Pablo Gonzalez

Cartas de amor desde la cárcel

Hoy es 5 de octubre, día señalado para realizar las jornadas 5 por Los Cinco…

Pensaba esta semana qué podría escribir, cómo podría hacer entender a mis lectores y al mundo la importancia de esta lucha que ya tiene 15 años cumplidos. 
Y me di cuenta de que no hay nada que yo pueda escribir que ilustre mejor este drama humano, que las propias cartas escritas por estos cinco maravillosos hombres a sus familias.

Son sus palabras la mejor muestra no solo de la calidad humana de estos héroes cubanos, sino de todo el dolor, y el sufrimiento que lleva aparejado el hecho de ser condenados por crímenes inexistentes. Víctimas del odio del gobierno norteamericano hacia el país que defendieron, a riesgo de sus vidas, permanecen llenos de esperanza y optimismo. 
Ni la prisión más oscura logra apagar la justicia de sus ideales, ni siquiera mediante el encarnizado ensañamiento con que se empeñan en torturarlos piscológicamente, forzando el desencuentro con sus seres queridos, prohibiendo las visitas, extraviando la correspondencia en ocasiones, poniéndolos en celdas de castigo sin razón y por periodos excesivos…y aún así no han logrado quebrarles el espíritu.

Acá les dejo algunos fragmentos preciosos de su correspondencia íntima, un modo de acercarse a ellos y apreciar en su justa medida el amor, principal protagonista de sus letras.

 René González

A su hija Ivette:

Para la fecha en que me arrestaron, el 12 de septiembre de 1998, tú apenas habías cumplido los cuatro meses y medio de edad. En la noche anterior tu mami se había ido a trabajar y yo me quedé a tu cuidado. Cuando te di la leche te quedaste profundamente dormida y decidí dejarte sobre mí mientras yo permanecía boca arriba en la cama viendo la televisión. 
Cuando tu mamá llegó le dio tanta gracia verte así dormida sobre mí —extremidades desparramadas y en la cara tal gesto de satisfacción— que no pudo resistir la tentación de tomarnos una fotografía. Esa es la última en la que aparecemos juntos (…)
 Luego vendría el arresto y no pude despedirme de ti ni con un beso. Mi último gesto de despedida, cuando me sacaban esposado de la casa, fue regalar una sonrisa de confianza y optimismo a tu mami.

Cuando pudimos vernos nuevamente ya habíamos visto pasar ocho meses y recién habías cumplido un añito. Estábamos bajo custodia y cuando notaste que me tenían esposado al brazo de la silla habrás pensado que era un perrito, pues comenzaste a decir «guau, guau». 
Tu mami te trató de sacar de dudas con una expresión que la indignación hizo sarcástica: «No, Ivette, aquí el perro no es tu papá». A pesar de las circunstancias pusimos mantener el ánimo alegre durante toda la visita.
Ramón y su familia
Ramón y su familia


Ramón Labañino
A Lizbeth, mi pequeñuela, como aún no sabe leer, aquí le envío un dibujo con unas ideas y tareas para que le leas. Me gustaría que este dibujo con un patico serio, como cuestionando (donde le pondré tareas que realizará todos los días), se lo pongas encima de su camita, siempre a la vista, para que cada día le recuerde a papá y así educarla en los deberes diarios y embullarla con dibujos y lecturas.

A sus hijas:

Por eso, por mis ausencias, porque no pude estar al lado de mamá durante el embarazo, porque no pude verlas nacer, porque no pude estar allí cuando ustedes abrieron sus preciosos ojitos por primera vez en la vida, porque no pude cambiarles pañales, ni ayudarlas en sus primeros pasitos, ni limpiarles sus «pipis» y sus «cacas», ni ver su primera sonrisa, ni escuchar su palabra, ni oír sus primeros «papá» o «mamá», ni el primer «te quiero», ni pude cuidarlas cuando enfermaban, ni jugar a cuanto juego disfrutan los padres con sus niñitos, ni siquiera enseñarles las primeras vocales, o leerles el primer libro, e incluso al hecho de que hoy día mi más pequeñuela apenas me conoce. 

A todo, mil disculpas, adoradas mías. Pero sepan que hube de marchar por el amor a ustedes y a todos. Que donde quiera que he estado y estaré, ustedes siempre están y estarán presentes. Sean fuertes, muy fuertes para vencer siempre con una risa en los labios cada tarea que enfrenten en la vida. Por mí no teman, estoy bien y soy fuerte, mucho más ahora que me acompañan ustedes, todo mi pueblo y la dignidad del mundo.

