dogma y sólo toma forma finalmente cuando está en relación cercana con la actividad práctica de las masas verdaderamente revolucionarias durante un movimiento revolucionario» (Ibid p24-25)
Para los marxistas-leninistas, los proletarios verdaderamente revolucionarios, el rol del partido de vanguardia y su relación con las masas nunca puede minimizarse. Para los pequeños burgueses es prácticamente imposible entender la importancia del partido revolucionario del proletariado. Los intelectuales pequeño burgueses nunca han sido capaces de entender, por muy socialistas que pretendan ser, el papel del Partido Bolchevique antes, durante y tras la Revolución de Octubre. Sólo son capaces de ver unos líderes y una masa de seguidores: Lenin hizo esto, Stalin hizo lo otro. La intelectualidad, inclinada hacia el individualismo, rechaza tercamente la importancia del Partido, que liderado por Lenin condujo al pueblo ruso hacia la dictadura del proletariado y hacia el socialismo. Esta incapacidad de los intelectuales para entender el papel del Partido y su relación con las masas lleva a Lenin a señalar que «sería mejor que las felicitaciones al pueblo soviético y al Partido Bolchevique fuesen precedidas por un análisis profundo de las razones por las que los bolcheviques fueron capaces de implantar una disciplina férrea».
Los intelectuales pequeños burgueses (incluidos los trotskistas) no son capaces de entender la importancia de las diferencias políticas y organizativas, por lo que las reducen a diferencias personales. Son incapaces de ver las diferencias entre dos líneas políticas, entre diferentes tácticas y diferentes esquemas organizativos, ven solamente diferencias entre individuos. Es por eso que a partir de 1923 los trotskistas reducen su lucha contra el leninismo a una pugna por el poder entre Trotsky y Stalin.
Espero probar mediante hechos históricos y documentación (no mediante mentiras y rumores como hacen los trotskistas) que esta visión era incorrecta y lo continúa siendo. La lucha entre Stalin y Trotsky no era la lucha entre dos individuos sino una lucha entre dos líneas políticas, entre el leninismo revolucionario y el trotskismo contrarrevolucionario, era la continuación, tras la muerte de Lenin, de la lucha que Trotsky había mantenido contra Lenin durante 20 años. La diferencia es que tras la muerte de Lenin, el líder del Partido pasó a ser Stalin, y los trotskistas juzgaron oportuno centrar en él sus ataques. Debido a que el leninismo había sido confirmado por la práctica en Octubre, los trotskistas pasaron a atacar un supuesto «estalinismo» alegando defender el leninismo. Así es como los trotskistas pretendían desacreditar las políticas leninistas del Partido Bolchevique dirigido por Stalin. Este es un clásico ejemplo de táctica trotskista: levantar la bandera roja para oponerse a ella, utilizar el nombre de Lenin para oponerse a las políticas leninistas.
En este contexto se puede entender mejor los ataques de Trotsky contra Stalin. Es problema no era Stalin, sino las políticas leninistas que llevaba a cabo desde la dirección del Partido Bolchevique. El objetivo último de los ataques trotskistas no era Stalin sino el Partido Bolchevique. Era el Partido Bolchevique –el Partido Leninista- el que estaba siendo atacado. Eran los métodos y la organización del Partido los que estaban en juego, era el carácter leninista del Partido el que Trotsky pretendía eliminar.
La verdadera relación de Trotsky con la Revolución de Octubre no era Trotsky versus Stalin sino Trotsky versus Partido Bolchevique y las políticas leninistas que éste llevaba a cabo. Así fueron las cosas antes y después de la revolución, antes y después de la muerte de Lenin.
En casi todas las cuestiones importantes la línea trotskista confrontaba con la línea del Partido Bolchevique, y la práctica demostró que la línea trotskista habría llevado al desastre. Esto no impidió que, a la muerte de Lenin, Trotsky, con su modestia habitual, declarase que el Partido estaba equivocado y que él tenía la razón. Cuando los trotskistas de hoy en día actúan de manera egoísta y se dedican a sembrar mentiras no hacen más que seguir los pasos de su mentor, Trotsky.
La lucha de Lenin por construir un partido revolucionario y la lucha de Trotsky por evitarlo
Tras la Revolución de Octubre Trotsky pretendió haber apoyado a los bolcheviques, a pesar de que antes de 1917 había hecho todo lo posible para evitar que el partido tuviese las características que le permitieron tomar el poder. Mientras Lenin construía el Partido, Trotsky no escatimaba esfuerzos intentando evitarlo, atacando a Lenin e intentando desacreditarlo. Lenin intentaba construir un partido revolucionario centralizado, capaz de realizar sus tareas a pesar de la policía zarista. En aquellos momentos era imposible que primase la democracia, debido a la presión de la policía secreta zarista. Por lo tanto Lenin defendía que la militancia en el Partido no debería estar abierta a cualquiera que la desease [1], sino que deberían estar secundados por un comité local, que a su vez debía estar aceptado por el CC. En el segundo congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) que tuvo lugar en Londres en 1903 estalló esta polémica, en la cual Trotsky y la derecha del partido se oponían a los principios organizativos que proponía Lenin, que estaba secundado por casi dos tercios del congreso.
Camaradas, merece la pena analizar los acontecimientos del II Congreso con detalle. Los tres puntos importantes en la agenda del congreso eran: adopción del programa del Partido; adopción de las normas del Partido; elección de los cargos.
Los oportunistas se oponían a varios puntos del programa a los documentos que proponía Lenin, en particular a la inclusión de la dictadura del proletariado, de las demandas del campesinado y del derecho de las naciones a la autodeterminación. Sin embargo no presentaron batalla en la cuestión de la adopción del programa. La lucha entre los dos sectores (por un lado los revolucionarios liderados por Lenin y Plekhanov [2] y los iskristas estables, por el otro lado el ala oportunista liderada por Martov y apoyada por Trotsky, los iskristas inestables, el centro –«el pantano»- y los anti iskristas –los economicistas y los bundistas) se centró en las cuestiones sobre las normas del Partido y la elección de cargos. Sobre el primer párrafo de las normas hubo ya un gran debate. Se trataba de las normas sobre la pertenencia al Partido: ¿Quién podría ser miembro del Partido? ¿Qué naturaleza y composición debía tener el Partido? ¿Cuál debía ser la estructura organizativa del Partido?
Formulación de Lenin y formulación de Martov sobre la militancia en el Partido
Según Lenin sólo podría ser miembro del Partido quien cumpliese estas condiciones:
a) Aceptar el programa del Partido.
b) Apoyar financieramente al Partido.
c) Pertenecer a alguna organización del Partido y participar activamente en ella [3]
Según la formulación de Martov y otros oportunistas como Trotsky sólo era necesario cumplir las dos primeras condiciones. La tercera era, desde su punto de vista, innecesaria, y podía prescindirse de ella.
Lenin consideraba al partido el destacamento avanzado de la clase obrera y por lo tanto pensaba que no cualquiera que lo considerase oportuno podría pertenecer al partido. Por el contrario, debería ser aceptado por una organización del partido y someterse a la disciplina de éste. Según la definición de Martov uno podía pertenecer al partido sin estar en ninguna de sus organizaciones y someterse a su disciplina. La definición de Martov, al contrario que la de Lenin, dejaba la puerta abierta para que todo tipo de elementos no proletarios, inestables u oportunistas entrasen en el partido, evitando así que se convirtiese en la organización militante y disciplinada de la clase obrera para convertirse en una masa heterogénea, carente de disciplina, coherencia y cohesión, que no podría actuar como vanguardia del proletariado. Martov defendía que cualquier huelguista tenía derecho a declararse miembro del partido, y que cualquier intelectual que simpatizase con el partido pudiese inmediatamente considerarse militante de éste.
Con la adopción del programa del partido, el congreso sentó las bases para su unidad ideológica. Era necesario también adoptar unas normas para terminar con el espíritu de círculos y conseguir la unidad organizativa. La formulación de Martov defendía justamente lo contrario. No sólo dejaba la puerta abierta para elementos inestables, anarquistas e individualistas sino que difuminaba la línea entre el partido y la clase. La diferencia entre el destacamento avanzado de la clase obrera y el resto de la clase obrera no desaparecerá hasta que las clases desaparezcan. Cualquiera que defienda lo contrario pretende ignorar la diferencia entre la clase y su vanguardia, privando a la clase obrera de su «alto mando». Como decía Stalin, «la clase obrera sin el partido es como un ejército sin alto mando. El partido es el alto mando del proletariado» (Fundamentos del Leninismo).
