Hay un refrán que dice “No se puede analizar el presente sin valorar el pasado. No se puede analizar el pasado considerando el presente”.
Es por ello que para analizar lo que ocurre en Latinoamérica en el presente debemos remontarnos a lo que paso, en el pasado reciente y sacar las conclusiones necesarias.
Este análisis trata precisamente de esto, de como los EE.UU y sus aliados han impuesto sus conveniencias a fuego y mentiras, condenando a nuestros pueblos a vivir bajo sus condiciones, en la más horrenda pobreza moral y material, sentados en una tierra y una cultura generosa.
Pretendemos no hacer la historia de todas las agresiones norteamericanas contra nuestros pueblos latinoamericanos, solo veremos algunas de ellas y como emplearon los métodos, procedimientos y medios de la Guerra Psicológico-Informativa (GPI).
Pretendemos no hacer la historia de todas las agresiones norteamericanas contra nuestros pueblos latinoamericanos, solo veremos algunas de ellas y como emplearon los métodos, procedimientos y medios de la Guerra Psicológico-Informativa (GPI).
1. Invasión a Cuba 1961 (Bahía de Cochinos), Operación Mangosta.
Al triunfar la revolución cubana en 1959, comandada por Fidel Castro, los Estados Unidos no concedieron una importancia especial a este evento, viéndolo simplemente como otro golpe militar, de los que en América Latina había una rica historia. Por esta razón en los círculos políticos estadounidense siempre se ha considerado como un error de los servicios de inteligencia, el pasar inicialmente por alto a la revolución cubana.
Cuando quedó claro que el gobierno recién instalado en Cuba era “malo” (desde el punto de vista estadounidense) la política de la CIA cambio y comenzó a actuar según los caminos ya trillados. En el mismo año 1959 comenzaron las conspiraciones con el apoyo de las fuerzas contrarrevolucionarias, las cuales fueron aglutinadas en busca de actuar con cohesión.
Se introdujo en el país abundante material de guerra, que incluían armas y explosivos para realizar sabotajes, en muchos casos, contra la población civil, como fueron los casos de las tiendas por departamentos “Flogar”, “El Encanto”, y otros muchos. Se ejecutaron múltiples acciones desde el exterior que implicaban desde quemas de cañaverales por avionetas procedentes de EE.UU, hasta ataques piratas con lanchas rápidas contra instalaciones civiles e industriales. El terror como arma de desestabilización psicológica fue empleado profusamente.
Partiendo de la dependencia económica casi total que Cuba tenia de los Estados Unidos, estos comenzaron a ejercer una fuerte presión en esta área, primero reduciendo y luego eliminando totalmente la adquisición de la azúcar cubana. Se cancelaron las entregas de piezas de repuesto, materias prima y se detuvo el suministro a la isla de petróleo y sus derivados.
Igualmente se produjo un retiro “organizado” de técnicos y especialistas norteamericanos y cubanos, con el objetivo de paralizar la industria y las empresas norteamericanas que conformaban la base de la economía cubana. Por poner solo un ejemplo, se organizo el éxodo hacia EE.UU y otros países de cerca de la mitad de todos los médicos que poseía el país.
Se bloquearon todos los fondos financieros que poseía Cuba en bancos norteamericanos, dejando al país prácticamente sin fondos para operar. Fueron eliminados todos los créditos de bancos occidentales, impidiendo con esto las operaciones de intercambio comercial. El dollar fue suprimido como moneda de operación comercial para Cuba, lo que obligaba al estado cubano a hacer costosas operaciones de cambio de moneda para poder cumplir con sus obligaciones.
Desde el punto de vista diplomático fue expulsada Cuba de la Organización de Estados Americanos y aislada en otros foros internacionales, desarrollándose una furibunda campaña propagandística con el empleo de todos los medios en manos de las transnacionales occidentales, poseedoras de un dominio casi absoluto en la esfera de la comunicación.
Sobre el país y su dirección política cayeron una lluvia de mentiras e infundios, que trataron de convertirlos en poco menos que demonios que implantaron el infierno en la tierra.
Sin embargo, esta presión no tuvo los efectos deseados, la dirigencia cubana movió con habilidad sus piezas, por un lado penetró con sus servicios de seguridad las organizaciones terroristas que trataban de desestabilizar el país y por otro encontró la forma de emplear los recursos humanos que tenia a su disposición para mantener funcionando el país. No es menos importante el apoyo recibido del campo socialista y muy especialmente de la URSS, que vio a la joven revolución como una llama fresca en el continente americano. De esta forma los soviéticos compraron los productos cubanos y abastecieron de combustibles y armamento a la joven revolución.
Sin embargo, al fallar todos los intentos por “destruir” el proceso cubano no desanimó a la CIA que había tenido éxitos recientes en Guatemala e Irán. Los especialistas se preguntaban ¿Cómo no vamos a derrocar a Fidel Castro en la pequeña Cuba, a solo 90 millas de EE.UU?
En marzo de 1960, el presidente Eisenhower aprobó el proyecto de operación de la CIA para derrocar a Fidel Castro y su revolución. La idea del proyecto era organizar a un grupo de exiliados en Florida, EE.UU que serian preparados militarmente, embarcados y desembarcados en las costas cubanas, para después de ocupada una cabeza de playa enviar desde Miami a los representantes políticos que anunciarían al mundo de la presencia de la oposición en la isla y su beligerancia contra el “régimen Castrista”, declarando que formaban un gobierno provisional que representaba las ansias de “libertad” de los cubanos.
Claro que esto iría acompañado de revueltas callejeras y el empleo mayoritario de los MMD que hiperbolizarían los hechos creando una matriz de opinión publica, favorable a la intervención de las fuerzas norteamericanas, bajo la “bandera” de la OEA.
No, no amigos, no estamos hablando de Afganistán, ni Libia, ni Siria, ni Irán, se trata de Cuba en los años 60 del siglo pasado.
La dirección general de la operación estuvo a cargo de Richard Bissell, a la sazón vicepresidente de la CIA para la planificación. En ella participaron muchos veteranos de la operación en Guatemala, quienes aseguraron que Cuba seria un triunfo rotundo.
Para dar una fachada creíble se organizó por la CIA el “Frente Democrático Cubano”, que servía de vocero de los exiliados y se presentaban como una oposición seria.
De esta forma los emigrantes-soldados, fueron enviados a Guatemala para su preparación, pero como es conocido Fidel Castro no estaba con los brazos cruzados, ni era de los líderes que esperaría a que la CIA lo derrocara. Por ello desarrollo un proceso acelerado de preparación y fortalecimiento de las FF.AA, conjuntamente con las milicias del pueblo que al igual que los bisoños servicios especiales, jugaron un papel determinante no solo en el rechazo a la invasión organizada por la CIA, sino y en la derrota de los grupos irregulares tanto en las montañas como en las ciudades.
Igualmente se desarrollo una amplia campaña de esclarecimiento al pueblo sobre el papel que este debería jugar en caso de agresión. Como consecuencia de ello se inscribieron en las milicias nacionales más de 300,000 hombres, que con un acelerado proceso de preparación y la llegada a Cuba de los primeros cargamentos de armamento soviético, permitieron posteriormente derrotar los planes del gobierno norteamericano.
Es por ello que la pequeña operación que se ideo para formar una cabeza de playa, culminó en una invasión con todo el apoyo logístico que esto implicaba. Se compraron inclusive barcos y aviones de combate para esta operación en particular.
Claro que la operación no incluía solo la invasión, sino y el asesinato de los principales dirigentes de la revolución (Fidel, Raúl y el Che Guevara), para lo cual se organizaron múltiples intentos. Con estos fines se emplearon desde, colaboradores cubanos que por dinero estaban dispuestos a realizar la operación, hasta las organizaciones mafiosas que fueron contactadas por la CIA, para que cumplieran con el “contrato”. Estos, molestos por el cierre de los Casinos y otros centros de vicios en La Habana, se prestaron para la “misión”, aunque al final declinaron aduciendo múltiples dificultades. Todos los intentos por “asesinar” a Fidel Castro y otros dirigentes fracasaron estrepitosamente.
Durante el proceso de preparación de la invasión se produjo un cambio de Presidente en los EE.UU, John F. Kennedy asumió la presidencia. El entonces Director de la CIA, A. Dulles, presionó al presidente para que este aprobara la operación, empleando incluso mentiras y manipulaciones desinformadoras, tratando de que este creyera en el seguro éxito.
Se bloquearon todos los fondos financieros que poseía Cuba en bancos norteamericanos, dejando al país prácticamente sin fondos para operar. Fueron eliminados todos los créditos de bancos occidentales, impidiendo con esto las operaciones de intercambio comercial. El dollar fue suprimido como moneda de operación comercial para Cuba, lo que obligaba al estado cubano a hacer costosas operaciones de cambio de moneda para poder cumplir con sus obligaciones.
Desde el punto de vista diplomático fue expulsada Cuba de la Organización de Estados Americanos y aislada en otros foros internacionales, desarrollándose una furibunda campaña propagandística con el empleo de todos los medios en manos de las transnacionales occidentales, poseedoras de un dominio casi absoluto en la esfera de la comunicación.
Sobre el país y su dirección política cayeron una lluvia de mentiras e infundios, que trataron de convertirlos en poco menos que demonios que implantaron el infierno en la tierra.
Sin embargo, esta presión no tuvo los efectos deseados, la dirigencia cubana movió con habilidad sus piezas, por un lado penetró con sus servicios de seguridad las organizaciones terroristas que trataban de desestabilizar el país y por otro encontró la forma de emplear los recursos humanos que tenia a su disposición para mantener funcionando el país. No es menos importante el apoyo recibido del campo socialista y muy especialmente de la URSS, que vio a la joven revolución como una llama fresca en el continente americano. De esta forma los soviéticos compraron los productos cubanos y abastecieron de combustibles y armamento a la joven revolución.
Sin embargo, al fallar todos los intentos por “destruir” el proceso cubano no desanimó a la CIA que había tenido éxitos recientes en Guatemala e Irán. Los especialistas se preguntaban ¿Cómo no vamos a derrocar a Fidel Castro en la pequeña Cuba, a solo 90 millas de EE.UU?
