Ruanda. Mas de 800.000 mil muertos en el genocidio de Ruanda en el año de 1994 dejaron un país donde conviven asesinos y victimas con el dolor de la tragedia.
Quienes redactaron la historia y la han divulgado, en líneas generales dejaron saber que el conflicto se desató por etnias que disputaban el poder, y agregan apartes convenientes al punto de vista del redactor o desde el sentir de las victimas que sobrevivieron y contaron sus testimonios, todos respetables y dignos de lectura.
Al parecer, por el tradicional amarillismo la mayoría de estos se concentran en describir la desolación de un país con calles atestas de muertos, mas de ochocientos mil a lo largo de cien días, pero poco o nada se habla del “origen” que sería detonante para lo que se convertiría en el genocidio mas repudiado en el mundo.
Al parecer, por el tradicional amarillismo la mayoría de estos se concentran en describir la desolación de un país con calles atestas de muertos, mas de ochocientos mil a lo largo de cien días, pero poco o nada se habla del “origen” que sería detonante para lo que se convertiría en el genocidio mas repudiado en el mundo.
En este editorial queremos hacerlo reflexionar al respecto, no contarle nuevamente una historia que quizá ya haya escuchado, solo porque es indispensable nos remitirnos a los comienzos de la historia.
Hace siglos, tres grupos étnicos habitaron la zona que hoy se conoce como Ruanda; Los twa (pigmeos) primeros habitantes de la región; los hutus, que eran mayoría, especialistas en agricultura o granjeros y; los tutsis, pastores que llegaron a la región en el siglo XV.
Hace siglos, tres grupos étnicos habitaron la zona que hoy se conoce como Ruanda; Los twa (pigmeos) primeros habitantes de la región; los hutus, que eran mayoría, especialistas en agricultura o granjeros y; los tutsis, pastores que llegaron a la región en el siglo XV.
Los beneficios aportados por el ganado le dieron a los tutsi una ventaja que hizo que ésta fuera la clase dominante en el poder político (hasta 1959 eran la casta dominante de un sistema feudal).
Pero tal como ocurrió en muchos lugares del planeta (como en Colombia); Los Europeos llegaron en exploraciones a África.
El explorador John Hannin a finales del siglo XVII llevó instrumentos con los que midieron y definieron que las facciones de los tutsi, basados en el “Racismo victoriano” por rasgo étnico, eran superiores.
En el siglo XIX, ya tenían definidas las líneas de identidad y en 1919 bajo una liga de mandato de las naciones, Ruanda se convirtió en el feudo de Bélgica.
En el siglo XIX, ya tenían definidas las líneas de identidad y en 1919 bajo una liga de mandato de las naciones, Ruanda se convirtió en el feudo de Bélgica.
Los belgas difundieron la religión Católica, el idioma francés y desarrollaron la ciencia racial, importaron armas de colonización y herramientas para definir con medidas exactas los rasgos de las razas y así seleccionar y separar a unos de otros.
Los misioneros belgas (en donde estaban los Católicos) junto con los lideres tutsi establecieron las nociones de la aristocracia, a los hutus se les impidió la participación política, la educación y se les sometió a trabajos forzados.
A finales de los años 30 se erradico la confusión étnica al identificarlos con carnet o documento en el que se señalaba la raza de su custodio; evidentemente este fue el mecanismo de opresión para los hutus.
Sin ir mas allá en la historia, es aquí en donde se observa la intervención de la iglesia Católica siempre aliada con las clases dominantes, en este caso oprimieron a los hutus desde el poder, mientras que sigilosamente y en forma astuta irrigaron también su doctrina al ver que eran mayoría de población que los tutsi; los incitaron a reclamar el acceso al poder y, valiéndose de los medios de comunicación radio y prensa, desencadenaron todo el odio y la ira de los hutus quienes traían una carga de opresión de años llevándolos a iniciar la guerra civil previa a el genocidio.
Como un virus, las religiones estaban entre los hutus y los tutsi, entre otras la Católica Romana, con su comunidad de padres blancos (que venían enviados desde el Vaticano) y la comunidad de monjas católicas ruandesas (que eran mujeres de Ruanda y de las regiones vecinas), las comunidades de la iglesia adventista del séptimo día, la iglesia anglicana, la iglesia metodista y las comunidades presbiterianas.