Comentando la formulación de Martov, Lenin señala: «somos un partido de clase, por lo tanto la mayoría de la clase (y en tiempos de guerra civil toda la clase) debería actuar bajo el liderazgo del partido y sumarse a sus políticas. Pero sería manilovismo y khavostismo [4] pensar que durante el capitalismo la mayoría de la clase va a tener el nivel de conciencia de su destacamento avanzado. Olvidar la diferencia entre el destacamento avanzado y las masas que gravitan a su alrededor, olvidar que es el deber del partido elevar a cada vez más parte de la clase a mayores niveles de conciencia, significa cerrar los ojos a la inmensidad de nuestra tarea.» (Un paso adelante, dos atrás)
De haberse aceptado la formulación de Martov el Partido Bolchevique se habría convertido en un partido «de profesores y estudiantes de instituto que habría degenerado en una masa amorfa y desorganizada, perdida en un mar de «simpatizantes» que al difuminar la línea entre el partido y la clase habría imposibilitado la elevación del nivel de conciencia de éste.» (Stalin)
Trotsky jugó un papel claramente oportunista en la controversia [5]. Se posicionó con Martov y atacó la formulación de Lenin. Estaba en contra de que cada miembro del partido debiese pertenecer a una organización y de que el partido fuese la suma de éstas organizaciones. Se oponía a un partido único con distintos niveles organizativos. Se oponía al principio de que la minoría debía acatar las posiciones de la mayoría. Hasta estos extremos llegaron las formulaciones oportunistas de Trotsky en materia de organización. Sus propuestas se basaban en el espíritu de círculo y el individualismo pequeño burgués, que se considera más importante que la disciplina y la sumisión a las decisiones de la mayoría.
La idea de la sumisión de la minoría a la mayoría y la aceptación de las políticas de los órganos superiores por los inferiores llevó a Martov, Trotsky y otros oportunistas a acuñar expresiones de «burocratismo», «formalismo», a hacer símiles con «ruedas y tornillos», etc. Así describe Lenin a éstos anarquistas en su obra «Un paso adelante, dos atrás»: «Este anarquismo aristocrático es muy característico de los nihilistas rusos. Ven en la organización del partido una fábrica monstruosa y consideran la sumisión de la minoría a la mayoría servidumbre... la división de tareas bajo una dirección única les hace clamar contra convertir a la gente en «ruedas y tornillos»... mencionarles las normas del partido les provoca malestar, ya que consideran que uno puede arreglárselas bien sin ellas.
Está claro que estos lloros sobre el burocratismo no son más que la expresión del descontento de los oportunistas con la composición de los órganos centrales... eres burocrático porque te eligió el congreso en contra de mi voluntad, actúas de manera mecánica porque aplicaste una mayoría mecánica en el congreso, y no te esforzarte en hacer las cosas a mi modo, eres un autócrata porque no compartes el poder con los viejos miembros de la pandilla».
Es conveniente apuntar que estos son las mismas críticas que Trotsky hace cuando el secretario general es Iósif Stalin. Sus lloros sobre la burocracia no son más que la expresión de su insatisfacción debido a la bancarrota de su teoría política, en otras palabras, debido al éxito de la construcción del socialismo en un solo país.
Trotsky y Martov eran incapaces de entender y de someterse a la disciplina del partido. Para ellos la disciplina debía ser para la masa, no para los pocos «elegidos» para dirigirla. Y ellos por supuesto se incluían entre los dirigentes. Cuando los delegados del segundo congreso eligieron el comité central y el editorial de ISKRA –y no eligieron a los anteriores integrantes de éste órgano como pedía Martov- fue cuando Martov y Trotsky se enfrentaron a la mayoría iskrista- simplemente porque no estaban satisfechos con la composición de los órganos centrales. Se negaron a aceptar las decisiones del congreso alegando que no eran siervos y haciendo peligrar la unidad del partido. La disciplina del partido proletario ha de ser igual para todos sus miembros, tanto los dirigentes como los militantes de base. Sin esto el partido no puede conservar su unidad ni la relación con sus militantes. «La total falta de argumentos de Martov y compañía se hace patente en su lema «no somos siervos», que implica la idea pequeño burguesa de los pocos elegidos seguidos por las masas embrutecidas y situados por encima de la disciplina. A la intelectualidad individualista la disciplina de la organización proletaria se le antoja servidumbre». «Mientras construimos el partido proletario, el trabajador consciente aprende a distinguir entre la mentalidad de soldado del ejército proletario y la mentalidad de intelectual pequeño burgués. Debe aprender que las tareas del partido no deben realizarla solamente los militantes de base y las masas, sino «los de arriba» también».
Hemos analizado la polémica sobre la militancia en el partido con el objeto de mostrar:
1.- Que Trotsky, Martov y compañía mantenían una posición oportunista que de haber triunfado habría causado gran daño, confusión y desorganización al partido. En palabras de Lenin: «Desde el punto de vista del camarada Martov, la militancia en el partido no está definida, ya que cualquier huelguista puede proclamarse miembro del partido. ¿Por qué esta vaguedad? Es simplemente extender un título. Es una idea dañina que introduce desorganización al confundir la clase con el Partido». (Un paso adelante dos atrás)
2.- Que el «anarquismo aristocrático» y el individualismo pequeño burgués de Trotsky y Martov les hizo imposible rectificar sus posiciones oportunistas en materia de organización.
3.- Que Trotsky y Martov tenían una mentalidad pequeño burguesa al no aceptar la disciplina del partido y sus reglas organizativas.
4.- Que por lo tanto Trotsky y Martov estaban en contra de cualquier medida que requiriese disciplina dentro del partido proletario, ya que ellos no la acatarían.
5.- Que para estos intelectuales pequeño burgueses la idea de la disciplina proletaria y un partido de acero no es más que burocracia.
6.- Que objetivamente (su interpretación subjetiva no tiene importancia) Trotsky y Martov estaban contra la revolución, ya que sin un partido disciplinado no puede hacerse la revolución.
7- Que en materia de organización Trotsky no era un luchador contra la «burocracia estalinista» sino un luchador ya histórico contra la «burocracia» leninista.
Fue el rechazo de Trotsky a la disciplina lo que causó su enfrentamiento con Lenin en el segundo congreso. Este individualismo pequeño burgués, este anarquismo aristocrático, este rechazo a la disciplina, es también la causa de los enfrentamientos de Trotsky con la dirección del Partido Bolchevique tras la Revolución de Octubre.
Trotsky declaró más tarde que «la revolución soviética ha sido traicionada» por Stalin. Se podría mencionar que, de haberse aceptado el modelo organizativo que él defendía, no habría habido revolución, ni, por lo tanto, traición posible.
Tras el segundo congreso Trotsky publicó «Nuestras tareas políticas», donde atacó las políticas de Lenin de las formas más abusivas e irracionales inimaginables. Lenin había defendido la división de las labores dentro del partido, reconociendo que cada militante tenía diferentes habilidades. A partir de esto Trotsky monta un ataque contra Lenin denunciando que la división del trabajo en las fábricas modernas reduce al trabajador a simples apéndices de las máquinas. Y eso, según Trotsky, era lo que pretendía Lenin: Unos dirigentes dictatoriales y un partido de los trabajadores que no fuera más que apéndices de la maquinaria partidaria. Este fue el argumento de Trotsky cada vez que las cosas no salían como a él se le antojaban. Si las propuestas de Trotsky eran aceptadas, todo iba bien; si no, el Partido se convertía en una monstruosa burocracia contra la que había que luchar. Tal era el individualismo pequeño burgués de Trotsky. Así termina Trotsky su obra antes mencionada: «Estas malintencionadas y repugnantes sospechas de Lenin, esta caricatura de trágica intolerancia jacobina... debe ser eliminada a toda costa, o el partido caerá en la decadencia moral y teórica» (Nuestras tareas políticas, Trotsky, 1906)
En este párrafo se ve claramente que Trotsky luchó vehementemente contra los esfuerzos de Lenin de construir un partido revolucionario.
El partido revolucionario y centralizado que Lenin intentaba forjar tenía algunas similitudes con el partido jacobino que actuó durante la revolución francesa, pero se diferencia de éste en que no era la vanguardia de la pequeña burguesía sino de la clase obrera, que debía liberar a Rusia de la tiranía y el despotismo. Como ya se dijo anteriormente, en la Rusia zarista era imposible construir un partido revolucionario basado en la democracia completa. Es por eso que el Partido Bolchevique tenía algunos parecidos con los jacobinos.
«Todas estas acusaciones de jacobinismo nos indican el oportunismo de su autor. Un jacobino que pertenezca a la organización del proletariado y que sea consciente de sus intereses de clase, es un socialdemócrata revolucionario. Un girondino que se apoya en profesores y estudiantes de instituto, que tiene miedo de la dictadura del proletariado y que habla del valor absoluto de la democracia es realmente un oportunista». (Lenin, Un paso adelante, dos atrás)
En su obra antes mencionada Trotsky también menciona con aprobación al menchevique Axelrod: «¿y por qué la historia no va a permitir que el líder de la revolución burguesa provenga de la escuela marxista revolucionaria? ¿No proporcionó el marxismo legal un líder para los liberales?» Es decir, ¡¡ Lenin era el líder probable de la burguesía rusa!!
Y la pregunta, camaradas, es la siguiente: ¿Es sorprendente que alguien que tenía esas ideas sobre Lenin estuviese también en contra de las políticas de Stalin? Si era capaz de decir que Lenin sería el líder de las clases medias rusas, es comprensible que dijese de Stalin cosas como que ayudaba a los campesinos ricos y que era necesario acabar con el «estalinismo» para evitar la decadencia moral e ideológica del Partido. Trotsky mantuvo su lucha con Lenin hasta que la Revolución de Octubre demostró que las teorías de Trotsky eran completamente erróneas, obligándole a someterse a las líneas bolcheviques. Dado que el Leninismo había quedado probado en Octubre, Trotsky, a la muerte de Lenin, decidió camuflar sus ataques como ataques al «estalinismo». Es en este contexto, camaradas, que debemos situar los ataques contra Stalin. Eran una continuación de los ataques trotskistas contra el leninismo.
