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¿Es EEUU un imperio en decadencia? La BBC se lo pregunta


MARK URBAN / BBC – La pregunta sobre el poder global estadounidense genera todo tipo de opiniones.

El argumento actual sobre el papel de Estados Unidos en el mundo es extraño.

Mitt Romney, el candidato republicano a la presidencia, dice que su país ha abandonado el liderazgo global y está quedándose relegado, pero no cree realmente que el país esté en un declive a largo plazo.

Por el contrario, el presidente Barack Obama, insiste que su país “está de regreso”, pero parece tener dudas en privado sobre ello.

Estos dos hombres se han visto forzados, al menos en parte, a tomar estas posiciones por el debate presidencial.

El argumento de Romney es en esencia que Obama es un indeciso que ha otorgado poder innecesariamente a países como Rusia, China e Irán, y que está en peligro de enviar al país irremediablemente cuesta abajo.

El equipo del candidato republicano tiene que creer que su líder puede revertir esta tendencia, mientras Obama tiene que insistir en que no ha habido pérdida de poder o influencia.

Más allá de las contorsiones políticas que se esperan de ambos candidatos, lo cierto es que el debate se alimenta de actitudes políticas subyacentes.

Las encuestas sugieren que cuando se les pregunta si su país está “en declive”, entre el 60% y el 70% de los estadounidenses dice que sí.

En los últimos años, cientos de miles de libros han sido vendidos en Estados Unidos con un mensaje similar, lo que llevó a un crítico a comentar que “el declive tiene la misma fascinación para los historiadores que el amor para los poetas líricos”.
Balance militar

Las condiciones de este debate deben redefinirse. Por ejemplo, ¿se refiere el tema a la pérdida absoluta de poder por parte de Estados Unidos o a un incremento relativo en la proporción de la torta mundial que consumen otros?

En esencia, este argumento debate si China se ha convertido en el país más dinámico y exitoso y si superará a Estados Unidos.

De acuerdo con algunas estadísticas, el debate puede resolverse rápidamente: China se lleva la victoria en cuanto a la población y Estados Unidos alza el trofeo cuando se trata del número de portaaviones.

Casi todo el mundo está de acuerdo en que los estadounidenses todavía son preponderantes a nivel militar, aunque algunos expertos han mostrado su preocupación por las consecuencias a largo plazo del aumento en el presupuesto de defensa de China mientras cae el presupuesto del Pentágono.

Sin embargo, es claro que tras las altamente costosas guerras en Irak y Afganistán, la Casa Blanca está convencida de no utilizar los instrumentos militares.

De hecho, el presidente Obama ha reenfocado la atención y los recursos de su país a la economía, y argumentó en junio que “hemos gastado un billón de dólares en la guerra… ahora debemos invertir en el recurso más grande de Estados Unidos, nuestra gente…es hora de enfocarnos en construir la nación acá, en casa”.

Esto ha condicionado la actitud de Obama en relación con eventos en Siria y -algunos lo susurran en la Casa Blanca- también evolucionó hasta convencerlo totalmente de no ir a una guerra con Irán.
Introspección nacional

Pero entonces, si el país decide no utilizar el aspecto militar, ¿cuáles instrumentos de influencia le quedan?

Estados Unidos sigue siendo un poder creativo, desde Hollywood hasta Apple. Los estadounidenses todavía siguen confiados en su habilidad para innovar y conseguir una salida a la recesión, incluso a pesar de haber sido sacudidos por el fenómeno conocido como “recuperación sin empleo”.

Quienes rechazan la propuesta de que Estados Unidos está en declive, como el historiador Robert Kagan, creen que la situación actual se parece a otros periodos de introspección nacional.

En las décadas de 1920 o 1970, por ejemplo, una combinación de dificultades económicas y costosas guerras extranjeras produjo aislamiento o una confianza nacional vacilante.

“Si usted está buscando un superpoder neurótico, entonces Estados Unidos es el que busca”, me dijo Kagan.

Los argumentos de Kagan sobre la naturaleza cíclica de la actual situación y sobre el hecho de que no se trata de un declive para Estados Unidos han sido citados por ambos candidatos a la presidencia.

El analista también señaló que la proporción relativa de la economía global con que cuentan China, India o Brasil se ha incrementado de manera muy lenta.

Sin embargo, sí hay algunos elementos de la situación actual que son nuevos. Nadie está seguro de cómo puede afectar a largo plazo la deuda nacional, que está en US$6 billones y creciendo.

