Pablo Gonzalez

USA: Enterrad mi corazón en Wounded Knee

 Los diez mandamientos indios

1. Trata la Tierra y a todo lo que hay en ella con respeto.
2. Mantente cerca del Gran Espíritu.
3. Muestra gran respeto por tu semejante.
4. Trabaja junto para el beneficio de toda la humanidad.
5. Da asistencia y cariño donde se necesite.
6. Haz lo que creas que está bien.
7. Mira después el bienestar del cuerpo y la mente.
8. Dedica una parte de tus esfuerzos al bien común.
9. Sé sincero y honesto siempre.
10. Hazte responsable de tus actos.}

Hay libros para la eternidad, y este es uno de ellos. 

Hasta entonces, la historia de los indios norteamericanos había sido contada por los colonizadores blancos, pero aunque Alexander Brown, más conocido como Dee Brown (1908-2002), lo era, hizo algo diferente: escuchó la propia narración de los supervivientes y la plasmó en este libro, un auténtico clásico, un libro que no puede faltar en la biblioteca de alguien que quiera saber la verdadera historia de los Estados Unidos, 

Su edición en 1970, causó un considerable impacto por su reivindicación de una voz para los grandes olvidados de la historia norteamericana. Su autor había nacido en un campamento maderero en Alberta, en el estado de Luisiana.

 Su padre era un trabajador de la madera y Dee pasó su infancia escuchando las leyendas del “Viejo Oeste” contadas por su abuelo. Estudió en el Colegio de Maestros del Estado de Arkansas en la Universidad George Washington y la Universidad de Illinois, al mismo tiempo que trabajó entre otras cosas, de tipógrafo, periodista, bibliotecario y maestro. 

Comenzó a publicar en 1942, y seis años más tarde, lo hizo con su primer libro histórico Frighting Indians of the West. 

Los siguientes años fueron de intensa actividad literaria e histórica. Ninguno de ellos alcanzó la popularidad alcanzada con Bury My Heart at Wounded Knee , editado en multitud de idiomas.

 Aquí lo publicó editorial Bruguera que en aquel entonces se había abierto hacia la izquierda, en 1971 y que luego hizo varias reimpresiones. 

Se trataba de una edición muy cuidada y el libro se convirtió en uno de esos que el lector recomienda a los demás, con aquello ¿pero todavía no has leído…’. 

Esta edición de Turner, incluida en la colección Armas y Letras, recupera la antigua traducción e incorpora el nuevo prefacio. Se trata de todo un acontecimiento.

 El autor nos trasladaba a una historia que para los amantes del “western” resultaba una historia conocida por el cine, sí bien su historia nos aportaba una mirada nueva. 

Dee Brown nos ofrecía en letras de molde el final del sueño del pueblo indio, para decirlo en palabras de Alce Negro. 

El toque de arrebato y su tono indignado y reivindicativo representaban sus mayores logros. Más tarde se ha cuestionado parte de su veracidad, se le ha culpado de unilateralidad, pero aún así, se trataba de una opción auténtica, y sin duda necesaria. 

Fue un poco como lo que fue Raíces, de Alex Haley jr, en relación al pueblo esclavo negro, la historia que antes se había negado.

 Daba la voz a los indios, y se hacía portavoz de sus razones como víctimas.

 Hablaba de las marchas forzadas en distancias y parajes aniquiladores, de los campos de concentración llamados “reservas”, de una deshumanización propagandística sobre el “salvaje sanguinario” que llegó a persuadir incluso a algunas de las conciencias más nobles de la nación, como fueron las de Walt Whitman, Jack London o de “Mother” Jones. 

De una propaganda que todavía podemos escuchar en películas y telefilmes, de aquellos que proclaman con orgullo sobre la tierra que los pioneros “ganaron” a los indios, que labraron con su esfuerzo.

 La imagen épica de los pioneros, tramperos y colonos glorificada por la literatura de consumo y por el cine, como es perceptible en películas tan emblemáticas como La diligencia (Stagecoach) USA, 1939, del John Ford más izquierdista. 

Recordemos, una historia en la que los buenos son un proscrito (John Wayne) y una prostituta (Claire Trevor), y el malo es un banquero hipócrita y ladrón, como corresponde, pero todo huían del mismo diablo: un Jerónimo despiadado ajeno a cualquier razón o verdad. 

Sin embargo, esta percepción ya comenzó a cambiar en la época del “New Deal”, pero sobre todo en los años sesenta-setenta, cuando el cine descubrió que el general Custer era un verdadero fascista (como tal lo describe Arthur Penn en Pequeño grande hombre que, paradojas del arte, como película era muy inferior a la mítica Murieron con las botas puestas), lo mismo que John Wayne, y así lo proclamó MDC. 

Actualmente la historia es conocida: todo comienza con la Larga Marcha de los navajos en 1860 y se cierra, treinta años más tarde, con la masacre de los sioux en Wounded Knee (Dakota del Sur), periodo en el que los indios americanos perdieron su tierra y sus vidas frente a la expansión del “hombre blanco”, de manera que a lo largo de tres décadas, la población del Oeste se duplica por las sucesivas oleadas de inmigrantes.

Una y otra vez se hacen promesas oficiales ofrecidas a los nativos, será papel mojado. 

Esa enfermedad del egoísmo propietario empuja a los nativos hacia el exterminio. 

Eso sí, en nombre de la civilización. Esa historia estaba por contar, por lo tanto, había que recuperar la memoria de los perdedores.

 Brown lo hará partir de relatos autobiográficos, testimonios grabados y documentación de la época, 
Su relato es una descripción minuciosa y sistemática de la aniquilación masiva los indios americanos durante el siglo XIX a travé4s de sus propios recuerdos, de: los jefes y guerreros de las tribus aniquiladas. 

El resultado es que lo ocurrido el 29 de diciembre de 1890 en Wounded Knee, ha quedado como una fecha indeleble en la historia de la infamia al lado de otras como Treblinka, Hiroshima, Clima, Guernica, etcétera, etcétera.

 Aquel día, casi trescientas personas –, hombres desarmados, mujeres y niños, fueron abatidos por un destacamento del mítico Séptimo de Caballería en las cercanías del arroyo de Wounded Knee, en territorio de Dakota… 

Habría que añadir que la –justamente- prestigiosa productora HBO realizó una ambiciosa y ajustada adaptación cinematográfica el año 2003. 

Fue dirigida por Ives Someneau, e interpretada por Aidan Quinn, Anna Paquin, Wes Studi y otros actores, y fue emitida por diversos canales, entre ellos TV3. 

Enlace de interes al museo memorial Wounded Knee

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