Trotsky y el Bloque de Agosto
Tras la derrota de la revolución de 1905 apareció un grupo de «socialistas» de derechas que fueron denominados los liquidadores ya que querían liquidar el partido centralizado capaz de guiar a las masas a la revolución. Los liquidadores argumentaban que la era de las revoluciones había pasado y que la única vía de progreso era la constitución zarista. Por lo tanto defendían que el partido centralizado y sus organizaciones ilegales debían disolverse y se debía crear un partido liberal laborista que operarse en la legalidad para conseguir reformas en las leyes zaristas. Lenin y los bolcheviques lucharon arduamente contra las posiciones de los liquidadores, entre los que Trotsky se incluía, no de manera abierta, pero ayudándolos siempre que tenía la oportunidad.
Así describía Lenin la actitud de Trotsky: «La gente como Trotsky, con sus frases sobre el Partido social demócrata del trabajo de Rusia, con sus frases obsequiosas hacia los liquidadores, que realmente no tienen nada en común con la socialdemocracia rusa, son lo plaga de nuestro tiempo... Son en realidad partidarios de la capitulación hacia los liquidadores, ansiosos por formar un partido al estilo de Stolypin.
Los liquidadores hacen todo lo posible por frustrar las actividades de los bolcheviques. Trotsky y los trotskistas también son oportunistas, pero son aun más peligrosos, puesto que los liquidadores exponen abiertamente sus posturas, siendo fácil para los trabajadores darse cuenta de lo erróneo de éstas, pero Trotsky y los suyos engañan a los trabajadores de tal modo que denunciarlos se hace más difícil».
Esa fue la actitud de Trotsky durante los años de avance de la reacción que tuvieron lugar a partir de 1905. Trotsky apoyó a los liquidadores, siendo aún más dañino que ellos, razón por la cual Lenin se enfrentó a él.
En el año 1912 se dio un aumento en la actividad revolucionaria en Rusia, por lo que los bolcheviques organizaron una conferencia para discutir la situación y poder llevar a cabo una línea política acorde a los acontecimientos. La conferencia decidió refortalecer las organizaciones ilegales en Rusia, y las organizaciones del Partido recibieron la consigna de aumentar sus actividades para educar a las masas en la vida política, encaminándolas a derrocar el zarismo e instaurar una república democrática, una dictadura de los trabajadores y campesinos.
¿Cuál fue la respuesta de Trotsky a la conferencia de Praga de los bolcheviques? Juntar en Viena en agosto de 1912 a todos los grupos rusos en el exilio que estaban en contra de los bolcheviques. Estos grupos estaban a favor de la liquidación de las organizaciones ilegales del Partido, de la desintegración del Partido revolucionario del proletariado y de la constitución de un partido laborista de corte stolypiniano. Los grupos que participaron –la organización socialista judía (el «Bund»), los socialdemócratas letones, el partido socialista polaco, de corte pequeño burgués, y Trotsky y sus seguidores- recibieron el nombre de Bloque de Agosto. En su conferencia de Viena el Bloque de Agosto pasó numerosas resoluciones antibolcheviques y contra revolucionarias. La conferencia resultó ser un fracaso, ya que ninguno de los grupos que participaron tenían conexión con las organizaciones dentro de Rusia, pero tiene un gran valor para demostrar el papel de Trotsky como coordinador de todos los grupos antibolcheviques.
En mayo de 1914 Lenin escribió su artículo titulado «Ataques contra la unidad bajo lloros por defenderla» en el que expone de manera brillante las sonoras y vacías frases de Trotsky, su fraccionalismo y la bancarrota del Bloque de Agosto. Lenin termina en artículo con una descripción de Trotsky que no tiene desperdicio, y que cito íntegramente, con la esperanza de que la encontréis interesante:
«Todo aquel que lleve tiempo militando en el Movimiento Marxista Ruso conoce la personalidad de Trotsky, y probablemente no considere necesario prestarle atención. Pero para los nuevos camaradas, es importante que lo conozcan, ya que es un ejemplo significativo de los grupitos de exilados que vacilan entre los liquidadores y el Partido.
En los tiempos de la vieja ISKRA (1901-1903) había gente que dudaba entre los economicistas y los iskristas. Cuando ahora hablamos de liquidacionismo, hablamos de una ideología definida, que creció alimentada por el economicismo y el menchevismo a lo largo de 20 años de historia Marxista rusa, y que está indisolublemente ligada a la política e ideología de una clase, la burguesía liberal.
Lo único en lo que el grupo «del pantano» tiene para poder decir que están por encima de las diversas tendencias es que cogen un día de una de ellas y al siguiente de otra. Trotsky fue un iskrista convencido de 1901 a 1903, y Ryazanov lo describía como «de la pandilla de Lenin» [6]. A finales de 1903 se convirtió en un menchevique ardiente, desertó de los iskristas a los economicistas. Dijo que «entre la nueva y la vieja ISKRA hay un océano». Entre 1904 y 1905 desertó de los mencheviques y se colocó en una posición vacilante, cooperando con Martinov y defendiendo su absurda teoría de la revolución permanente. En 1907 dijo que con quien realmente estaba de acuerdo era con Rosa Luxemburgo.
Tras un periodo de vacilación, en el que no organizó ninguna fracción, en 1912 volvió hacia la derecha y formó un bloque con los liquidadores. Ahora ha vuelto a desertar, pero en esencia mantiene sus irresponsables ideas. Gente como ésta era característica de la época en la que apenas existía movimiento obrero en Rusia y cada grupúsculo formaba su propia tendencia o fracción, negociando con los otros una parte del poder.
Los nuevos camaradas deben conocer exactamente con quién están tratando, cuando individuos como éstos se presentan con frases rimbombantes y quejas pretenciosas, negándose a aceptar las decisiones del Partido, que desde 1908 ha decidido claramente su actitud frente al liquidacionismo, o a reconocer las experiencias de la clase obrera rusa, que está unida alrededor de éstas decisiones.» (Lenin, Obras Completas, Vol.20 pp.346-47)
Esta es una buena descripción, no solamente del mayor personaje «del pantano» de todos los tiempos sino también de sus seguidores pasados y presentes, los trotskistas de la Internacional Socialista, del Grupo Marxista Internacional, de la Liga Internacional Laborista Socialista, etc., que dicen una cosa hoy y otra mañana, cogiendo ideas hoy de Trotsky mañana del Partido Laborista, que denuncian al frente de liberación nacional de Vietnam del Sur un día y lo «apoyan» al siguiente (ya estudiaremos esto con más detenimiento en el capítulo de la revolución china)
Trotsky se enfrentó a Lenin, que intentaba construir un partido revolucionario, hasta 1917, y solamente unas semanas antes de la Revolución de Octubre Trotsky se unió a los bolcheviques. Pero estos acontecimientos históricos son normalmente «olvidados» por los trotskistas y la intelectualidad radical burguesa, la prensa burguesa y la trotskista, que día tras día nos presentan a Trotsky como un bolchevique y un leninista. Veamos, ¿cómo es posible que un bolchevique leninista estuviese constantemente enfrentándose a Lenin y a los bolcheviques? Señores de la intelectualidad burguesa radical y señores trotskistas, no nos lo creemos. Trotsky nunca fue un bolchevique o un leninista, sino todo lo contrario, un antibolchevique y un antileninista.
Trotsky no renunció a sus posiciones mencheviques sobre organización del Partido tras haber ingresado en el Partido Bolchevique. En 1921 presentó una propuesta para «sacudir» los sindicatos y convertirlos en organizaciones estatales, que fue rechazada por el Comité Central. Trotsky salió de la habitación donde estaba reunido el Comité Central y se dedicó a buscar seguidores para su propuesta para combatir al Comité Central. Este incidente muestra claramente hasta que punto está Trotsky imbuido del espíritu individualista y del pavor a la disciplina de la burguesía radical.
«Cualquiera» dice Lenin «que debilite lo más mínimo la disciplina del Partido del proletariado (especialmente durante el periodo de la dictadura del proletariado) ayuda a la burguesía en su lucha contra el proletariado» (Obras Completas, Vol.31 p.5)
Sí, camaradas, Trotsky debilitó la disciplina del Partido, y no poco, sino considerablemente, antes y después de la Revolución de Octubre.
