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2011: Desempleo acrecienta incertidumbre en la vida de Estados Unidos

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(PL) El desempleo, que afectó entre el 9,1 y el 8,6 por ciento de la población de Estados Unidos en 2011, constituyó uno de los principales daños en las familias trabajadoras y el talón de Aquiles en estos 12 meses del país norteño. 

En todo el país los desocupados rondan los 14 millones y los leves avances no resultan halagüeños ante tanta incertidumbre y un futuro que se vislumbra con pocas posibilidades para los más desposeídos.

Para algunos, el número real es superior, pues en su criterio, si se agregan al dato las personas con ocupaciones parciales y de salario precario, el volumen podría llegar a los 16 millones.

Los principales afectados por la pérdida de puestos laborales fueron los núcleos de latinos y afroestadounidenses, quienes debieron reajustar su economía y hasta prescindir de servicios básicos por la disminución de sus ingresos debido al cierre de empresas, comercios y a las reducciones de las nóminas.

Solo el pasado mes de noviembre, en esos dos sectores las tasas de cesantía fueron de 11,4 y 15,5 por ciento, respectivamente, a diferencia del 7,6 por ciento reflejado en el caso de blancos no hispanos.

En ese período, se cuantificaron 120 mil nuevos empleos, cinco mil menos que los previstos por los analistas.

Anteriormente, en octubre, los datos tampoco fueron buenos, pues la "mayor economía del mundo" creó 80 mil puestos de trabajo, cifra inferior a los 95 mil esperados.

Ese fenómeno se ha mantenido con poca variación desde 2008, cuando la quiebra de varias de las mayores firmas desató una severa crisis económica internacional, de la cual la nación no ha podido salir.

Aunque este año las cifras se comportaron ligeramente mejor que en 2009, cuando el pico más alto alcanzó al 10,1 por ciento de la población económicamente activa, el promedio de semanas que un trabajador tarda en encontrar empleo llegó a 40.4.

Mientras, entre abril y julio últimos, en el movimiento de entrada y salida del mundo laboral se produjeron 600 mil expulsiones.

En el caso de jóvenes entre 16 y 19 años, los estimados revelaron que solo el pasado mes de julio el desempleo abarcó al 25 por ciento, rango considerado por muchos como dramático.

Ninguna de las medidas que ha intentado poner en práctica la administración nacional permitió el impulso requerido para salir de la crisis, mayormente, debido a la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos sobre los planes a fin de solucionar ese problema.

El pasado 5 de diciembre, en una intervención desde la Casa Blanca, el presidente Barack Obama reiteró que sería un terrible error si los congresistas no extendieran el seguro por desempleo.

De no mantener ese estatuto, a partir del venidero mes de enero un millón 300 mil estadounidenses se sumarían a las inmensas filas de cesanteados, adelantó.

Ese mismo día, Newt Gingrich, candidato republicano a las elecciones presidenciales del venidero 6 de noviembre, consideró que la razón por la cual se observan variaciones en cuanto al índice de desempleo es sencillamente porque menos personas salen a las calles en busca de trabajo, y no porque en realidad haya aumentado la generación.

A su juicio, Obama ha pasado estos tres años de gestión acabando con puestos en el sector energético, en la manufactura y en cada parte de la vida del estadounidense.

La realidad indica que demócratas y republicanos continúan en una perenne batalla en el Congreso, la cual podría debilitar más la frágil economía nacional el año próximo y extender el período previsto para su recuperación.

Previo a la etapa de receso por las navidades, las partes seguían en desacuerdo sobre un plan para extender un recorte impositivo a favor de 160 millones de trabajadores, además de renovar el seguro de desempleo, beneficios vigentes hasta el 31 de diciembre.

Cada intento de la Casa Blanca por aliviar la situación que afecta a la mayoría, a través de subir los impuestos de los más acaudalados, ha sido rechazado por los republicanos, quienes abogan por reducir la duración del seguro y apoyan la construcción de un oleoducto entre Canadá y el estado de Texas.

Por su parte, los demócratas se opusieron a ambas propuestas y Obama anunció que vetará la Ley si llega a la Oficina Oval.

A juicio del gobernante, la construcción del oleoducto necesita más estudios ambientales teniendo en cuenta todo el territorio por el que pasa y el tema debe ser atendido sin mezclarlo con las políticas a favor de los trabajadores.

La guerra de ideas entre demócratas y republicanos solo conllevó a que 2011, lejos de ser un año de avances consistentes, indicativo de un despunte económico, haya pasado con señales muy tímidas, las cuales no se traducen en beneficios palpables por la clase trabajadora.

Esas contradicciones también obstaculizaron la discusión en el Congreso de un proyecto de ley de gastos públicos, uno de los pocos en los que ambos bandos tenían objetivos y metas comunes, el cual quedó congelado.

Las elevadas cifras de desempleo, sumado a los más de 46 millones de pobres que viven en esa nación y las afectaciones de cientos de familias por las leyes migratorias, hicieron de 2011 un año dramático para la mayoría de los estadounidenses, quienes ven lejana la esperanza de una vida mejor.

*Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.

arb/jvj/sc

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