El
nuevo mundo podrá, eventualmente, decirle a Israel que permanezca en
los territorios ocupados y darles a todos sus habitantes la igualdad de
derechos y la justicia.
¿Qué va a decir entonces Israel? Interferencia en sus asuntos internos? ¿Intervención extranjera? Debes de estar bromeando.
De todas las quejas que tiene Israel contra el mundo, una es especialmente descarado: ¡dios mío, el mundo se está inmiscuyendo en los asuntos internos del Estado judío!
Cuando la secretaria de Estado Hillary Clinton dijo que entiende lo que está pasando aquí, y que le recuerda más a Irán que a Israel, la respuesta sionista ha sido:
"Sería mejor para los representantes de los ciudadanos dirigir su atención a lo que está sucediendo en sus propios países”, como dijo el ministro de Asuntos del Medio Ambiente Gilad Erdan.
Cuando Europa se indigna por los crímenes de odio en Israel, la descarada respuesta es que los europeos adoptaron la más baja de las resoluciones en lo que a Israel se refiere.
Y cuando el mundo se interesa por la política de Israel respecto a los refugiados y trabajadores migrantes, esto provoca la exigencia de acabar con la injerencia extranjera, como hizo Ronen Shoval, fundador de la derechista organización Im Tirtzu.
Israel puede ser el último país de tierra con el derecho a indignarse debido a la intervención extranjera.
Desde su fundación, Israel no ha dejado de trabajar en todo el mundo para traer a los judíos aquí, además de llevar a cabo clandestina y soterradamente una actividad subversiva en regímenes sombríos; predicó abiertamente entre los judíos ciudadanos extranjeros exhortándolos a abandonar sus países de origen y emigrar aquí, o al menos a enviar apoyo financiero. Israel ha movido cielo y tierra contra las manifestaciones de antisemitismo y apoya alternativas paralelas judías y sionistas en los sistemas educativos de todo el mundo.
También es un país que, al mismo tiempo, hace un llamamiento a todo el mundo para mantener el bloqueo de Gaza debido al incremento del poder de Hamás allí. Israel actuó en el Líbano y otros países en apoyo de una facción nacional contra otra.
No ha dejado de entrometerse en los asuntos internos de los países y entidades extranjeras en todas partes, por lo tanto no hay por qué escucharle cuando se queja de la injerencia extranjera.
Sin embargo esa no es la única razón por las que la quejas de Israel sobre la interferencia es descarada y ridícula.
En el mundo actual, con frecuencia las naciones intervienen en los asuntos internos de otros países, e Israel no se opone.
A veces, incluso, Israel apoya esas interferencias.
El mundo bombardeó Kosovo y Libia para liberarlos de la tiranía.
Del mismo modo se invadió Irak y Afganistán. Israel ha estado amenazando a Irán por su desarrollo de armas nucleares, que es también un asunto interno.
El mundo también ha impuesto sanciones a Siria, lo que podría ir seguido de una intervención militar, una vez más interfiriendo en los asuntos internos.
Ese es el rol del mundo, que es como debe comportarse cuando se identifica exceso de injusticia o una dictadura peligrosa.
Israel no es una dictadura (exceptuando las normas que impone en los territorios que ocupa, que es, de hecho, una dictadura larga y cruel).
El mundo espera por lo tanto que Israel cumpla las normas de conducta habituales en la familia de las naciones a la que aspira pertenecer.
De hecho, el mundo hasta el momento se abstuvo de intervenir en lo que realmente es una dictadura de la ocupación, en donde Israel hace lo que le place y continuamente muestra su desprecio por el mundo.
Pero ahora el mundo ha comenzado a dirigir su atención a lo que ha estado sucediendo últimamente en Israel.
Es su derecho y su obligación.
Contrariamente a los comentarios calumniosos e insensatos del canciller Avigdor Lieberman, que dijo que los países europeos están en peligro de convertirse en irrelevantes debido a sus críticas a la política israelí de asentamientos.
Es cierto que a veces el mundo está afectado por la hipocresía y la doble moral, pero eso no otorga a Israel el derecho a oponerse a tal interferencia.
Si el mundo es testigo de la discriminación de la mujer, la injusticia respecto a refugiados y los trabajadores migrantes y la legislación de leyes antidemocráticas y nacionalistas, debe hablar. Israel no puede responder como Siria o Libia, con el argumento de que lo dejen en paz porque se trata de asuntos internos.
Pero todo esto es sólo la próxima atracción de la gran intervención que será más evidente que todo lo visto hasta ahora y puede ser muy pronto.
Una vez que el mundo pierde la esperanza de una solución de dos Estados, que ya no tiene muchas perspectivas de aplicación, dirigirá su preocupación a los derechos humanos y civiles en el Estado que ya existe: Israel.
Entonces, el mundo dirá: "Usted quería la ocupación, quería los asentamientos.
Vamos a tener que aceptarlos, porque ya no hay vuelta atrás, pero de ninguna manera aceptaremos una situación en la que dos millones de palestinos en Cisjordania viven eternamente sin derechos civiles y un millón y medio de palestinos viven en la Franja de Gaza en condiciones de estado de sitio parcial.
No vamos a aceptar semejante situación en el nuevo Medio Oriente que se está levantando contra la dictadura.
Entonces, el nuevo mundo le dirá a Israel: permanece en los territorios ocupados, pero brinda a todos sus habitantes la igualdad de derechos y justicia.
¿Qué va a decir entonces Israel? ¿Interferencia en sus asuntos internos? ¿Intervención extranjera? Tienes que estar bromeando.