El incidente de Trotsky con respecto a los sindicatos llevó a Lenin a escribir: «¡Pensadlo! Tras dos plenos del CC discutiendo con detalle la propuesta del camarada Trotsky sobre el Partido y los sindicatos, un miembro del Comité Central [Trotsky], uno de diecinueve, forma un grupo aparte del Comité Central y realizan «actividades» aparte de la dirección del Partido como «plataforma», pidiendo a los miembros del congreso que «elijan entre dos líneas». ¿Puede negarse que, aunque los hechos expuestos por Trotsky hubiesen sido realistas, que no lo eran, simplemente el enfoque de Trotsky hacia la cuestión, su modo de proceder, habría causado perjuicios a Trotsky mismo, al Partido, a los sindicatos, a los trabajadores y a la Republica?» (Lenin, Obras Completas, Vol.32 p.74, Otra vez los sindicatos; la situación actual y los errores de Trotsky y Bujarin)
El incidente de los sindicatos alarmó a Lenin hasta tal punto que presentó una resolución al X Congreso del PCUS (B) contra la formación de bloques independientes, corrientes, tendencias o fracciones dentro del Partido. Lenin era de la opinión de que los miembros del Partido debían debatir sus diferencias en los órganos, y una vez se había llegado a una decisión mediante la discusión y el debate, con las críticas pertinentes, la unidad de acción del Partido era imprescindible para conseguir la unidad y disciplina del proletariado. Esto tan sencillo Trotsky no lo entendió nunca. Cada vez que se encontró en minoría rompió la disciplina del Partido y formó una fracción, debilitando al Partido y al socialismo.
Resumiendo, camaradas, en temas de organización del Partido, el trotskismo no tiene las mismas posturas que el leninismo, sino unas posturas radicalmente contrarias. Sin una organización de vanguardia (el Partido) el proletariado nunca podrá tomar el poder. La organización es el arma más poderosa del proletariado para su liberación. Sin organización, sin Partido, no hay revolución proletaria. En esta cuestión tan importante para el proletariado, el trotskismo tiene las mismas posiciones que la burguesía radical y los políticos laboristas liberales, defendiendo la creación de partidos que trabajen en la maquinaria electoral capitalista en contra de los partidos de tipo bolchevique. Si alguien trabaja por la desorganización del Partido de vanguardia del proletariado, ¿cómo puede siquiera insinuarse que sea un bolchevique? Aquellos que, como Trotsky, lucharon contra la creación del partido de nuevo tipo, en la práctica ayudaban objetivamente a la continuación del zarismo.
Camaradas, aún si no hubiese nada más contra el trotskismo que sus posiciones antileninistas en materia de organización, estas posiciones serían suficientes para combatir esta ideología en el seno de la clase obrera, ya que está condenada a convertirse en el destacamento de vanguardia de la burguesía dentro del movimiento obrero. Pero las posiciones del trotskismo en materia de organización no son la única cosa que lo convierten en una ideología reaccionaria, antileninista y antibolchevique. Esto me lleva al segundo tema que quiero tratar, la teoría leninista de la revolución y el «absurdo izquierdismo» de la teoría trotskista de la «revolución permanente».
Notas:
1.- Este principio es cierto en cualquier caso, y es aceptado por todo partido marxista-leninista del mundo. La experiencia histórica y las necesidades de la lucha exigen que la militancia en el partido no esté simplemente abierta a cualquiera que desee militar en él, sino que los militantes deben ser admitidos por el partido. Solo los revisionistas y los trotskistas niegan este principio organizativo leninista.
2.- Tras el congreso Plekhanov desertó de las posiciones leninistas y se unió a Martov y compañía.
3.- Estos requisitos para la pertenencia en el partido son ignorados por trotskistas y revisionistas hoy en día tanto como hace 60 años.
4.- Manilovismo y Khvostismo: Manilovismo viene de Manilov, personaje de la novela de Gogol «Almas Muertas», e implica autocomplacencia y proyectos soñadores, pero vacíos y sentimentales. Khvostismo significa tailism.
5.- Comentando las concepciones anarquistas de Martov, Trotsky y compañía, Lenin comenta: «Este tipo de argumentos aparecen invariablemente cuando se trata de justificar las posiciones de Martov. Trotsky dice que «el oportunismo aparece por causas más complejas que una u otra norma en los estatutos, aparece por el nivel relativo de desarrollo de la burguesía democrática y del proletariado...» Trotsky olvida que aunque es obvio que las normas no son la causa última del oportunismo, sí que son un arma utilizable contra él.
Cuanto más profundas sean las causas, mejor deberá ser esta arma. Por lo tanto, justificar una norma que abre la puerta al oportunismo argumentando que el oportunismo tiene causas profundas es Khvostismo puro.
Cuando el camarada Trotsky discutía con el camarada Liber, entendía que las normas eran la «desconfianza organizada» del todo hacia la parte, de la vanguardia hacia la retaguardia. Pero ahora que Trotsky está del lado del camarada Liber olvida todo esto y empieza a hablar de las causas complejas del oportunismo, de la desconfianza dentro de la organización y del nivel de conciencia del proletariado. Veamos otro de sus argumentos: «es mucho más fácil para los jóvenes intelectuales, organizados de un modo u otro, entrar ellos mismos en el partido».
Justamente, una formulación por la cual elementos desorganizados pueden entrar a formar parte del Partido sufre de la vaguedad característica de los intelectuales, no como la formulación que yo propuse, que evita que cualquier intelectual pueda autoproclamarse miembro del Partido.
El camarada Trotsky dice que si el comité central quisiera «no reconocer» a una organización de oportunistas, sería únicamente por el carácter oportunista de ciertos elementos, y una vez estos elementos fueran conocidos políticamente, podrían ser excluidos mediante el boicot. Esto es solo cierto si las personas han de ser expulsadas del partido (y no del todo cierto ya que el partido expulsa mediante votaciones, no mediante boicots) pero es completamente falso en los casos en los que la expulsión no es necesaria, lo único necesario es cierto control.
El comité central puede admitir a una organización con capacidad de trabajo pero no totalmente en nuestra línea ideológica con el objeto de conocerlos y debatir con ellos cuáles son sus errores y desviaciones ideológicas. Esto no supondría ningún riesgo siempre y cuando estuviese controlado por el CC y la auto proclamación de ciertas organizaciones como miembros del partido no estuviese permitida. «Pero si las definiciones legales deben ajustarse a las relaciones actuales, la definición del camarada Lenin debe ser rechazada», dice Trotsky, y habla de nuevo como un oportunista.
Las relaciones actuales no son estáticas, sino que cambian y evolucionan, y las definiciones legales pueden corresponder al desarrollo de éstas relaciones o pueden, si son equivocadas, ser retrógradas, como es el caso de la del camarada Martov.»
6.- Quepa señalar que el comentario de Ryazanov fue incorrecto. Como demuestra la nota 5, la posición de Trotsky durante el congreso fue oportunista, y se enfrentó a Lenin en materia de organización.
Por Harpal BRAR
Trotskismo o Leninismo
«En su lucha por el poder el proletariado no tiene otra arma más que la organización. Desunido por el reinado de la competencia anárquica del mundo burgués, degradado por la explotación asalariada, siempre amenazado por el desempleo, el proletariado puede convertirse e inevitablemente se convertirá en una fuerza invencible, pero solamente cuando comprenda la ideología Marxista y consolide su unidad ideológica mediante una organización que sea el arma de la clase obrera.»
Lenin, Un paso adelante dos atrás
Conocidas las luchas del leninismo contra el individualismo pequeño burgués y el «anarquismo aristócrata», es una conclusión hace tiempo aceptada por todo marxista-leninista que debe ser un partido proletario revolucionario el que lleve a las masas a la victoria en la revolución. Este hecho ha sido históricamente confirmado en Rusia, China... Tomemos Rusia por ejemplo: Con la Revolución Socialista de Octubre toda la humanidad dio un gran paso adelante. Se abrió una era de avance del socialismo y retroceso de la explotación capitalista. En muy poco tiempo la atrasada Rusia se convirtió en estado económica y culturalmente avanzado en el que la planificación económica estaba en manos de los mejores economistas del mundo. Rusia pasó de ser una «prisión de naciones» a una unión fraternal de naciones. ¿Cómo fue esa transformación posible? ¿Cómo pudo ser que durante sólo 20 años, sin ninguna ayuda externa y hostigada por otros países capitalistas y por la oposición trotskista, la URSS pudiese avanzar tanto?
Hubo principalmente dos causas:
1. La devoción y las energías creativas de las masas en las fábricas, las minas y los campos. Sin la participación de las masas populares las transformaciones que se dieron en la URSS habrían sido imposibles. La participación de las masas permitió que la URSS avanzase en todos los campos a pesar de no tener expertos ni técnicos, que se habrían marchado a otros países capitalistas o eran enemigos acérrimos de la revolución. Sin el entusiasmo y el heroísmo del pueblo soviético no se habrían podido llevar a cabo estas hazañas.
2. El liderazgo de un partido revolucionario. No sería exagerado afirmar que el estado soviético no habría sobrevivido ni se habría desarrollado si los trabajadores no hubiesen estado liderados por un partido revolucionario, que debido al nivel de sus cuadros, a su liderazgo y sacrificio, se ganó su confianza, un partido que estaba preparado para a afrontar cada uno de los desafíos antes, durante y tras la revolución.
Sin el partido revolucionario el proletariado no puede alcanzar la dictadura del proletariado ni mantener y desarrollar sus conquistas para asegurar la completa victoria del socialismo, ni para asegurar el paso del socialismo al comunismo, es decir, las condiciones en las que el estado irá desapareciendo mientras se aplica la fórmula «de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades».