Sin ir mas allá en la historia, es aquí en donde se observa la intervención de la iglesia Católica siempre aliada con las clases dominantes, en este caso oprimieron a los hutus desde el poder, mientras que sigilosamente y en forma astuta irrigaron también su doctrina al ver que eran mayoría de población que los tutsi; los incitaron a reclamar el acceso al poder y, valiéndose de los medios de comunicación radio y prensa, desencadenaron todo el odio y la ira de los hutus quienes traían una carga de opresión de años llevándolos a iniciar la guerra civil previa a el genocidio.
Como un virus, las religiones estaban entre los hutus y los tutsi, entre otras la Católica Romana, con su comunidad de padres blancos (que venían enviados desde el Vaticano) y la comunidad de monjas católicas ruandesas (que eran mujeres de Ruanda y de las regiones vecinas), las comunidades de la iglesia adventista del séptimo día, la iglesia anglicana, la iglesia metodista y las comunidades presbiterianas.
Solo imaginen por un instante esta mezcla explosiva de doctrinas religiosas, “delincuentes engalanados por el por poder de Dios” y encubiertos por el Imperio Romano Vaticano, combinado con una copa rebozada de ira por opresión y poder entre etnias tutsi y hutus.
El único resultado, seria aquella trágica matanza.
Quiera o no aceptarlo, amigo lector, la Iglesia Católica Romana tuvo incidencia y responsabilidad directa con la matanza, en planearla y llevarla a cabo dejando evidencia en sus templos de miles de cadáveres y, si esto le parece muy duro en contra de la iglesia, también le cabe la inmensa responsabilidad de que estando desde los tiempos de los siglos en el lugar de la tragedia, pudo haberla evitado buscando como mediador una solución pacifica al conflicto.
Quiera o no aceptarlo, amigo lector, la Iglesia Católica Romana tuvo incidencia y responsabilidad directa con la matanza, en planearla y llevarla a cabo dejando evidencia en sus templos de miles de cadáveres y, si esto le parece muy duro en contra de la iglesia, también le cabe la inmensa responsabilidad de que estando desde los tiempos de los siglos en el lugar de la tragedia, pudo haberla evitado buscando como mediador una solución pacifica al conflicto.
Mírelo por donde lo quiera mirar, “La iglesia Católica, o como es mencionada en libros bíblicos “la Gran Ramera” tiene culpa y suma en la lista de crímenes éste; “El monumental genocidio en Ruanda”.
En su blog multi temático, el escritor Argentino Antonio Castro, sobre este caso de Ruanda, presenta evidencias de la participación de la iglesia con nombres de sacerdotes y monjas líderes en la reyerta, al final de su columna las diversas fuentes de investigación.
Internet hoy es lugar maravilloso que le permite obtener diversas fuentes de información asi como distintas lecturas de un mismo evento.
En su blog multi temático, el escritor Argentino Antonio Castro, sobre este caso de Ruanda, presenta evidencias de la participación de la iglesia con nombres de sacerdotes y monjas líderes en la reyerta, al final de su columna las diversas fuentes de investigación.
Internet hoy es lugar maravilloso que le permite obtener diversas fuentes de información asi como distintas lecturas de un mismo evento.
Usted puede quitar la venda de sus ojos buscar y leer sobre lo que la jerarquía “Católica Romana”, hasta hace un par de años había mantenido oculto y hoy miles de portales y blogs en el mundo están, con evidencia, poniendo al descubierto.
http://www.ciberdroide.com/wordpress/oscuro-papel-de-la-iglesia-en-el-genocidio-de-ruanda-de-1994/
Editorial para protege a tus hijos
Liz Narda Forero
Bogotá, Colombia
http://www.ciberdroide.com/wordpress/oscuro-papel-de-la-iglesia-en-el-genocidio-de-ruanda-de-1994/
Editorial para protege a tus hijos
Liz Narda Forero
Bogotá, Colombia