Pablo Gonzalez

“El 95% del dinero dado a Haití por EE UU ha regresado a este país”

 El activista François Kawas revela que, pasados tres años del terremoto, los fondos donados no han revertido en Haití, sino que han vuelto a los países donantes.

El pasado 12 de enero se cumplió el tercer aniversario del terremoto que asoló Haití. Más de 300.000 muertes, miles de personas heridas y más de millón y medio de desplazados, en un país de casi diez millones de habitantes. Pero ¿cómo se encuentra la población haitiana? 
 
¿Qué hay de todas aquellas donaciones de los países enriquecidos? Hablamos con François Kawas, escritor y teólogo haitiano, un referente dentro del tejido asociativo de este país y líder comunitario reconocido por su carisma y por su lucha por los derechos humanos. En la actualidad es director del Observato­rio de Políticas Públicas y de la Coopera­ción Internacional de Haití.

¿El papel de los medios fue crucial después del terremoto y también muy criticado por su tratamiento sensacionalista tras la tragedia. Sobre Haití se ha dicho de todo ¿Qué cree que ha faltado?

Es verdad que el terremoto de 2010 puso a Haití en la mira Internacional. Eso es algo positivo porque se dio a conocer al país y también sus necesidades. 
 
Sin embargo, el punto negativo es cómo se presenta Haití; siempre desde un ángulo de miseria, de “pobrecitos”. Se nos pintó como a un país incapaz de salir adelante y Haití es mucho más que eso. Somos un pueblo valiente, con una historia importante porque somos la primera nación negra del mundo que tomó su independencia, que se sacudió el yugo de la esclavitud. 
 
Somos un pueblo muy religioso, que encuentra en su fe muchos recursos de resiliencia. Somos un pueblo que tiene mucha capacidad de lucha, la gente cree en el fututo a pesar de todo. En definitiva, Haití tiene los recursos necesarios para salir adelante, una sociedad que poco a poco se va organizando, y unos paisajes maravillosos.

¿Por darle un sentido pedagógico y positivo al terremoto ¿Qué lectura y qué aprendizaje hace la población haitiana tres años después del terremoto?

La población está un poco desilusionada. Después del terremoto se experimentó una compasión muy fuerte, en muchos de los países del mundo hubo gestos de solidaridad como nunca antes. 
 
Yo personalmente pensé que con toda esa ayuda, el país iba a lanzarse en la vía del desarrollo económico y social, que ese apoyo iba a ser un factor importante, pero después de tres años no tenemos esta misma esperanza.

También el pueblo está desilusionado porque se ve que la Ayuda Internacional Oficial no llega al pueblo. El dinero de muchos de los grandes países donantes, como EE UU o la UE, no se queda en Haití. 
 
En el caso de EE UU, que ha dado alrededor de un billón trescientos mil dólares, y según los estudios que hemos realizado desde el Observatorio de Políticas Públicas y de la Cooperación Internacional de Haití, el 95% del dinero donado por la Cooperación estadounidense ha regresado a EE UU.
 
 Esto ocurre porque ese dinero se ha quedado en las organizaciones y no ha llegado al gobierno haitiano para que lo gestione y con ello fortalecer las estructuras del Estado y la Administración Pública. No, se ha quedado en ONG propias de los países donantes, ni tan siquiera en las ONGS haitianas. 
 
Eso en cuanto a la Cooperación Internacional, porque la Ayuda Humanitaria es otra cosa, ha sido importante porque ¿qué hubiera sido de Haití después del terremoto cuando todo estaba quebrado y no había ni medicamentos, ni agua ni alimentos?

¿Toda una crítica a la Cooperación Internacional ¿no le parece?

Sí, la Cooperación Internacional Pública responde a mecanismos viciados que no ayudan realmente a desarrollar un país, en este caso, a Haití. Para hacer una crítica así hay que conocer los mecanismos clásicos de la Cooperación; a veces esta Cooperación contempla más los intereses políticos y económicos de los donantes que las necesidades reales de las poblaciones locales.
 
 Se observa en los contratos, en la cuantía de los salarios…en este sentido creo más en la Cooperación privada porque apoyan más a la comunidad a través de ONG locales haitianas.

¿Cuáles son los retos en la reconstrucción a largo plazo o “estructural”? ¿Qué puede aportar la Comunidad Internacional?
La Comunidad Internacional tendría que ayudar más al Estado haitiano, reforzar más las instituciones públicas para que asuman sus funciones dentro de su sociedad y sirva a ésta. Un estado no puede estar siempre a la orden de otros estados. 
 