En 1920 Lenin enfatizaba la necesidad de un partido realmente revolucionario y disciplinado que goce de la confianza y el apoyo del proletariado. «Ahora todo el mundo es ya consciente de que los bolcheviques no podrían haberse mantenido en el poder dos meses sin la disciplina de hierro en el Partido y sin el apoyo incondicional de la mayoría de la clase obrera, especialmente de los obreros honestos, conscientes y sacrificados, capaces de llevar tras de sí a los elementos atrasados.» (Lenin, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo)
Para alcanzar, mantener y expandir la dictadura del proletariado es necesario crear «entre la clase obrera una fuerza capaz de cohesionarla frente a las influencias corrosivas de la pequeña burguesía y de los hábitos pequeño burgueses» (Stalin, fundamentos del Leninismo) Es necesario educar a las masas proletarias en la organización y la disciplina. Es necesario que el proletariado se dé cuenta de que es la fuerza que ha de llevar a la humanidad al comunismo. Pero a la sociedad sin clases sólo se puede llegar a través de un período de la más enconada lucha de clases, y para vencer en esa lucha el proletariado necesita un partido de acero.
«La dictadura del proletariado es lucha violenta y pacífica, militar y económica, educativa y administrativa contra las fuerzas y tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza del hábito de millones y decenas de millones de personas es una fuerza temible. Sin un partido de acero templado en la lucha, sin un partido que goce de la confianza de lo honesto de la clase obrera, sin un partido capaz de influenciar a las masas, es imposible llevar a buen término la lucha» (Lenin, Ibid p.44)
Cuando hablamos de disciplina férrea en el partido del proletariado, ¿nos referimos a una disciplina ciega? ¿Excluye la disciplina férrea la posibilidad del debate y las posiciones distintas dentro del partido? No, no significa eso. La disciplina no debe desvirtuar los debates ni las críticas ni las diferencias de opinión. Al contrario, la disciplina férrea presupone la crítica, el debate y las diferentes opiniones. La disciplina férrea en el partido se basa en la sumisión consciente y voluntaria de sus miembros en aras de la unidad de acción. Sin esa unidad de acción, voluntaria y consciente, la disciplina férrea es imposible. Sobre la disciplina en el partido, Lenin señala: «Antes de nada hemos de plantearnos ¿de dónde surge la disciplina en el partido? ¿Cómo se comprueba? En primer lugar, surge de la conciencia de clase de la vanguardia del proletariado y de su devoción por la revolución, se concreta en su perseverancia, sacrificio y heroísmo. En segundo lugar por su habilidad de mantenerse en estrecho contacto con las masas, principalmente con las proletarias, pero también con las no proletarias. En tercer lugar, de la corrección de los análisis políticos de la vanguardia, de lo acertado de su visión estratégica y de sus tácticas, del convencimiento de las masas debido a su propia experiencia la corrección de los análisis y las consignas del partido. Sin estas características no se puede alcanzar la disciplina que permitirá al partido ser vanguardia del proletariado, derrotar a la burguesía y transformar la sociedad. Sin estas características, todo intento de establecer una disciplina férrea se quedará en palabras. Por otro lado, estas características no surgen todas a la vez, sólo se crean tras un esfuerzo prolongado y la experiencia ganada en la lucha. La creación de estas características se basa en la aplicación de la doctrina revolucionaria, que no es un dogma y sólo toma forma finalmente cuando está en relación cercana con la actividad práctica de las masas verdaderamente revolucionarias durante un movimiento revolucionario» (Ibid p24-25)
Para los marxistas-leninistas, los proletarios verdaderamente revolucionarios, el rol del partido de vanguardia y su relación con las masas nunca puede minimizarse. Para los pequeños burgueses es prácticamente imposible entender la importancia del partido revolucionario del proletariado. Los intelectuales pequeño burgueses nunca han sido capaces de entender, por muy socialistas que pretendan ser, el papel del Partido Bolchevique antes, durante y tras la Revolución de Octubre. Sólo son capaces de ver unos líderes y una masa de seguidores: Lenin hizo esto, Stalin hizo lo otro. La intelectualidad, inclinada hacia el individualismo, rechaza tercamente la importancia del Partido, que liderado por Lenin condujo al pueblo ruso hacia la dictadura del proletariado y hacia el socialismo. Esta incapacidad de los intelectuales para entender el papel del Partido y su relación con las masas lleva a Lenin a señalar que «sería mejor que las felicitaciones al pueblo soviético y al Partido Bolchevique fuesen precedidas por un análisis profundo de las razones por las que los bolcheviques fueron capaces de implantar una disciplina férrea».
Los intelectuales pequeños burgueses (incluidos los trotskistas) no son capaces de entender la importancia de las diferencias políticas y organizativas, por lo que las reducen a diferencias personales. Son incapaces de ver las diferencias entre dos líneas políticas, entre diferentes tácticas y diferentes esquemas organizativos, ven solamente diferencias entre individuos. Es por eso que a partir de 1923 los trotskistas reducen su lucha contra el leninismo a una pugna por el poder entre Trotsky y Stalin.
Espero probar mediante hechos históricos y documentación (no mediante mentiras y rumores como hacen los trotskistas) que esta visión era incorrecta y lo continúa siendo. La lucha entre Stalin y Trotsky no era la lucha entre dos individuos sino una lucha entre dos líneas políticas, entre el leninismo revolucionario y el trotskismo contrarrevolucionario, era la continuación, tras la muerte de Lenin, de la lucha que Trotsky había mantenido contra Lenin durante 20 años. La diferencia es que tras la muerte de Lenin, el líder del Partido pasó a ser Stalin, y los trotskistas juzgaron oportuno centrar en él sus ataques. Debido a que el leninismo había sido confirmado por la práctica en Octubre, los trotskistas pasaron a atacar un supuesto «estalinismo» alegando defender el leninismo. Así es como los trotskistas pretendían desacreditar las políticas leninistas del Partido Bolchevique dirigido por Stalin. Este es un clásico ejemplo de táctica trotskista: levantar la bandera roja para oponerse a ella, utilizar el nombre de Lenin para oponerse a las políticas leninistas.
En este contexto se puede entender mejor los ataques de Trotsky contra Stalin. Es problema no era Stalin, sino las políticas leninistas que llevaba a cabo desde la dirección del Partido Bolchevique. El objetivo último de los ataques trotskistas no era Stalin sino el Partido Bolchevique. Era el Partido Bolchevique –el Partido Leninista- el que estaba siendo atacado. Eran los métodos y la organización del Partido los que estaban en juego, era el carácter leninista del Partido el que Trotsky pretendía eliminar.
La verdadera relación de Trotsky con la Revolución de Octubre no era Trotsky versus Stalin sino Trotsky versus Partido Bolchevique y las políticas leninistas que éste llevaba a cabo. Así fueron las cosas antes y después de la revolución, antes y después de la muerte de Lenin.
En casi todas las cuestiones importantes la línea trotskista confrontaba con la línea del Partido Bolchevique, y la práctica demostró que la línea trotskista habría llevado al desastre. Esto no impidió que, a la muerte de Lenin, Trotsky, con su modestia habitual, declarase que el Partido estaba equivocado y que él tenía la razón. Cuando los trotskistas de hoy en día actúan de manera egoísta y se dedican a sembrar mentiras no hacen más que seguir los pasos de su mentor, Trotsky.
La lucha de Lenin por construir un partido revolucionario y la lucha de Trotsky por evitarlo
Tras la Revolución de Octubre Trotsky pretendió haber apoyado a los bolcheviques, a pesar de que antes de 1917 había hecho todo lo posible para evitar que el partido tuviese las características que le permitieron tomar el poder. Mientras Lenin construía el Partido, Trotsky no escatimaba esfuerzos intentando evitarlo, atacando a Lenin e intentando desacreditarlo. Lenin intentaba construir un partido revolucionario centralizado, capaz de realizar sus tareas a pesar de la policía zarista. En aquellos momentos era imposible que primase la democracia, debido a la presión de la policía secreta zarista. Por lo tanto Lenin defendía que la militancia en el Partido no debería estar abierta a cualquiera que la desease [1], sino que deberían estar secundados por un comité local, que a su vez debía estar aceptado por el CC. En el segundo congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) que tuvo lugar en Londres en 1903 estalló esta polémica, en la cual Trotsky y la derecha del partido se oponían a los principios organizativos que proponía Lenin, que estaba secundado por casi dos tercios del congreso.
Camaradas, merece la pena analizar los acontecimientos del II Congreso con detalle. Los tres puntos importantes en la agenda del congreso eran: adopción del programa del Partido; adopción de las normas del Partido; elección de los cargos.
Los oportunistas se oponían a varios puntos del programa a los documentos que proponía Lenin, en particular a la inclusión de la dictadura del proletariado, de las demandas del campesinado y del derecho de las naciones a la autodeterminación. Sin embargo no presentaron batalla en la cuestión de la adopción del programa. La lucha entre los dos sectores (por un lado los revolucionarios liderados por Lenin y Plekhanov [2] y los iskristas estables, por el otro lado el ala oportunista liderada por Martov y apoyada por Trotsky, los iskristas inestables, el centro –«el pantano»- y los anti iskristas –los economicistas y los bundistas) se centró en las cuestiones sobre las normas del Partido y la elección de cargos. Sobre el primer párrafo de las normas hubo ya un gran debate. Se trataba de las normas sobre la pertenencia al Partido: ¿Quién podría ser miembro del Partido? ¿Qué naturaleza y composición debía tener el Partido? ¿Cuál debía ser la estructura organizativa del Partido?
