Pablo Gonzalez

Panamá, país-mentira y oligarquía


CARLOS ALBERTO DE GRACIA / El segundo país más rico de Latinoamérica, un desempleo del 4%, líderes de culto que violan la Constitución y se escudan en el tráfico de influencias, y las compuertas post Panamax que llegaron para endeudar más el país, con un flujo comercial muy comprometido por las crisis y las guerras que se avecinan.


¿Por qué creer a los flautistas de Hamelin, pagados por calificadoras de riesgo, pseudos analistas de poca monta y algunos medios de alquiler?

El neoliberalismo no es una teoría económica, es la ideología de dominación que impera en este país tras la invasión de Estados Unidos en 1989, y que nos está llevando a un proceso social de descomposición que podríamos marcar en cuatro puntos: exacerbada plataforma de servicios, que es lo mismo que “lavado de dinero”; abandono total del agro; endeudamiento escandaloso e inequidad social.

¿Somos un país o una mentira? La oligarquía más parásita de América Latina se apropia 0.46 centavos de cada dólar que produce la nación. ¡Sí!, la más parásita, pues sustenta su acumulación (obtención de la ganancia) de los fondos estatales, es decir, de toda la sociedad.

Esto explica los negociados de cada gobierno corrupto en obras de megainfraestructuras, subsidios a las multinacionales y cobro por “servicio de comisión” cada vez que piden prestado a las Instituciones Financieras Internacionales.

Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Panamá ocupa el puesto 60, siendo Noruega el número 1, pero tomando en cuenta la enorme desigualdad, desciende 15 posiciones, y solo es superado por Haití.

Es decir, Panamá es la subcampeona en inequidad en la región. ¿Qué orgullo, verdad?

Un modelo económico, basado en el lavado de dinero, la evasión fiscal y el saqueo del Estado, como modo de acumulación, no se puede sustentar en el tiempo, seguirá generando más problemas, y esto traerá violencia social, pues la lógica de la ganancia de esta élite usurera es apropiarse, con desfachatez, de todo el producto social.

Es iluso pensar, que las compuertas post Panamax traerán prosperidad a todo el país.

¿Cómo es posible que el Canal haya revertido hace 13 años, con todo y Tratados Torrijos-Carter, y que aún estemos en la posición 60, según el PNUD?

¿Para el beneficio de quién son esas compuertas? ¿Para el campesino, el obrero, el profesional o para el 47% de trabajadores informales en los semáforos y buhonerías? ¡No!, beneficios solo para los Alemán Zubieta, los Galindo, los Ford, los Arias, los Maduro, los CUSA, y todo ese 10% que nunca puso su sangre, pero es el que se adueña del excedente canalero.

El gobierno de Ricardo Martinelli es la coronación de ese perverso modelo de saqueo, apoyándose ahora en pseudo apóstoles y líderes religiosos, que se acuestan con el poder y utilizados como “adormecedores” de la conciencia social y política.

Amos 8:4-6: Oíd esto, los que pisoteáis a los menesterosos, y queréis exterminar a los pobres de la tierra diciendo: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender el grano, y el día de reposo para abrir el mercado de trigo, aumentar el lucro y engañar con balanzas falsas; para comprar por dinero a los desvalidos y a los pobres por un par de sandalias, y vender los desechos del trigo?

Solo la organización social y popular, la conciencia adecuada de las capas profesionales, y la movilización hacia una alternativa política electoral seria podrán acabar con este país-mentira.

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