Yo regresaré, no lo duden, y tan pronto como sea posible, pues las extraño mucho. Y cuando vuelva recuperaremos todas mis ausencias y reconstruiremos todos los sueños y anhelos que hicimos esperar.
[fragmento]
Enero, 2001
FDC-Miami

Querida esposa mía:
Quiero que sepas que en los momentos más difíciles, en la soledad más extrema, cuando extrañábamos hasta la voz de un ser humano (y teníamos hasta el temor de perder la comunicación, añorábamos incluso oír alguna palabra, en cualquier idioma de alguna persona), siempre, siempre, estuviste presente, tú, tu sonrisa y nuestra increíble historia de amor. 

En esos momentos extremos siempre te tuve, sin falta, a mi lado. También estaba mi madre. 

Estaban todos, mis hijas, mis seres queridos, mis amigos, y en lugar cimero esa madre primera a la que todos nos debemos: mi patria.

Ramón con su familia
Ramón con su familia
A Ramón
[fragmento]
Enero 4, 2001
[La Habana]

Ramón, mi amor:
Recibe con estas primeras líneas después de más de dos años, todo el amor mío y el de tus hijas, que nunca te hemos olvidado. Hemos vivido nuestras vidas como si estuvieras aquí. (…). 

He tenido mucho tiempo para repasar todos los días desde que te conocí, para convencerme de que tú eres el hombre de mi vida y saberte mío me hace fuerte para enfrentar lo que sea. No te niego que ha sido duro, más bien durísimo, pero he tenido mucho apoyo de gente que me quiere y se ha solidarizado con mi lucha sola con nuestras hijas, tratando de hacerles feliz la vida a ellas.

Nuestras hijas mañana sentirán orgullo del amor de sus padres… Te amo mucho, mucho, mucho,
tu Eli

A Elizabeth

[fragmento]
Enero, 2001
FDC-Miami

Laurita está encantadora, preciosa y muy grande. No sólo yo, sino todos aquí coinciden en que es mi fiel retrato, de lo cual estoy muy orgulloso y contento. No sabes cuánto la extraño y la quiero, como con ella estuvimos más tiempo juntos, y con lo cariñosa y sensible que ella es, lo pegajosa que es conmigo, es algo que siempre extraño y añoro mucho. 

Dile cuánto la amo, y que vivo por ella, como por ti y mis hijitas y todos los míos.

Tony y Tonito
Tony y Tonito

Antonio Guerrero

A su hijo Tonito
No sé cuándo tu mamá te dará a leer esta carta; ella sabrá escoger el mejor momento. Existe un motivo por el cual yo no he podido ir a verte en tantos años. Espero me disculpes y entiendas por qué antes no te lo había dicho: tú eras muy pequeño para hablarlo contigo (…). Mi anhelo es que tú crezcas como un buen hombre, útil a la sociedad, fiel a una causa valedera y digna. Para ello debes siempre estudiar, porque es el estudio la fuente del conocimiento para dominar y entender el medio que te rodea. Lo más  importante es que seas una persona generosa ya que el individualismo y el egoísmo no valen nada. «Aquel que se da, crece».

 Como le dijo el Che a sus hijos: «Sobre todo, ser siempre capaz de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo». Sé honesto, sé justo, sé valiente y serás siempre respetado. Ama mucho a tu patria (…) y a tu pueblo.

A Tony
[fragmento]
Junio 26, 1999
FDC-Miami

Tony, queridísimo hijo:
Una inmensa alegría me dieron tu carta y tu postal por el Día de los Padres. Tus palabras llenas de amor de hijo a padre llegaron muy profundas a mis sentimientos y me llenaron de felicidad. Cuando hablamos por teléfono y supe tus notas no sabes cuánta alegría me diste, eso fue para mí como una inyección de felicidad. Pero mi orgullo se hace más grande cuando al escucharte y leer tu carta veo que eres franco conmigo y me explicas cómo cambiaste y has madurado en tu actitud hacia el estudio y las otras actividades extraescolares.

Tonito y Tony Guerrero
Tonito y Tony Guerrero
  
A Tony
[fragmento]
Abril 1, 2001
FDC-Miami

Mi querido hijo:

Tal vez cuando recibas esta carta hayas por fin recibido mi carta anterior, la cual se ha tardado bastante en llegar. Tu carta, la que me enviaste por correo con fecha 19 de febrero, tuvo la dicha de llegar a mis manos y como siempre darme un alegrón tremendo. 

Tú no puedes imaginar cuánto significan y valen para mí cada palabra tuya de cariño, de confianza y de aliento, ellas me reconfortan, me llenan de felicidad y ocupan un lugar especial en mi mente y en mi corazón.
Con cada una de tus cartas yo trato de imaginarte, descubrir cómo eres, percibir cómo te van las cosas, entender tus necesidades y tus gustos.

