RT – Muchos venezolanos pronto dejarán atrás las malas condiciones en las que viven gracias a un proyecto habitacional impulsado por las autoridades del país denominado ‘Brigadas de Autoconstrucción’.
“El 70% de la construcción de la ciudad [de Caracas] la ha hecho el pueblo. En las noches y los fines de semana construimos nuestras casas en los barrios, sin planificación, sin apoyo técnico y recursos. Pero en el día y la semana le construimos a las empresas privadas, en los centros comerciales, donde más nunca podemos entrar”, relata el albañil Sanyer Guerrero.
Los obreros han construido centros comerciales, viviendas de lujo, hoteles y buena parte de las ciudades venezolanas, pero nada de eso les pertenece.
En cambio, durante décadas fueron condenados a vivir en cinturones de pobreza, en un claro instinto de supervivencia.
“Cuando llueve uno duerme vestido por temor de que la casa se caiga. Uno tiene niños, uno teme que se nos vaya a caer la vivienda”, comenta por su parte Juana Escobar, otra obrera venezolana.
El temor que siente Juana cuando llega la lluvia es el mismo que sienten los millones de venezolanos que habitan en los cinturones de pobreza.
A partir de 2010 una cruda realidad saltó a la vista de todos, y es que miles de venezolanos se quedaron sin un lugar donde vivir, unos producto de una masiva estafa inmobiliaria por parte de empresas privadas en complicidad con los bancos; y otros, los más pobres, víctimas de fuertes lluvias que afectaron las zonas más vulnerables del país.
Para solucionar este problema estructural, en el año 2011 Hugo Chávez decidió crear la Gran Misión Vivienda Venezuela, que entre otras cosas contempla la recuperación de tierras ociosas, la nacionalización de las empresas que producen los suministros básicos para la construcción y el impulso de proyectos de autogestión como el que adelanta el Movimiento de Pobladores.
En apenas dos años se han construido más de 430.000 viviendas, cifra que coloca a Venezuela a la cabeza de una de las experiencias de construcción de viviendas más grandes de América Latina y el mundo.
“Eso no se está haciendo en ninguna parte del mundo, que el Gobierno recupere el suelo en los centros urbanos para el pueblo, para la gente que necesita casa. Lo que está pasando en otras partes es que el Gobierno apoya los desalojos de vivienda en centros urbanos para sustituirlos por centros comerciales, oficinas”, dijo por su parte Juan Carlos Rodríguez, vocero del Movimiento de Pobladores.
En estos proyectos de autogestión es la misma organización popular, constituida por familias que no poseen una vivienda digna, quien administra los recursos otorgados por el Estado.
“Nosotros tenemos aquí a un funcionario del Gobierno diciendo cómo administrar las cosas. Es un proceso colectivo de aprendizaje, de administrar recursos, de organización de las familias que van a vivir aquí, de la organización de la fuerza de trabajo”, agregó Rodríguez.
Además de convertirse en una referencia de autogestión en Latinoamérica, el Movimiento de Pobladores logró cambiar la historia de millones de venezolanos.
Son ellos quienes ahora tienen la oportunidad y el desafío de construir una sociedad en donde la vivienda sea realmente un derecho y no una mercancía.
“El 70% de la construcción de la ciudad [de Caracas] la ha hecho el pueblo. En las noches y los fines de semana construimos nuestras casas en los barrios, sin planificación, sin apoyo técnico y recursos. Pero en el día y la semana le construimos a las empresas privadas, en los centros comerciales, donde más nunca podemos entrar”, relata el albañil Sanyer Guerrero.
Los obreros han construido centros comerciales, viviendas de lujo, hoteles y buena parte de las ciudades venezolanas, pero nada de eso les pertenece.
En cambio, durante décadas fueron condenados a vivir en cinturones de pobreza, en un claro instinto de supervivencia.
“Cuando llueve uno duerme vestido por temor de que la casa se caiga. Uno tiene niños, uno teme que se nos vaya a caer la vivienda”, comenta por su parte Juana Escobar, otra obrera venezolana.
El temor que siente Juana cuando llega la lluvia es el mismo que sienten los millones de venezolanos que habitan en los cinturones de pobreza.
A partir de 2010 una cruda realidad saltó a la vista de todos, y es que miles de venezolanos se quedaron sin un lugar donde vivir, unos producto de una masiva estafa inmobiliaria por parte de empresas privadas en complicidad con los bancos; y otros, los más pobres, víctimas de fuertes lluvias que afectaron las zonas más vulnerables del país.
Para solucionar este problema estructural, en el año 2011 Hugo Chávez decidió crear la Gran Misión Vivienda Venezuela, que entre otras cosas contempla la recuperación de tierras ociosas, la nacionalización de las empresas que producen los suministros básicos para la construcción y el impulso de proyectos de autogestión como el que adelanta el Movimiento de Pobladores.
En apenas dos años se han construido más de 430.000 viviendas, cifra que coloca a Venezuela a la cabeza de una de las experiencias de construcción de viviendas más grandes de América Latina y el mundo.
“Eso no se está haciendo en ninguna parte del mundo, que el Gobierno recupere el suelo en los centros urbanos para el pueblo, para la gente que necesita casa. Lo que está pasando en otras partes es que el Gobierno apoya los desalojos de vivienda en centros urbanos para sustituirlos por centros comerciales, oficinas”, dijo por su parte Juan Carlos Rodríguez, vocero del Movimiento de Pobladores.
En estos proyectos de autogestión es la misma organización popular, constituida por familias que no poseen una vivienda digna, quien administra los recursos otorgados por el Estado.
“Nosotros tenemos aquí a un funcionario del Gobierno diciendo cómo administrar las cosas. Es un proceso colectivo de aprendizaje, de administrar recursos, de organización de las familias que van a vivir aquí, de la organización de la fuerza de trabajo”, agregó Rodríguez.
Además de convertirse en una referencia de autogestión en Latinoamérica, el Movimiento de Pobladores logró cambiar la historia de millones de venezolanos.
Son ellos quienes ahora tienen la oportunidad y el desafío de construir una sociedad en donde la vivienda sea realmente un derecho y no una mercancía.