Formulación de Lenin y formulación de Martov sobre la militancia en el Partido
Según Lenin sólo podría ser miembro del Partido quien cumpliese estas condiciones:
a) Aceptar el programa del Partido.
b) Apoyar financieramente al Partido.
c) Pertenecer a alguna organización del Partido y participar activamente en ella [3]
Según la formulación de Martov y otros oportunistas como Trotsky sólo era necesario cumplir las dos primeras condiciones. La tercera era, desde su punto de vista, innecesaria, y podía prescindirse de ella.
Lenin consideraba al partido el destacamento avanzado de la clase obrera y por lo tanto pensaba que no cualquiera que lo considerase oportuno podría pertenecer al partido. Por el contrario, debería ser aceptado por una organización del partido y someterse a la disciplina de éste. Según la definición de Martov uno podía pertenecer al partido sin estar en ninguna de sus organizaciones y someterse a su disciplina. La definición de Martov, al contrario que la de Lenin, dejaba la puerta abierta para que todo tipo de elementos no proletarios, inestables u oportunistas entrasen en el partido, evitando así que se convirtiese en la organización militante y disciplinada de la clase obrera para convertirse en una masa heterogénea, carente de disciplina, coherencia y cohesión, que no podría actuar como vanguardia del proletariado. Martov defendía que cualquier huelguista tenía derecho a declararse miembro del partido, y que cualquier intelectual que simpatizase con el partido pudiese inmediatamente considerarse militante de éste.
Con la adopción del programa del partido, el congreso sentó las bases para su unidad ideológica. Era necesario también adoptar unas normas para terminar con el espíritu de círculos y conseguir la unidad organizativa. La formulación de Martov defendía justamente lo contrario. No sólo dejaba la puerta abierta para elementos inestables, anarquistas e individualistas sino que difuminaba la línea entre el partido y la clase. La diferencia entre el destacamento avanzado de la clase obrera y el resto de la clase obrera no desaparecerá hasta que las clases desaparezcan. Cualquiera que defienda lo contrario pretende ignorar la diferencia entre la clase y su vanguardia, privando a la clase obrera de su «alto mando». Como decía Stalin, «la clase obrera sin el partido es como un ejército sin alto mando. El partido es el alto mando del proletariado» (Fundamentos del Leninismo).
Comentando la formulación de Martov, Lenin señala: «somos un partido de clase, por lo tanto la mayoría de la clase (y en tiempos de guerra civil toda la clase) debería actuar bajo el liderazgo del partido y sumarse a sus políticas. Pero sería manilovismo y khavostismo [4] pensar que durante el capitalismo la mayoría de la clase va a tener el nivel de conciencia de su destacamento avanzado. Olvidar la diferencia entre el destacamento avanzado y las masas que gravitan a su alrededor, olvidar que es el deber del partido elevar a cada vez más parte de la clase a mayores niveles de conciencia, significa cerrar los ojos a la inmensidad de nuestra tarea.» (Un paso adelante, dos atrás)
De haberse aceptado la formulación de Martov el Partido Bolchevique se habría convertido en un partido «de profesores y estudiantes de instituto que habría degenerado en una masa amorfa y desorganizada, perdida en un mar de «simpatizantes» que al difuminar la línea entre el partido y la clase habría imposibilitado la elevación del nivel de conciencia de éste.» (Stalin)
Trotsky jugó un papel claramente oportunista en la controversia [5]. Se posicionó con Martov y atacó la formulación de Lenin. Estaba en contra de que cada miembro del partido debiese pertenecer a una organización y de que el partido fuese la suma de éstas organizaciones. Se oponía a un partido único con distintos niveles organizativos. Se oponía al principio de que la minoría debía acatar las posiciones de la mayoría. Hasta estos extremos llegaron las formulaciones oportunistas de Trotsky en materia de organización. Sus propuestas se basaban en el espíritu de círculo y el individualismo pequeño burgués, que se considera más importante que la disciplina y la sumisión a las decisiones de la mayoría.
La idea de la sumisión de la minoría a la mayoría y la aceptación de las políticas de los órganos superiores por los inferiores llevó a Martov, Trotsky y otros oportunistas a acuñar expresiones de «burocratismo», «formalismo», a hacer símiles con «ruedas y tornillos», etc. Así describe Lenin a éstos anarquistas en su obra «Un paso adelante, dos atrás»: «Este anarquismo aristocrático es muy característico de los nihilistas rusos. Ven en la organización del partido una fábrica monstruosa y consideran la sumisión de la minoría a la mayoría servidumbre... la división de tareas bajo una dirección única les hace clamar contra convertir a la gente en «ruedas y tornillos»... mencionarles las normas del partido les provoca malestar, ya que consideran que uno puede arreglárselas bien sin ellas.
Está claro que estos lloros sobre el burocratismo no son más que la expresión del descontento de los oportunistas con la composición de los órganos centrales... eres burocrático porque te eligió el congreso en contra de mi voluntad, actúas de manera mecánica porque aplicaste una mayoría mecánica en el congreso, y no te esforzarte en hacer las cosas a mi modo, eres un autócrata porque no compartes el poder con los viejos miembros de la pandilla».
Es conveniente apuntar que estos son las mismas críticas que Trotsky hace cuando el secretario general es Iósif Stalin. Sus lloros sobre la burocracia no son más que la expresión de su insatisfacción debido a la bancarrota de su teoría política, en otras palabras, debido al éxito de la construcción del socialismo en un solo país.
Trotsky y Martov eran incapaces de entender y de someterse a la disciplina del partido. Para ellos la disciplina debía ser para la masa, no para los pocos «elegidos» para dirigirla. Y ellos por supuesto se incluían entre los dirigentes. Cuando los delegados del segundo congreso eligieron el comité central y el editorial de ISKRA –y no eligieron a los anteriores integrantes de éste órgano como pedía Martov- fue cuando Martov y Trotsky se enfrentaron a la mayoría iskrista- simplemente porque no estaban satisfechos con la composición de los órganos centrales. Se negaron a aceptar las decisiones del congreso alegando que no eran siervos y haciendo peligrar la unidad del partido. La disciplina del partido proletario ha de ser igual para todos sus miembros, tanto los dirigentes como los militantes de base. Sin esto el partido no puede conservar su unidad ni la relación con sus militantes. «La total falta de argumentos de Martov y compañía se hace patente en su lema «no somos siervos», que implica la idea pequeño burguesa de los pocos elegidos seguidos por las masas embrutecidas y situados por encima de la disciplina. A la intelectualidad individualista la disciplina de la organización proletaria se le antoja servidumbre». «Mientras construimos el partido proletario, el trabajador consciente aprende a distinguir entre la mentalidad de soldado del ejército proletario y la mentalidad de intelectual pequeño burgués. Debe aprender que las tareas del partido no deben realizarla solamente los militantes de base y las masas, sino «los de arriba» también».
Hemos analizado la polémica sobre la militancia en el partido con el objeto de mostrar:
1.- Que Trotsky, Martov y compañía mantenían una posición oportunista que de haber triunfado habría causado gran daño, confusión y desorganización al partido. En palabras de Lenin: «Desde el punto de vista del camarada Martov, la militancia en el partido no está definida, ya que cualquier huelguista puede proclamarse miembro del partido. ¿Por qué esta vaguedad? Es simplemente extender un título. Es una idea dañina que introduce desorganización al confundir la clase con el Partido». (Un paso adelante dos atrás)
2.- Que el «anarquismo aristocrático» y el individualismo pequeño burgués de Trotsky y Martov les hizo imposible rectificar sus posiciones oportunistas en materia de organización.
3.- Que Trotsky y Martov tenían una mentalidad pequeño burguesa al no aceptar la disciplina del partido y sus reglas organizativas.
4.- Que por lo tanto Trotsky y Martov estaban en contra de cualquier medida que requiriese disciplina dentro del partido proletario, ya que ellos no la acatarían.
5.- Que para estos intelectuales pequeño burgueses la idea de la disciplina proletaria y un partido de acero no es más que burocracia.
6.- Que objetivamente (su interpretación subjetiva no tiene importancia) Trotsky y Martov estaban contra la revolución, ya que sin un partido disciplinado no puede hacerse la revolución.
7- Que en materia de organización Trotsky no era un luchador contra la «burocracia estalinista» sino un luchador ya histórico contra la «burocracia» leninista.
Fue el rechazo de Trotsky a la disciplina lo que causó su enfrentamiento con Lenin en el segundo congreso. Este individualismo pequeño burgués, este anarquismo aristocrático, este rechazo a la disciplina, es también la causa de los enfrentamientos de Trotsky con la dirección del Partido Bolchevique tras la Revolución de Octubre.
Trotsky declaró más tarde que «la revolución soviética ha sido traicionada» por Stalin. Se podría mencionar que, de haberse aceptado el modelo organizativo que él defendía, no habría habido revolución, ni, por lo tanto, traición posible.