 Trato de hacer una idea lo más exacta posible del medio en que vives y cómo te desenvuelves dentro de él, ver cuánto has madurado, a qué le das más valor, a qué te dedicas, cuál es tu responsabilidad. En fin, me hago tantas preguntas y busco en tus líneas tantas respuestas que la lista sería muy extensa. Debo confesarte que soy un padre muy dichoso porque tus cartas son abiertas y elocuentes, son sinceras y espontáneas y sobre todo son muy bien escritas, con mucho amor, por lo que con ellas puedo acercarme a ti inmensamente.

 Dijo José Martí: «Las palabras han de ser brillantes como el oro, ligeras como el ala, sólidas como el mármol», y así encuentro yo son tus palabras cuando me escribes y cuando conversamos.

Fernando y Rosa
Fernando y Rosa

Fernando González

A Fernando
[fragmento]
Enero 29, 2001
[La Habana]
Fernan:
…estás presente hasta en esta casa nuestra, a donde aún no has llegado, y sin embargo, te he visto hacer un café, porque a mí me queda mal, o traerme un vaso de agua que siempre te pido, viendo entre los dos un programa de televisión que comentamos después. Siempre que hablamos me pides que me cuide, no te preocupes, que lo hago y mucho para ti…(Rosa)

A Fernando

[fragmento]
Mayo 1, 2001
[La Habana]

Fernan, ¿quién dice que me ha faltado tu apoyo? Yo te he sentido todo este tiempo alentándome para emprender todo cuanto me he propuesto, cuando me he visto ante una situación difícil has sido tú con tu ejemplo quien me ha ayudado para enfrentarlo y seguir adelante; o es que no te acuerdas que cuando hablábamos, por ejemplo, de mi trabajo, tú mismo me decías que podía hacer otras cosas que me interesaran más, eres tú quien me alienta y me ayuda, mi amor, cuando voy hacia delante no solo pienso en mí, sino en nosotros porque cuando logro algo para mí yo sé que eso es una alegría para ti porque sé cuánto me quieres y yo te quiero con esa misma fuerza, mi vida. 

Tú eres mi verdad y mi amor, puro, digno, leal y nada ni nadie puede hacer nada contra esto, no porque estemos distantes estamos separados. 

Yo me siento junto a ti, cuenta conmigo, mi vida. Yo estoy agarrada de tu mano y no me voy a soltar por nada del mundo, sigue apoyándome como hasta ahora y no habrá una mujer más feliz que yo en toda la Tierra. (Rosa)
Fernando y Rosa
Fernando y Rosa
[fragmento]

Junio 4, 2001
FDC-Miami

Corazón:
Las cartas todas van a salir juntas mañana y me percato que te llegarán alrededor del día 14 de febrero, o al menos eso espero. No quiero dejar pasar la ocasión para expresarte cuánto te admiro por tu comprensión infinita, tu paciencia para lidiar conmigo y la  manera en que siempre me has apoyado incondicionalmente.

Puedes estar segura de que ninguna separación va a hacer que deje de quererte y admirarte. Yo sé que debes estar pasando momentos de incertidumbre y a veces te sentirás triste momentáneamente, pero no dejes que el «gorrión» te agarre. Mantente optimista. La vida sigue su camino, el tiempo pasa y saldremos más fortalecidos de esta prueba. No hay nada que pueda contra nuestro amor. Recibe todo mi cariño en este Día de los Enamorados, mi admiración y todo mi amor. Un beso de tu eterno enamorado,Fernando

A Rosa 
[fragmento]
[s/f]
Oxford, Wisconsin

Mi amor:
…no voy a comentarte sobre tu salud y las cuestiones que debías atenderte con el médico. Ya te lo he mencionado por teléfono, y estoy esperando la carta en la que me explicas de ese tema, pero sí quiero decirte —como ya hablamos— sea cual sea el resultado de las pruebas, y sea cual sea la posibilidad real de concretar nuestros planes, yo voy a seguir queriéndote y amándote como a nadie en mi vida. Las cosas no salen como uno mejor las desearía y creo que somos nosotros, con madurez y mucho amor, quienes debemos aceptar las realidades y seguir adelante.

La vida nos ofrece múltiples posibilidades —ya hemos hablado de eso— y nosotros lo que debemos es saber ser felices y aprovecharla. Si no es de una forma, será de otra, pero estoy seguro de que seremos felices bajo cualquier circunstancia.