No se trata de aislarse, sino de abrirse, pero eso no quita para la soberanía del Estado.
 
 También es necesario tener un plan de reconstrucción que proporcione un marco jurídico institucional a la acción de las ONGS y de las organizaciones internacionales que necesitan tener un marco de trabajo. Si no, cada quien trabaja por su parte, no hay concertación ni coordinación del trabajo y eso no ayuda a la reconstrucción a largo plazo de Haití.

¿Le preocupa como pueda afectar a Haití la crisis que estamos viviendo y los sucesivos recortes a la Cooperación al Desarrollo?

La crisis financiera de los países occidentales ha tenido impactos muy negativos en nuestros países, no sólo en Haití. Muchos organismos tienen muchos menos recursos económicos y eso, obviamente, repercute en los actores directamente que trabajan en Haití. 
 
Pero no sólo afecta desde la Cooperación, la crisis también trae desempleo y eso es un problema para la diáspora haitiana que se encuentra trabajando fuera de su país. Sabemos que las remesas son importantes para cualquier población de allá. Ojalá que los gobiernos de aquí, con los recursos intelectuales y financieros que tienen, ayuden a superar la crisis y ayuden a su población y también a las empresas a quedarse.
 
 Porque si no es así, se corre el riesgo de deslocalizarse para conseguir mano de obra barata.

Hablando de deslocalización y mano de obra barata… tengo entendido que el sector maquilero está proliferando en Haití. ¿Cómo vive este fenómeno? ¿Qué peligros entraña?

Es verdad que se está instaurando. El problema de la Cooperación es igual al de las Organizaciones financieras internacionales, el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, tienen su visión propia del desarrollo y unas determinadas prioridades que no son las poblaciones locales.

Los préstamos que dan van a intentar favorecer a las grandes empresas internacionales, y ahora en el caso de Haití, la prioridad está en las maquiladoras y las empresas de ensamblaje, no en la producción agrícola, que además es la base de Haití. Porque la necesidad de estas grandes empresas es dejar los países ricos para ir a estos países, no pagar impuestos y obtener mano de obra barata. 
 
Esto explica que ahora en Haití se haya abierto una zona industrial grande, que haya mucha propaganda política, que la UE y Clinton, entre otros, hayan estado en la inauguración del parque. Pero, ¿y el salario? ¿Y las tierras que están destinando a ese uso en vez de a otros? ¿Y las condiciones de la gente que trabaja? Genera más miseria, no es un factor de desarrollo para el país.

¿Crees que es posible romper el binomio que forman Haití y EE UU? ¿Hasta cuándo esa relación?

Lo que dicen de México y EE UU vale para Haití con EE UU. Hay un refrán que dice: “Oh, México, tan cerca de EE UU y tan lejos de Dios”. En el caso de Haití sería: “Oh, Haití, tan cerca de EE UU y tan, tan lejos de Dios”.
 
 Yo no puedo entender que un país que tiene tantos recursos, tanto poder económico y político y militar, pueda someter a una población tan chiquita cerca de Miami. 
 
Está claro que no hay una voluntad política de querer ayudar a la población, de hecho, tienen todas las cartas políticas para intervenir, y es más, intervienen cuando les da la gana con los militares y para sacar a un gobierno que no les gusta o para imponer a Haití la importación de arroz de Florida por cuotas matando así la producción agrícola.

Ahora el país importa los alimentos a EE UU porque no puede producir, porque ni tan siquiera existe una política económica que favorezca la producción nacional, y eso es una consecuencia directa de las políticas de EE UU para con Haití, si, así es. 
 
Por eso yo tengo muchos problemas con lo que hace EE UU para con Haití (no con el pueblo americano, que es muy generoso y de buena voluntad).

¿Quizás con el nuevo presidente, Michel Martelly, puedan cambiar las cosas?

Soy muy optimista de naturaleza, pero en este caso concreto, no lo soy nada. (Se ríe). Yo también soy músico, toco la guitarra y me gusta mucho la música, pero también soy sociólogo político y me doy cuenta de la complejidad de lo político y de las cuestiones administrativas. 
 
Yo no me puedo improvisar jefe de Estado una mañana porque puedo no tener la preparación, la experiencia y los conocimientos adecuados para hacer eso.

¿Y la voluntad de cambio?

