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El imperialismo está sano y salvo, y la invasión de Libia por fuerzas occidentales es el último ejemplo. Solo África unida en la protección y defensa colectiva de los intereses de su propio pueblo puede derrotar a los imperialistas. 

Desde su origen el 6 de abril de 1959, el Congreso Pan-africanista de Azania (PAC) en Sudáfrica, cuyo primer presidente fue Mangaliso Robert Sobukwe, acordó con Kwame Nkrumah de Ghana que: “Mientras más esperemos más fuerte será el control de África por el neocolonialismo y el imperialismo”. 

Que, “si África estuviera unida, ningún gran bloque trataría de someterla mediante una guerra limitada porque, debido a la naturaleza misma de una guerra limitada, lo que puede lograr es de por sí limitado. Solo puede garantizar un resultado positivo si existen pequeños Estados, prestando algunos miles de marines y financiando una fuerza mercenaria.” 

Nkrumah subrayó este punto importante para los africanos cuando se dirigió a los jefes de Estado y de gobierno africanos el 24 de mayo de 1963. Declaró que: “Ningún acto esporádico o resoluciones piadoras pueden resolver nuestros actuales problemas… 

Como continente hemos emergido a la independencia en una época difícil, en la que se fortalece el imperialismo, se hace más implacable y experimentado, y más peligroso en sus asociaciones internacionales. 

Nuestro progreso económico exige el fin de la dominación colonialista y neocolonialista de África.” 

Lo que ha pasado ahora a Libia bajo Muamar Gadafi debe subrayar vigorosamente lo que los pan-africanistas han estado recalcando todos estos años.

El imperialismo no ha muerto, a pesar de su pérfida retórica. La OTAN y EE.UU. invadieron Libia en febrero de 2011 para tener acceso y control de la riqueza petrolífera de los libios bajo el pretexto de “proteger a civiles”.

Libia es el país más bombardeado de África por la OTAN y EE.UU. en este siglo, matando a miles de civiles que pretendían proteger. 

La invasión imperialista de esta parte de África es ahora llamada falsamente “Revolución libia”. Este comienzo de la segunda violación de Berlín de África no tiene que ver con la violación de derechos humanos en África. 

Tiene que ver con el acceso a las riquezas de África en beneficio de Europa y EE.UU. Es para perpetuar la pobreza de África y su dependencia de la “ayuda extranjera”. 

Por ello, es un hedor sofocante en la historia de la “Carta de la Libertad” del gobierno del CNA (Congreso Nacional Africano) que haya votado por el bombardeo ilegal de Libia por la OTAN junto a los países imperialistas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como ser EE.UU., Gran Bretaña y Francia. China y Rusia por lo menos se abstuvieron, aunque su oposición podría haber salvado muchas vidas y detenido la destrucción de la infraestructura de Libia. 

Incluso Alemania no pudo votar por esa peligrosa Resolución 1973/2011 del Consejo de Seguridad que autorizó ataques terroristas contra Libia. ¿En qué se diferencia el voto de este gobierno del CNA del modo como votaba el régimen colonialista del apartheid cuando estaba en las Naciones Unidas? 

La resolución de las Naciones Unidas llevó a que soldados de la OTAN y de EE.UU. combatieran secretamente lado a lado con rebeldes anti-Gadafi de la misma manera como EE.UU. y Gran Bretaña lo hicieron en Iraq contra Sadam Hussein. Los aliados de EE.UU. y Gran Bretaña pregonaron consistentemente la acusación falsa de que Hussein poseía armas nucleares.

En Libia, fueron los aviones agresores de la OTAN los que atacaron a Muamar Gadafi en Sirte, su ciudad natal y lo mataron.

En 1961, Patrice Lumumba murió a manos de las Naciones Unidas que fueron manipuladas por los mismos países imperialistas occidentales para proteger la continuación de su saqueo de los recursos del Congo. Los paralelos geo-históricos deben ser examinados e interrogados constantemente. 

Los murmullos hechos por el gobierno del CNA después del brutal asesinato del coronel Gadafi no son más que lágrimas de cocodrilo, una continuación de su cultura tradicional de cazar con los perros y correr con las liebres. 

Lo que los imperialistas hicieron a Patrice Lumumba en 1960 es una clara lección de la medida en la que están bárbaramente comprometidos con el logro de sus nefastos planes. 

