Somos un país violento, esa es nuestra historia y nuestro presente.
Están internalizados en cada uno de nosotros.
Matamos por plata, por poder, for influencia y por atención.
Digo "nosotros" porque yo pago impuestos y mi plata paga guerras en el extranjero, así como el encarcelamiento masivo en casa.
Es hora de dejar de hacerse el sorprendido cuando los estadounidenses matan niños en nuestra propia tierra, también lo hacemos todos los días en el extranjero en nombre del "antiterrorismo", la "ayuda al desarrollo" y la "democracia".
En todos los continentes.
Los que más a menudo son objeto de los ataques son los niños indígenas, simplemente porque su mera existencia pone en cuestión el reino de la superioridad estadounidense.
Hasta que nuestra cultura aprenda el valor de la vida humana por encima del dólar y el poder, esa será nuestra realidad.
Es verdad que un país construido sobre la base de la deshumanización, lo más probable es que perpetúe los ciclos de violencia.
Sin embargo, hay esperanza ¡porque la cultura no está tallada en piedra!
Estamos sometidos a ella, pero también le damos forma.
Prohibir las armas no es dar forma a la cultura, es solo una ley.
El darle forma a la cultura comienza con cómo educamos a nuestra juventud en la manera de darle valor a la comunidad y a nuestro lugar en la Madre Naturaleza.
Y también tenemos que hablar honestamente acerca de nuestra historia.
¡Familia, no perdamos la esperanza!
Eduquémonos sobre la cuestión de la violencia.
¿Sabían que Obama ha aprobado una ley que faculta al Ejército a definir cualquier barrio como "zona terrorista" en la que hay via libre para matar a todos los hombres jóvenes o adolescentes?
Hasta en nuestra propia casa criminalizamos a nuestra juventud antes que aprenda a leer y a escribir, destinándola a un futuro en la prisión o siete cuartas bajo tierra.
¿Creen que todas las formas de vida valen lo mismo?
¿Creen que las cosas no valen nada si no son mercancías?
¿Creen que los niños a cuyos padres no les gusta la política violenta de los EE.UU. merecen morir?
Cambiemos lo que le enseñamos a nuestras futuras generaciones para que no tengamos que despertarnos cada mañana metidos en múltiples guerras.
Lo que hace falta es sólo un deseo de cambiar la manera como nos tratamos los unos a los otros y de cómo nos vemos a nosotros mismos.
La vida es demasiado bella para seguir robándoles el futuro a nuestros niños. Paz.
(Traducción: Radio La Primerísima, Nicaragua)