Tampoco la tiene. A pesar de todo, uno puede no tener nada de eso, pero estar abierto a escuchar, con un buen equipo y dejarse aconsejar…Pero tampoco es el caso porque su equipo no son gente de cambio, son más cercanos a la Dictadura Duvalierista. Podría tener honestidad, pero ahí también tengo dudas, conocemos su historia. 
 
No quiero decir todo aquí, pero…A pesar de tener un discurso de cambio, de querer la educación para todo el mundo, decir que Haití está abierta a los negocios, una frase muy importante y repetida, no creo que vaya a haber un cambio real a partir de este gobierno.

Se va a seguir posicionando al lado de la oligarquía, al fin y al cabo, ellos han financiado la campaña electoral. 
 
Y de paso decir que la oligarquía está muy vinculada al proceso de reconstrucción de Haití en cuanto a impedirlo, porque el gobierno no puede reconstruir, no tiene tierras, la mayoría de las tierras que están en la zona metropolitana y en la llanura del mar hasta República Dominicana pertenecen a las grandes familias con más capital. Son estas familias las que no quieren deshacerse de sus tierras para la reconstrucción, y como sabemos, la adquisición de tierra es uno de los principales problemas de Haití.


¿Cómo se puede lograr entonces una reconstrucción real de Haití?

Bueno, por suerte, en todas las sociedades hay recursos humanos, espirituales y culturales para salir adelante. 
 
Hay también lo que llamo la utopía, que está dentro de cada cual, que hace que espere que mañana vaya a ser mejor, eso que hace que nos movamos y que estemos siempre en búsqueda de la felicidad. En todos los hombres y mujeres, en todas las sociedades. Y en Haití en especial porque es una cultura muy religiosa y espiritual.

Los medios de comunicación, la lucha de la libertad de expresión y la prensa libre tienen que jugar un papel importante. La libertad de organización también es importante, ya hay muchas organizaciones, a veces débiles, pero es importante que existan y que trabajen en redes y en comunidad para hacer incidencia política sobre el Estado, sobre el Gobierno.
 
 La diáspora haitiana también tendrá mucho que decir pues aporta bastante económicamente, más de 1 billón de dólares cada año, que va a la población local. La Cooperación Internacional, pero privada, junto con las ONGS locales tendrán que luchar por el contrario la mentalidad de asistencia que piensa que el extranjero va a solucionar siempre sus problemas.

La gente joven también tiene un papel importante, porque son el futuro, y el pueblo tiene que ser el actor histórico de su cambio. Una de las fuerzas de la educación es ayudar precisamente a eso, educar para ser una sociedad libre y autónoma que no dependa de los demás. 
 
Que por otra parte, es el objetivo de toda educación. A más educación, más capacidad de decisión, más confianza y respecto social, en definitiva, más libertad para poder influir. Que la educación sirva para construir nuestro país.

Es una de las piedras clave, pero como ha dicho en alguna ocasión no todo lo religioso vale…

Si, es cierto. Ahora mismo estamos en un momento complicado en este punto, hay una corriente espiritual, en parte de la Iglesia católica y en las sectas evangélicas que vienen de EE UU, que tienen una espiritualidad que no ayuda a la gente a involucrarse en la lucha social, tienen una visión más mágico-religiosa de la realidad y del mundo. 
 
 Así ocurrió en el terremoto, la explicación al fenómeno se redujo a que somos malos y que hemos pecado. Yo creo en una corriente que haga que cada cual se asuma como persona, que se anime a ser agente activo de su propio cambio social y político.
 
 La religión es una cuchara que tiene dos vertientes, una buena y una mala, y en muchos casos, en Haití, hay esta tendencia mala.


¿Por qué desde Occidente se ha satanizado siempre el vudú con una imagen que no es real de magia oscura, misteriosa y malvada?

Tengo un libro que justamente habla de eso, “Vudú y catolicismo en Haití en el siglo XXI”. Bueno, yo pienso que el vudú es una religión como elemento de una cultura, muy importante para la población haitiana pues es el lugar donde se dan las respuestas a las cuestiones fundamentales. 
 
El vudú representa un factor muy importante, es el modo en que la mayoría de la población haitiana da una respuesta a sus cuestiones humanas fundamentales y esenciales, es el lugar donde se construyen las identidades. 
 
Cada religión tiene sus lados negativos, el vudú no puede ser descrito solo desde su lado negativo, con el catolicismo no se hace, y eso que incluso la religión católica tiene, en ocasiones, magia.

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