Y con eso no quiero decir que desechemos ya cualquier esperanza de concretar ese sueño que deseamos. Tenemos que luchar por él aunque reconozcamos la dificultad para su concreción. Si no se puede, tendremos la satisfacción de que tratamos todo lo que pudimos, y esa satisfacción nos va a servir para querernos y amarnos más.

Cuando me di cuenta de que el reloj biológico avanzaba inexorable para mí, supe que no vendrían nuestros hijos. Decirle que no podríamos tenerlo fue durísimo. Le hablé por lo claro, desgarrada. Normalmente, la gente te dice: bueno, la vida da muchas vueltas, y él es joven, puede tener un hijo. Lo ven a él, pero no a mí. En la última visita que hice a Oxford —solo he podido viajar allá tres veces en los últimos dos años—, le dije a Fernando: si cuando regreses crees que necesitas ese hijo, entendería si quieres separarte y volverte a casar. No puedo ser egoísta. Se disgustó. Me dijo cosas tremendas: que qué clase de hombre yo creía que era él, que cómo había pensado en esa posibilidad. Si no había hijos para mí, era porque él tampoco los tendría. Cerramos ese capítulo doloroso. Él y yo nos tenemos uno al otro, para siempre.

Adriana y Gerardo
Adriana y Gerardo

Gerardo Herández
Gerardo y yo hicimos planes de tener hijos, pero la vida nos ha impedido ese sueño. Nos casamos el 15 de julio de 1988 y desde el año 1991 preparamos una canastilla casi completa, con la intención de que, cuando terminara mi carrera de Ingeniería Química, tuviéramos a nuestro bebé. Ahí está guardada. Nuestra ilusión era tener jimaguas (gemelos), pero tal vez por esperar tantos años y ya no ser tan jóvenes nos tengamos que conformar con uno solo. Hemos hablado varias veces por teléfono sobre nuestra esperanza de ser padres. Bromeamos acerca de cómo serán nuestros hijos y nuestras vidas con uno o dos pequeños en nuestra casa. (Adriana)

 A Gerardo
[fragmento]
Enero 9, 2001
FDC-Miami
Es posible que no podamos tirar doble como dices, a lo mejor ni sencillo; no hay suficiente tiempo para eso.
«Tirar doble» significa tener jimaguas. Esto fue escrito después de las primeras llamadas, donde me dijo que si todo el proceso salía bien tendríamos la posibilidad de dos hijos de una sola vez. En esas palabras mías él interpretó pesimismo, y yo sólo quise ser realista evitando que él se ilusionara desmesuradamente. Quería que él supiera que, si no teníamos nuestros hijos, yo lo iba a seguir queriendo siempre, que no me iba a sentir frustrada por ese hecho. Tampoco quería añadir más sufrimiento al que él ya tiene. Nuestra primera comunicación se estableció el 30 de diciembre de 2000 por teléfono, después de más de dos años de silencio: sin cartas, sin llamadas telefónicas, sin fotos, sin nada. A partir de ese momento y hasta principios de junio de 2001, escribíamos las cartas mientras transcurría el juicio y después, hasta diciembre, en los angustiosos momentos de la espera de la sentencia. Las cartas venían del Centro de Detención de Miami. A esas alturas ya estábamos casi seguros de que recibiría la cadena perpetua.  

A sus hijos
Febrero 3, 2001
FDC-Miami
«Carta a mis hijos que están por nacer»

Queridos hijos:
Cuando lean estas líneas habrán pasado algunos años desde que fueron escritas. Ojalá no sean muchos. En esta fecha ustedes aún no han nacido, y hasta su mamá tiene dudas de si algún día nacerán.
Todo se debe a que estoy viviendo momentos difíciles de mi vida, lejos de mi país y mi familia, de los que, sin embargo, estoy muy orgulloso y espero que algún día ustedes también lo estén.
Este es un dibujo que he hecho ya para muchos niños: hijos, sobrinos, hermanitos y otros familiares de personas que están hoy aquí conmigo. Personas que le agregaron sus palabras y su amor y lo enviaron a los seres queridos de quienes también se encuentran separados.
Por esas razones fue que quise conservarlo para que un día, después que ustedes lleguen a este mundo y aprendan a leer, sepan por qué su papá no es tan joven como muchos de los padres de sus amiguitos, y conozcan de los años en que papi y mami tuvieron que vivir separados a pesar de quererse mucho.
Años de los que tal vez un día les pueda contar más.
Los quiere mucho,Papá

A Gerardo
[fragmento]
Febrero 14, 2001
[La Habana]

