
De familia mexicana, abandonó su casa en San Diego, en el sur de California, para dedicarse a la prostitución.
Cuenta que la inició “una amiga americana (estadounidense)” que ganaba
mucho dinero: toda una tentación para quien buscaba pagarse la estadía
diaria en moteles y comprar sus dosis de drogas.
“Hasta que me cacharon con esto de la prostitución.
La policía me
trajo para acá”, dice la joven a BBC Mundo, en un refugio en Los Ángeles
para menores rescatadas de las calles.
Su compañera cayó con ella en la redada pero -a diferencia de
Melissa-terminó en la cárcel: era quien, junto a su pareja, oficiaba de
proxeneta y se quedaba con el dinero “para pagar el hotel donde
realizaban las actividades”, según cuentan los responsables del
albergue.
Mellisa sólo se refiere a ella como una amiga.
“Aunque ella sabía cuántos años tenía yo”, objeta.
Diecisiete tiene ahora. Es una de las muchas latinas menores de edad que quedan atrapadas en las redes de prostitución que operan en Estados Unidos. El
número certero es difícil de estimar: se calcula sobre la base de
cuántos niños hacen abandono de sus hogares y podrían sumar 100.000 en
todo el país.
Sectores vulnerables
En el sur de Los Ángeles, un grupo de vecinos ha dado la voz de
alerta.
Hace unos meses, denunciaron públicamente un aumento en el
número de prostitutas que presuntamente trabajan para proveer fondos a
distintas pandillas de mayoría hispana.
Según las autoridades, en las zonas pobres del sur y el este de la
ciudad, con altos porcentajes de población latina, se ha creado un
negocio lucrativo alrededor de la explotación sexual y ha aumentado el
número de prostíbulos informales instalados en departamentos.
La Policía de Los Ángeles (LAPD) contabiliza un promedio de 20
detenciones al mes, entre ellas las de menores de 13 a 15 años dedicados
a ofrecer sexo pago, así como arrestos “a diario” de los llamados
padrotes o proxenetas que integran las mismas pandillas de la zona.
“Los traficantes ahora tienen como objetivo a las mujeres de entre 18
y 21 que tienen niños, para usar a los hijos como “presa” y motivación
para hacerlas trabajar”, señala a BBC Mundo Lois Lee, la fundadora de
Children of the Night (COTN), la organización que hospeda a Melissa y ha
atendido a más de 10.000 niños en sus 32 años de historia.
La población hispana, con altas tasas de natalidad, se convierte en
particularmente vulnerable para este tipo de tráfico. Pero hay más
variables que afectan, según la experta, a todas las minorías, desde la
pobreza al abuso sexual intrafamiliar que lleva a estos menores a ver la
prostitución como una opción de escape una vez que han sido privados de
su “dignidad sexual”.
Tráfico y migración
“Ciertamente tenemos muchos inmigrantes, cuyos hijos vienen a vivir
con ellos a Estados Unidos y se dedican a la prostitución. Hemos visto
un incremento en el número de latinos involucrados tanto en el ejercicio
de la prostitución como en el tráfico.
Sabemos que hay un alto índice
de abuso familiar en este segmento, lo que hace a los menores
vulnerables”, señala Lee.
Hace poco, una veintena de traficantes fueron detenidos en el estado
de Indiana por presuntos vínculos -según los fiscales- con una violenta
red de prostitución que introducía mujeres latinoamericanas en burdeles
del centro y norte de Estados Unidos.
Y eso, dicen los expertos, es sólo
la punta del iceberg.
El tráfico humano desde América Latina, asociado con la inmigración
indocumentada, afecta a un tercio de quienes se integran forzadamente a
las redes de prostitución estadounidenses.
