Pablo Gonzalez

“En el debate sobre Gladio, el terrorismo es la línea divisoria”


El historiador suizo Daniele Ganser (Lugano 1972) es el máximo especialista en los ejércitos secretos de la OTAN (Gladio/ Stay behind), tema en el que es muy fácil hacer pasar por lunático y conspiracionista a cualquier observador crítico.

 Su libro, Los Ejércitos Secretos de la OTAN, publicado en 2005 y traducido a más de una docena de lenguas, es riguroso y bien conocido por los historiadores.
 Ganser, que dirige el Instituto Suizo para la Investigación de la Paz y la Energía de Basilea (SIPER), se confiesa sumamente interesado por el “juicio del siglo” que se viene celebrando en Luxemburgo desde el mes de febrero, en medio de un significativo y generalizado silencio mediático. 
La Vanguardia informó sobre la importancia de ese juicio en su edición impresa del 15 de abril de 2013 (consultable bajo suscripción), el 27 de abril (en la edición digital, en abierto) y el 5 de mayo (también en la edición impresa).

Entre 1984 y marzo de 1986 Luxemburgo fue víctima de una misteriosa ola de atentados, contra torres eléctricas, cumbres de la Unión Europea, el Palacio de Justicia, residencias particulares de altos funcionarios, aparentemente destinadas a que el tranquilo Gran Ducado se hiciera más beligerante en cuestiones de seguridad. 
Casi todos los atentados evidenciaron un conocimiento minucioso de los dispositivos de seguridad. Muchas pruebas y documentos desaparecieron. 
Muchos otros países europeos sufrieron atentados, y muy sangrientos, atribuidos a esa misma red secreta frecuentemente vinculada a medios de ultraderecha.

Un pulso entre justicia y razón de Estado

Treinta años después de los hechos, el caso de Luxemburgo es un pulso entre la justicia y la razón de Estado sin precedentes en Europa desde los sonados juicios por los grandes atentados terroristas de la Italia de la década de los setenta y ochenta que el Senado italiano acabó atribuyendo a conexiones con Gladio / Stay behind, explica a La Vanguardia el abogado Gastón Vogel, defensor de los dos policías acusados en Luxemburgo.

El juicio, que tiene muchos meses por delante, ha conocido giros y episodios sensacionales dignos de la mejor novela de intriga.
 En abril un testigo alemán, Andreas Kramer, declaró que su padre presunto agente de los servicios secretos alemanes (BND) participó en los atentados de Luxemburgo y también en el de la fiesta de la cerveza de Munich de septiembre de 1980, el peor atentado terrorista de la historia de la Alemania de posguerra, aún por resolver.
 Kramer no ofreció ninguna prueba y ha sido presentado como persona desequilibrada por su hermana y su ex compañera sentimental ante el mismo tribunal, mientras algunos expertos señalan que la declaración de Kramer no hace más que entorpecer y enturbiar el caso. 
El gobierno alemán ha desmentido que el padre de Kramer trabajara para el servicio secreto y solo admite que era un oficial del ejército. 
Kramer sostiene la verdad de su declaración y afirma que sus parientes declaran contra él por un conflicto de herencia.
Tras una pregunta parlamentaria en el Bundestag, el testigo fue finalmente llamado el viernes a declarar durante más de cinco horas, ante la fiscalía alemana en Karlsruhe.

¿Es Kramer un lunático?, ¿dice la verdad?, ¿es un recurso del propio BND para enturbiar el caso? 
De momento ninguna de estas sugerentes preguntas ha interesado a la prensa alemana. Sólo el canal de televisión 3-Sat ofreció en mayo un pequeño reportaje de siete minutos sobre el asunto.

En cualquier caso, el juicio de Luxemburgo trasciende con mucho a la veracidad o no de la declaración de uno de sus centenares de testigos, entre ellos miembros de la familia ducal, jefes y ex jefes de la policía y de los servicios secretos y ex primeros ministros. 
A lo largo del juicio se ha sabido que políticos de primera fila y ex agentes del servicio secreto de Luxemburgo (SREL), mintieron en sus declaraciones y destruyeron u omitieron documentos y pruebas sobre el caso. 
El ex primer ministro Jacques Santer que conocía la existencia de la red de la Otan “stay-behind” declaró al parlamento en 1990 no saber nada del asunto.
 En el juicio, los agentes pueden remitirse a la ley de secretos y de protección de fuentes para no testificar o guardar silencio. La jueza Sylvie Conter, del Tribunal Penal de Luxemburgo, ha presentado una requisitoria al Tribunal Constitucional para levantar la ley de secretos y el obstruccionismo en este caso. 
Una respuesta positiva del constitucional, podría dar una nueva dimensión al caso al obligar a los agentes a declarar sobre temas reservados.