Ese final de tu carta para «nuestros hijos por nacer», fue de rompecorazones. No hay dudas de todo el amor reservado para esos seres que serían una extensión de todos nuestros sentimientos. Conociéndote tanto, he tenido siempre la seguridad de que serías un padre excelente. Toda tu imaginación, creatividad, inteligencia y sensibilidad humana te hacen merecedor de ese privilegio de ser padre. Nadie mejor que tú para lograr ese sueño y la mayor satisfacción para mí, es poder ser la elegida para cumplirlo. Quizás, no seamos tan jóvenes como otros padres, pero sí estaremos por encima de muchos.
Es difícil dejar de recibir toda la carga emocional que expresas a través de tus palabras, por eso le resultó imposible a René dejar de percibirla. Lo que escribió de ti me llegó muy profundo. Tú, como siempre, supiste llegar a lo más íntimo de mi ser. No es necesario decírtelo y he tenido dudas si darla a conocer o mantenerla en la reserva.

 A Adriana
[fragmento]
[s/f]
FDC-Miami

¿Te acuerdas cuando te dormía en el sillón, sobre mis piernas? Mi niña, me costaba tanto separarme de ti y era tan tierno verte dormida en mis brazos. Recuerdo cada detalle, como cuando guardaba en el bolsillo algún bombón o una galletica, para llevárselo a la casa a mi niña malcriada. ¿Te has puesto a pensar en que yo te crié? ¿Todavía me amas?

 A Gerardo
[fragmento]
Abril 25, 2001
[La Habana]

Todavía te amo, sobre todo por creerte todas las cosas lindas que me dices. ¿Todo sigue siendo verdad? ¿Sigo siendo tu niña? ¿Y el día que tengas una de verdad, qué seré yo entonces? Soy egoísta y me cuesta trabajo pensar que pasaría a otro plano. No me digas que nada cambiaría porque ya no me seguirías mimando igual cuando tengamos nuestros hijos. ¡En plural y todo! No me puedes negar que he cambiado y que ya pienso en eso como algo real y con más optimismo.
Hablando de hijos o hijo. ¿Quién te dijo a ti que el nombre del varón ya está definido sin negociación? Eres un atrevido… Fíjate si me conoces que advertiste que este tema no tenía discusión. Sabías que yo iba a protestar, de lo contrario no sería yo. Acostúmbrate a la idea de que si es varón, «lo más probable» es que no se va a llamar igual que tú. Si te conviene bien, si no desisto de la idea de ser madre y hacerte padre. ¿De acuerdo?

 A Adriana
[fragmento]
Abril 29, 2001
FDC-Miami

Me pregunto una y otra vez si mi amor es tan grande que ya es «enfermizo», pero no puedo evitarlo. En mi caso debe ser que tú todavía eres para mí aquella niña de dieciséis años, ingenua e indefensa… En fin, a veces pienso que tú sigues y seguirás siendo siempre para mí esa niña, y por eso tendrás que aguantarme muchas descarguitas, consejitos y cositas más (eso tiene una parte buena, porque cuando seas una vieja fea te seguiré diciendo «mi muñequita preciosa»).
Siempre te he dicho que prefiero una hembra primero, porque como será la más pequeña y esperada por toda la familia, todos podrán malcriarla y como ya estarán cansados y aburridos cuando nazca el varón no corremos riesgos de que lo malcríen a él. Además, dicen que las niñas quieren más a su papá y yo después de tanto tiempo rodeado de hombres lo que quiero es estar rodeado de mujeres cuando salga de la cárcel.
De ser una niña podré mimarla como a ti y así te veo celosa cuando la bese y la atienda más a ella que a ti. ¡Qué malo soy! ¿Tú crees que eso pase? Yo no sé a estas alturas, pero hubo una época en que tú tenías algún que otro temorcito parecido.
No te preocupes, mi amor. Eso no será así, te lo prometo. Tú siempre serás mi niña predilecta. Tómame la palabra por si crees necesario recordármelo algún día, aunque yo sé que eso no va a hacer falta. Van a apagar ya, están atrasados. Hasta mañana, mi muñequita. Te quiero mucho. Un beso.

 A Gerardo
[fragmento]
Mayo 26, 2001
[La Habana]

¿De verdad que es imposible negociar el nombre del varón? Jamás pensé ponerle un nombre como esos que mencionas. Yo pensé en rescatar nombres de nuestra cultura e idiosincrasia como Bartolomé, Eustaquio, Genaro, Hipólito, Clemente, Filomeno… ¿No me negarás que son más bonitos que el tuyo?
Si es una hembra, ¿qué diferencia tiene con el varón respecto al nombre? Imagínate, tendrías que ponerle Geraldina. Las hijas de Ramón podrían haberse llamado Ramona y Ramoneta en vez de Laura y Lizbeth; las de René, Renata y Renela, así honraban el nombre de sus padres.
Los varones casi siempre están obligados a llamarse como los padres por el machismo. De todas formas esperemos nuestro momento. Te confieso que en el fondo yo sabía que tú preferías una hembra, igual que yo, pero me gustarían dos hijos igual que a ti y que el segundo sea varón. Pero al final, con tal de que nuestro hijo sea saludable, inteligente, honesto y habilidoso como tú y con pelo como yo ya es suficiente. Las demás cualidades de ambos están implícitas siendo hijo nuestro. Lo único que no quisiera es que fuera desorganizado y mal jugador a la pelota como tú y mal genioso como yo. Lo demás no importa porque tendrá lo principal: mucho amor.

