VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

VATICANO: El más siniestro puntal imperialista

EEUU manipula comunidad indígena para derrocar gobiernos


DAVID URRA / CONTRAINJERENCIA – Dentro del Plan de Guerra Psicológico-Informativa que desarrollan los norteamericanos en América Latina para someter a Gobiernos progresistas, esta el empleo de los indígenas para erosionar la credibilidad de dichos procesos. 
 
Al igual que en el Medio Oriente, donde las pugnas entre religiones y vertientes de estas son avivadas y enfrentadas aprovechándose de la fe, en A.L, donde no existen estas contradicciones religiosas, los especialistas en Guerra Psicológica de Fort Bragg han ideado la variante de emplear a los movimientos indígenas como punta de lanza para desestabilizar a los gobiernos “incomodos”.

De todos es conocido como EE.UU ha tratado de penetrar durante años las comunidades indígenas en América.
 
 Desde los Cuerpo de Paz, que tanto daño hicieron en la región, hasta las actuales ONG, que pululan por cada rincón del continente con los bolsillos llenos de Dólares USA y un programa bien definido que nada tiene que ver con lo que declaran, las entidades norteamericanas utilizan todos los recursos disponibles para utilizar en interés propio a la población autóctona de nuestro continente.

Se a hecho habitual en los personeros norteamericanos, llámense ONG, militares, políticos o el Presidente del país, encubrir sus intenciones en declaraciones manipuladas que en nada tienen que ver con los verdaderos objetivos. 
 
Es como si la simulación, tergiversación y la falsedad se hayan convertido en parte de sus personalidades. Lo hacen con tanta naturalidad y frecuencia, que lo han elevado a la categoría de arte.

De ahí que el verdadero trabajo de penetración de las comunidades indígenas no tenga nada de ingenuo y mucho menos de provechoso para su cultura.
 
 Desde el intento por esquilmar sus conocimientos ancestrales sobre la naturaleza, hasta el robo de su ADN, por no estar prácticamente contaminados con la modernidad, las organizaciones norteamericanos han hecho de todo en estas comunidades, pasando inclusive por experimentos que podrían catalogarse de ilegales y violadores de los mas elementales derechos de los pobladores autóctonos de este continente.

Ahora esta “penetración”, que se a desarrollado durante muchos años, tiene una nueva modalidad, la de manipularlos contra los gobiernos que desagradan a Washington, empleando para ello el conocimiento que han acumulado de sus costumbres, carencias y modos de actuación.

Si bien el robarles sus recursos y experimentar sin su conocimiento con su humanidad, es deleznable, manipularlos políticamente utilizando su psiquis, representa un acto repudiable y punible que debería ser castigado por las leyes nacionales.

Los casos de Bolivia, Perú, Ecuador y Venezuela son quizás los más representativos de esta política.

En todos los casos están presentes elementos que son comunes y que sirven para lograr sus objetivos.

Así tenemos que, aprovechándose de las ancestrales necesidades acumuladas y el estado de desamparo que han sufrido durante cientos de años los indígenas en América, se trate ahora de manipular estas comunidades incitándolos a “exigir” de forma expedita y desproporcionada sus derechos arrebatados por los desgobiernos anteriores. 
 
No estamos aquí ante un acto de justicia histórica, sino ante una evidente manipulación que tiene como objetivo, primero, enfrentar a los indígenas contra el Gobierno que los apoya y por otro lado desestabilizar el país para hacerlo ingobernable.

Otro método empleado con cierta frecuencia es el de hiperbolizar sus reclamaciones, haciéndolas irrealizables en las condiciones dadas, lo que genera un descontento manifiesto y un estado de desasosiego ante los gobernantes que deberían representarlos.

Esto permite generar un estado propicio, para en el momento oportuno, capitalizar la situación e iniciar el accionar por caminos más violentos.

Claro que no podía faltar el viejo método de comprar voluntades, empleando sus cuantiosos recursos financieros para corromper, fundamentalmente a los dirigentes, que podrían utilizar a la comunidad en función de sus intereses.

Es común que estas acciones se “disfracen” de actos razonables y reivindicativos, para darle un carácter justiciero. En muchas ocasiones los que dirigen, habiendo sido atraídos por la fuerza del omnipresente “Dólar”, rechazan la negociación o se presentan a ella desde posiciones de fuerza.

Para aderezar la situación, siempre se trata de provocar algún hecho violento que sirva de bandera a los provocadores para mostrarlo como símbolo de la falta de voluntad del Gobierno con las comunidades indígenas.

Así tenemos en el caso de Bolivia, como en múltiples ocasiones se han empleado las comunidades indígenas para solicitar reivindicaciones con el objetivo de desestabilizar al Gobierno de Evo Morales. 
 
Ha sido evidente el papel jugado por algunos dirigentes de estas comunidades que se han prestado para el juego, así como la presencia de ONGs que estimulan el enfrentamiento, bajo el camuflaje de defender los derechos de los nativos.

¿Dónde se encontraban estos defensores de la justicia y los derechos de los indígenas durante estos 500 años de ignominia y exclusión?
 
 ¿Por qué no actuaron de la misma manera cuando en el continente pululaban los gobiernos abyectos a Washington que ignoraban por completo la existencia de estas comunidades?

El caso de la famosa carretera que traerá indiscutiblemente un beneficio manifiesto a las olvidadas comunidades aborígenes de la región boliviana, es quizás un ejemplo de esta situación. Nadie en su sano juicio puede entender que a estos nos le interese mejorar sus condiciones de vida y tener acceso a recursos que son indispensables para la vida moderna. 
 
El pretexto del cuidado al medio ambiente y a su espacio vital es tan inconsistente como sospechoso.