En marzo de 1960, el presidente Eisenhower aprobó el proyecto de operación de la CIA para derrocar a Fidel Castro y su revolución. La idea del proyecto era organizar a un grupo de exiliados en Florida, EE.UU que serian preparados militarmente, embarcados y desembarcados en las costas cubanas, para después de ocupada una cabeza de playa enviar desde Miami a los representantes políticos que anunciarían al mundo de la presencia de la oposición en la isla y su beligerancia contra el “régimen Castrista”, declarando que formaban un gobierno provisional que representaba las ansias de “libertad” de los cubanos.
Claro que esto iría acompañado de revueltas callejeras y el empleo mayoritario de los MMD que hiperbolizarían los hechos creando una matriz de opinión publica, favorable a la intervención de las fuerzas norteamericanas, bajo la “bandera” de la OEA.
No, no amigos, no estamos hablando de Afganistán, ni Libia, ni Siria, ni Irán, se trata de Cuba en los años 60 del siglo pasado.
La dirección general de la operación estuvo a cargo de Richard Bissell, a la sazón vicepresidente de la CIA para la planificación. En ella participaron muchos veteranos de la operación en Guatemala, quienes aseguraron que Cuba seria un triunfo rotundo.
Para dar una fachada creíble se organizó por la CIA el “Frente Democrático Cubano”, que servía de vocero de los exiliados y se presentaban como una oposición seria.
De esta forma los emigrantes-soldados, fueron enviados a Guatemala para su preparación, pero como es conocido Fidel Castro no estaba con los brazos cruzados, ni era de los líderes que esperaría a que la CIA lo derrocara. Por ello desarrollo un proceso acelerado de preparación y fortalecimiento de las FF.AA, conjuntamente con las milicias del pueblo que al igual que los bisoños servicios especiales, jugaron un papel determinante no solo en el rechazo a la invasión organizada por la CIA, sino y en la derrota de los grupos irregulares tanto en las montañas como en las ciudades.
Igualmente se desarrollo una amplia campaña de esclarecimiento al pueblo sobre el papel que este debería jugar en caso de agresión. Como consecuencia de ello se inscribieron en las milicias nacionales más de 300,000 hombres, que con un acelerado proceso de preparación y la llegada a Cuba de los primeros cargamentos de armamento soviético, permitieron posteriormente derrotar los planes del gobierno norteamericano.
Es por ello que la pequeña operación que se ideo para formar una cabeza de playa, culminó en una invasión con todo el apoyo logístico que esto implicaba. Se compraron inclusive barcos y aviones de combate para esta operación en particular.
Claro que la operación no incluía solo la invasión, sino y el asesinato de los principales dirigentes de la revolución (Fidel, Raúl y el Che Guevara), para lo cual se organizaron múltiples intentos. Con estos fines se emplearon desde, colaboradores cubanos que por dinero estaban dispuestos a realizar la operación, hasta las organizaciones mafiosas que fueron contactadas por la CIA, para que cumplieran con el “contrato”. Estos, molestos por el cierre de los Casinos y otros centros de vicios en La Habana, se prestaron para la “misión”, aunque al final declinaron aduciendo múltiples dificultades. Todos los intentos por “asesinar” a Fidel Castro y otros dirigentes fracasaron estrepitosamente.
Durante el proceso de preparación de la invasión se produjo un cambio de Presidente en los EE.UU, John F. Kennedy asumió la presidencia. El entonces Director de la CIA, A. Dulles, presionó al presidente para que este aprobara la operación, empleando incluso mentiras y manipulaciones desinformadoras, tratando de que este creyera en el seguro éxito.
El nivel de desinformación que Dulles tuvo con Kennedy, llego al extremo de exagerar deliberadamente la cantidad de mercenarios listos para operar. Igualmente manipulo la presión del dueño de la finca que en Guatemala se empleaba para preparar a los exiliados cubanos. Este, a instancias de la CIA, exigió que los mercenarios se retiraran antes de finales de abril del 61, lo que sirvió a Dulles para darle el empujón final a Kennedy.
El presidente norteamericano aprobó la operación, pero dejo bien claro que EE.UU no emplearía sus fuerzas en las acciones combativas, afirmando el 12 de abril de 1961 lo siguiente: “Las fuerzas armadas de los Estados Unidos bajo ninguna circunstancia, comenzarán una intervención en Cuba”.
El 15 de abril, después de generar el “motivo”, construido sobre la base de un B-26 salido de un aeropuerto en Nicaragua que voló a Miami y su tripulación declaró, después de mostrar el supuesto avión extraído de las bases cubanas, que se había producido una rebelión en las fuerzas aéreas cubanas y la necesidad de apoyar a los “valientes” cubanos que luchaban contra el régimen “tiránico” de Castro. El hecho fue tan burdo, que hundió en el descredito a las autoridades norteamericanas.
Al mismo tiempo 8 aviones volaron hacia Cuba, con el objetivo de destruir la exigua fuerza aérea cubana y bombardearon aeropuertos en La Habana y Santiago de Cuba. Solo que, la previsión del gobierno cubano y sus FF.AA, evitaron tal destrucción, ya que los aviones fueron enmascarados y diseminados.
Así las cosas, el 17 de abril se produce el desembarco en Playa Girón (ubicada en la Bahía de Cochino), donde desde el primer momento recibieron la resistencia de las milicias territoriales y una pequeña unidad de la Marina de Guerra cubana que se encontraba en la zona.
La invasión fue derrotada en menos de 72 horas y los mercenarios en su mayoría arrestados. Es de destacar que la mayoría de los combatientes de las fuerzas cubanas lo formaban las milicias recién creadas, por lo que se puede decir que fue el pueblo cubano el principal protagonista de esa derrota, a pesar de los anuncios hechos por la CIA y el propio Dulles al presidente norteamericano, de que en cuanto se produjera el desembarco el pueblo se levantaría contra el “régimen” de Castro.
A pesar de los intentos norteamericanos de crear un ambiente internacional que justifique las acciones anticubanas, las contramedidas diplomáticas desarrolladas por el Gobierno Cubano surtieron un efecto desbastador que provocó, junto con el fracaso de la operación, la destitución del Director de la CIA y de los responsables de la operación.
Pero, los Kennedy quedaron sensiblemente “heridos” por el fracaso de la operación y aprobaron la Operación “Mangosta” para derrocar al gobierno cubano.
La operación fue concebida inmediatamente después del fracaso de Playa Girón y constaba de 33 puntos entre los que se encontraban – la recopilación de información de inteligencia y la organización de sabotajes, antes de emplear las fuerzas armadas estadounidenses en apoyo directo de la insurrección en la isla. Un papel preponderante en el proyecto lo ocupaba el espionaje, el sabotaje y la propaganda subversiva, que según los analistas de Estados Unidos, deberían promover “el derrocamiento del régimen comunista.”
Como consecuencia del fracaso de “Bahía de Cochinos”, la CIA no fue nombrada al frente de esta operación, para lo cual se creó un grupo de tarea especial. Igualmente se estableció una Fuerza Especial de Tarea (Task Force W) radicada en Miami y que llego a tener bajo su sombrilla a cerca de 600 agentes y especialistas CIA y a más de 3,000 colaboradores cubanos. Esta “estación CIA”, tenia inicialmente un presupuesto de 50 millones de dólares.
Los agentes de los grupos creados desarrollaban un amplio abanico de tareas, que incluían desde contaminación de la azúcar cubana, pasando por actos de piratería contra barcos que llevaban o traían mercancía desde o hacia Cuba e incluyendo todo tipo de sabotaje y amedrentamiento contra los que comerciaban con la isla.
Hay que destacar que los cubanos terminaron desbaratando todos estos planes combatiendo no solo los actos en si, sino y penetrando a estas agrupaciones, lo que les permitió evitar mas de un hecho terrorista.
En octubre del año 1962, se destapa la crisis de octubre que provoca un aumento considerable de las tensiones entre los EE.UU y la Unión Soviética. Como consecuencia de esto el Presidente Kennedy decide suspender todas las acciones encubiertas contra la isla, lo que fue ignorado por William Harvey, jefe del grupo de tarea W, quien envió un grupo de agentes a la isla y provoco con esto su destitución y la disolución del grupo de tarea. Con esto la operación “Mangosta” se disolvió.
Si valoramos con atención lo ocurrido en Cuba durante este periodo, podremos sacar las siguientes conclusiones:
El presidente norteamericano aprobó la operación, pero dejo bien claro que EE.UU no emplearía sus fuerzas en las acciones combativas, afirmando el 12 de abril de 1961 lo siguiente: “Las fuerzas armadas de los Estados Unidos bajo ninguna circunstancia, comenzarán una intervención en Cuba”.
El 15 de abril, después de generar el “motivo”, construido sobre la base de un B-26 salido de un aeropuerto en Nicaragua que voló a Miami y su tripulación declaró, después de mostrar el supuesto avión extraído de las bases cubanas, que se había producido una rebelión en las fuerzas aéreas cubanas y la necesidad de apoyar a los “valientes” cubanos que luchaban contra el régimen “tiránico” de Castro. El hecho fue tan burdo, que hundió en el descredito a las autoridades norteamericanas.
Al mismo tiempo 8 aviones volaron hacia Cuba, con el objetivo de destruir la exigua fuerza aérea cubana y bombardearon aeropuertos en La Habana y Santiago de Cuba. Solo que, la previsión del gobierno cubano y sus FF.AA, evitaron tal destrucción, ya que los aviones fueron enmascarados y diseminados.
Así las cosas, el 17 de abril se produce el desembarco en Playa Girón (ubicada en la Bahía de Cochino), donde desde el primer momento recibieron la resistencia de las milicias territoriales y una pequeña unidad de la Marina de Guerra cubana que se encontraba en la zona.
La invasión fue derrotada en menos de 72 horas y los mercenarios en su mayoría arrestados. Es de destacar que la mayoría de los combatientes de las fuerzas cubanas lo formaban las milicias recién creadas, por lo que se puede decir que fue el pueblo cubano el principal protagonista de esa derrota, a pesar de los anuncios hechos por la CIA y el propio Dulles al presidente norteamericano, de que en cuanto se produjera el desembarco el pueblo se levantaría contra el “régimen” de Castro.
A pesar de los intentos norteamericanos de crear un ambiente internacional que justifique las acciones anticubanas, las contramedidas diplomáticas desarrolladas por el Gobierno Cubano surtieron un efecto desbastador que provocó, junto con el fracaso de la operación, la destitución del Director de la CIA y de los responsables de la operación.