 A Gerardo
[fragmento]
Noviembre 19, 2001
[La Habana]

Yo me alegro de que tu intención de criar a un hijo sea en contacto con la naturaleza, y esto es excelente. Pero ve pensando en ahorrar gasolina para que lo lleves al Parque Lenin, al Zoológico, al Jardín Botánico y al Acuario. Si seguimos viviendo así, en esta casa, solo el Parque Lenin te quedará cerca para visitarlo cada vez que quieras ponerlo en contacto con la naturaleza, y aquí no hace falta criar nada porque hay de todo.
Fuera de la perra, lo único que te permito es una cotorra… Si hubieras sido veterinario no hubieras tenido un epistolario tan amplio. Si vivimos en otro lugar, no tendrás espacio para tus planes. A mí me gustan los pajaritos, los peces y las jicoteas. Si algo de eso podemos tener, porque las condiciones estén creadas y tú los atiendes, entonces dalo por hecho. 

¿Te imaginas lo que me pasaría a mí, si un hijo nuestro sale con ese fanatismo tuyo y de mi hermano a los animales? Sufriría muchísimo con la casa llena de animales, no quiero ni pensarlo, quien no quiere caldo, tres tazas.

Adriana y Gerardo
Adriana y Gerardo

 A Adriana
[postal, transcripción 2]
Marzo 16, 2002
USP-Lompoc
¿Ya te explicaron cuáles son las reglas para la visita?
Un abrazo con besito a la entrada y un abrazo con besito a la salida… y ¡ya! El resto del tiempo tendré que conformarme, si acaso, con… ¡…olerte! ¡…y las manos arriba de la mesa! Tengo muchos deseos de verte, mi niña, pero de verdad pienso que voy a sufrir cantidad con esas reglas… Voy a tener que ver al médico para que me de una pastillita antes de la visita… (o un «electro-shock»…)
Te quiero mucho

Gera
Esta postal fue enviada cuando ya Gerardo sabía que Adriana tenía la visa para viajar a Estados Unidos. 
En julio de 2002 recibí la visa del Departamento de Estado para viajar a Estados Unidos. Pero me dejaron detenida en el aeropuerto de Houston, Texas, durante once horas. Cuando pisé territorio norteamericano, me retiraron los documentos. A los cinco minutos el Servicio de Inmigración me comunicó que no tenía ningún problema migratorio, pero era de interés del FBI por ser la esposa de Gerardo. Algo muy raro, imposible de explicar racionalmente, porque jamás yo había estado en ese país y no soy peligro para una nación tan poderosa donde se sabía perfectamente que sólo iba a visitar a un hombre encarcelado. Fui interrogada, me tomaron todos los datos físicos, mis huellas dactilares, me «ficharon». De pronto me vi ante un cruce de caminos: regresar de inmediato a Cuba, o presentarme ante un juez de inmigración, sin garantías, con la posibilidad de una deportación y una sentencia condenatoria. No puedo entenderlo. Nadie podría entenderlo. Me han negado ver a mi esposo, tener un mínimo contacto físico con él, una conversación, la posibilidad de decirle frente a frente que lo quiero.
 A Adriana

[postal, transcripción]
Agosto 11, 2002
USP-Lompoc
Ná, mentira mi niña, no le vamos a dar el gusto a esta gentuza, así que guapea ahí, que estoy muy orgulloso de ti. Eso no es nada nuevo, pero te lo tengo que decir otra vez, porque ahora es un poquito más «entoavía».
Te amo
Gera

