A la luz de la reciente restauración de Salvator
Mundi, una obra perdida de Leonardo da Vinci, un par de investigadores
proponen una vez más que el sudario que supuestamente envolvió a Cristo
al morir sea una falsa reliquia elaborada por el maestro italiano.
Aunque la alta jerarquía católica y
muchos creyentes defiendan la autenticidad de la Sábana Santa, el
supuesto sudario en el que se envolvió a Jesucristo luego de su muerte y
en el que milagrosamente quedaron impresos y conservados los rasgos de
su cuerpo, no han sido pocas las ocasiones en que se ha alegado, incluso
con pruebas científicas, que se trata de un falsa reliquia, que su
antigüedad no corresponde a la de la época de Jesús y que el manto que
se venera en la Catedral de San Juan Bautista, en Turín, habría sido
confeccionado en el Renacimiento.
Y justamente cuando se habla de esta
época inmediatamente sale a colación el nombre de Leonardo da Vinci, sin
duda una de las mentes más privilegiadas de la historia a quien se le
imputa la responsabilidad de esta, según se vea, piadosa falsificación o
ingeniosa broma de la santa reliquia.
Este asunto vuelve a adquirir relevancia pública por la reciente recuperación y restauración de una de las obras perdidas de Leonardo, un cuadro que ahora se conoce como Salvator Mundi
y que representa a Jesús en una distribución iconográfica de Mesías
triunfante: de frente, la mano derecha en alto haciendo un signo de
bendición con los dedos y sosteniendo con la izquierda, pegado al
regazo, un globo imperial coronado con una cruz o, en el caso de la
pintura atribuida a Leonardo, solo un globo de cristal.
Tomando como referente este retrato, los
investigadores Lynn Picknett y Clive Prince han notado el enorme
parecido existente entre los rasgos del Cristo ahí representado y los
trazos en la Sábana Santa.
Y quizá, más que parecidos, podría hablarse
de una exacta correspondencia entre ambos, como si uno fuera la
continuación o el complemento del otro, acaso la copia.
Por otra parte, Picknett y Prince
aseguran también que el procedimiento mediante el cual Leonardo pudo
conseguir este efecto se asemeja a una especie de fotografía
rudimentaria, tomas renacentistas logradas por el conocimiento magistral
que Leonardo tenía en cuestiones de óptica y lentes.
De hecho los
investigadores sugieren que el globo de cristal que sostiene el Salvator Mundi
—simple, sin la cruz que acompaña a estos objetos que también se
conocen como orbes— podría ser una alusión encriptada del propio
Leonardo a esas prácticas casi fotográficas que desarrolló y que pudiera
haber aplicado en el Sudario de Turín (lo cual, de paso, también nos
daría una idea del aspecto que tuvo el maestro en vida).
La hipótesis es arriesgada —y quizá por eso mismo posible.