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Fernando Lugo promueve fraude electoral

 El cura papá y presidente Fernando Lugo, pretende cerrar su bochornoso mandato promoviendo un fraude electoral anunciado 

El cineasta Pedro Almodóvar dijo una vez que lo malo de las elecciones cuando se acercan es que uno se entera de lo que no quiere votar, pero lo que quiere votar no lo ve.
 
 Es la sensación que hoy embarga al electorado paraguayo a medida que se acerca el año 2013, anhelada despedida del actual cura presidente.

Que el luguismo preparaba un fraude electoral para que la victoria en las internas liberales corresponda al candidato luguista Blas Llano, era un secreto a voces dentro de la sociedad paraguaya.

El momento elegido no podía ser más desfavorable: justo el año en el cual se evidenciará el fracaso económico del gobierno del falso teólogo de la liberación Fernando Lugo, con un decrecimiento del 1,5 por ciento.
 
 Justo cuando el gobierno se ve cercado por sindicatos médicos, protestas campesinas e indígenas.

Luego de evidenciarse el fracaso en materia de política internacional de un gobierno aislado en el mismo corazón del Mercosur, pero con un presidente a quien no quiere en su despacho Cristina Fernández ni tampoco sus otros pares, ya conscientes de la gran estafa política perpetrada con la falsificación de una identidad política inexistente.

El fraude se esperaba, se sentía en el aire, se veía venir. 
 
 La última carta para el continuismo que se jugaban los cortesanos del cura Fernando Lugo era el caudillejo liberal Blas Llano, conocido por doblegarse ante el séquito arzobispal.

Llano era el hombre que necesitaban para capturar la chapa liberal los demás partidos fantasmas y extintos que rodean a Lugo, donde abundan más los candidatos que los votos.

Si triunfaba un candidato adverso a Lugo como Efraín Alegre, ex ministro de Obras Públicas de Lugo a quien expulsaron por oponerse al vitaliciado luguista que pensaban instaurar con la reelección indefinida del cura papá, la historia se terminaba. Todas las puertas quedaban cerradas.

Era tan evidente que se necesitaba del triunfo de Llano como los pulmones del oxígeno, que los adversarios del candidato líbero-luguista se animaron a empapelar Asunción con un afiche que rezaba: “Camilo Soares presidente- Blas Llano vicepresidente”.
 
 La humorada aludía a la segura renuncia del ganador fraudulento de la interna liberal a la candidatura presidencial, para declinar a favor de alguno de los candidatos cercanos a Lugo.

En las carpas del Frente Guasu, que aglutina a las ONG que reciben en Paraguay aportes de embajadas extranjeras, sobre todo de la Legación Norteamericana, las candidaturas testimoniales han proliferado como hongos en las últimas semanas: Lilian Soto, Esperanza Martínez, Mario Ferreiro, Miguel Ángel López Perito, etc., etc.

La idea generalizada que han logrado instalar estos candidatos testimoniales, sin chances de lograr muchos votos sin el respaldo de los liberales, es que un liberal está condenado al rechazo y a la derrota por sufrir el rechazo de la masa colorada, su tradicional adversaria.

Los fraudes en las internas de los partidos de Paraguay no son una novedad, e incluso algunos han sido reconocidos por los mismos que los perpetraron con total impunidad. 
 
 El más célebre es el perpetrado por Juan Carlos Wasmosy en las internas coloradas de 1992, que le permitieron suceder el narcotraficante Andrés Rodríguez en la silla presidencial.

Ya lo advirtió alguna vez Ambrose Bierce, el elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.

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LAW, el Dreyfusard

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