Tras el segundo congreso Trotsky publicó «Nuestras tareas políticas», donde atacó las políticas de Lenin de las formas más abusivas e irracionales inimaginables. Lenin había defendido la división de las labores dentro del partido, reconociendo que cada militante tenía diferentes habilidades. A partir de esto Trotsky monta un ataque contra Lenin denunciando que la división del trabajo en las fábricas modernas reduce al trabajador a simples apéndices de las máquinas. Y eso, según Trotsky, era lo que pretendía Lenin: Unos dirigentes dictatoriales y un partido de los trabajadores que no fuera más que apéndices de la maquinaria partidaria. Este fue el argumento de Trotsky cada vez que las cosas no salían como a él se le antojaban. Si las propuestas de Trotsky eran aceptadas, todo iba bien; si no, el Partido se convertía en una monstruosa burocracia contra la que había que luchar. Tal era el individualismo pequeño burgués de Trotsky. Así termina Trotsky su obra antes mencionada: «Estas malintencionadas y repugnantes sospechas de Lenin, esta caricatura de trágica intolerancia jacobina... debe ser eliminada a toda costa, o el partido caerá en la decadencia moral y teórica» (Nuestras tareas políticas, Trotsky, 1906)
En este párrafo se ve claramente que Trotsky luchó vehementemente contra los esfuerzos de Lenin de construir un partido revolucionario.
El partido revolucionario y centralizado que Lenin intentaba forjar tenía algunas similitudes con el partido jacobino que actuó durante la revolución francesa, pero se diferencia de éste en que no era la vanguardia de la pequeña burguesía sino de la clase obrera, que debía liberar a Rusia de la tiranía y el despotismo. Como ya se dijo anteriormente, en la Rusia zarista era imposible construir un partido revolucionario basado en la democracia completa. Es por eso que el Partido Bolchevique tenía algunos parecidos con los jacobinos.
«Todas estas acusaciones de jacobinismo nos indican el oportunismo de su autor. Un jacobino que pertenezca a la organización del proletariado y que sea consciente de sus intereses de clase, es un socialdemócrata revolucionario. Un girondino que se apoya en profesores y estudiantes de instituto, que tiene miedo de la dictadura del proletariado y que habla del valor absoluto de la democracia es realmente un oportunista». (Lenin, Un paso adelante, dos atrás)
En su obra antes mencionada Trotsky también menciona con aprobación al menchevique Axelrod: «¿y por qué la historia no va a permitir que el líder de la revolución burguesa provenga de la escuela marxista revolucionaria? ¿No proporcionó el marxismo legal un líder para los liberales?» Es decir, ¡¡ Lenin era el líder probable de la burguesía rusa!!
Y la pregunta, camaradas, es la siguiente: ¿Es sorprendente que alguien que tenía esas ideas sobre Lenin estuviese también en contra de las políticas de Stalin? Si era capaz de decir que Lenin sería el líder de las clases medias rusas, es comprensible que dijese de Stalin cosas como que ayudaba a los campesinos ricos y que era necesario acabar con el «estalinismo» para evitar la decadencia moral e ideológica del Partido. Trotsky mantuvo su lucha con Lenin hasta que la Revolución de Octubre demostró que las teorías de Trotsky eran completamente erróneas, obligándole a someterse a las líneas bolcheviques. Dado que el Leninismo había quedado probado en Octubre, Trotsky, a la muerte de Lenin, decidió camuflar sus ataques como ataques al «estalinismo». Es en este contexto, camaradas, que debemos situar los ataques contra Stalin. Eran una continuación de los ataques trotskistas contra el leninismo.
Trotsky y el Bloque de Agosto
Tras la derrota de la revolución de 1905 apareció un grupo de «socialistas» de derechas que fueron denominados los liquidadores ya que querían liquidar el partido centralizado capaz de guiar a las masas a la revolución. Los liquidadores argumentaban que la era de las revoluciones había pasado y que la única vía de progreso era la constitución zarista. Por lo tanto defendían que el partido centralizado y sus organizaciones ilegales debían disolverse y se debía crear un partido liberal laborista que operarse en la legalidad para conseguir reformas en las leyes zaristas. Lenin y los bolcheviques lucharon arduamente contra las posiciones de los liquidadores, entre los que Trotsky se incluía, no de manera abierta, pero ayudándolos siempre que tenía la oportunidad.
Así describía Lenin la actitud de Trotsky: «La gente como Trotsky, con sus frases sobre el Partido social demócrata del trabajo de Rusia, con sus frases obsequiosas hacia los liquidadores, que realmente no tienen nada en común con la socialdemocracia rusa, son lo plaga de nuestro tiempo... Son en realidad partidarios de la capitulación hacia los liquidadores, ansiosos por formar un partido al estilo de Stolypin.
Los liquidadores hacen todo lo posible por frustrar las actividades de los bolcheviques. Trotsky y los trotskistas también son oportunistas, pero son aun más peligrosos, puesto que los liquidadores exponen abiertamente sus posturas, siendo fácil para los trabajadores darse cuenta de lo erróneo de éstas, pero Trotsky y los suyos engañan a los trabajadores de tal modo que denunciarlos se hace más difícil».
Esa fue la actitud de Trotsky durante los años de avance de la reacción que tuvieron lugar a partir de 1905. Trotsky apoyó a los liquidadores, siendo aún más dañino que ellos, razón por la cual Lenin se enfrentó a él.
En el año 1912 se dio un aumento en la actividad revolucionaria en Rusia, por lo que los bolcheviques organizaron una conferencia para discutir la situación y poder llevar a cabo una línea política acorde a los acontecimientos. La conferencia decidió refortalecer las organizaciones ilegales en Rusia, y las organizaciones del Partido recibieron la consigna de aumentar sus actividades para educar a las masas en la vida política, encaminándolas a derrocar el zarismo e instaurar una república democrática, una dictadura de los trabajadores y campesinos.
¿Cuál fue la respuesta de Trotsky a la conferencia de Praga de los bolcheviques? Juntar en Viena en agosto de 1912 a todos los grupos rusos en el exilio que estaban en contra de los bolcheviques. Estos grupos estaban a favor de la liquidación de las organizaciones ilegales del Partido, de la desintegración del Partido revolucionario del proletariado y de la constitución de un partido laborista de corte stolypiniano. Los grupos que participaron –la organización socialista judía (el «Bund»), los socialdemócratas letones, el partido socialista polaco, de corte pequeño burgués, y Trotsky y sus seguidores- recibieron el nombre de Bloque de Agosto. En su conferencia de Viena el Bloque de Agosto pasó numerosas resoluciones antibolcheviques y contra revolucionarias. La conferencia resultó ser un fracaso, ya que ninguno de los grupos que participaron tenían conexión con las organizaciones dentro de Rusia, pero tiene un gran valor para demostrar el papel de Trotsky como coordinador de todos los grupos antibolcheviques.
En mayo de 1914 Lenin escribió su artículo titulado «Ataques contra la unidad bajo lloros por defenderla» en el que expone de manera brillante las sonoras y vacías frases de Trotsky, su fraccionalismo y la bancarrota del Bloque de Agosto. Lenin termina en artículo con una descripción de Trotsky que no tiene desperdicio, y que cito íntegramente, con la esperanza de que la encontréis interesante:
«Todo aquel que lleve tiempo militando en el Movimiento Marxista Ruso conoce la personalidad de Trotsky, y probablemente no considere necesario prestarle atención. Pero para los nuevos camaradas, es importante que lo conozcan, ya que es un ejemplo significativo de los grupitos de exilados que vacilan entre los liquidadores y el Partido.
En los tiempos de la vieja ISKRA (1901-1903) había gente que dudaba entre los economicistas y los iskristas. Cuando ahora hablamos de liquidacionismo, hablamos de una ideología definida, que creció alimentada por el economicismo y el menchevismo a lo largo de 20 años de historia Marxista rusa, y que está indisolublemente ligada a la política e ideología de una clase, la burguesía liberal.
Lo único en lo que el grupo «del pantano» tiene para poder decir que están por encima de las diversas tendencias es que cogen un día de una de ellas y al siguiente de otra. Trotsky fue un iskrista convencido de 1901 a 1903, y Ryazanov lo describía como «de la pandilla de Lenin» [6]. A finales de 1903 se convirtió en un menchevique ardiente, desertó de los iskristas a los economicistas. Dijo que «entre la nueva y la vieja ISKRA hay un océano». Entre 1904 y 1905 desertó de los mencheviques y se colocó en una posición vacilante, cooperando con Martinov y defendiendo su absurda teoría de la revolución permanente. En 1907 dijo que con quien realmente estaba de acuerdo era con Rosa Luxemburgo.
Tras un periodo de vacilación, en el que no organizó ninguna fracción, en 1912 volvió hacia la derecha y formó un bloque con los liquidadores. Ahora ha vuelto a desertar, pero en esencia mantiene sus irresponsables ideas. Gente como ésta era característica de la época en la que apenas existía movimiento obrero en Rusia y cada grupúsculo formaba su propia tendencia o fracción, negociando con los otros una parte del poder.