El CNA debiera haber aprendido esta lección a rajatabla. Un gobierno bajo dirigentes como Robert Sobukwe, Zephania Mothopeng, Steve Biko y otros pan-africanistas como Kwame Nkrumah y Ahmed Sekou Touré nunca hubiera votado por el derrocamiento de un gobierno africano por imperialistas bajo la pérfida cobertura de “protección de civiles”. 

La OTAN y EE.UU. llevaron sus aviones de guerra a Libia no para “proteger civiles” sino para reemplazar un gobierno antiimperialista por un régimen títere. 

Es lo que quieren decir con “cambio de régimen”. Después de haber muerto a Gadafi, anunciaron que su “misión ha sido cumplida” y hubo más celebraciones eufóricas en las capitales imperialistas del mundo que en Libia. 

El derrocamiento de gobiernos brutales es obra y responsabilidad de las masas oprimidas no de malevolentes fuerzas externas. Los imperialistas son opresores y los opresores no pueden liberar a los oprimidos. 

Los imperialistas intervienen en territorios sobre los cuales no tienen jurisdicción y a los que no han sido invitados a fin de proteger sus propios intereses e instalar regímenes títeres. La historia de África está repleta de ejemplos que lo confirman. 

La Asamblea General de las Naciones Unidas debería desmantelar de hecho el veto del Consejo de Seguridad que es primordialmente controlado por países imperialistas que son los principales criminales de guerra en el mundo actual y la causa a la raíz de la inestabilidad global. 

Si las Naciones Unidas demoran la reforma del Consejo de Seguridad, se llegará inevitablemente a la defunción de la ONU de la misma manera que su predecesora, la Sociedad de las Naciones.

El Tribunal Penal Internacional ha mostrado señales de ser un instrumento del imperialismo; por ello George Bush de EE.UU. y Tony Blair de Gran Bretaña no han sido nunca citados ante este tribunal para responder por sus crímenes contra la humanidad, sobre todo en Iraq.

Ese tribunal solo ha acusado a dirigentes africanos y están a la caza de otros más. La Unión Africana tiene que encontrar su propio tribunal para acusar a dirigentes africanos propensos a la tiranía. EE.UU. ni siquiera ha firmado el Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional. 

Los dirigentes africanos deben dejar de someter a África a racistas e incorregibles antiguos practicantes del tráfico de esclavos y del colonialismo que todavía tienen que pagar billones de dólares en reparaciones a África. 

Se informa que países dirigentes de la OTAN como ser Gran Bretaña, Francia e Italia tienen una inmensa deuda. EE.UU. solo tiene una deuda descrita como de 114 billones (millones de millones) de dólares. África tiene riquezas.

Como durante la esclavización de africanos y la colonización de sus países, los países occidentales en bancarrota esperan salvar una vez más sus economías que se desmoronan convirtiendo de nuevo a África en su terreno de saqueo mediante un bárbaro militarismo terrorista. ¿Qué diferencia hay entre ellos y los asaltantes armados de bancos o de los ‘terroristas’ armados que pretenden combatir? 

África tiene recursos. Son para los africanos. Dios quiso que fueran en beneficio de los hijos de África. La República Democrática del Congo (DRC) por sí sola, cuando se haya desarrollado, puede alimentar y suministrar electricidad al resto de África. La DRC tiene 2.345 mil kilómetros cuadrados. Es del tamaño de los doce países europeos siguientes en conjunto: Gran Bretaña, Francia, Irlanda, Holanda, Dinamarca, Portugal, Suiza, Alemania, España, Italia, Armenia y Albania. La riqueza inexplotada del Congo es de más de 24 billones de dólares. 

Es el equivalente del Producto Interno Bruto de Europa y EE.UU. en conjunto. 
Solo el panafricanismo puede asegurar los intereses de África. Solo un África unida que proteja y defienda colectivamente los intereses de su propio pueblo puede derrotar a esos chupasangres imperialistas.
………..
Dr. Pheko es ex representante de las víctimas del apartheid y el colonialismo en las Naciones Unidas en Nueva York así como en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. También es ex presidente del Congreso Pan-africanista y miembro del parlamento sudafricano. 

Es uno de los escritores africanos más prolíficos. Escribe sobre historia, política, derecho y teología. Este artículo es un pasaje de uno de sus últimos libros 

HOW FREEDOM CHARTER BETRAYED THE DISPOSSESSED

© Copyright Motsoko Pheko, Fahamu. AllAfrica Global Media, 2011

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