Recientemente escuchamos perplejos a un Diputado representante de las comunidades oriundas del país, cuando expresaba – que el acto de consultar al pueblo sobre la viabilidad o no del proyecto era ilegal, solo porque se hacia después de estar este aprobado.

O sea, para este diputado – por cierto anteriormente ningún indígena tenia acceso a estos cargos – la consulta no tiene carácter legal por un problema de cronología. ¿Podría haber mayor orfandad de ideas?

La carretera no solo no afectará el medio ambiente, sino que inclusive con su empleo racional permitirá mejorarlo. O es que acaso darle acceso a una comunicación más rápida y efectiva, con la consabida posibilidad de desarrollar mas rápidamente otras esferas de la vida, no es un acto de mejora del medio en que vivimos.

Resulta que, estas ONG, financiadas y organizadas por el país que es el mayor depredador de la biodiversidad del mundo, se erigen ahora como “propiciadoras” del bienestar y los intereses de la “Pacha Mama”.

Las constantes marchas y protestas de algunas comunidades indígenas bolivianas, para lo único que sirven es para desestabilizar al primer gobierno indígena que ha tenido este país en más de 500 años. ¿A quien sirve esto?

En el caso Ecuatoriano, han sido diversos los incidentes producidos por algunas comunidades indígenas que han presentado exigencias imposibles de realizar. En algunos casos esto se ha reflejado incluso, en el apoyo que estas han dado a procesos tan importantes como la fundación de una constitución que represente los intereses de todos los ecuatorianos.

Sus actitudes obstaculizadoras han generado más de un dolor de cabeza para el ejecutivo que ha tenido que emplear recursos y tiempo, necesarios en otras tareas importantes, para lograr un consenso que permita poner en marcha el proceso. 
 
Algunos de estos proyectos, descansan empantanados todavía en los archivos del legislativo nacional, ralentizando el proceso de cambios que el Presidente Correa necesita implementar para hacer realidad su proyecto ciudadano.

En Perú el Presidente Humala está bajo fuego cruzado y su incapacidad para estructurar un gobierno verdaderamente popular ha hecho de su mandato algo impreciso y baldío. No se puede gobernar con tantos compromisos, ni hacer un gobierno para el pueblo con una estructura oligárquica.

Los hechos de Cajamarca, demuestran como se pueden manipular las comunidades y utilizarlas con fines espurios.

Primero el Presidente, presionado por sus compromisos, se ve obligado a aprobar un proyecto transnacional que no favorece al país. Después se incita a la comunidad a rechazarlo, inclusive de forma violenta, para posteriormente lanzar a las fuerzas represivas contra los pobladores y generar un hecho violento y repudiable para culpar al gobierno de ello. Esto se llama desestabilización.

Claro que los males no vienen solos. Paralelamente se producen huelgas y protestas que hacen del acto de gobierno algo totalmente caótico, que en algún momento generara una reacción “necesaria” de las fuerzas cívicas del país para acabar con el caos. 
 
¿Será Humala el próximo Presidente derrocado por el congreso u otra entidad gubernamental, para garantizar la “democracia” y la “tranquilidad” ciudadana en Perú?

Ahora aparecen en Venezuela indicios de utilización de las comunidades indígenas para desestabilizar al Gobierno bolivariano. 
 
Resulta que en este preciso momento, en que esta en marcha un gigantesco plan desestabilizador para destruir el proceso venezolano, se aparece una comunidad autóctona con un incidente fronterizo de dudosa credibilidad.

La supuesta “matanza” de decenas de miembros de dicha comunidad en las fronteras con Brasil, parece sacada del libro de Operaciones Psicológicas del Pentágono.

Este es un clásico caso de Diseminación de Rumores donde el objetivo es influenciar en la opinión pública para desprestigiar al gobierno venezolano. 
 
Por sus características este rumor entra dentro de los falsos, perturbadores de la opinión publica, que no obstante su corta duración, pues pueden ser desmentidos con facilidad, generan un estado de desasosiego y duda, siendo empleados posteriormente como “prueba” del actuar o no del gobierno.

La rápida respuesta de las autoridades venezolanas, es la actitud a tomar en estos casos, no se pueden subestimar estas acciones de influencia psicológica pues, por un lado arman a los opositores de elementos para desarrollar sus campañas y por otro, desaniman a los simpatizantes que no tienen las herramientas para combatirlo.

Los gobiernos progresistas de la región deben considerar esta ofensiva como algo importante y no subestimar el papel de la relación Gobierno – Comunidades indígenas. 
 
Para ello se debe prestar especial atención al proceso de desarrollo educacional de estas comunidades y a la comprensión de sus necesidades básicas y la formación de sus dirigentes. 
 
No basta con propiciarles a los dirigentes indígenas el acceso a las instituciones de poder, se hace necesario prepararlos para ello.

No es un factor menos importante el desarrollo de medios de difusión autóctonos que permitan a estas comunidades difundir su cultura e intereses y paralelamente desarrollar una cultura política que responda a sus comunidades.

La constante comunicación entre las autoridades nacionales y las comunidades indígenas debe elevarse a rango de prioridad máxima. 
 
Este proceso debe ser constante y fluido para poder actuar con celeridad y precisión.

Cualquier Gobierno progresista que se precie, no puede subestimar sus relaciones con la comunidad autóctona. Esto no es solo un objetivo de Gobierno, sino y una necesidad histórica y esencial.

Las comunidades autóctonas son la esencia de la nacionalidad, su protección y desarrollo la razón de los gobiernos populares.

No permitamos que pierdan su esencia en manos de quienes nos desprecian

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