Pero, los Kennedy quedaron sensiblemente “heridos” por el fracaso de la operación y aprobaron la Operación “Mangosta” para derrocar al gobierno cubano.
La operación fue concebida inmediatamente después del fracaso de Playa Girón y constaba de 33 puntos entre los que se encontraban – la recopilación de información de inteligencia y la organización de sabotajes, antes de emplear las fuerzas armadas estadounidenses en apoyo directo de la insurrección en la isla. Un papel preponderante en el proyecto lo ocupaba el espionaje, el sabotaje y la propaganda subversiva, que según los analistas de Estados Unidos, deberían promover “el derrocamiento del régimen comunista.”
Como consecuencia del fracaso de “Bahía de Cochinos”, la CIA no fue nombrada al frente de esta operación, para lo cual se creó un grupo de tarea especial. Igualmente se estableció una Fuerza Especial de Tarea (Task Force W) radicada en Miami y que llego a tener bajo su sombrilla a cerca de 600 agentes y especialistas CIA y a más de 3,000 colaboradores cubanos. Esta “estación CIA”, tenia inicialmente un presupuesto de 50 millones de dólares.
Los agentes de los grupos creados desarrollaban un amplio abanico de tareas, que incluían desde contaminación de la azúcar cubana, pasando por actos de piratería contra barcos que llevaban o traían mercancía desde o hacia Cuba e incluyendo todo tipo de sabotaje y amedrentamiento contra los que comerciaban con la isla.
Hay que destacar que los cubanos terminaron desbaratando todos estos planes combatiendo no solo los actos en si, sino y penetrando a estas agrupaciones, lo que les permitió evitar mas de un hecho terrorista.
En octubre del año 1962, se destapa la crisis de octubre que provoca un aumento considerable de las tensiones entre los EE.UU y la Unión Soviética. Como consecuencia de esto el Presidente Kennedy decide suspender todas las acciones encubiertas contra la isla, lo que fue ignorado por William Harvey, jefe del grupo de tarea W, quien envió un grupo de agentes a la isla y provoco con esto su destitución y la disolución del grupo de tarea. Con esto la operación “Mangosta” se disolvió.
Si valoramos con atención lo ocurrido en Cuba durante este periodo, podremos sacar las siguientes conclusiones:
El método de derrocamiento de “regímenes” no deseados por EE.UU no es nuevo. Si observamos los elementos que conforman las operaciones contra Cuba en los años 60, tendremos que su similitud con los procedimientos actuales son muy marcadas.
Se define que un gobierno no es de su interés; se decide derrocarlo; se demoniza por todos los medios; se estratifica la sociedad, definiendo las fuerzas que se le oponen y las que lo respaldan y se comienza a operar para aglutinar a los que se oponen y desunir a los que lo apoyan; se le da legitimidad a la oposición empleando para ello los MMD bajo su control; se magnifican los hechos que convienen y se ocultan los que no; se lanza una guerra de terror contra el país y su población tratando de generar malestar y desasosiego para que se acepte por la población cualquier variante que detenga el sufrimiento; se desarrolla una verdadera guerra económica que incluye el robo descarado de los fondos que posee el agredido en los bancos occidentales; se prepara la opinión publica para las operaciones de toma del poder; se arman y financian a los “opositores” para que luchen por la “libertad” y derroquen a la “tiranía” indeseable, lo que servirá de pretexto para la operación final; se lanza la operación final, que puede incluir o no una invasión pero que incluye invariablemente la destrucción del gobierno e instituciones existentes.
Los métodos para implementar las contramedidas, están también presentes en el caso cubano: fortalecer la unidad del pueblo; activar a las masas para que participe en la defensa del país; deslegitimizar a las organizaciones internacionales que están al servicio de occidente, quitándole los argumentos para su campaña; blindar los mecanismos de gobierno para evitar que fuerzas oportunistas se hagan del poder; fortalecer el sistema financiero y asegurar las reservas del país; actuar con firmeza ante los grupos terroristas, no dejando que estos sirvan de pretexto para la agresión; poner las reglas a los MMD, con el objetivo de que no sean utilizados para manipular al pueblo; implementar un sistema judicial severo con los que sirvan a intereses extranjeros y lo mas importante gobernar con honestidad.
Los sucesivos gobiernos de EE.UU han seguido agrediendo a la revolución cubana y los cubanos han seguido combatiendo con efectividad estas agresiones. Se derrumbo el campo socialista, EE.UU se ha lanzado a Guerras piratas contra numerosos países, pero Cuba sigue de pie.
2. La Guerra de las Malvinas 1982. (Operación XXXX)
El conflicto anglo-argentino por las islas Malvinas se produjo en el año 1982. La esencia de este conflicto consistió en lo siguiente. En las aguas del atlántico sur, a una distancia de 500 km de la costa argentina se encuentra un archipiélago. Está compuesto de dos islas grandes y varias decenas de pequeñas islas, con una superficie total de 12 km cuadrados. La población del archipiélago en la actualidad la componen cerca de 2000 personas (todos ingleses).
Las condiciones climatológicas allí son muy severas, se dice que por la cercanía de la Antártida. Pero, desde estas islas se puede controlar el transporte marítimo desde América del Sur hasta África del Sur. Además, se han encontrado importantes yacimientos de recursos naturales.
Los ingleses tomaron estas islas en el comienzo del siglo XIX, cuando allí prácticamente no había ningún poder – ni español, ni argentino. Pero desde ese mismo momento todos los Gobiernos argentinos tuvieron una opinión única en cuanto a la pertenencia de las islas a la Argentina.
La fundamentación es muy simple: Argentina esta cerca y Gran Bretaña en el otro extremo de la tierra.
Inspirados en esta idea, en la primavera de 1982, el Gobierno militar del dictador Galtieri (posteriormente juzgado en Argentina por la ejecución masiva de ciudadanos), desembarco en las islas y anuncio el paso del archipiélago a la jurisdicción argentina. A la vez los argentinos tomaron la isla de Georgia del Sur que se encuentra a 2400 km de las costas argentinas.
Los ingleses no estaban de acuerdo con tal forma de solución del problema. Por lo cual enviaron una escuadra naval que en un abrir y cerrar de ojos destruyó a las fuerzas argentinas en tierra, mar y aire regresando las islas a su subordinación. En esto termino el conflicto.
De esta forma, el pretexto del conflicto se convirtió en la agresión por parte del régimen militar reaccionario de Argentina.
Durante el corto conflicto (desde el momento del desembarco argentino, hasta su capitulación transcurrió menos de 6 meses), los ingleses realizaron una operación psicológica estratégica. Su objetivo consistía en garantizar el apoyo a las acciones del Reino Unido por parte de los propios ciudadanos británicos, así como por la comunidad internacional.
El Gobierno británico logro recibir rápidamente un apoyo para su acción militar dentro de su propio país y en el plano internacional concentro su campaña propagandística en los países miembros de la OTAN y en los miembros de la mancomunidad británica y por intermedio de sus MMD influencio en el resto de la comunidad internacional.
Como resultado de esto el Reino Unido logró en la ONU que se censurara a Argentina como agresora y presentarse a si mismo como a un agredido, necesitado de simpatía y apoyo.
Además, con el comienzo de las acciones combativas, los ingleses desarrollaron varias operaciones psicológicas tácticas enlazadas entre si. Como parte de ellas se efectuaron emisiones de propaganda radial por intermedio de estaciones de radio y los circuitos de comunicaciones militares del ejército argentino, se distribuyeron octavillas y se realizaron llamados de militares que se encontraban de vacaciones.
De esta forma, por ejemplo la estación de radio inglesa “La voz del Atlántico”, que se encontraba en la isla Ascensión, realizaba transmisiones para los soldados argentinos en idioma español. Por sus micrófonos pasaron con frecuencia prisioneros, que contaban como los trataban “correctamente” en las cárceles inglesas. Las transmisiones de esta estación de radio ayudo considerablemente a disminuir el miedo de los soldados argentinos a caer prisioneros de los ingleses.
Ese mismo objetivo se logro con la publicitada repatriación de 1000 prisioneros argentinos a Uruguay, cuando todavía se desarrollaban acciones combativas.
Una fuerte influencia negativa en el espíritu moral de los soldados argentinos tuvo la publicación de los detalles relacionados con el hundimiento del crucero “General Belgrano” por parte de un submarino atómico ingles. Conjuntamente con este buque de gran porte insignia de la marina argentina fallecieron 600 miembros de su tripulación.
El contenido de las operaciones psicológicas tácticas realizadas por el Reino Unido durante la guerra de las Malvinas se resumen en lo siguiente:
Demostración de su superioridad militar y completa seguridad en la victoria;
Convencimiento de los combatientes argentinos en la imposibilidad de resistencia;
Propagandizar lo pertinente de capitular y entregarse como prisionero.
Los objetivos planteados los ingleses lo lograron de formas diferentes. Por ejemplo, después de un ablandamiento artillero poderoso a las posiciones argentinas, demostrando evidentemente su superioridad de fuego, a las líneas argentinas se enviaban parlamentarios con la exigencia de rendición. Los especialistas ingleses nombraban a esta acción – táctica de “doble ruptura del espíritu moral del enemigo”.
En determinada ocasión – en el combate por la pequeña localidad de Tus-Green – se empleo otro método, también muy efectivo. Dos oficiales subalternos argentinos que se habían tomado como prisioneros, fueron enviados con bandera blanca a entrevistarse con el Jefe de la Guarnición, para transmitirle un ultimátum de capitulación. En el documento se subrayaba que el Jefe de la Guarnición como católico esta obligado a salvar la vida de sus soldados, o en caso contrario ellos morirían en vano – la localidad de todas maneras será tomada.
Posterior a esta solicitud el Jefe de la Guarnición permitió reunir a todos los soldados y hablar con ellos, cumpliendo con la solicitud inglesa. Como resultado de esto la Guarnición, en composición de 1500 hombres se entregó a las fuerzas inglesas.