Los expertos más optimistas señalan que sólo un sexto está en manos de los gobiernos extranjeros, y los más alarmistas aseguran que el gasto del gobierno de Estados Unidos ahora depende en pedir dinero prestado de China.
La apuesta china

En los corredores del poder en Washington, la élite de la política exterior está nerviosa por la posibilidad de un atasco presupuestario continuo, en particular si Obama resulta reelegido -como muchos consideran probable- pero debe negociar con una Cámara de Representantes controlada por el Partido Republicano.Cuando hablé la semana pasada con Strobe Talbot, el director del centro de pensamiento Brookings Institution, me advirtió que “nuestras políticas disfuncionales en Washington no pueden ayudar”.

Mientras muchos aseguran que no se debe temer la posibilidad de que China participe en un rescate a Estados Unidos, porque incrementaría la participación de ese país en la recuperación estadounidense, también es claro que el público en ambos países se siente incómodo con esta interdependencia.

La campaña de Romney ha estado respondiendo a estos temores, al insistir en que una de sus primeras decisiones al asumir el cargo sería declarar culpable a China de prácticas comerciales injustas.

Los países ya están tan conectados que esa posibilidad incomoda a muchos.

Richard Armitage, el subsecretario de Estado bajo la presidencia de George W. Bush, dijo que “tener de entrada una mala relación con China no es una manera esperanzadora de tratar de proteger nuestros intereses”.

Armitage también calificó de “incomprensible” la descripción de Romney -el candidato de su propio partido- sobre Rusia, país que considera la principal amenaza para la seguridad estadounidense.

Mientras Romney ha generado controversia recientemente por sus errores, es justo decir que cuando se refiere a China, Obama ha estado enfocando o ajustando sus políticas sobre relaciones comerciales con ese país para acercarlas a las que defienden sus críticos.

Esta semana sugirió que puede introducir nuevos aranceles a las importaciones automotrices de China y ya ha subido silenciosamente los impuestos a otros productos manufacturados.
Comparaciones con Reino Unido

Todos los historiadores involucrados en el debate sobre el declive están de acuerdo en que la época del Imperio Estadounidense no puede seguir por siempre. Después de todo, los grandes poderes surgen y caen.

Un “momento Suez” para Estados Unidos, en el que un rival imperial da la pauta, todavía parece distante.

Muchos intentan establecer dónde creen que Estados Unidos se encuentra ahora en términos del pasado imperial británico.

Los más pesimistas tienden a ver analogías con la primera parte del siglo XX, después de la guerra de los Boer y antes del cataclismo de 1914.

Es claro que hay similitudes entre el debate británico sobre el declive durante ese periodo y la actual introspección estadounidense.

Incluso si uno acepta esa visión, fue sólo hasta la década de 1940 y la Segunda Guerra Mundial que Estados Unidos pudo eclipsar a Reino Unido como el poder militar más grande del mundo.

Los optimistas se refieren incluso a épocas anteriores. Cuando le pregunté a Kagan dónde ubicaría a Estados Unidos en términos británicos, respondió con un brillo en el ojo “oh, alrededor de 1840″, antes de aceptar que China puede sobrepasar a Estados Unidos durante la vida de alguien que sea hoy un niño pequeño.

Kagan se mostró preocupado por el fracaso para controlar el déficit presupuestario y la posible aceleración de este proceso. Dice que si los billones continúan subiendo, simplemente atender la deuda desplazará tipos más productivos de gasto, lo que crearía un espiral nacional descendente.

Tal vez el momento del declive británico que los políticos estadounidenses deberían estar mirando es 1956. Durante la crisis causada por la invasión anglo-francesa de Egipto, Estados Unidos detuvo el choque al amenazar con cerrarle el grifo a la economía británica.

Esto marcó el final de la habilidad británica de actuar como un poder global independiente, y fue la deuda del país con Estados Unidos la causante.

Nadie cree que China pueda crear un “momento Suez” próximamente. Y, por supuesto, es esa impresión de que la hora de la verdad entre los dos rivales imperiales está en algún punto del futuro la que les permite a los candidatos a la presidencia evitar una discusión demasiado explícita del declive estadounidense.

Pero el impulso de evitar debates explícitos sobre el manejo de un imperio cuesta abajo puede simplemente estar acercando ese día temido.

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