La Costa Atlántica y los Evangélicos Nicaragüenses tenemos algo en común: durante medio siglo fuimos un cero a la izquierda para la tiranía somocista.
Como evangélico de cuarta generación (mis bisabuelos fueron los primeros evangélicos en Matagalpa en 1912), me consta plenamente que para Anastasio Somoza Debayle, los evangélicos simplemente no existíamos.Hasta 1979, ningún presidente de Nicaragua jamás entró a templo evangélico alguno.
Por el contrario, mediante tradiciones verbales de nuestros antepasados, se conoce que cuando se daba una feroz persecución católico-romana contra los poquísimos evangélicos de la década de los 30s, un pastor recurrió a Sandino en busca de protección.
El general de hombres libres le entregó una bandera rojinegra y con eso dejaron en paz al pastor.
La primera vez en la historia que un presidente nicaragüense entró a un templo evangélico fue cuando el comandante Daniel Ortega entró al local de Monte de Los Olivos en El Crucero en Octubre de 1979, siendo recibido por 500 pastores evangélicos de todas las denominaciones, venidos de todo el país.
Durante ese gigantesco cónclave pastoral, se produjo la histórica “Declaración de los 500”,documento que pasó a la historia de Nicaragua como la primera carta pastoral después del triunfo de 1979, la cual saludaba “con firmeza cristiana”, el triunfo del pueblo nicaragüense y su vanguardia, el Frente Sandinista de Liberación Nacional.”
Dos años después ocurre la segunda vez en nuestra historia que un presidente entra a un templo evangélico en Agosto de 1981, cuando el presidente Ortega entró al templo de la Iglesia Siloé de las Asambleas de Dios en el barrio San Judas, de la cual yo mismo era el pastor.
En los 45 años de la tiranía somocista, la curia romana nicaragüense perseguía implacablemente a los evangélicos. La guardia nacional somocista constantemente arrestaba a los pastores evangélicos por el “delito” de predicar el Evangelio.
La primera vez en la historia que un presidente nicaragüense entró a un templo evangélico fue cuando el comandante Daniel Ortega entró al local de Monte de Los Olivos en El Crucero en Octubre de 1979, siendo recibido por 500 pastores evangélicos de todas las denominaciones, venidos de todo el país.
Durante ese gigantesco cónclave pastoral, se produjo la histórica “Declaración de los 500”,documento que pasó a la historia de Nicaragua como la primera carta pastoral después del triunfo de 1979, la cual saludaba “con firmeza cristiana”, el triunfo del pueblo nicaragüense y su vanguardia, el Frente Sandinista de Liberación Nacional.”
Dos años después ocurre la segunda vez en nuestra historia que un presidente entra a un templo evangélico en Agosto de 1981, cuando el presidente Ortega entró al templo de la Iglesia Siloé de las Asambleas de Dios en el barrio San Judas, de la cual yo mismo era el pastor.
En los 45 años de la tiranía somocista, la curia romana nicaragüense perseguía implacablemente a los evangélicos. La guardia nacional somocista constantemente arrestaba a los pastores evangélicos por el “delito” de predicar el Evangelio.
El blanco más fácil lo constituían los predicadores callejeros como fue el caso de mi propio padre en la ciudad de Matagalpa.
Con el triunfo de la Revolución Sandinista los evangélicos salimos de la categoría de “parias sociales” a ciudadanos iguales al resto de nicaragüenses. Luego del encuentro de los 500 pastores con el comandante Ortega, comenzamos a salir del ostracismo social de una cultura católica,provinciana, fanática e intolerante que aún no recibía esa brisa fresca del Espiritu que significó el Concilio Vaticano II.
Quien jugó un papel indiscutiblemente preponderante en el proceso de“redención social” de la dignidad Evangélica, generado por el triunfo Sandinista de 1979, fue el dirigente bautista, doctor y reverendo Gustavo Parajón Dominguez, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Managua y fundador del Comité Evangélico Pro Alianza Denominacional, CEPAD, proyecto de unidad evangélica inédito, formado a raíz del terremoto de 1972.
