PERCY ALVARADO GODOY – Hace unos días terminé una serie de tres trabajos titulada “¿Cómo la CIA capta a sus agentes en Venezuela?”, en los que expuse una serie de razonamientos lógicos relacionados con la labor de espionaje contra la nación bolivariana, que son también útiles para varios países del ALBA como Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
No tuve que esperar mucho para corroborar la certeza de mis recelos: el 12 de junio fue capturado en Nicaragua Luis Felipe Ríos Castaño, quien fungía como corresponsal del grupo español Edefa en Colombia, bajo la acusación de realizar labores de espionaje contra el Ejército de ese país, logrando reclutar en su misión a varios altos oficiales de esa institución.
La detención de Luis Felipe Ríos Castaño, con la cédula de ciudadanía No. 71.788.368, emitida en Medellín, Colombia, se realizó por agentes de la Dirección de Migración y Extranjería nicaragüense, en la vivienda donde éste se hospedaba, ubicada en el Km. 11 ½, via Masaya, en Managua, para esclarecer su situación migratoria.
Sin embargo, luego del debido registro, se decomisaron varios documentos, una agenda, una laptop, teléfonos celulares y otros artículos, los que al ser revisados, pusieron en evidencia su actividad de espionaje.
De inmediato fue trasladado a la Dirección de Auxilio Judicial Nacional, interrogado y, posteriormente, acusado del delito de espionaje.
Luego de su detención, el comandante en jefe del Ejército de Nicaragua, general Julio César Avilés Castillo, afirmó sin tapujos: “Deberá, por sus actos ilegales en contra de la nación nicaragüense, recibir todo el peso de las leyes de nuestro país”.
Colombia, por su parte niega cualquier vínculo de sus órganos de inteligencia con Ríos Castaño.
Como todo espía usa una tapadera, la de Ríos Castaño era la de corresponsal de las publicaciones Fuerzas de Defensa y Seguridad (FDS), Airline 92 y la web Defensa.com. todas relacionadas directamente con la labor de espionaje por su particular perfil.
Obviamente, para ser periodista especializado en estas temáticas, se debe tener amplios conocimientos sobre inteligencia y contrainteligencia, lo que en un claro indicio de que este personaje ha tenido vínculos con alguna agencia dedicada a estos menesteres.
Las primeras preguntas que despiertan mis sospechas en este asunto, son: ¿Qué hacía este individuo en Nicaragua cuando su corresponsalía estaba radicada en Colombia?
¿Por qué estaba interesado en conocer secretos sensibles para el ejército nicaragüense e, incluso, reclutar y sonsacar a varios oficiales de alto rango?
¿Espiaba realmente para el gobierno de Colombia o lo hacía para otras agencias como la CIA, la DIA, el Mossad o el Tzahal israelí?
Lo primero que ha quedado demostrado es que, por el carácter de su trabajo, mantenía estrechas relaciones dentro del Ministerio de Defensa de Colombia, particularmente con los órganos especializados en inteligencia dentro de esa institución.
En segundo lugar, Ríos Castaño viajó en cinco oportunidades a Nicaragua y en todas ellas accedió o trató de hacerlo en las oficinas de las instituciones armadas de ese país, particularmente en la rama de las comunicaciones.
Para legitimizar su acceso al Ministerio de Defensa nica solicitó varias veces una acreditación de prensa, la que no pudo obtener.
Ello no fue un obstáculo, empero, para reclutar o sonsacar a varios oficiales que le brindaron información sobre las fuerzas aramadas, particularmente al Capitán Leónidas Rubén Castillo Ruíz, ubicado en la Fuerza Aérea de Nicaragua, y al teniente Amaru Vicente Álvarez Granera, ubicado en el Primer Comando Militar, en el departamento de Estelí.
De ellos obtuvo valiosa información, tanto relacionadas con la cantidad de hombres sobre las armas, armamento y sobre el personal de mando, como para elaborar perfiles sobre los mismos.
Es sumamente interesante también su movilidad, lo que lo tipificaba como un agente de monitoreo, que rendía presumiblemente los resultados de sus indagatorias, en Colombia y Panamá, a sus oficiales operativos.
El fiscal encargado del caso, Armando Juárez, manifestó que existen numerosas evidencias sobre la labor de espionaje realizada por Ríos Castaño, tales como correos electrónicos, un listado de remesas de dinero y comprobantes de pago a sus informantes, al igual que los nombres de sus oficiales operativos.
Dentro de esas evidencias se encuentran recibos de la Western Union que confirman el envío de dinero en 60 ocasiones a los informantes del colombiano en Managua, emitidos desde la Escuela Naval de Cadetes de Colombia, a nombre de oficiales entre los que se destacan el Teniente Coronel Andrés Pérez Parodi y El Teniente Coronel Carlos Alberto Bautista Londoño, como los emisores de los envíos cercanos a los 30 mil dólares.