3. Invasión a Granada. 1983 (Operación “Destellos de Furia”)
En Octubre de 1983 las Fuerzas Armadas de EE.UU, conjuntamente con destacamentos de algunos países caribeños, desarrollaron la operación “Destello de Furia” para la invasión a Granada (ocupa un área de 344 km cuadrados, con un población de 100 mil habitantes). El objetivo de la intervención consistía en la “reorientación” del curso de la política exterior del Gobierno granadino, a la sazón amigo de Cuba y fuera de la esfera de influencia de EE.UU.
En correspondencia con este objetivo fueron desarrolladas un conjunto de medidas propagandísticas. Los factores fundamentales con los cuales operaban los especialistas de guerra psicológica, consistían en lo siguiente.
Una fuerte influencia negativa en el espíritu moral de los soldados argentinos tuvo la publicación de los detalles relacionados con el hundimiento del crucero “General Belgrano” por parte de un submarino atómico ingles. Conjuntamente con este buque de gran porte insignia de la marina argentina fallecieron 600 miembros de su tripulación.
El contenido de las operaciones psicológicas tácticas realizadas por el Reino Unido durante la guerra de las Malvinas se resumen en lo siguiente:
Demostración de su superioridad militar y completa seguridad en la victoria;
Convencimiento de los combatientes argentinos en la imposibilidad de resistencia;
Propagandizar lo pertinente de capitular y entregarse como prisionero.
Los objetivos planteados los ingleses lo lograron de formas diferentes. Por ejemplo, después de un ablandamiento artillero poderoso a las posiciones argentinas, demostrando evidentemente su superioridad de fuego, a las líneas argentinas se enviaban parlamentarios con la exigencia de rendición. Los especialistas ingleses nombraban a esta acción – táctica de “doble ruptura del espíritu moral del enemigo”.
En determinada ocasión – en el combate por la pequeña localidad de Tus-Green – se empleo otro método, también muy efectivo. Dos oficiales subalternos argentinos que se habían tomado como prisioneros, fueron enviados con bandera blanca a entrevistarse con el Jefe de la Guarnición, para transmitirle un ultimátum de capitulación. En el documento se subrayaba que el Jefe de la Guarnición como católico esta obligado a salvar la vida de sus soldados, o en caso contrario ellos morirían en vano – la localidad de todas maneras será tomada.
Posterior a esta solicitud el Jefe de la Guarnición permitió reunir a todos los soldados y hablar con ellos, cumpliendo con la solicitud inglesa. Como resultado de esto la Guarnición, en composición de 1500 hombres se entregó a las fuerzas inglesas.
3. Invasión a Granada. 1983 (Operación “Destellos de Furia”)
En Octubre de 1983 las Fuerzas Armadas de EE.UU, conjuntamente con destacamentos de algunos países caribeños, desarrollaron la operación “Destello de Furia” para la invasión a Granada (ocupa un área de 344 km cuadrados, con un población de 100 mil habitantes). El objetivo de la intervención consistía en la “reorientación” del curso de la política exterior del Gobierno granadino, a la sazón amigo de Cuba y fuera de la esfera de influencia de EE.UU.
En correspondencia con este objetivo fueron desarrolladas un conjunto de medidas propagandísticas. Los factores fundamentales con los cuales operaban los especialistas de guerra psicológica, consistían en lo siguiente.
Primero, en Granada se había instalado una “dictadura revolucionaria” del líder pro comunista Maurice Bishop. Como es usual en los dictadores, el “lleno las prisiones de presos políticos y regularmente los ejecutaba”, habían todas las razones para escandalizarse por las flagrantes violaciones de los “derechos humanos”.
Segundo, unos cuantos miles de constructores cubanos edificaban en la isla un aeropuerto civil. Granada se encuentra a aproximadamente 1600 km al sur-este de Cuba. Cuando entrara en operaciones el aeropuerto podría emplearse para la basificación de la aviación militar cubana.
Por lo tanto existían las razones para la histeria contra el “peligro cubano” que amenazaba las comunicaciones marítimas de los EE.UU.
La operación psicológica contra Granada se resolvió con varias tareas interconectadas.
En primer lugar, se trató de aislarla del resto de la comunidad caribeña. Con este objetivo los norteamericanos crearon una unión político- militar con los estados caribeños del este, la cual se pronuncio fuertemente contra la política del Gobierno granadino. En esta Unión entraron Antigua y Barbuda, Dominica, Santa Lucia y San Vicente y las Granadinas.
El surgimiento de esta alianza permitió a los MMD de los países occidentales (primordialmente de EE.UU), manipularla y presentarla como estados caribeños en desacuerdo con la política de Bishop en Granada. En lo adelante precisamente estos países ofrecieron pequeños destacamentos de sus fuerzas armadas (con un total de 300 hombres), para el apoyo simbólico a la intervención norteamericana a Granada.
En segundo lugar, la presión sobre la economía granadina se convirtió en parte esencial de la influencia psicológica. Bajo la influencia de la administración Reagan el Banco Interamericano de Desarrollo, el FMI, el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo, así como otros Bancos Caribeños, se negaron a aportar a Granada ayuda financiera. El bloqueo económico ayudo en mucho a la desestabilización de la situación en el país, provocando malestar dentro de la población.
En tercer lugar, la CIA por intermedio de su agentura también puso su granito de arena en el aumento de la presión sobre el Gobierno. Ella organizó varios intentos de asesinato del Primer Ministro, apoyo a los enemigos políticos, inclusive dentro de los partidarios de Bishop y le dio todo el apoyo necesario a las fuerzas más derechistas que luchaban contra el Gobierno.
En cuarto lugar, con el objetivo de amedrentar psicológicamente, la Flota de EE.UU hizo más de una demostraciones frente a las costas de Granada. Se realizaron constantemente patrullajes, ejercicios, prácticas de tiro y vuelos de la aviación embarcada.
Paralelamente fue organizada la “fuga” de información sobre el entrenamiento en los ejercicios de distintas variantes de invasión a la isla (por cierto, estas variantes se practicaron de verdad durante los ejercicios).
En quinto lugar, se desplego una amplia campaña propagandística, en la cual tomaron parte el Presidente de EE.UU y otras figuras encumbradas de su Gobierno. Las tesis de sus intervenciones se apoyaban en los materiales propagandísticos que distribuían los MMD de los EE.UU. En ellas se acusaba a la dirección granadina de la “militarización soviético-cubana de la isla”, lo que, según las afirmaciones de la dirección norteamericana, hacia vulnerable las entregas de petróleo a EE.UU desde el cercano y el medio oriente.
Es muy interesante como la maquinaria propagandística norteamericana acentuaba la participación de “especialistas militares cubanos” en la construcción del aeropuerto en Granada. La circunstancia de que conjuntamente con los cubanos trabajaban en la construcción del aeropuerto especialistas de América Latina, Europa Occidental, África e inclusive una compañía norteamericana, fue olímpicamente silenciada. También fue groseramente silenciado el hecho de que Granada no poseía aeropuerto internacional, solo una pequeña pista para vuelos locales, lo que frenaba el desarrollo del turismo, una de las principales fuentes de ingreso del país.
Después de casi un año de una intensiva campaña propagandística contra el gobierno de izquierda en Granada, el 25 de octubre de 1983, los EE.UU desembarcaron por mar y aire en territorio de la isla, empleando para ello la 82 División aerotransportada que venia de un descalabro en el Líbano. Según se conoce la cifra inicial de fuerzas empleadas para el desembarco fue de 6,500 hombres. El motivo para la invasión se apoyaba en el Golpe de Estado del 19 de octubre, organizado por la CIA, con elementos resentidos dentro del Gobierno granadino y que conllevó al asesinato del líder Maurice Bishop, lo que, según los voceros del gobierno norteamericano, pondría en peligro la vida de un pequeño grupo de estudiantes de esa nacionalidad que estudiaban en la universidad del país.
Con el comienzo de la operación el mando norteamericano estableció un monopolio sobre toda la información que viniera de la zona de conflicto. Esto se hizo con el objetivo de que a los MMD no llegara la realidad no deseada para la administración norteamericana de los hechos.
En la composición de las fuerzas expedicionarias dirigidas a la ocupación de Granada se incluía el 1er Batallón de operaciones psicológicas perteneciente al 4to Grupo de OP (con base en Fort Bragg) y un destacamento para el trabajo con los pobladores locales. La dirección general de las operaciones psicológicas tácticas estaba bajo el mando del General Norman Schwarzkopf, Jefe de la Agrupación de Fuerzas, aunque el mando directo de las operaciones lo tenían los Jefes de la Unidades a las que se les asignaron los destacamentos de operaciones especiales.
La tarea principal de los destacamentos de OP en el momento inicial de la invasión consistía en asegurar las acciones de la 82 División y la infantería de marina para la toma de la isla. Específicamente ellos debían hacer que los hombres armados declinaran su actitud de combatir y se entregaran como prisioneros. En cuanto a la población – deberían rechazar la realización de la lucha armada y cooperar con las fuerzas de ocupación.
En correspondencia, todavía antes de comenzar la operación, sus especialistas determinaron los objetivos de influencia psicológica, elaboraron la táctica de sus acciones, desarrollaron los prospectos y argumentos de la propaganda, prepararon las octavillas universales que se podrían utilizar bajo cualquier desarrollo de los acontecimientos.
Los objetivos de influencia psicológica fueron:
a) Los cubanos (asesores militares, fuerzas especiales, constructores del aeropuerto).
b) Combatientes de las fuerzas armadas de Granada.
c) Gendarmería del derrocado Gobierno de Bishop.
d) Población local.
Los defensores cubanos y granadinos de la isla en composición de cerca de 12,000 hombres, comenzaron realizando fuego cerrado en áreas del aeropuerto en construcción, el cuartel de Calvinas, la prisión de Richmond Hill y el campamento militar Frederick. No obstante los helicópteros de asalto norteamericanos, conjuntamente con los destacamentos de Rangers el grupo “Delta” y la infantería de marina rápidamente aplastaron la resistencia de las débiles y desorganizadas Fuerzas Armadas y el pequeño grupo de constructores cubanos que se encontraban en el aeropuerto.
Durante la invasión los destacamentos de Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE), tomaron la radioestación “Granada Libre”, la cual de inmediato fue nominada “Radio Isla de las Especies”. Por intermedio de esta estación de radio y con la ayuda de los transmisores militares de onda corta, los especialistas norteamericanos desarrollaron una operación de propaganda radial en idioma ingles (para los granadinos) y en español (para los cubanos). Constantemente transmitían las indicaciones del comando norteamericano a la población local y a los soldados de que la resistencia es inútil y se repetían los llamados a entregar las armas y entregarse como prisioneros.