Aunque tardíamente para él, el astuto dictador Somoza comprendió el potencial social y político que representábamos los evangélicos en la sociedad nicaragüense, previa al triunfo revolucionario Sandinista.
A partir de 1977 el tirano, acosado por el accionar guerrillero del FSLN en las montañas del norte y por la política de Derechos Humanos de la administración Carter, descubre que el presidente norteamericano profesaba la misma religión bautista que el respetado Dr. Parajón.
Asesorado por una firma de cabildeo de Washington, Somoza Debayle se dá cuenta que Parajón gozaba de un enorme prestigio en círculos evangélicos como el Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos, el mayor cuerpo eclesiásticode ese país en esa época.
Desesperado, el tirano seatreve a pedirle al Reverendo Parajón que el líder bautista testifique a su favor ante el congreso norteamericano en Washington y que interceda por él ante propia Casa Blanca ocupada por el presidente Jimmy Carter.
Parajón, un hombre de hablar suave y de extraordinaria amabilidad, el único médico nicaragüense con un doctorado en Salud Pública de la prestigiosa universidad de Harvard, se negó cortésmente a las pretenciones del dictador.
Con el triunfo de la Revolución Sandinista los evangélicos salimos de la categoría de “parias sociales” a ciudadanos iguales al resto de nicaragüenses. Luego del encuentro de los 500 pastores con el comandante Ortega, comenzamos a salir del ostracismo social de una cultura católica,provinciana, fanática e intolerante que aún no recibía esa brisa fresca del Espiritu que significó el Concilio Vaticano II.
Quien jugó un papel indiscutiblemente preponderante en el proceso de“redención social” de la dignidad Evangélica, generado por el triunfo Sandinista de 1979, fue el dirigente bautista, doctor y reverendo Gustavo Parajón Dominguez, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Managua y fundador del Comité Evangélico Pro Alianza Denominacional, CEPAD, proyecto de unidad evangélica inédito, formado a raíz del terremoto de 1972.
Aunque tardíamente para él, el astuto dictador Somoza comprendió el potencial social y político que representábamos los evangélicos en la sociedad nicaragüense, previa al triunfo revolucionario Sandinista.
A partir de 1977 el tirano, acosado por el accionar guerrillero del FSLN en las montañas del norte y por la política de Derechos Humanos de la administración Carter, descubre que el presidente norteamericano profesaba la misma religión bautista que el respetado Dr. Parajón.
Asesorado por una firma de cabildeo de Washington, Somoza Debayle se dá cuenta que Parajón gozaba de un enorme prestigio en círculos evangélicos como el Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos, el mayor cuerpo eclesiásticode ese país en esa época.
Desesperado, el tirano seatreve a pedirle al Reverendo Parajón que el líder bautista testifique a su favor ante el congreso norteamericano en Washington y que interceda por él ante propia Casa Blanca ocupada por el presidente Jimmy Carter.
Parajón, un hombre de hablar suave y de extraordinaria amabilidad, el único médico nicaragüense con un doctorado en Salud Pública de la prestigiosa universidad de Harvard, se negó cortésmente a las pretenciones del dictador.
Ya antes, la mujer del tirano, Hope de Somoza le había ofrecido al pastor bautista el cargo de ministro de Salud, el cual Parajón declinó.
Durante los años de la guerra de agresión le correspondió al Dr.Gustavo Adolfo Parajón Dominguez, (fallecido a principios de este año), el incuestionable honor de haber sido el nicaragüense que más activamente cabildeó en el congreso norteamericano para detener el financiamiento a la contrarrevolución somocista.
El Consejo Nacional de Iglesias de los Estados Unidos CNI,constantemente invitaba a Parajón a participar como orador especial en foros eclesiásticos de amplia divulgación en toda la nación americana para tratar deinfluir en la opinión pública y los congresistas estadounidenses sobre la urgente necesidad de detener la ayuda financiera a la contra nicaragüense.
