Pablo Gonzalez

La OTAN destruyó nuestro país de forma planificada y despiadada


Durante los largos años de trabajo en Belgrado trabé amistad con la estupenda familia de Zoran Mladenovic.

Tiene una admirable esposa llamada Snezhana, una hija Iovana y un hijo Vuk.

Durante todo el tiempo que la OTAN bombardeaba a Serbia y Montenegro, Zoran ayudaba a los grupos de filmación de la televisión rusa.


Junto con los corresponsales y camarógrafos se encontraba en los puntos neurálgicos y veía todo lo que ocurría en esos días no solo en Belgrado, sino también a lo largo y ancho del país.

Él, al igual que millones de serbios, tuvo que vivir no pocos momentos trágicos y horrendos.

En mi diario quedaron sus recuerdos:

—Cuando el 24 de marzo de 1999 empezaron a bombardear nuestra capital, la primera bomba cayó cerca de una casa donde permanentemente practico deportes.

La gente salía del edificio corriendo y gritando: “La OTAN está bombardeando Belgrado”.

Pero no nos asustamos y seguíamos haciendo deporte.

La mayor cantidad de misiles y bombas fue lanzada sobre el barrio Strazhavica.

Allí se encontraban las unidades de nuestro Ejército.

Estaban apostadas debajo de la tierra y por eso la OTAN bombardeaba esa zona día y noche sin parar.

Pero, de todos modos, no consiguieron perforar los túneles.

En aquel tiempo mi esposa estaba embarazada y yo temía mucho por ella.

La llevé a la aldea, a casa de familiares.

Pero la aviación de la OTAN también bombardeaba esa zona.

Por eso me vi obligado a trasladar a Snezhana a Budapest.

No quería irse de Belgrado, pero, de todos modos, la convencí que se fuera.

Con ella también se fue mi hija de ocho años.

Regresé a Belgrado y comencé a trabajar con los reporteros de Rusia.

Eran periodistas de los canales de Primer Canal, NTV, RTR. Los llevaba por todo el país.

Más de una vez estuvimos en Kosovo, Montenegro, recorrimos toda Serbia.

De modo que con mis propios ojos he visto lo que los efectivos de la OTAN hicieron con mi país.

Una vez finalizados los bombardeos traje a mi esposa e hija a Serbia.

Y meses después dio a luz a mi hijo Vuk.

Hemos salvado nuestra salud y vida, pero perdimos el terreno.

Lo compré en su tiempo en el litoral montenegrino del Adriático.

Pero precisamente sobre esa zona, sobre el poblado Lustica, en Montenegro, lanzaban uranio empobrecido.

Ahora toda la tierra y el agua están contaminadas y eso es peligroso para la salud.

Además, la OTAN lo hizo varias veces y toda la zona está cubierta de ese polvo de uranio empobrecido.

Es tanto que alcanza para varias generaciones.

Nos asustamos por la salud de nuestros hijos y vendimos el terreno.

Sé que algunos de mis vecinos, que no lograron vender esa tierra contaminada, después de 1999 se enfermaron.

Un vecino mío serbio, refugiado de Croacia, tuvo problemas aún en 1995.

Él, igual que otros trescientos mil serbios, fue expulsado de Croacia y le quitaron todo.

Pues a pesar de todas las desgracias, su pequeño hijo se enfermó de leucemia en el año 2000.

Los médicos no pudieron salvarse la vida.

Otras personas padecieron por llevar a sus casas trozos de esos misiles.

Esos fragmentos contenían mucho uranio.

Después se enteraron de lo que se trataba, pero ya era tarde.

Se enfermaron y murieron.

También se enfermaron los militares que después desactivaron ese territorio.

Algunos de ellos ya no están vivos.

Cuando le pregunté por qué la aviación de la OTAN bombardeó de forma tan despiadada el litoral adriático de Montenegro y si había allí objetivos militares, que debían ser destruidos, la respuesta de Zoran fue muy simple, pero por eso no menos horrenda:

—Solo había un bosque, montañas, el mar y una playa muy limpia. Nada más.

Dos aviones A-2 simplemente lanzaron su cargamento – bombas de racimo en ese lugar.

Es incomprensible, quizás hayan decidido que seguir volando era peligroso, se libraron de los proyectiles y regresaron a sus portaaviones.

mj/mo


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