La relación entre los ríos y el ser humano podría remontarse no solo a las primeras grandes civilizaciones, sino incluso al origen mismo de la humanidad.
Durante mucho tiempo se ha enseñado que las primeras grandes civilizaciones —Egipto, Mesopotamia, las culturas india y china — están ligadas indefectiblemente a un río: el Nilo, el Tigris y el Éufrates, el Huang-ho, el Yangtsé, el Ganges. Sin embargo, el vínculo podría ir más lejos y relacionarse incluso con el origen del linaje humano.
Royhan y Nahid Gani, de la Universidad de Nueva Órleans, llevaron a cabo una investigación en el área donde habitó el antepasado conocido más lejano del ser humano, el Ardipithecus ramidus, que hace 4.4 millones de años vivió en Aramis, Etiopía, zona en torno a cuyo clima existe un intenso debate todavía irresoluto: algunos afirman que el Ardipithecus era una criatura del bosque en nada relacionada con los ríos, pero otros sostienen que vivía entre pastos y sabanas.
Para intentar despejar las dudas el matrimonio Gani viajó al lugar y realizó pruebas en su suelo, en especial en el sitio donde se encontraron los restos fósiles del Ardipithecus.
Los Gani encontraron capas de arenisca que muy probablemente se originaron por antiguas corrientes de agua que en su curso iban dejado sedimentos.
Estos ríos alcanzaron hasta 390 metros de ancho y 8 metros de profundidad.
“Los grandes ríos como el Nilo y el Ganges han sido muy importantes en nuestra historia, y ahora encontramos que los ríos tal vez cumplieron también un papel clave en el despertar de la humanidad”, declaró al respecto Royhan Gani.
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