Los esfuerzos conjuntos de las iglesias norteamericanas y las iglesias nicaragüenses, bajo el liderazgo del CEPAD, presidido por Parajón, tuvieron tal éxito que el congreso estadounidense finalmente aprobó la enmienda Boland, la cual efectivamente suspendió toda ayuda a la Contra, obligando a los Paladines de la Libertad a traficar con drogas para financiar la guerra.
La administración Reagan se vió obligada a crear el Instituto de Religión y Democracia, IRD, para contrarrestar los esfuerzos del Consejo Nacional de Iglesias norteamericano y las iglesias nicaragüenses, aglutinadas en el CEPAD. El IRD lanzó una campaña de calumnias contra el gobierno nicaragüense, las cuales siempre fueron eficazmente contrarrestadas por la informacion veráz del CEPAD y el CNI.
Las iglesias evangélicas bajo el liderazgo de Parajón fueron factor determinante para la pacificación de las zonas de guerra. A iniciativa del presidente Ortega, el Cardenal Obando y el reverendo Parajón presidieron la Comisión Nacional de Reconciliación y formaron comisiones de paz y reconciliación, encabezadas por pastores locales.
El gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional ha apoyado firmemente a las iglesias evangélicas y la pareja presidencial ha sostenido repetidos encuentros con la pastoral evangélica nicaragüense.
Durante los años de la guerra de agresión le correspondió al Dr.Gustavo Adolfo Parajón Dominguez, (fallecido a principios de este año), el incuestionable honor de haber sido el nicaragüense que más activamente cabildeó en el congreso norteamericano para detener el financiamiento a la contrarrevolución somocista.
El Consejo Nacional de Iglesias de los Estados Unidos CNI,constantemente invitaba a Parajón a participar como orador especial en foros eclesiásticos de amplia divulgación en toda la nación americana para tratar deinfluir en la opinión pública y los congresistas estadounidenses sobre la urgente necesidad de detener la ayuda financiera a la contra nicaragüense.
Los esfuerzos conjuntos de las iglesias norteamericanas y las iglesias nicaragüenses, bajo el liderazgo del CEPAD, presidido por Parajón, tuvieron tal éxito que el congreso estadounidense finalmente aprobó la enmienda Boland, la cual efectivamente suspendió toda ayuda a la Contra, obligando a los Paladines de la Libertad a traficar con drogas para financiar la guerra.
La administración Reagan se vió obligada a crear el Instituto de Religión y Democracia, IRD, para contrarrestar los esfuerzos del Consejo Nacional de Iglesias norteamericano y las iglesias nicaragüenses, aglutinadas en el CEPAD. El IRD lanzó una campaña de calumnias contra el gobierno nicaragüense, las cuales siempre fueron eficazmente contrarrestadas por la informacion veráz del CEPAD y el CNI.
Las iglesias evangélicas bajo el liderazgo de Parajón fueron factor determinante para la pacificación de las zonas de guerra. A iniciativa del presidente Ortega, el Cardenal Obando y el reverendo Parajón presidieron la Comisión Nacional de Reconciliación y formaron comisiones de paz y reconciliación, encabezadas por pastores locales.
El gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional ha apoyado firmemente a las iglesias evangélicas y la pareja presidencial ha sostenido repetidos encuentros con la pastoral evangélica nicaragüense.
Con las inundaciones de los últimos días, los candidatos de la derecha brillan por su ausencia en los albergues constatándose únicamente la presencia de líderes evangélicos y militantes Sandinistas.
Estas realidades de nuestra historia evangélica y la santidad de la vida del niño no nacido, deben pesar a la hora de emitir el voto.
Estas realidades de nuestra historia evangélica y la santidad de la vida del niño no nacido, deben pesar a la hora de emitir el voto.
No tiene nada de raro que un gobierno de los pobres, también se encuentre en la misma lucha de los evangélicos, igualmente pobres, compartiendo la misma “Opción Preferencial por los Pobres” base fundamental del Evangelio de Cristo.