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Malcolm X: El líder afroamericano que estremeció a Estados Unidos


Nacido como Malcolm Little el 19 de mayo de 1925 en Omaha, estado de Nebraska, Malcolm X se convertiría en uno de los dirigentes de izquierda más radicales de Estados Unidos.

La pobreza de su infancia y el racismo que sufrió su familia serían los motores para que “Red”, como era apodado debido a su cabello rojizo, se acercara al islamismo y se convirtiera en uno de los principales líderes islámicos estadounidenses durante la década de 1960.

Antes de su conversión, el joven Little estaría involucrado en robos, prostitución y el consumo de drogas en las ciudades de Boston y Nueva York. Luego de cometer varios delitos, sería condenado a 10 años de prisión en 1945.

Durante su estadía en el presidio fue que se convertió a la Nación del Islam, en la que desarrollaría una activa participación al ser liberado, en 1952. 
 
En ese tiempo, la organización congregaba a la comunidad negra y denunciaba las políticas segregacionistas de Estados Unidos.

Durante 12 año, Malcolm X fue una de las principales cabezas visibles de la Nación del Islam, atrayendo a los ciudadanos afroamericanos y a personalidades como el boxeador Mohamed Alí, con discursos duros y de enfrentamiento contra el poder central.

En 1960, se reuniría en el Hotel Theresa, de la ciudad de Harlem, con el líder revolucionario cubano Fidel Castro, mientras éste participaba en Nueva York en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Según recogen las crónicas del momento, Malcolm X le aseguró a Fidel que “mientras el Tío Sam esté contra ti, sabes que eres un hombre bueno”.

Las profundas diferencias con Elijah Muhammad, jefe de la Nación del Islam, precipitaron su salida en 1964, año en que fundó la Organización de la Unidad Afro Americana (OUAA) y la Mezquita Musulmana Inc.

Quien también prestó atención al nacimiento de la OUAA, fue el entonces revolucionario cubano-argentino Ernesto Guevara, que en 1964, mientras participaba en un debate de la ONU en Nueva York, envió un mensaje a Malcolm X donde enviaba “los cálidos saludos del pueblo cubano y, en especial, los de Fidel, que recuerda con entusiasmo su visita a Harlem hace unos pocos años. Unidos venceremos”.

Para ese tiempo, su avance político lo llevó a trascender la lucha por los derechos de la comunidad negra e inició un intenso acercamientos a los procesos revolucionarios que vivía el mundo, como en los caso de Cuba y África, donde viajó e hizo la peregrinación a La Meca.

En su último discurso público en 1965, Malcolm X sentenció que “vivimos en una época de revolución, y la sublevación del negro norteamericano es parte de la rebelión contra la opresión y el colonialismo que ha caracterizado esta época”.

“La revolución negra -afirmaba- no es una sublevación racial.
 
 Estamos interesados en practicar la hermandad con todo el realmente interesado en vivir acorde a ella. 
 
Pero el hombre blanco ha predicado tanto una vana doctrina de hermandad que significa poco más que una aceptación pasiva por el negro de su destino”.

En febrero de 1965, mientras pronunciaba un discurso en el auditorio del Audubon Ballroom de la ciudad de Manhattan, Malcolm X fue asesinado con más de 15 disparos.

El editor de su autobiografía lo caracterizaría poco tiempo después de su muerte: Malcolm X no solo era el líder negro que podía detener una manifestación de masas, sino que se había convertido en el único que podía convocarla y lograr su éxito.

Su prédica e internacionalismo, la claridad de su idea de liberación en Estados Unidos, y la humildad de sus actos, serían los ejemplos que luego tomarían organizaciones como las Panteras Negras y el movimiento antibelicista norteamericano.

Leandro Albani

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