Según datos de la Central de Inteligencia (CIA) de 2009, de las
50.000 personas víctimas del tráfico humano, 15.000 proceden de países
latinoamericanos y la mayoría de ellas acceden a la prostitución
mediante diversas estrategias: desde las promesas de falsos empleos para
saltar la frontera hasta secuestros, presiones de pandillas o abusos
por parte de los coyotes que cobran para asistirlas en el cruce ilegal.
Contrarreloj
Mientras acoge a los menores que escapan del negocio del sexo, Lee
también se ocupa del costado legal. En 1993 promovió un proyecto para
que los proxenetas fueran enviados a la cárcel y todavía queda mucho por
hacer, dice.
Según las leyes en vigor, solicitar sexo en la vía pública es un
delito menor en Estados Unidos y los clientes suelen beneficiarse con
medidas de libertad bajo fianza. Muchos de los casos contra los regentes
quedan archivados, sobre todo si las víctimas no declaran o señalan que
no hubo violencia para el ejercicio de la prostitución.
Children of the Night promueve que sus rescatados testifiquen.
Maribel Becerra, directora de la organización, señala que la mayoría de
los casos le llegan mediante llamados de la Oficina Federal de
Investigaciones (FBI), la policía o los trabajadores sociales.
“Trabajamos ayudando a crear conciencia de que estos menores son
víctimas, pero también adherimos a que hay que enjuiciar y penalizar a
los proxenetas.
Resulta fácil trabajar con los agentes del orden: nos
peleamos y tenemos diferencias porque nosotros tenemos una mirada más
pro víctima, pero son una institución que no pierde tiempo, hace lo que
hay que hacer”, opina Lee.
El tiempo es la clave: basta ver una sesión de entrenamiento de
voluntarias de la línea de emergencia que funciona 24 horas para
entenderlo. Treinta, cuarenta segundos máximo es lo que tienen a veces
para obtener, vía telefónica, la información crucial de un menor que
llama en situación de riesgo.
“Lidiamos con cuestiones de vida y muerte y lo que hacemos no es
bello, no es amable: depende de tu habilidad de movilizar a las fuerzas
del orden y de unos pocos minutos, segundos casi, en los que uno tiene
una ventana de oportunidad para rescatar a víctimas que, por ejemplo,
llaman desde un motel”, señala la fundadora de COTN, que abrió el que
fuera el primer centro de asistencia para menores en el país en 1979.
Hoy sólo existen otros 6 similares en todo Estados Unidos.
“Plan de vida”
Parte de la estrategia de rescate, dicen los expertos, está en
ofrecer a los menores una opción de vida diferente al sexo por dinero.
“Apenas llegan empezamos a pensar con ellos cuánto tienen que estar
aquí, qué es lo que quieren hacer a futuro. La idea es elaborar un plan
de vida para más adelante”, relata Becerra a BBC Mundo.
COTN ofrece yoga y meditación trascendental, además de salidas
recreativas.
Pero la actividad obligada es asistir a clase, en la
escuela que funciona en el lugar.
“Les ayuda a tener un horario, una organización, a prepararse para
salir del programa.
Hay muchos chicos latinos aquí y todos tienen
dificultades con eso.
Han pasado por los mismos problemas que los
menores de cualquier minoría, que es que caen en la prostitución porque
primero han sido víctimas de abuso por parte de seres queridos.
En la
mayoría de los casos el abuso comienza por casa y ningún grupo étnico
está exento”, señala la maestra Sandra Vidal, que lleva 20 años en el
centro.
Para Melissa, la mayor de cuatro hermanos de distintos padres y con
su madre en prisión, el plan a futuro es recuperar a su familia.
“Ahora ya volví a tener contacto con ellos, me dieron otra chance porque estoy aquí”, revela.
Para Lois Lee, el futuro es al sur de la frontera: ha sido convocada
por países latinoamericanos -Ecuador y Argentina están en la lista por
el momento- para asistir a las autoridades locales en la lucha contra el
tráfico y la prostitución infantil latinoamericana, de la que mucho se
nutre el círculo de sexo pago en el país del norte.