El periodista de la televisión de Luxemburgo Marc Thoma, que ha estado 26 años investigando aquella ola de atentados, sufrió diversos incidentes intimidatorios que el periodista relaciona con su trabajo sobre el caso y atribuye al SREL. 
Su vivienda fue tiroteada por la noche en ocho ocasiones y su coche saboteado para provocar un accidente, explicó Thoma en conversación con este diario.
 En verano de 2007, el periodista fue seguido de forma amenazante por un coche negro cuando circulaba en bicicleta por una zona boscosa.

Otro documento del SREL divulgado recientemente evidencia que por lo menos dos miembros del servicio secreto de Luxemburgo participaron en 1979 en cursillos de sabotaje con utilización de explosivos realizados en Inglaterra por cuenta del “stay-behind” en centro del servicio secreto británico MI-6.

-¿Por qué es tan importante el juicio de Luxemburgo?

-Porque por primera vez se está juzgando en un tribunal si los ejércitos secretos de la OTAN (Gladio-“stay behind”) estaban implicados en una serie de atentados. 
No está del todo claro, pero si se confirma la sospecha de que ellos colocaron las bombas volverá a salir a la superficie toda la historia.

-¿Qué se sabe de esa historia al día de hoy?

-Desde 1990 sabemos que la OTAN mantuvo ejércitos secretos en todos los países de Europa Occidental. Sabemos también que la CIA y el MI-6, es decir los servicios secretos de Estados Unidos y del Reino Unido, equiparon y entrenaron a esos ejércitos. 
La tercera cosa que se sabe desde hace veinte años es que los servicios secretos de los diferentes países; en Alemania el BND, en Suiza el Untergruppe Nachrichtendienst und Abwehr, en Luxemburgo el SREL (Service de Reseignements), en Italia el Servizio di Informazione Sicurezza Militare (SISMI), todos estos servicios, controlaban a los ejércitos secretos. Sobre lo que nos rompemos la cabeza desde hace muchos años es si los ejércitos secretos cometieron actos de terrorismo. 
En este punto el debate es muy intenso porque la OTAN, la mayor alianza militar del mundo, y la CIA, uno de los servicios secretos más potentes, rechazan rotundamente este reproche. 
Reconocen haber mantenido ejércitos secretos pero dicen que nunca cometieron actos de terrorismo. Esa es la línea divisoria.

-¿Qué indicios y testimonios apoyan la hipótesis del activismo terrorista?

-Por un lado está el informe de la investigación del Senado Italiano de junio del 2000 que dice que todas aquellas “masacres bombas y acciones militares” que el país sufrió entre 1969 y 1987 (con 491 civiles muertos y 1.181 heridos y mutilados) fueron “organizadas, promovidas o apoyadas por hombres dentro de las instituciones del Estado y por hombres vinculados a las estructuras de inteligencia de Estados Unidos”. 
También tenemos declaraciones de extremistas de derecha italianos, retirados o activos, que dicen haber cometido ellos mismos esos atentados por los que fueron encarcelados. 
Y esa gente declara que lo hizo en cooperación con los ejércitos secretos de la OTAN. 
Así que tenemos una declaración contra otra. 
Lo que está pasando en Luxemburgo es de enorme interés porque refuerza la tesis que desde hace tiempo sostiene que los ejércitos secretos de la OTAN sí estaban implicados en atentados.

“LO QUE DICE KRAMER DEBE COMPROBARSE”

-En ese contexto, ¿qué importancia tienen las declaraciones del testigo Andreas Kramer ante el tribunal?
-Son muy interesantes pero hay que verificarlas. 
Es un testigo entre muchos.
 Cuando se habla de un tema como el de los ejércitos secretos es importante saber si las fuentes dicen la verdad.
 De momento en ese juicio hemos tenido dos sorpresas.
 La primera es que hemos sabido que el primer ministro Jacques Santer mintió en 1990 cuando dijo ante el Parlamento que no sabía nada de la existencia de un ejército secreto en Luxemburgo.
 En el juicio han salido documentos que demuestran que sí que lo sabía y que en los años ochenta participó en reuniones que trataban sobre ese tema, así que mintió cuando dijo al parlamento que no sabía nada.