A Adriana
[fragmento]
Abril 9, 2003
USP-Lompoc
Mi niña:
…esta carta te la estoy escribiendo, aprovechando los momentos libres, porque tengo muchas cosas que hacer y «me coge la confronta». No sé cuán larga será, pero de todo lo que tengo que decirte lo más importante es que TE AMO, y que todo este tiempo que pasé en «el hueco» sirvió para ratificarme lo importante que eres en mi vida. Es increíble cómo el solo pensar en ti puede cambiar por completo y para bien mi estado de ánimo, y llenar de oxígeno mis pulmones. Pensé mucho en nosotros, en el «nidito» y en los deseos enormes que tengo de estar allí, solito contigo. Tú eres mi «resguardo», mi «talismán», mi «azabache», y cada día que pasa me convenzo más de que no podría vivir sin ti. Otra cosa importante que tengo que decirte es que mientras más noticias me llegan de todo lo que ocurrió durante nuestro encierro, más orgulloso me siento del apoyo de nuestro pueblo y gobierno, de nuestros familiares, y de los miles de hermanos y hermanas que tenemos alrededor del mundo. Cada vez que te reúnas o te comuniques con algún compañero de los grupos de Solidaridad, exprésales mi profundo agradecimiento y que tarde o temprano habremos de alcanzar la victoria.
Yo estoy bien de salud, mi amorcito, no tienes nada de qué preocuparte, y no quiero terminar esta primera página sin pedirte de nuevo que te cuides mucho. ¿Conseguiste la vitamina E de 500 nueva? ¿Estás tomando alguna otra vitamina? ¿Y el ácido fólico? Este es muy importante para la salud de Gerardito, a quien tienes que comenzar a cuidar desde ahora.

A Adriana
[fragmento]
[s/f]
USP-Lompoc
Aprovecho para decirte (y presta atención porque posiblemente sea lo más serio de esta carta), sobre lo que me preguntaste por teléfono, que de la única manera que yo me arrepentiría de haber estado aquel día en la parada de la 32, o aquel otro en la Playita de 16, o el otro en el Palacio de los Matrimonios de Mayía Rodríguez… sería que algún día tú misma llegaras a arrepentirte, que tuvieras dudas de si eso fue o no algo positivo en tu vida, algo que repetirías si pudieras echar el tiempo atrás, que tuvieras dudas de si optarías por volver a vivirlo o no. Yo me arrepentiría si a ti algún día te llegara a pesar, si pensaras que no valió la pena tanto sufrimiento y tanto tiempo «perdido», tanto dolor y tantos sacrificios, que hubiera sido preferible seguir otro camino y vivir la vida de otra manera, y tener ya a estas alturas tu hogar, tus hijos y una felicidad plena que hoy no tienes. Si algún día a ti eso te pasara por la mente, si lo pensaras aunque fuese un momentito, si tuvieras la más mínima duda respecto a si decidir vivirlo todo de nuevo o no, entonces yo me arrepentiría de lo que ocurrió en esas fechas. Y tal vez te resulte contradictorio que yo te diga ahora que puedo arrepentirme, cuando te he dicho muchas veces que tú eres lo mejor que me ha ocurrido en la vida, pero no hay contradicción. Por el contrario, por ser tú lo mejor que me ha ocurrido, no podría nunca, pase lo que pase, desearte otra cosa que no sea felicidad.
Nos conocimos en una parada de ómnibus, en plena Rampa habanera. Llegué retrasada, y mi amiga y yo logramos sentarnos juntas en un solo asiento. Él se quedó de pie, y se las ingenió para sacarle conversación a mi compañera, que le contó que éramos estudiantes de Química.
Ese día no cruzamos una palabra, pero al siguiente, nos volvimos a encontrar en la misma parada de ómnibus. Se apareció con unos versos: «Poema a la muchacha de la parada». No tenía ni idea de mi nombre. Al tercer día, me fui antes para no encontrarlo. Al cuarto, él fue quien se apareció muchísimo más temprano. Comenzamos a salir, a conversar como amigos. Poco después me invitó a la Playita de 16, en Miramar, muy cerca del Instituto de Relaciones Internacionales, donde se graduó de diplomático. «Mira aquel barco», me dijo, apuntando hacia la izquierda. Y, en verdad, había un lindo yate detenido en un punto en el horizonte. «Mira, aquel otro», y señaló a la derecha. Cuando volví el rostro, lo que me esperaba era un beso. Un barco para aquí, otro para allá… «Y después no querías salir de la Bahía de La Habana», me decía riendo porque a partir de ahí ya no faltaron los besos.