Los soldados norteamericanos emplearon activamente los medios de altoparlantes. El corresponsal de la agencia UPI que se encontraba en este tiempo en Granada, escribió posteriormente en un artículo que “los grupos de soldados norteamericanos viajaron por toda Granada con altoparlantes, llamando a los soldados granadinos a entregarse”.
Entre los pobladores se distribuyo el periódico “La Voz de Granada” en idioma ingles, una gran cantidad de octavillas y carteles. Una de las octavillas se llamaba “El precio de la opresión”.
En segundo lugar, la presión sobre la economía granadina se convirtió en parte esencial de la influencia psicológica. Bajo la influencia de la administración Reagan el Banco Interamericano de Desarrollo, el FMI, el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo, así como otros Bancos Caribeños, se negaron a aportar a Granada ayuda financiera. El bloqueo económico ayudo en mucho a la desestabilización de la situación en el país, provocando malestar dentro de la población.
En tercer lugar, la CIA por intermedio de su agentura también puso su granito de arena en el aumento de la presión sobre el Gobierno. Ella organizó varios intentos de asesinato del Primer Ministro, apoyo a los enemigos políticos, inclusive dentro de los partidarios de Bishop y le dio todo el apoyo necesario a las fuerzas más derechistas que luchaban contra el Gobierno.
En cuarto lugar, con el objetivo de amedrentar psicológicamente, la Flota de EE.UU hizo más de una demostraciones frente a las costas de Granada. Se realizaron constantemente patrullajes, ejercicios, prácticas de tiro y vuelos de la aviación embarcada.
Paralelamente fue organizada la “fuga” de información sobre el entrenamiento en los ejercicios de distintas variantes de invasión a la isla (por cierto, estas variantes se practicaron de verdad durante los ejercicios).
En quinto lugar, se desplego una amplia campaña propagandística, en la cual tomaron parte el Presidente de EE.UU y otras figuras encumbradas de su Gobierno. Las tesis de sus intervenciones se apoyaban en los materiales propagandísticos que distribuían los MMD de los EE.UU. En ellas se acusaba a la dirección granadina de la “militarización soviético-cubana de la isla”, lo que, según las afirmaciones de la dirección norteamericana, hacia vulnerable las entregas de petróleo a EE.UU desde el cercano y el medio oriente.
Es muy interesante como la maquinaria propagandística norteamericana acentuaba la participación de “especialistas militares cubanos” en la construcción del aeropuerto en Granada. La circunstancia de que conjuntamente con los cubanos trabajaban en la construcción del aeropuerto especialistas de América Latina, Europa Occidental, África e inclusive una compañía norteamericana, fue olímpicamente silenciada. También fue groseramente silenciado el hecho de que Granada no poseía aeropuerto internacional, solo una pequeña pista para vuelos locales, lo que frenaba el desarrollo del turismo, una de las principales fuentes de ingreso del país.
Después de casi un año de una intensiva campaña propagandística contra el gobierno de izquierda en Granada, el 25 de octubre de 1983, los EE.UU desembarcaron por mar y aire en territorio de la isla, empleando para ello la 82 División aerotransportada que venia de un descalabro en el Líbano. Según se conoce la cifra inicial de fuerzas empleadas para el desembarco fue de 6,500 hombres. El motivo para la invasión se apoyaba en el Golpe de Estado del 19 de octubre, organizado por la CIA, con elementos resentidos dentro del Gobierno granadino y que conllevó al asesinato del líder Maurice Bishop, lo que, según los voceros del gobierno norteamericano, pondría en peligro la vida de un pequeño grupo de estudiantes de esa nacionalidad que estudiaban en la universidad del país.
Con el comienzo de la operación el mando norteamericano estableció un monopolio sobre toda la información que viniera de la zona de conflicto. Esto se hizo con el objetivo de que a los MMD no llegara la realidad no deseada para la administración norteamericana de los hechos.
En la composición de las fuerzas expedicionarias dirigidas a la ocupación de Granada se incluía el 1er Batallón de operaciones psicológicas perteneciente al 4to Grupo de OP (con base en Fort Bragg) y un destacamento para el trabajo con los pobladores locales. La dirección general de las operaciones psicológicas tácticas estaba bajo el mando del General Norman Schwarzkopf, Jefe de la Agrupación de Fuerzas, aunque el mando directo de las operaciones lo tenían los Jefes de la Unidades a las que se les asignaron los destacamentos de operaciones especiales.
La tarea principal de los destacamentos de OP en el momento inicial de la invasión consistía en asegurar las acciones de la 82 División y la infantería de marina para la toma de la isla. Específicamente ellos debían hacer que los hombres armados declinaran su actitud de combatir y se entregaran como prisioneros. En cuanto a la población – deberían rechazar la realización de la lucha armada y cooperar con las fuerzas de ocupación.
En correspondencia, todavía antes de comenzar la operación, sus especialistas determinaron los objetivos de influencia psicológica, elaboraron la táctica de sus acciones, desarrollaron los prospectos y argumentos de la propaganda, prepararon las octavillas universales que se podrían utilizar bajo cualquier desarrollo de los acontecimientos.
Los objetivos de influencia psicológica fueron:
a) Los cubanos (asesores militares, fuerzas especiales, constructores del aeropuerto).
b) Combatientes de las fuerzas armadas de Granada.
c) Gendarmería del derrocado Gobierno de Bishop.
d) Población local.
Los defensores cubanos y granadinos de la isla en composición de cerca de 12,000 hombres, comenzaron realizando fuego cerrado en áreas del aeropuerto en construcción, el cuartel de Calvinas, la prisión de Richmond Hill y el campamento militar Frederick. No obstante los helicópteros de asalto norteamericanos, conjuntamente con los destacamentos de Rangers el grupo “Delta” y la infantería de marina rápidamente aplastaron la resistencia de las débiles y desorganizadas Fuerzas Armadas y el pequeño grupo de constructores cubanos que se encontraban en el aeropuerto.
Durante la invasión los destacamentos de Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE), tomaron la radioestación “Granada Libre”, la cual de inmediato fue nominada “Radio Isla de las Especies”. Por intermedio de esta estación de radio y con la ayuda de los transmisores militares de onda corta, los especialistas norteamericanos desarrollaron una operación de propaganda radial en idioma ingles (para los granadinos) y en español (para los cubanos). Constantemente transmitían las indicaciones del comando norteamericano a la población local y a los soldados de que la resistencia es inútil y se repetían los llamados a entregar las armas y entregarse como prisioneros.
Los soldados norteamericanos emplearon activamente los medios de altoparlantes. El corresponsal de la agencia UPI que se encontraba en este tiempo en Granada, escribió posteriormente en un artículo que “los grupos de soldados norteamericanos viajaron por toda Granada con altoparlantes, llamando a los soldados granadinos a entregarse”.
Entre los pobladores se distribuyo el periódico “La Voz de Granada” en idioma ingles, una gran cantidad de octavillas y carteles. Una de las octavillas se llamaba “El precio de la opresión”.
En ella se resaltaban con iluminaciones dos mascaras gordas con una estrella roja y en ellas las fotografías de los 5 lideres izquierdistas del partido “La nueva Joya”. Mas abajo venia un texto que decía: “Estos delincuentes trataron de vender a Granada a los comunistas, ahora se han entregado. El pueblo de Granada nunca mas permitirá a estas personas tomar el poder y causar tanto sufrimiento. Apoye la democracia en Granada”.
El momento culminante de la OP en Granada resultó el tratamiento hacia los cubanos, poniendo, a la vez que se movían las fuerzas de desembarco, las armas en posición de “hombros armas” para avanzar a sus posiciones. Una estación de altoparlantes transmitía en ese momento el siguiente texto:
“Los soldados norteamericanos no se encuentran en la isla para combatir con los heroicos combatientes cubanos, que se llenaron de gloria en los combates en Angola, Etiopia y Nicaragua. Mostrando una elevada valentía y dedicación a la altura de los héroes cubanos. Los norteamericanos ni por un segundo dudan que los cubanos estén preparados para combatir aquí hasta el último proyectil. Pero en Granada los norteamericanos no amenazan en nada a Cuba.
El momento culminante de la OP en Granada resultó el tratamiento hacia los cubanos, poniendo, a la vez que se movían las fuerzas de desembarco, las armas en posición de “hombros armas” para avanzar a sus posiciones. Una estación de altoparlantes transmitía en ese momento el siguiente texto:
“Los soldados norteamericanos no se encuentran en la isla para combatir con los heroicos combatientes cubanos, que se llenaron de gloria en los combates en Angola, Etiopia y Nicaragua. Mostrando una elevada valentía y dedicación a la altura de los héroes cubanos. Los norteamericanos ni por un segundo dudan que los cubanos estén preparados para combatir aquí hasta el último proyectil. Pero en Granada los norteamericanos no amenazan en nada a Cuba.
Los cubanos no están relacionados con Granada por ningún tipo de obligación o alianza. Los soldados norteamericanos no van a disparar contra los cubanos. Sus armas miran hacia arriba. Las fuerzas multinacionales deben cumplir la tarea encomendada y continuar hacia el interior de la isla, defender a la población, restablecer la paz y la democracia en Granada. La jefatura de las fuerzas multinacionales pide a los cubanos no obstaculizar esta misión humanitaria, y facilitar el mantenimiento del orden.
Ella le garantizará el envío inmediato a su patria de todos los cubanos con el correspondiente honor y reconocimiento, como personas, que cumplieron con su obligación y mostraron madurez y comprensión de los problemas actuales de esta isla”.
Por lo testimoniado por los testigos, este método combinado de influencia psicológica resulto el mas efectivo con relación a los cubanos constructores.
Los norteamericanos trataron de dirigir la irritación de la población contra las fuerzas armadas granadinas y otros grupos armados, colectivamente llamados “comunistas”. La radio “La isla de las especies” transmitía llamados a informar sobre el paradero de estos miembros, ofreciendo recompensas monetarias. En resumen con ayuda de los informantes pagados fueron arrestados e interrogados cerca de 2,200 hombres.