Los nuevos camaradas deben conocer exactamente con quién están tratando, cuando individuos como éstos se presentan con frases rimbombantes y quejas pretenciosas, negándose a aceptar las decisiones del Partido, que desde 1908 ha decidido claramente su actitud frente al liquidacionismo, o a reconocer las experiencias de la clase obrera rusa, que está unida alrededor de éstas decisiones.» (Lenin, Obras Completas, Vol.20 pp.346-47)
Esta es una buena descripción, no solamente del mayor personaje «del pantano» de todos los tiempos sino también de sus seguidores pasados y presentes, los trotskistas de la Internacional Socialista, del Grupo Marxista Internacional, de la Liga Internacional Laborista Socialista, etc., que dicen una cosa hoy y otra mañana, cogiendo ideas hoy de Trotsky mañana del Partido Laborista, que denuncian al frente de liberación nacional de Vietnam del Sur un día y lo «apoyan» al siguiente (ya estudiaremos esto con más detenimiento en el capítulo de la revolución china)
Trotsky se enfrentó a Lenin, que intentaba construir un partido revolucionario, hasta 1917, y solamente unas semanas antes de la Revolución de Octubre Trotsky se unió a los bolcheviques. Pero estos acontecimientos históricos son normalmente «olvidados» por los trotskistas y la intelectualidad radical burguesa, la prensa burguesa y la trotskista, que día tras día nos presentan a Trotsky como un bolchevique y un leninista. Veamos, ¿cómo es posible que un bolchevique leninista estuviese constantemente enfrentándose a Lenin y a los bolcheviques? Señores de la intelectualidad burguesa radical y señores trotskistas, no nos lo creemos. Trotsky nunca fue un bolchevique o un leninista, sino todo lo contrario, un antibolchevique y un antileninista.
Trotsky no renunció a sus posiciones mencheviques sobre organización del Partido tras haber ingresado en el Partido Bolchevique. En 1921 presentó una propuesta para «sacudir» los sindicatos y convertirlos en organizaciones estatales, que fue rechazada por el Comité Central. Trotsky salió de la habitación donde estaba reunido el Comité Central y se dedicó a buscar seguidores para su propuesta para combatir al Comité Central. Este incidente muestra claramente hasta que punto está Trotsky imbuido del espíritu individualista y del pavor a la disciplina de la burguesía radical.
«Cualquiera» dice Lenin «que debilite lo más mínimo la disciplina del Partido del proletariado (especialmente durante el periodo de la dictadura del proletariado) ayuda a la burguesía en su lucha contra el proletariado» (Obras Completas, Vol.31 p.5)
Sí, camaradas, Trotsky debilitó la disciplina del Partido, y no poco, sino considerablemente, antes y después de la Revolución de Octubre.
El incidente de Trotsky con respecto a los sindicatos llevó a Lenin a escribir: «¡Pensadlo! Tras dos plenos del CC discutiendo con detalle la propuesta del camarada Trotsky sobre el Partido y los sindicatos, un miembro del Comité Central [Trotsky], uno de diecinueve, forma un grupo aparte del Comité Central y realizan «actividades» aparte de la dirección del Partido como «plataforma», pidiendo a los miembros del congreso que «elijan entre dos líneas». ¿Puede negarse que, aunque los hechos expuestos por Trotsky hubiesen sido realistas, que no lo eran, simplemente el enfoque de Trotsky hacia la cuestión, su modo de proceder, habría causado perjuicios a Trotsky mismo, al Partido, a los sindicatos, a los trabajadores y a la Republica?» (Lenin, Obras Completas, Vol.32 p.74, Otra vez los sindicatos; la situación actual y los errores de Trotsky y Bujarin)
El incidente de los sindicatos alarmó a Lenin hasta tal punto que presentó una resolución al X Congreso del PCUS (B) contra la formación de bloques independientes, corrientes, tendencias o fracciones dentro del Partido. Lenin era de la opinión de que los miembros del Partido debían debatir sus diferencias en los órganos, y una vez se había llegado a una decisión mediante la discusión y el debate, con las críticas pertinentes, la unidad de acción del Partido era imprescindible para conseguir la unidad y disciplina del proletariado. Esto tan sencillo Trotsky no lo entendió nunca. Cada vez que se encontró en minoría rompió la disciplina del Partido y formó una fracción, debilitando al Partido y al socialismo.
Resumiendo, camaradas, en temas de organización del Partido, el trotskismo no tiene las mismas posturas que el leninismo, sino unas posturas radicalmente contrarias. Sin una organización de vanguardia (el Partido) el proletariado nunca podrá tomar el poder. La organización es el arma más poderosa del proletariado para su liberación. Sin organización, sin Partido, no hay revolución proletaria. En esta cuestión tan importante para el proletariado, el trotskismo tiene las mismas posiciones que la burguesía radical y los políticos laboristas liberales, defendiendo la creación de partidos que trabajen en la maquinaria electoral capitalista en contra de los partidos de tipo bolchevique. Si alguien trabaja por la desorganización del Partido de vanguardia del proletariado, ¿cómo puede siquiera insinuarse que sea un bolchevique? Aquellos que, como Trotsky, lucharon contra la creación del partido de nuevo tipo, en la práctica ayudaban objetivamente a la continuación del zarismo.
Camaradas, aún si no hubiese nada más contra el trotskismo que sus posiciones antileninistas en materia de organización, estas posiciones serían suficientes para combatir esta ideología en el seno de la clase obrera, ya que está condenada a convertirse en el destacamento de vanguardia de la burguesía dentro del movimiento obrero. Pero las posiciones del trotskismo en materia de organización no son la única cosa que lo convierten en una ideología reaccionaria, antileninista y antibolchevique. Esto me lleva al segundo tema que quiero tratar, la teoría leninista de la revolución y el «absurdo izquierdismo» de la teoría trotskista de la «revolución permanente».
Notas:
1.- Este principio es cierto en cualquier caso, y es aceptado por todo partido marxista-leninista del mundo. La experiencia histórica y las necesidades de la lucha exigen que la militancia en el partido no esté simplemente abierta a cualquiera que desee militar en él, sino que los militantes deben ser admitidos por el partido. Solo los revisionistas y los trotskistas niegan este principio organizativo leninista.
2.- Tras el congreso Plekhanov desertó de las posiciones leninistas y se unió a Martov y compañía.
3.- Estos requisitos para la pertenencia en el partido son ignorados por trotskistas y revisionistas hoy en día tanto como hace 60 años.
4.- Manilovismo y Khvostismo: Manilovismo viene de Manilov, personaje de la novela de Gogol «Almas Muertas», e implica autocomplacencia y proyectos soñadores, pero vacíos y sentimentales. Khvostismo significa tailism.
5.- Comentando las concepciones anarquistas de Martov, Trotsky y compañía, Lenin comenta: «Este tipo de argumentos aparecen invariablemente cuando se trata de justificar las posiciones de Martov. Trotsky dice que «el oportunismo aparece por causas más complejas que una u otra norma en los estatutos, aparece por el nivel relativo de desarrollo de la burguesía democrática y del proletariado...» Trotsky olvida que aunque es obvio que las normas no son la causa última del oportunismo, sí que son un arma utilizable contra él.
Cuanto más profundas sean las causas, mejor deberá ser esta arma. Por lo tanto, justificar una norma que abre la puerta al oportunismo argumentando que el oportunismo tiene causas profundas es Khvostismo puro.
Cuando el camarada Trotsky discutía con el camarada Liber, entendía que las normas eran la «desconfianza organizada» del todo hacia la parte, de la vanguardia hacia la retaguardia. Pero ahora que Trotsky está del lado del camarada Liber olvida todo esto y empieza a hablar de las causas complejas del oportunismo, de la desconfianza dentro de la organización y del nivel de conciencia del proletariado. Veamos otro de sus argumentos: «es mucho más fácil para los jóvenes intelectuales, organizados de un modo u otro, entrar ellos mismos en el partido».
Justamente, una formulación por la cual elementos desorganizados pueden entrar a formar parte del Partido sufre de la vaguedad característica de los intelectuales, no como la formulación que yo propuse, que evita que cualquier intelectual pueda autoproclamarse miembro del Partido.
El camarada Trotsky dice que si el comité central quisiera «no reconocer» a una organización de oportunistas, sería únicamente por el carácter oportunista de ciertos elementos, y una vez estos elementos fueran conocidos políticamente, podrían ser excluidos mediante el boicot. Esto es solo cierto si las personas han de ser expulsadas del partido (y no del todo cierto ya que el partido expulsa mediante votaciones, no mediante boicots) pero es completamente falso en los casos en los que la expulsión no es necesaria, lo único necesario es cierto control.
El comité central puede admitir a una organización con capacidad de trabajo pero no totalmente en nuestra línea ideológica con el objeto de conocerlos y debatir con ellos cuáles son sus errores y desviaciones ideológicas. Esto no supondría ningún riesgo siempre y cuando estuviese controlado por el CC y la auto proclamación de ciertas organizaciones como miembros del partido no estuviese permitida. «Pero si las definiciones legales deben ajustarse a las relaciones actuales, la definición del camarada Lenin debe ser rechazada», dice Trotsky, y habla de nuevo como un oportunista.
Las relaciones actuales no son estáticas, sino que cambian y evolucionan, y las definiciones legales pueden corresponder al desarrollo de éstas relaciones o pueden, si son equivocadas, ser retrógradas, como es el caso de la del camarada Martov.»
6.- Quepa señalar que el comentario de Ryazanov fue incorrecto. Como demuestra la nota 5, la posición de Trotsky durante el congreso fue oportunista, y se enfrentó a Lenin en materia de organización.
Por Harpal BRAR
Trotskismo o Leninismo