A Adriana
Agosto 11, 2003
USP-Lompoc

Mi amor:
Estamos entrando en una etapa importante, mi corazón. Este año se ha ido volando, y como aquel que dice pronto habrá una decisión de la corte de apelaciones. Tenemos que estar más unidos que nunca. Te necesito más que nunca. Te necesito más que tú a mí. Tú eres lo más importante en mi vida, no concibo mi vida sin ti. Cuando cada mañana abro los ojos mi primer pensamiento es siempre para ti, y saber que existes, que te tengo, que puedo contar contigo, es lo que me da esas primeras energías tan importantes de cada día. Sé que estoy obsesionado contigo («y el mundo es testigo de mi frenesí»…) Sé que te sobreprotejo en algunas cosas (está bien, en todas…) Yo sé que me preocupo demasiado, pero tienes que comprenderme, mi reina, yo no sé qué sería de mí si a ti te pasara algo. Tengo treinta y ocho años, y cuando me pongo a hacer el recuento de mi vida no puedo separarme de ti ni en el recuerdo, me parece que estabas conmigo en preescolar, y en la escuela al campo, y en todos lados… (¿Estaré «quemaíto» de verdad…?)

 Nosotros tenemos lo más importante, mi niña, nos tenemos el uno al otro, tenemos este amor inmenso que ha superado todas las pruebas, a partir de ese punto, podemos lograr cualquier cosa. Sólo necesitamos un poco más de paciencia, optimismo, y sobre todo pensar mucho el uno en el otro, tenernos siempre presente. Te amo, reina. No te imaginas cómo se me estremece todo el cuerpo sólo de pensar en el momento en que te tendré entre mis brazos y besaré tu frente y esos ojazos que son mi perdición. ¿Tú sabes cuál es el proyecto más importante que tengo en mi vida? ¿Cuál es la más importante de todas las razones por las que debo regresar? 

¿El motivo fundamental por el que quisiera vivir muchos años? ¿La principal causa a la que quiero dedicar todas mis fuerzas y todas mis energías por el resto de mis días?: a hacerte feliz y poder corresponder a todos tus sufrimientos, a todos tus sacrificios y a todo el amor que me has dado durante todos estos años. Quiero verte reír todos los días, saberte feliz. Esa será la mayor gratificación que pueda recibir por mis esfuerzos. Te quiero mucho, nunca albergues la más mínima duda. Me voy a dormir. Hasta mañana. Te amo.

A Gerardo
[fragmento]
Octubre 29, 2003
[La Habana]

Hoy me negaron la visa por tercera vez. No podré ir a verte. Hace mucho tiempo que he deseado decirte otras cosas que siento, y a veces me contengo. Sé que tus carceleros revisarán estas notas, que nuestra intimidad pasará de algún modo por sus manos. 

 Es eso lo que me contiene, y también, el miedo de espantar la esperanza. Siempre espero el milagro de un sí cuando pido la visa. Me aferro a la ilusión del encuentro que sigue dilatándose. Pero este eterno esperar, esos meses que se prolongan para que ellos (el gobierno norteamericano) den una respuesta —ese «no» que finalmente llega—, los vivo con la absoluta convicción de que somos víctimas de un cruel ensañamiento, de una modalidad muy refinada y siniestra de tortura psicológica. 

Me produce tanta rabia, que no puedo llorar. No quiero llorar. Me sostiene esta felicidad que siento cada vez que recuerdo cómo te conocí y los detalles mínimos que hemos vivido juntos. Y a la vez, Gerardo, no he podido dejar de soñar o imaginar cómo sería esta relación llena de amor premiada por esos hijos que aún no hemos podido tener.

Hemos bromeado, jugado y hasta discutido, con el supuesto nombre de una niña o niño, con lo que nos gustaría enseñarles o el medio que deseamos para ellos. Estoy segura de que a ti te han pasado por la mente pasajes de esa posible convivencia y que has visto, como yo, los ojos de nuestra niña, o la forma de pararse de nuestro niño, con mi pelo, o con tu risa. 

A veces me siento en un parque y cuando pasa un niño o una niña pienso que podría ser alguno de nuestros hijos, y mi corazón se llena de ternura. Admiro a Elizabeth y a Olguita, mujeres que han educado a sus hijas con gran esfuerzo sin la presencia del padre. No dejo de pensar en lo que deben sentir Ramón y René lejos de ellas y de sus hijas. 

Me imagino a mí misma en una situación semejante. Creo que yo no hubiera tenido el valor de ellas para criar a sus niñas, sola, imaginando cuánto sufrirías por no poder disfrutar de esa maravilla. 

No. Me aferro a la idea de que vendrás y estarás en el parto, sin desmayarte y pariremos juntos a nuestros hijos, y nos pondremos de acuerdo para turnarnos por la madrugada cuando el bebé llore.

 Tú dibujarás y le inventarás cuentos, y le cantarás todas las canciones infantiles que no me aprendí, y yo le enseñaré a jugar a la pelota, porque tendré más ánimos que tú. 

Te quiero, y lo vamos a lograr. Tú no me dejarás sola nunca, porque en estos años terribles has estado lejos, pero no ausente.

http://rouslyncuba.wordpress.com/

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