42 documentos recientemente desclasificados por los investigadores estadounidenses William Burr y Avner Cohen han puesto de relieve que en 1964 el régimen de Israel compró entre 80 y 100 toneladas de polvo de uranio, necesario para fabricar armamento nuclear.
Por medio de un artículo publicado el 1 de julio en la revista ‘Foreign Policy’, los investigadores sacaron a la luz “el secreto peor guardado del mundo” por Washington sobre el “programa nuclear más opaco”.
Antes de esta fecha, dice el artículo, Francia apoyaba la construcción del reactor de Dimona, conocido formalmente como el Centro de Investigación Nuclear del Néguev, y estaba comprometida a suministrar el combustible nuclear necesario, y transformar este programa en uno militar.
No obstante, la llegada al poder de Charles de Gaulle en 1963 marcó cambios en las políticas del país galo, así como en sus compromisos en la oferta de uranio al régimen israelí.
Ante esta situación, el régimen de Tel Aviv se vio obligado a producir su propio uranio, a través del uso de fosfatos, empero los altos costos generados incitaron a las autoridades del régimen israelí a buscar otra fuente de abastecimiento. La oferta de uranio argentino al régimen de Israel fue detectada en 1964 por la agencia de inteligencia canadiense, y ésta compartió los datos obtenidos con el Reino Unido.
Londres, por su parte, los comunicó a la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés). En ese momento, los estadounidenses pidieron explicaciones a sus diplomáticos en Buenos Aires y en Tel Aviv.
Los Gobiernos de Canadá, Reino Unido y Estados Unidos estaban preocupados por las ambiciones nucleares del régimen israelí, y el envío de la ‘torta amarilla’ por Argentina, intensificaba la situación.
Sin embargo, la confirmación de esos datos no obligó a Washington a imponer sanciones contra el régimen israelí, ya que alegaba que el desarrollo de su programa nuclear y las actividades del reactor de Dimona tenía fines pacíficos.
Según este artículo, “la compra de la ‘torta amarilla’ fue un importante secreto nuclear israelí, pero su mayor secreto fue la existencia de una instalación para convertir el combustible gastado del reactor de Dimona en plutonio apto para armamento”.
En 25 de mayo de 1961, agrega la nota, el premier del régimen israelí, David Ben-Gurión, mantuvo un encuentro con su homólogo canadiense, John Diefenbaker, cuyo eje principal fue el reactor de Dimona, y la parte israelí reiteró el aspecto pacífico de ese reactor.
En marzo de 1964, el analista de inteligencia canadiense Jacob Koop preparó un extenso informe secreto acerca del programa nuclear israelí, afirmando que éste tenía todas las “condiciones previas para el inicio de un proyecto de desarrollo de armas nucleares modesto”.
El régimen de Israel, que según estimaciones, mantiene almacenado en sus arsenales entre 200 y 400 ojivas nucleares, es el único en Oriente Medio que nunca ha permitido a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que revisen sus instalaciones nucleares y siempre ha evitado firmar el Tratado de No Proliferación (TNP).
En 25 de mayo de 1961, agrega la nota, el premier del régimen israelí, David Ben-Gurión, mantuvo un encuentro con su homólogo canadiense, John Diefenbaker, cuyo eje principal fue el reactor de Dimona, y la parte israelí reiteró el aspecto pacífico de ese reactor.
En marzo de 1964, el analista de inteligencia canadiense Jacob Koop preparó un extenso informe secreto acerca del programa nuclear israelí, afirmando que éste tenía todas las “condiciones previas para el inicio de un proyecto de desarrollo de armas nucleares modesto”.
El régimen de Israel, que según estimaciones, mantiene almacenado en sus arsenales entre 200 y 400 ojivas nucleares, es el único en Oriente Medio que nunca ha permitido a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que revisen sus instalaciones nucleares y siempre ha evitado firmar el Tratado de No Proliferación (TNP).