Fuente: http://www.haaretz.com/print- edition/opinion/world-must- interfere-in-israel-s- internal-affairs-1.403417
¿Qué va a decir entonces Israel? Interferencia en sus asuntos internos? ¿Intervención extranjera? Debes de estar bromeando.
De todas las quejas que tiene Israel contra el mundo, una es especialmente descarado: ¡dios mío, el mundo se está inmiscuyendo en los asuntos internos del Estado judío!
Cuando la secretaria de Estado Hillary Clinton dijo que entiende lo que está pasando aquí, y que le recuerda más a Irán que a Israel, la respuesta sionista ha sido:
"Sería mejor para los representantes de los ciudadanos dirigir su atención a lo que está sucediendo en sus propios países”, como dijo el ministro de Asuntos del Medio Ambiente Gilad Erdan.
Cuando Europa se indigna por los crímenes de odio en Israel, la descarada respuesta es que los europeos adoptaron la más baja de las resoluciones en lo que a Israel se refiere.
Y cuando el mundo se interesa por la política de Israel respecto a los refugiados y trabajadores migrantes, esto provoca la exigencia de acabar con la injerencia extranjera, como hizo Ronen Shoval, fundador de la derechista organización Im Tirtzu.
Israel puede ser el último país de tierra con el derecho a indignarse debido a la intervención extranjera.
Desde su fundación, Israel no ha dejado de trabajar en todo el mundo para traer a los judíos aquí, además de llevar a cabo clandestina y soterradamente una actividad subversiva en regímenes sombríos; predicó abiertamente entre los judíos ciudadanos extranjeros exhortándolos a abandonar sus países de origen y emigrar aquí, o al menos a enviar apoyo financiero. Israel ha movido cielo y tierra contra las manifestaciones de antisemitismo y apoya alternativas paralelas judías y sionistas en los sistemas educativos de todo el mundo.
También es un país que, al mismo tiempo, hace un llamamiento a todo el mundo para mantener el bloqueo de Gaza debido al incremento del poder de Hamás allí. Israel actuó en el Líbano y otros países en apoyo de una facción nacional contra otra.
No ha dejado de entrometerse en los asuntos internos de los países y entidades extranjeras en todas partes, por lo tanto no hay por qué escucharle cuando se queja de la injerencia extranjera.
Sin embargo esa no es la única razón por las que la quejas de Israel sobre la interferencia es descarada y ridícula.
En el mundo actual, con frecuencia las naciones intervienen en los asuntos internos de otros países, e Israel no se opone.
A veces, incluso, Israel apoya esas interferencias.
El mundo bombardeó Kosovo y Libia para liberarlos de la tiranía.
Del mismo modo se invadió Irak y Afganistán. Israel ha estado amenazando a Irán por su desarrollo de armas nucleares, que es también un asunto interno.
El mundo también ha impuesto sanciones a Siria, lo que podría ir seguido de una intervención militar, una vez más interfiriendo en los asuntos internos.
Ese es el rol del mundo, que es como debe comportarse cuando se identifica exceso de injusticia o una dictadura peligrosa.
Israel no es una dictadura (exceptuando las normas que impone en los territorios que ocupa, que es, de hecho, una dictadura larga y cruel).
El mundo espera por lo tanto que Israel cumpla las normas de conducta habituales en la familia de las naciones a la que aspira pertenecer.
De hecho, el mundo hasta el momento se abstuvo de intervenir en lo que realmente es una dictadura de la ocupación, en donde Israel hace lo que le place y continuamente muestra su desprecio por el mundo.
Pero ahora el mundo ha comenzado a dirigir su atención a lo que ha estado sucediendo últimamente en Israel.
Es su derecho y su obligación.
Contrariamente a los comentarios calumniosos e insensatos del canciller Avigdor Lieberman, que dijo que los países europeos están en peligro de convertirse en irrelevantes debido a sus críticas a la política israelí de asentamientos.
Es cierto que a veces el mundo está afectado por la hipocresía y la doble moral, pero eso no otorga a Israel el derecho a oponerse a tal interferencia.
Si el mundo es testigo de la discriminación de la mujer, la injusticia respecto a refugiados y los trabajadores migrantes y la legislación de leyes antidemocráticas y nacionalistas, debe hablar. Israel no puede responder como Siria o Libia, con el argumento de que lo dejen en paz porque se trata de asuntos internos.
Pero todo esto es sólo la próxima atracción de la gran intervención que será más evidente que todo lo visto hasta ahora y puede ser muy pronto.
Una vez que el mundo pierde la esperanza de una solución de dos Estados, que ya no tiene muchas perspectivas de aplicación, dirigirá su preocupación a los derechos humanos y civiles en el Estado que ya existe: Israel.
Entonces, el mundo dirá: "Usted quería la ocupación, quería los asentamientos.
Vamos a tener que aceptarlos, porque ya no hay vuelta atrás, pero de ninguna manera aceptaremos una situación en la que dos millones de palestinos en Cisjordania viven eternamente sin derechos civiles y un millón y medio de palestinos viven en la Franja de Gaza en condiciones de estado de sitio parcial.
No vamos a aceptar semejante situación en el nuevo Medio Oriente que se está levantando contra la dictadura.
Entonces, el nuevo mundo le dirá a Israel: permanece en los territorios ocupados, pero brinda a todos sus habitantes la igualdad de derechos y justicia.
¿Qué va a decir entonces Israel? ¿Interferencia en sus asuntos internos? ¿Intervención extranjera? Tienes que estar bromeando.
Fuente: http://www.haaretz.com/print-