No se descarta la participación de otros oficiales colombianos, entre ellos Andrés Juan Díaz Granados, del Comando General de las Fuerzas Armadas de Colombia; Anderson Ernesto Pérez Fernández; Teniente César Leonardo Tiques Bernier, del Batallón Aerotransportado Número 28 de Colombia; Romano Alexander Díaz, de la Secretaría Distrital de Bogotá; y Gerardo Chadid Santamaría, de la Escuela Naval de Cadetes “Almirante José Prudencio Padilla”.
Hay quien asegura que Ríos Castaño ya aceptó su participación en el delito de espionaje ante los órganos de contrainteligencia de Nicaragua, por lo que fue apresado y espera una audiencia inicial a realizarse el 26 de junio, reconociendo igualmente usar como lugares para encuentros con sus agentes el Bar Hotel Panorama Estelí, Café Latino Estelí y el Centro Comercial Metrocentro.
Hasta el momento, en la audiencia preliminar del caso, los dos militares nicargúenses implicados con Luis Felipe Ríos Castaño aceptaron su culpabilidad por los delitos de espionaje. revelación de secretos y desobediencia, por lo que pueden ser sancionados a penas entre 15 y 20 años de privación de libertad.
Saltó a la luz que el espía colombiano tenía particular interés en la colaboración entre Nicaragua con Rusia y Venezuela.
Por lo que sabemos, el órgano central militar en Colombia es el Comando General de las Fuerzas Militares (CGFM), donde se encuentran ubicadas la Jefatura de Inteligencia y Contrainteligencia Militar Conjunta (J2), siendo responsabilidad del segundo Comandante la Coordinación Nacional de la Inteligencia Militar.
Por lo que sabemos, el órgano central militar en Colombia es el Comando General de las Fuerzas Militares (CGFM), donde se encuentran ubicadas la Jefatura de Inteligencia y Contrainteligencia Militar Conjunta (J2), siendo responsabilidad del segundo Comandante la Coordinación Nacional de la Inteligencia Militar.
La labor de espionaje la ejecuta la Dirección de Inteligencia (DI), subordinada a la Jefatura de Operaciones y ésta, a su vez, al Estado Mayor del Ejército.
Existen también la la Jefatura de Inteligencia Naval (JINA), que incluye a las direcciones de Contrainteligencia, Inteligencia Naval y Administrativa, además de la Escuela de Inteligencia Naval.
Igualmente, dentro del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Colombiana se encontraría la Jefatura de Inteligencia (JIA), integrada por las direcciones de Operaciones de Inteligencia Aérea, Asuntos Internacionales, Administración de Recursos, Contrainteligencia y la Escuela de Inteligencia Aérea.
En correspondencia con este esquema, el espía colombiano pudiera haber estado trabajando para tres de las direcciones de inteligencia militar: la DI, la JINA y la JIA, indistintamente.
Sin embargo, tengo mis dudas al respecto.
Una reflexión final, afectada por el recelo natural de quien se ha dedicado a estudiar y ejercer labores de inteligencia y containteligencia, me lleva a pensar que los órganos de contrainteligencia de Nicaragua deben rebuscar aún más en su investigación.
Desde mi punto de vista, la participación de la inteligencia militar colombiana es una tapadera, por varias razones.
La preocupación por Nicaragua y su capacidad militar es instrascendente para Colombia, ya que no son países vecinos y se encuentran muy distantes entre sí.
Existen otras agencias aún más interesadas en Nicaragua que las colombianas, por lo que no es aventurado pensar que detrás de esta actividad de espionaje se encuentren principalmente los servicios de inteligencia norteamericanos, particularmente la CIA y la DIA.
Tampoco se puede descartar que los militares colombianos hayan sido una fachada montada por el Mossad israelí.
Lo cierto es que Luis Felipe Ríos Castaño estaba interesado en la colaboración de Nicaragua en el plano militar con Rusia y Venezuela, lo que confirma todavía más que la búsqueda de información tenía un usuario final que no eran exclusivamente los órganos de inteligencia de Colombia.
La lección a sacar es importante. Luis Felipe Ríos demostró la vulnerabilidad que aún existe en las instituciones armadas de nuestros países que, como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, siguen siendo punto neurálgico de atención de los servicios enemigos.
La traición de los dos oficiales nicas demostró también la necesidad de mejorar cada vez más la labor de los órganos de control interno en nuestra instituciones de defensa. Valiosos secretos se nos pueden estar filtrando al enemigo.
Percy Francisco Alvarado Godoy.