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La cruel realidad de la esclavitud doméstica en Francia


Tras la Revolución (1789) y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, Francia abolió la esclavitud el 4 de febrero de 1794 en la Convención Nacional. Napoleón la restableció el 20 de mayo de 1802. 
 
La abolición definitiva llegó el 27 de abril de 1848, pero aún existe.

Francia celebra este 10 de mayo la ‘Jornada nacional de la trata negrera, de la esclavitud y de su abolición’. En el marco de esta celebración, la periodista de RFI Anna Piekarec indagó sobre la esclavitud doméstica, fenómeno que afectaría entre tres y cinco mil personas en Francia.

La esclavitud doméstica en Francia comienza por lo general en el extranjero, explica Sylvie O’Dy, presidenta del Comité contra la esclavitud moderna (CCEM) y autora del libro “Esclavos en Francia”.
 
 “Un día, un amigo, un conocido o un intermediario va a una población donde viven jovencitas y promete a sus padres escolarizarla en Francia a cambio de una ayuda en la casa.
 
 En ocasiones, prometen incluso un salario a la familia”, anota O’Dy.

La realidad, sin embargo, es muy distinta. 
 
Por lo general, cuando llegan a Francia, casi siempre de manera ilegal, las chicas quedan literalmente bajo el poder de sus patrones, los cuales se convierten rápidamente en explotadores. 
 
No van al colegio y tampoco tienen vacaciones ni días de descanso.
 
 Las jornadas laborales varían entre 15 y 18 horas. 
 
En algunos casos, viven en condiciones indignas: comen los restos y duermen en el piso.

Detrás de esta relación de explotación, los aspectos psicológicos son muy importantes. 
 
El psicólogo Nagham Hriech Wahabi, director de la asociación Esclavitud tolerancia cero (ETZ), explica: “La relación de dominación se establece muy rápidamente. 
 
Los documentos de identidad de la joven son confiscados, se cortan los lazos con la familia o son estrictamente vigilados. 
 
Los empleadores se comportan como propietarios y utilizan todos los métodos para romper la voluntad de la persona, entre otros, violencias psicológicas y físicas.
 
 En ciertos casos se presentan inclusive agresiones sexuales y actos de tortura”.

La realidad del trabajo doméstico concierne en Francia a entre tres mil y cinco mil personas, según estimaciones del CCEM y ETZ.
 
 El 80% de las víctimas son mujeres, sobre todo adolescentes, originarias principalmente del norte y el occidente de África, Asia y Europa del Este, de acuerdo con las estadísticas del CCEM.

En cuanto a los explotadores, si bien un 20% son diplomáticos protegidos por la inmunidad, el resto es gente común y corriente, ricos y pobres. 
 
Las asociaciones han registrado casos en lujosas residenciales individuales en París así como en zonas de escasos recursos de las afueras de la capital.
 
 Según la asociación ETZ, los casos de pobres que explotan gente aún más pobre son cada vez más frecuentes.

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