- La segunda sorpresa ha sido la declaración de Kramer…

-Sí, y avanza un paso más. Kramer dice que su padre, Johannes Kramer, oficial del ejército alemán, era miembro del servicio secreto alemán (BND). Esto hay que verificarlo.
 El padre está muerto pero el hijo dice que aquél participó en actos terroristas y que como miembro del ejército secreto alemán participó con los luxemburgueses en los atentados con bomba de los años 1984 y 1985 dinamitando torres de alta tensión en Luxemburgo. 
Es una hipótesis que otros, incluido yo mismo, habíamos apuntado diciendo que había que investigar en esa dirección. 
Hay que ver si los datos de Kramer se verifican. Pero Kramer dice más; dice que su padre cometió el atentado de la Fiesta de la Cerveza de Munich de 1980, que Gundolf Kohler (el neonazi identificado como autor, muerto en la explosión) era un agente menor y que los verdaderos cerebros estaban en el BND. 
Así que estamos ante una acusación de que el BND cometió actos terroristas dentro del país, en Munich, y fuera, en Luxemburgo. 
Si eso se confirmase con otras fuentes, significaría para el BND la mayor crisis de su historia.

“NO CREO QUE SE REABRA EL CASO DE MUNICH”

-Esas declaraciones son, informativamente hablando, una bomba, ¿cómo se explica el silencio que hay en Alemania alrededor de Kramer?

-Es verdad que casi nadie ha informado del juicio de Luxemburgo. Solo el pequeño diario Junge Welt y un portal de Internet… 
Si lo que Kramer ha dicho es verdad, es un verdadero escándalo político y militar en Alemania…

-Pero para saber si es verdad, la prensa debe informar y los jueces llamar a declarar, hacer preguntas, ¿no?
-…pero no se hace. 
En Alemania se está tapando el asunto, lo quieren mantener como en una olla a presión y no hablar de ello. Me recuerda a 1990 cuando salieron a la luz muchas cosas en Italia. 
La prensa italiana y la de otros países estaba muy agitada, pero en Alemania no se quería hablar del tema. 
En Alemania hay mucha fidelidad a Estados Unidos. Se sabe que si se relaciona a los ejércitos secretos con el terrorismo y se aportan pruebas sería un escándalo internacional, porque es el Pentágono quien maneja el “stay behind”.

-¿Cree que Luxemburgo podría llevar a una revisión, en Alemania, del proceso sobre el atentado de la Fiesta de la Cerveza de Munich?

- Por lo menos se debería crear una comisión de investigación en el Bundestag para verificar la declaración de Kramer, pero no veo voluntad. 
Ha habido una pregunta parlamentaria y el diputado verde Ströbele se ha interesado por el juicio de Luxemburgo, pero no creo que se vuelva a abrir el caso de Munich.

-¿Qué se sabe sobre el financiamiento de “stay behind”?

-Sabemos que en Italia Gladio recibía dinero de la CIA y era entrenado por el MI-6. 
Tenemos pruebas de que, por ejemplo en Suiza, el ejército secreto P26 recibió dinero de los presupuestos de defensa que se declaraba ante el parlamento como destinado a inversiones en infraestructura. 
En Suiza todo los gastos del Estado deben estar en el presupuesto y este debe ser aprobado por el parlamento, así que si en el presupuesto ponían “para el ejército secreto”, habría suscitado debate…

-¿Es legítimo preguntarse si actualmente hay un ejército secreto de la OTAN?

-Es un hecho que siempre hubo guerra encubierta, es decir operaciones de unidades especiales y de los militares con el objetivo de confundir a la ciudadanía y de engañar al adversario. Esa forma de guerra encubierta siempre la hubo y la habrá. 
Los ejércitos secretos de la OTAN estaban dirigidos contra el comunismo, eran anticomunistas y no parece que eso sea hoy actual. 
Pero si consideráramos que los ejércitos secretos han cometido atentados terroristas para desacreditar a los comunistas, tenemos que preguntarnos hoy quien pone el escenario de los atentados islámicos para desacreditarlos y llevar a cabo después guerras por el petróleo y el gas en países islámicos. 
Ese trabajo de investigación se está haciendo, pero todavía no tiene respuestas.

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