Sara González, cubana, cantante, revolucionaria, humilde, honesta y solidaria, amiga de quien escribe estas líneas, murió ayer en La Habana, No me he negado a las lágrimas.
Ni a la rabia.
Sería pretencioso por mi parte redactar una nota extensa sobre el dolor que este tipo de sucesos provoca, mientras se disparan los recuerdos de tantos años, desde que apareció en Madrid junto a sus compañeros/as del Grupo de Exterimentación Sonora.
No soy poeta.
Las única palabras que me bullen en la cabeza tienen cara de tristeza, impotencia y cariño.
Vaya mi abrazo a su recuerdo imborrable, a su enorme valentía como persona y como luchadora.
Sara, mi querida amiga, siempre estará junto al noble pueblo cubano.
En el barrio de Vedado, en el mismo lugar donde trabajé en Cuba desde 2003 a 2009, hay un patio donde periódicamente solía cantar rodeada de amigos y colegas.
La tarde del 25 de diciembre, decenas de ellos se reunieron para mostrarle su afecto, su amor, su amistad y ánimo.
Hasta siempre, Sara, querida e inolvidable Sara.