Las OP continuaron y después de terminadas las acciones combativas. Su contenido se concentraba en este período en la propaganda para fortalecer la posición de EE.UU “como salvador de los valores del modo de vida occidental” en Granada, y como “desmontador de la conspiración comunista” contra este país.
En menos de un mes después de la ocupación de Granada apareció allí el periódico “Nuevo comienzo”, el cual se editaba en la base norteamericana en Barbados. Sus ediciones estaban repletas de mensajes de publicidad para los negociantes granadinos y mensajes del tipo “El Invencible camino del Señor, ¡bienvenidos, liberadores de América!”.
Durante el conflicto en Granada la dirección de los EE.UU empleó no pocos esfuerzos en la preparación de la opinión pública internacional. Con este objetivo utilizó ampliamente los tele programas especiales, llamados a convencer a la gente de lo justo del carácter de la intervención de las “fuerzas multinacionales”. Por intermedio de la red de TV europea al servicio de la USIA “Euronet” se transmitían estos programas desde EE.UU hasta Europa Occidental. Análogamente se empleaban los potentes transmisores de “La voz de América” y “Onda alemana”.
4. Invasión a Panamá. Diciembre 1989- enero 1990. (Operación “Asunto justo”)
Los destacamentos de OP de los EE.UU tomaron parte activa en la operación “Asunto justo” en Panamá desde diciembre de 1989 hasta enero de 1990.
La experiencia de su empleo en el conflicto panameño introdujo determinadas correcciones en la táctica y metodología de las acciones. En este periodo, los órganos de guerra psicológica consideraban como fundamental en su trabajo la realización de actividades de desinformación del enemigo y la aplicación de “acciones de desestabilización”, que sacaran al contrario de la situación de estabilidad psicológica.
Precisamente, a la solución de estas cuestiones se orientaron los especialistas antes de comenzar las acciones combativas en Panamá. El aspecto netamente propagandístico de su actividad ellos lo derivaron a un segundo plano.
Solo que, al encontrarse con una férrea resistencia de las fuerzas de la Guardia Nacional panameña – con un total de 15,000 miembros – ellos rápidamente cambiaron la táctica.
Los panameños al principio estaban sintonizados de manera decidida a “mejor morir que entregarse”. Se hizo necesario acudir a una fuerte influencia propagandística. Los destacamentos de los órganos de la guerra psicológica distribuyeron materiales de propaganda impresa (folletos, pancartas, plegables), lanzaron octavillas-salvoconductos para entregarse a las autoridades de ocupación y postales que inducían a entregar las armas, con felicitaciones navideñas, fotografías de búsqueda con recompensa de los principales colaboradores del General Noriega y otras cosas así.
En Panamá los especialistas en guerra psicológica para el trabajo con la población civil y para la comunicación social, trabajaron muy interactivamente. Todos ellos resolvieron las mismas tareas, que se pudiera formular de la siguiente manera: esta es la batalla por la opinión pública, sin cuya incorporación a nuestro lado, la victoria en el enfrentamiento militar, que se inscribe en el concepto de “conflicto de baja intensidad”, no es posible.
Como se señala en el “Manual de Campo de las U. S. Army FM-33.5. Las operaciones psicológicas” (aprobado en julio de 1987) “el éxito en los conflictos de baja intensidad, no se puede determinar solo por el concepto militar de combate ganado. La victoria militar solo se puede considerar un aspecto importante para el logro del éxito general”.
En otras palabras, inclusive en el caso de que se emplee la fuerza militar, una operación militar exitosa solo limpia el camino para levantar el “edificio de la victoria final”. La base de este edificio debe ser la aceptación por la sociedad de los cambios producidos, las paredes – un gobierno que funcione con exactitud, un sistema gubernamental ajustado, medios liberales de información publica y un orden publico, el techo – forma de vida “democrática”, capaz de defender a la sociedad de la usurpación del poder.
Por lo testimoniado por los testigos, este método combinado de influencia psicológica resulto el mas efectivo con relación a los cubanos constructores.
Los norteamericanos trataron de dirigir la irritación de la población contra las fuerzas armadas granadinas y otros grupos armados, colectivamente llamados “comunistas”. La radio “La isla de las especies” transmitía llamados a informar sobre el paradero de estos miembros, ofreciendo recompensas monetarias. En resumen con ayuda de los informantes pagados fueron arrestados e interrogados cerca de 2,200 hombres.
Las OP continuaron y después de terminadas las acciones combativas. Su contenido se concentraba en este período en la propaganda para fortalecer la posición de EE.UU “como salvador de los valores del modo de vida occidental” en Granada, y como “desmontador de la conspiración comunista” contra este país.
En menos de un mes después de la ocupación de Granada apareció allí el periódico “Nuevo comienzo”, el cual se editaba en la base norteamericana en Barbados. Sus ediciones estaban repletas de mensajes de publicidad para los negociantes granadinos y mensajes del tipo “El Invencible camino del Señor, ¡bienvenidos, liberadores de América!”.
Durante el conflicto en Granada la dirección de los EE.UU empleó no pocos esfuerzos en la preparación de la opinión pública internacional. Con este objetivo utilizó ampliamente los tele programas especiales, llamados a convencer a la gente de lo justo del carácter de la intervención de las “fuerzas multinacionales”. Por intermedio de la red de TV europea al servicio de la USIA “Euronet” se transmitían estos programas desde EE.UU hasta Europa Occidental. Análogamente se empleaban los potentes transmisores de “La voz de América” y “Onda alemana”.
4. Invasión a Panamá. Diciembre 1989- enero 1990. (Operación “Asunto justo”)
Los destacamentos de OP de los EE.UU tomaron parte activa en la operación “Asunto justo” en Panamá desde diciembre de 1989 hasta enero de 1990.
La experiencia de su empleo en el conflicto panameño introdujo determinadas correcciones en la táctica y metodología de las acciones. En este periodo, los órganos de guerra psicológica consideraban como fundamental en su trabajo la realización de actividades de desinformación del enemigo y la aplicación de “acciones de desestabilización”, que sacaran al contrario de la situación de estabilidad psicológica.
Precisamente, a la solución de estas cuestiones se orientaron los especialistas antes de comenzar las acciones combativas en Panamá. El aspecto netamente propagandístico de su actividad ellos lo derivaron a un segundo plano.
Solo que, al encontrarse con una férrea resistencia de las fuerzas de la Guardia Nacional panameña – con un total de 15,000 miembros – ellos rápidamente cambiaron la táctica.
Los panameños al principio estaban sintonizados de manera decidida a “mejor morir que entregarse”. Se hizo necesario acudir a una fuerte influencia propagandística. Los destacamentos de los órganos de la guerra psicológica distribuyeron materiales de propaganda impresa (folletos, pancartas, plegables), lanzaron octavillas-salvoconductos para entregarse a las autoridades de ocupación y postales que inducían a entregar las armas, con felicitaciones navideñas, fotografías de búsqueda con recompensa de los principales colaboradores del General Noriega y otras cosas así.
En Panamá los especialistas en guerra psicológica para el trabajo con la población civil y para la comunicación social, trabajaron muy interactivamente. Todos ellos resolvieron las mismas tareas, que se pudiera formular de la siguiente manera: esta es la batalla por la opinión pública, sin cuya incorporación a nuestro lado, la victoria en el enfrentamiento militar, que se inscribe en el concepto de “conflicto de baja intensidad”, no es posible.
Como se señala en el “Manual de Campo de las U. S. Army FM-33.5. Las operaciones psicológicas” (aprobado en julio de 1987) “el éxito en los conflictos de baja intensidad, no se puede determinar solo por el concepto militar de combate ganado. La victoria militar solo se puede considerar un aspecto importante para el logro del éxito general”.
En otras palabras, inclusive en el caso de que se emplee la fuerza militar, una operación militar exitosa solo limpia el camino para levantar el “edificio de la victoria final”. La base de este edificio debe ser la aceptación por la sociedad de los cambios producidos, las paredes – un gobierno que funcione con exactitud, un sistema gubernamental ajustado, medios liberales de información publica y un orden publico, el techo – forma de vida “democrática”, capaz de defender a la sociedad de la usurpación del poder.
De esta forma, a las operaciones psicológicas en los conflictos de baja intensidad se le asignan el rol principal.
En total correspondencia con el manual, los órganos para la comunicación con la sociedad prestaron especial atención al mantenimiento de los contactos más estrechos con la prensa y la TV, o sea, las principales fuentes de información para las poblaciones de EE.UU y Panamá. Ya desde febrero de 1988 (o sea 22 meses antes de la invasión), ellos habían comenzado a informar en los MMD de los EE.UU sobre hechos de “discriminación” de los militares norteamericanos y sus familiares, que radicaban en la Zona del Canal de Panamá, por parte de las autoridades soldados y policías locales, sobre la atmosfera de “miedo”, “incertidumbre” y “terror” en la cual tenían que vivir los norteamericanos.
El presidente de Panamá General Manuel Noriegas se presentaba de forma desagradable como un cruel dictador y a la vez como un gran narcotraficante, además de psicópata, “obsesivo” sexual y brujero.
En Panamá por primera vez fue probado el nuevo sistema del aparato de interacción para la comunicación con la sociedad y los medios de difusión militar y civil. Para esto anticipadamente fue creado el contingente de periodistas y fotorreporteros especialmente escogidos e instruidos, los cuales fueron lanzados antes del comienzo de las acciones combativas en los objetivos planteados en Panamá.
De esta forma el Mando trataba de cerrar, o en el mejor de los casos, limitar el acceso de los “periodistas no deseados” a la zona de las acciones militares. El servicio de comunicación con la sociedad organizaba, varias veces al día, briefing y encuentros con los altos mandos militares. Allí los periodistas recibían “noticias frescas” sobre el curso de las acciones militares y la situación política en Panamá.
Transmitiendo esta información con el necesario acento en sus materiales, ellos obligaban a los norteamericanos a sentirse testigos de los que ocurría, sufrir por la vida de sus correligionarios y al mismo tiempo formaban una imagen general de lo que pasaba, que coincidía completamente con el punto de vista oficial de la dirección de EE:UU.
De esta forma, la dirección político-militar de EE.UU aprendió las enseñanzas de la guerra en Vietnam, perdida al perderse el control sobre la opinión publica. En Panamá ella garantizó el funcionamiento de un puente constante entre el Pentágono y el público, en primer lugar por intermedio de los MMD civiles.
