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El Tatcherismo fue una catástrofe nacional que todavía nos envenena


En la guerra liderada por los gobiernos de Margaret Thatcher (guerra contra la izquierda, contra los sindicatos, contra el consenso de la posguerra), su facción alcanzó una victoria aplastante, devastadora, humillante.

En los próximos días algunas gentes de la derecha tratarán de ahogar las críticas a su legado arguyendo que se trata de críticas irrespetuosas, rencorosas o macabras. 
 
Absurdo, por supuesto: 
 
Thatcher era una política (la más polémica de la historia británica moderna) y, naturalmente, es necesario debatir lo que ella representaba
 
Ellos aprovecharán la ocasión de su muerte para remachar el thatcherismo en la psique nacional: dirán que salvó a Gran Bretaña de la ruina, que restituyó el “Gran” al nombre de la Gran Bretaña, y así sucesivamente. 
 
Los que crecieron en la Gran Bretaña de Thatcher serán tratados con condescendencia: usted todavía gateaba cuando ella estaba en la cima de su poder. 
 
Por eso es crucial separar el thatcherismo de la mujer que lo lideró.

El thatcherismo fue una catástrofe nacional y seguimos estando atrapados en sus consecuencias. Como dijo el ex Canciller Geoffrey Howe:
 
 "Su verdadero triunfo fue haber transformado no sólo un partido, sino dos, de modo que cuando el partido laborista finalmente regresó [al poder], el cuerpo central del thatcherismo fue aceptado como algo irreversible".

Estamos en mitad del tercer gran colapso económico desde la Segunda Guerra Mundial: los tres han ocurrido desde que el thatcherismo lanzó su gran cruzada. 
 
La crisis actual hunde sus raíces en el experimento thatcherista del mercado libre, que aniquiló una gran parte de la base industrial del país para favorecer a un sector financiero desregulado.

Un envenenado "debate" sobre la Seguridad Social sacude hoy la Gran Bretaña de Cameron. 
 
El debate se centra en la idea de que existe un gran número de personas estancadas a causa de los subsidios. 
 
Es cierto que el año pasado había más gente languideciendo en el desempleo de larga duración que la que había hace 40 años en todas las modalidades de desempleo juntas. 
 
En gran medida eso es consecuencia de lo que hizo Thatcher: eliminar de las comunidades millones de puestos de trabajo industriales cualificados y seguros. 
 
Grandes extensiones de Gran Bretaña –aldeas mineras, urbes siderúrgicas, etc.- resultaron devastadas y nunca se recuperaron. 
 
Incluso cuando Gran Bretaña supuestamente crecía, las antiguas zonas industriales presentaban elevados niveles de lo que de una forma más bien clínica se describe como "inactividad económica".

En estos momentos cinco millones de personas languidecen en las listas de espera para acceder a una vivienda social mientras que miles de millones de libras de subsidios para vivienda se van directamente a los bolsillos de propietarios privados que cobran rentas usureras. 
 
La escasez de vivienda está enfrentando a unas comunidades con otras al tiempo que se convierte en chivos expiatorios a los inmigrantes o a cualquier otro colectivo de personas consideradas como menos merecedoras.
 
 Sin embargo, el verdadero culpable de todo esto es la política thatcherista del “derecho a comprar” y el no haber repuesto el stock que se vendió.

Los campeones del thatcherismo saludan la defenestración de los sindicatos, que resultaron desmembrados por las leyes antisindicales, el desempleo masivo y las aplastantes derrotas de sus huelgas, sobre todo a partir de la derrota de los emblemáticos mineros. 
 
Eso no sólo ha dejado a los trabajadores a merced de sus jefes sino que los ha hecho más pobres. 
 
Cuatro años antes del comienzo de la crisis los ingresos de la mitad inferior de la población estaban estancados, mientras que para el tercio situado más abajo comenzaron a disminuir mientras que las empresas obtenían ganancias récord. 
 
Sin sindicatos para defender sus intereses el nivel de vida de los trabajadores ha sido exprimido durante mucho tiempo, forzando a muchos a recurrir al crédito barato.

Podríamos seguir. Gran Bretaña era uno de los países más igualitarios de Europa occidental antes del proyecto thatcherita y ahora es una de los más desiguales. 
 
El thatcherismo no solamente goza de una espléndida salud, sino que irriga el sistema sanguíneo de la vida política británica. 
 
Al privatizar la Seguridad Social y al desmantelar el Estado de Bienestar el actual gobierno está llegando allí donde el thatcherismo nunca osó adentrarse.

El desafío al que nos enfrentamos es el mismo de ayer: derribar todo el edificio del thatcherismo, curar a Gran Bretaña de los daños causados y construir un país gobernado con arreglo a los intereses de los trabajadores.
 
 Es una lucha en la que debemos combatir todos. 
 

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