Un
nuevo escándalo amenaza con sacudir el Palacio del Elíseo, sede del
gobierno francés: la primera dama Carla Bruni quedó en medio de
versiones que la señalan como destinataria de financiamientos
irregulares por el Fondo mundial contra el sida, la tuberculosis y la
malaria, del que es embajadora desde 2008, en favor de sus actividades
culturales y humanitarias.
La
versión, conocida hoy, fue referida por el semanario Marianne, en un
adelanto en su sitio digital de lo que será su edición impresa de
mañana.
La
acusación corresponde al periodista Frederic Martel, autor entre otros
títulos de "Je n'aime pas le Sarkozysme culturel" ("No me gusta el
Sarkocismo cultural", ndr), en el que indaga las actividades
filantrópicas de la esposa del presidente Nicolas Sarkozy.
En
una aparición en BFM TV, Martel explicó hoy que lo impulsó a investigar
la poca claridad de la actividad de la Fundación creada por Bruni
contra el analfabetismo un par de años atrás, pero también su rol como
madrina del Fondo mundial.
Abuso
de fondos por un total de 34 millones de dólares habían sido ya
descubiertos el año pasado en cuatro de los 145 países que reciben
subsidios de ese Fondo: Gibuti, Mali, Mauritania y Zambia.
De la
investigación de Martel, realizada a lo largo de meses en más de un
país, surgió que 3,5 millones de dólares habrían sido desviados del
Fondo mundial "al margen de toda legalidad" y a "pedido de la primera
dama" francesa hacia algunas sociedades activas en el sector humanitario
y pertenecientes a un amigo de Bruni.
Ese
amigo es el músico y empresario Julien Civange, principal consejero de
la cantante italiana y ex modelo, además de testigo de sus nupcias con
Sarkozy.
La
transferencia de dinero fue al parecer conducida directamente por el
director del Fondo, el inmunólogo francés Michel Kazatchkine.
El
caso emergió durante el Consejo de Administración del Fondo mundial en
Accra, Ghana, a fines de noviembre de 2011, y le costó el puesto al
embajador francés para la lucha contra el sida, profesor Patrice Debre.
La misma suerte podría tocar a Kazatchkine, cuyo alejamiento fue
solicitado por la propia secretaria de Estado estadounidense, Hillary
Clinton.