Con esto logro fortalecer considerablemente la confianza de los ciudadanos norteamericanos en los militares y sus acciones, exitosamente pudieron contrarrestar la influencia sobre la población de periodistas neutrales y opositores, políticos y personalidades públicas que interpretan de forma distinta el acontecer. Posteriormente este modelo de aseguramiento informativo fue empleado por los norteamericanos en Iraq (1991), Yugoslavia (1999), Libia (2011) y ahora en Siria.
Para la realización de la propaganda oral los norteamericanos crearon 21 grupos de emisores de audio (altoparlantes), entregándoselos prácticamente a cada compañía que participaba en las operaciones de combate. Los grupos tenían en su composición un altoparlante transportado o dos móviles. Los programas voceados tenían mensajes cortos del siguiente contenido:
“Nosotros, los norteamericanos, nos encontramos aquí no para ocupar su país, sino para devolverles lo que con la fuerza o el engaño les fue arrebatado hace mas de 10 años, la libertad. Nosotros estamos aquí para liberarlos del régimen despótico. Entreguen las armas y nosotros no le haremos ningún daño, ni un solo pelo caerá de sus cabezas. Nosotros somos sus amigos. Nosotros queremos solo ayudarlos. Nuestro único objetivo es remover a Noriega y poner fin a su régimen despótico”.
Desde las primeras horas de la operación los grupos de altoparlantes regularmente voceaban estos textos a todas las guarniciones panameñas rodeadas. Ellos dejaban 15 minutos para la reflexión, que después de transcurridos en términos de ultimátum proponían sacar bandera blanca y entregar las armas. Sobre la efectividad de tales llamados es difícil juzgar a priori. De un lado, solo tres de todas las guarniciones cercadas de la Guardia nacional panameña entregaron las armas sin resistencia.
En los demás casos, inclusive después de llamados repetidos los soldados cercados respondían con fuego. De otro lado, casi todos los oficiales de guardia se fugaron de sus puestos de combate y abandonaron a sus subordinados. La resistencia la comandaron los sargentos y cabos.
Como regla, las formaciones de OP actuaban conjuntamente con los especialistas del batallón para el trabajo con la población civil. El General D. Lindsei, ex Jefe de la comandancia de las Fuerzas de Operaciones Especiales del ejercito de los EE.UU todavía antes de la invasión a Panamá nombraba a estas formaciones unificadas “el principal componente no combativo en las situaciones conflictivas”. Según su expresión “ellos representan un reforzamiento peculiar de la fuerza militar, que en un grado significativo aumenta las posibilidades de éxito”.
La operación en Panamá reafirmo la veracidad de esta evaluación.
Para suavizar la tradicionalmente relación de los latinoamericanos con los gringos (o sea, con los norteamericanos blancos norteños), los especialistas militares y civiles reclamaban ayuda constantemente, la que era ofrecida por los soldados norteamericanos de origen local. Fundamentalmente se apoyaban en su actividad en los campos para desplazados (en la entrega de productos, búsqueda de parientes perdidos) y en los hospitales de campaña (servicio gratis de atención a todos los heridos y enfermos locales). Según la opinión de los expertos, el resultado de la propaganda de ayuda de este tipo resultaba muy positivo.
5. Invasión a Haití. 1994. (Operación “Defender la democracia”)
La invasión de las tropas norteamericanas a la isla de Haití bajo la denominación de “Apoyo a la democracia” se produjo en el año 1994. Ella pretendía como objetivo el regreso a este país del Presidente constitucional Jean Bertrand Aristide, derrocado por una junta militar. ¿?
Como en el caso de Panamá, la dirección político-militar de EE.UU desplegó una amplia campaña propagandística mucho antes del desembarco de las tropas norteamericanas. El rol principal en la formación de la opinión pública internacional lo jugaron las transmisiones del servicio internacional de la televisora de noticias CNN. Gracias al sistema satelital de comunicaciones de sus transmisiones que llegan a 95 países y el derecho monopólico de la distribución de información, pudieron realizar una efectiva influencia propagandístico-informativa.
Los reportajes desde Haití eran conducidos por el periodista Peter Arnett, famoso por los reportajes desde Bagdad en los tiempos del conflicto del Golfo Pérsico. Sus tele materiales eran una completa escenificación de las violaciones sangrientas de la Junta comandada por el General Cedras.
Conjuntamente los videos-comentados eran acompañados por comentarios, no solo del periodista, sino y de personalidades políticas y publicas, partidarios de fila del Presidente Aristide y de refugiados haitianos.
Las transmisiones estaban dirigidas a demostrar a todo el mundo las evidentes violaciones de los derechos humanos y las normas “democráticas” en la isla por los gobernantes de turno. Como resultado de la bien pensada campaña propagandístico-informativa de EE.UU, se logró que la comunidad internacional apoyara sus acciones.
La resolución No 940 del Consejo de Seguridad de la ONU sancionó “la creación de una fuerza multinacional bajo un mando único y el empleo de todos los medios necesarios para sacar en Haití a los militares del poder”.
De esta forma, la Casa Blanca logró el objetivo principal de la etapa de preparación de la operación – creó el soporte de derecho internacional para las acciones de los soldados norteamericanos en este país. Es mas, Washington logró internacionalizar el conflicto.
En la operación, junto con los 14,000 infantes de marina norteamericanos fueron preparados para participar 2,000 militares de otros países de la cuenca del Caribe, Latinoamérica y Europa. Esto permitió diluir las críticas de la comunidad internacional en caso de consecuencias negativas de la invasión.
A la vez la administración del Presidente Clinton, en un tiempo muy corto logró aumentar considerablemente la cifra de los adheridos a la realización de la intervención en Haití dentro de la sociedad norteamericana. Si el 10 de septiembre de 1994 el apoyo a esta operación representaba el 25 % de la población, el 16 del mismo mes, o sea 5 días después, era ya de un 40 %. No obstante la mayoría de los ciudadanos norteamericanos seguían siendo escépticos con la intervención.
Como señalo la revista “Time”, mencionando el “síndrome de Somalia” (se refiere al desembarco fallido de las fuerzas norteamericanas en “misión humanitaria” en este país africano, que vino acompañado de múltiples perdidas). La idea de una “guerra pequeña” en una país pobre no atraía a los norteamericanos. En caso de inclusive pocas bajas el rating del Presidente y sus acólitos podría caer estrepitosamente.
En total correspondencia con el manual, los órganos para la comunicación con la sociedad prestaron especial atención al mantenimiento de los contactos más estrechos con la prensa y la TV, o sea, las principales fuentes de información para las poblaciones de EE.UU y Panamá. Ya desde febrero de 1988 (o sea 22 meses antes de la invasión), ellos habían comenzado a informar en los MMD de los EE.UU sobre hechos de “discriminación” de los militares norteamericanos y sus familiares, que radicaban en la Zona del Canal de Panamá, por parte de las autoridades soldados y policías locales, sobre la atmosfera de “miedo”, “incertidumbre” y “terror” en la cual tenían que vivir los norteamericanos.
El presidente de Panamá General Manuel Noriegas se presentaba de forma desagradable como un cruel dictador y a la vez como un gran narcotraficante, además de psicópata, “obsesivo” sexual y brujero.
En Panamá por primera vez fue probado el nuevo sistema del aparato de interacción para la comunicación con la sociedad y los medios de difusión militar y civil. Para esto anticipadamente fue creado el contingente de periodistas y fotorreporteros especialmente escogidos e instruidos, los cuales fueron lanzados antes del comienzo de las acciones combativas en los objetivos planteados en Panamá.
De esta forma el Mando trataba de cerrar, o en el mejor de los casos, limitar el acceso de los “periodistas no deseados” a la zona de las acciones militares. El servicio de comunicación con la sociedad organizaba, varias veces al día, briefing y encuentros con los altos mandos militares. Allí los periodistas recibían “noticias frescas” sobre el curso de las acciones militares y la situación política en Panamá.
Transmitiendo esta información con el necesario acento en sus materiales, ellos obligaban a los norteamericanos a sentirse testigos de los que ocurría, sufrir por la vida de sus correligionarios y al mismo tiempo formaban una imagen general de lo que pasaba, que coincidía completamente con el punto de vista oficial de la dirección de EE:UU.
De esta forma, la dirección político-militar de EE.UU aprendió las enseñanzas de la guerra en Vietnam, perdida al perderse el control sobre la opinión publica. En Panamá ella garantizó el funcionamiento de un puente constante entre el Pentágono y el público, en primer lugar por intermedio de los MMD civiles.
Con esto logro fortalecer considerablemente la confianza de los ciudadanos norteamericanos en los militares y sus acciones, exitosamente pudieron contrarrestar la influencia sobre la población de periodistas neutrales y opositores, políticos y personalidades públicas que interpretan de forma distinta el acontecer. Posteriormente este modelo de aseguramiento informativo fue empleado por los norteamericanos en Iraq (1991), Yugoslavia (1999), Libia (2011) y ahora en Siria.
Para la realización de la propaganda oral los norteamericanos crearon 21 grupos de emisores de audio (altoparlantes), entregándoselos prácticamente a cada compañía que participaba en las operaciones de combate. Los grupos tenían en su composición un altoparlante transportado o dos móviles. Los programas voceados tenían mensajes cortos del siguiente contenido:
“Nosotros, los norteamericanos, nos encontramos aquí no para ocupar su país, sino para devolverles lo que con la fuerza o el engaño les fue arrebatado hace mas de 10 años, la libertad. Nosotros estamos aquí para liberarlos del régimen despótico. Entreguen las armas y nosotros no le haremos ningún daño, ni un solo pelo caerá de sus cabezas. Nosotros somos sus amigos. Nosotros queremos solo ayudarlos. Nuestro único objetivo es remover a Noriega y poner fin a su régimen despótico”.
Desde las primeras horas de la operación los grupos de altoparlantes regularmente voceaban estos textos a todas las guarniciones panameñas rodeadas. Ellos dejaban 15 minutos para la reflexión, que después de transcurridos en términos de ultimátum proponían sacar bandera blanca y entregar las armas. Sobre la efectividad de tales llamados es difícil juzgar a priori. De un lado, solo tres de todas las guarniciones cercadas de la Guardia nacional panameña entregaron las armas sin resistencia.
En los demás casos, inclusive después de llamados repetidos los soldados cercados respondían con fuego. De otro lado, casi todos los oficiales de guardia se fugaron de sus puestos de combate y abandonaron a sus subordinados. La resistencia la comandaron los sargentos y cabos.
Como regla, las formaciones de OP actuaban conjuntamente con los especialistas del batallón para el trabajo con la población civil. El General D. Lindsei, ex Jefe de la comandancia de las Fuerzas de Operaciones Especiales del ejercito de los EE.UU todavía antes de la invasión a Panamá nombraba a estas formaciones unificadas “el principal componente no combativo en las situaciones conflictivas”. Según su expresión “ellos representan un reforzamiento peculiar de la fuerza militar, que en un grado significativo aumenta las posibilidades de éxito”.
La operación en Panamá reafirmo la veracidad de esta evaluación.
Para suavizar la tradicionalmente relación de los latinoamericanos con los gringos (o sea, con los norteamericanos blancos norteños), los especialistas militares y civiles reclamaban ayuda constantemente, la que era ofrecida por los soldados norteamericanos de origen local. Fundamentalmente se apoyaban en su actividad en los campos para desplazados (en la entrega de productos, búsqueda de parientes perdidos) y en los hospitales de campaña (servicio gratis de atención a todos los heridos y enfermos locales). Según la opinión de los expertos, el resultado de la propaganda de ayuda de este tipo resultaba muy positivo.
5. Invasión a Haití. 1994. (Operación “Defender la democracia”)
La invasión de las tropas norteamericanas a la isla de Haití bajo la denominación de “Apoyo a la democracia” se produjo en el año 1994. Ella pretendía como objetivo el regreso a este país del Presidente constitucional Jean Bertrand Aristide, derrocado por una junta militar. ¿?
Como en el caso de Panamá, la dirección político-militar de EE.UU desplegó una amplia campaña propagandística mucho antes del desembarco de las tropas norteamericanas. El rol principal en la formación de la opinión pública internacional lo jugaron las transmisiones del servicio internacional de la televisora de noticias CNN. Gracias al sistema satelital de comunicaciones de sus transmisiones que llegan a 95 países y el derecho monopólico de la distribución de información, pudieron realizar una efectiva influencia propagandístico-informativa.
Los reportajes desde Haití eran conducidos por el periodista Peter Arnett, famoso por los reportajes desde Bagdad en los tiempos del conflicto del Golfo Pérsico. Sus tele materiales eran una completa escenificación de las violaciones sangrientas de la Junta comandada por el General Cedras.
Conjuntamente los videos-comentados eran acompañados por comentarios, no solo del periodista, sino y de personalidades políticas y publicas, partidarios de fila del Presidente Aristide y de refugiados haitianos.
Las transmisiones estaban dirigidas a demostrar a todo el mundo las evidentes violaciones de los derechos humanos y las normas “democráticas” en la isla por los gobernantes de turno. Como resultado de la bien pensada campaña propagandístico-informativa de EE.UU, se logró que la comunidad internacional apoyara sus acciones.
La resolución No 940 del Consejo de Seguridad de la ONU sancionó “la creación de una fuerza multinacional bajo un mando único y el empleo de todos los medios necesarios para sacar en Haití a los militares del poder”.
De esta forma, la Casa Blanca logró el objetivo principal de la etapa de preparación de la operación – creó el soporte de derecho internacional para las acciones de los soldados norteamericanos en este país. Es mas, Washington logró internacionalizar el conflicto.
En la operación, junto con los 14,000 infantes de marina norteamericanos fueron preparados para participar 2,000 militares de otros países de la cuenca del Caribe, Latinoamérica y Europa. Esto permitió diluir las críticas de la comunidad internacional en caso de consecuencias negativas de la invasión.
A la vez la administración del Presidente Clinton, en un tiempo muy corto logró aumentar considerablemente la cifra de los adheridos a la realización de la intervención en Haití dentro de la sociedad norteamericana. Si el 10 de septiembre de 1994 el apoyo a esta operación representaba el 25 % de la población, el 16 del mismo mes, o sea 5 días después, era ya de un 40 %. No obstante la mayoría de los ciudadanos norteamericanos seguían siendo escépticos con la intervención.
Como señalo la revista “Time”, mencionando el “síndrome de Somalia” (se refiere al desembarco fallido de las fuerzas norteamericanas en “misión humanitaria” en este país africano, que vino acompañado de múltiples perdidas). La idea de una “guerra pequeña” en una país pobre no atraía a los norteamericanos. En caso de inclusive pocas bajas el rating del Presidente y sus acólitos podría caer estrepitosamente.
Del otro lado, el gobierno norteamericano no tenia alternativas, porque durante la campaña propagandística-informativa la administración de EE.UU inculco en la sociedad con tal fuerza que estaba dispuesta a restablecer en el poder al depuesto Presidente de Haití, que después del fracaso del bloqueo económico y los acuerdos políticos con la Junta, no le quedaba otra alternativa que ir a la “ocupación sin disparos”, para preservar su “rostro político”.
Ya que las pérdidas era necesario minimizarlas a cualquier precio, había que garantizar una relación fiel hacia el desembarco, no solo por la población civil, sino y con los 7,000 militares bajo el mando del General Cedras. El rol fundamental en la resolución de esta compleja tarea lo jugaron las acciones del 4to Grupo de OP de las Fuerzas Armadas de los EE.UU. La dirección principal de su actividad propagandística consistía en evitar posibles acciones hostiles de los haitianos con relación a los soldados norteamericanos.
Para ello fueron presentadas las siguientes propuestas:
Ya que las pérdidas era necesario minimizarlas a cualquier precio, había que garantizar una relación fiel hacia el desembarco, no solo por la población civil, sino y con los 7,000 militares bajo el mando del General Cedras. El rol fundamental en la resolución de esta compleja tarea lo jugaron las acciones del 4to Grupo de OP de las Fuerzas Armadas de los EE.UU. La dirección principal de su actividad propagandística consistía en evitar posibles acciones hostiles de los haitianos con relación a los soldados norteamericanos.
Para ello fueron presentadas las siguientes propuestas:
Los soldados norteamericanos restituirán en el poder al Presidente elegido legalmente en el país;
La estancia de las tropas norteamericanas en el país tiene un carácter provisional;
Los EE.UU luchan por el restablecimiento de la democracia y los derechos humanos en Haití.
Claro que a la administración norteamericana le interesaba bien poco la democracia en Haití, lo que en realidad le interesaba era tener una presencia militar en el país que le permitiera “controlar” los procesos en la isla y de paso impedir los éxodos masivos de haitianos y dominicanos hacia EE.UU.
Si recordamos bien, fueron precisamente los norteamericanos los que armaron y pusieron en el poder a los facinerosos de Cedras, trayendo desde Miami a cuanto delincuente haitiano se encontraron para que derrocaran al incomodo Aristid. Una demostración de esta actitud esta en que posteriormente lo volvieron a defenestrar, lo que demuestra el fariseísmo de la política norteamericana.
Los principales medios de propaganda fueron la distribución de octavilla y las emisiones de radio. En Puerto Príncipe y sus alrededores, los aviones lanzaron una enorme cantidad de radio receptores con una frecuencia fija, por la cual se transmitían los mensajes del desterrado Presidente J.B. Aristide, solicitando apoyo a los norteamericanos en la lucha contra la Junta.
Igualmente se distribuían octavillas con el texto: “El regreso de Aristide – es el sol de la democracia, la luz de la legalidad y la cálida reconciliación”.
Una fuerte influencia psicológica sobre la Junta ocasionó la demostración de poderío militar de EE.UU. Hacia las costas haitianas se acercaron 20 buques de la Marina estadounidense, entre los que se encontraban el portaviones “América” y “Eisenhower”. A bordo se encontraban 6800 infantes de marina. Además había preparados 14,000 hombres mas en la base de Fort Bragg, esperando la orden de desembarcar. Como fue conocido posteriormente, el General Cedras, en las conversaciones llevadas por el ex Presidente de EE.UU J. Carter, no aceptó el argumento de la imposibilidad de mantener su régimen y la necesidad de evitar un derramamiento de sangre innecesario.
Cuando todavía no había pronunciado su último argumento, ya los aviones de combate estaban en el aire. El 19 de septiembre de 1994, más de 60 aviones de transporte militar salieron de la base de Fort Bragg tomando rumbo haitiano. Pero a los pocos minutos fue dada la contraorden, regresando a su base original. El General Cedras recapacitó y ordeno retirar las barricadas y permitir el paso de los Infantes de Marina que desembarcarían, aceptando el cambio de régimen. En el mismo día 3 mil infantes de marina desembarcaron en Haití. No recibieron resistencia. La primera etapa de la operación “Mantenimiento de la democracia” se realizó con éxito.
En la segunda etapa la tarea fundamental de las formaciones de guerra psicológica consistía en garantizar condiciones morales-psicológicas favorables para las acciones de los soldados norteamericanos. Con este objetivo por métodos diferentes se implanto en la conciencia de los haitianos las ideas de que los soldados norteamericanos se encuentran en el país solo para restablecer la democracia y los derechos de la población, y que todas las acciones de los EE.UU contienen solo un carácter humanitario.
Es significativo que ya en el segundo día después de la invasión, en la capital y otras dos o tres ciudades del país comenzaron a repartirse los alimentos que los soldados norteamericanos entregaban gratis a la población civil. Si consideramos que Haití esta considerado el país mas pobre del mundo, entonces es imposible no valorar la importancia de este tipo de acciones. Igualmente se organizó la compra de armas en manos de la población. Con ayuda de altoparlantes se les comunicaba a los haitianos el precio de las armas y los lugares para venderlas.
En general la operación en Haití se desarrollo exitosamente:
La Junta sin combatir entregó el poder arrebatado por ella al Presidente Aristide.
Los miembros de la Junta salieron del país.
La mayoría de la población apoyo la intervención.
Los norteamericanos no perdieron ni un hombre.
El rating del Presidente Clinton aumento considerablemente.
Para concluir quisiéramos recordar que tener presente el pasado, nos permite enfocar el futuro.
“Los hombres no se miden por las veces que se caen, sino por las veces que se levantan”.
David Urra/ CONTRAINJERENCIA.-