PL - Estados Unidos gastó un millón de millones de dólares
en la última década en nuevas armas de combate, a pesar del enorme
déficit fiscal y la ingente crisis económica que atraviesa la nación.
El Departamento de Defensa adquirió rifles de largo alcance,
vehículos blindados, aviones, destructores, buques anfibios y submarinos
nucleares, para lo cual dispuso de una astronómica cifra de 13 dígitos,
reportó el sitio digital All Gov.com.
El 22 por ciento de ese monto, no obstante, salió de las partidas
congresionales destinadas a financiar las guerras de Irak (2003) y
Afganistán (2001), y no de los presupuestos propios del Pentágono,
indicó la fuente.
Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, el Congreso aprobó
créditos multimillonarios adicionales, para sustentar los planes
guerreristas de la administración, primero de George W. Bush y luego de
Barack Obama, bajo la denominada lucha global contra el terrorismo.
Solo en 2010, la secretaría de Defensa desembolsó cuatro mil millones
de dólares para comprar 25 aeronaves, a un costo promedio de 160
millones por aparato, ocho veces más de lo que costó cada unidad en
1980, ilustró la publicación.
Contrasta el hecho de que la primera economía del mundo registró
durante el período fiscal anterior un déficit de 1,29 mil millones de
dólares, el mayor en la historia del país, según comunicó en octubre el
Departamento del Tesoro.
Asimismo los republicanos en ambas cámaras del Congreso mantienen
bloqueada la Ley de Empleo del presidente, Barack Obama, al alegar que
los 447 mil millones de dólares propuestos para generar unos dos
millones de puestos de trabajo, encarecen el gasto del Estado.
La crisis económica y financiera estadounidense obligó a disminuir el
exorbitante presupuesto militar en alrededor de 450 mil millones de
dólares para los próximos 10 años, reconocieron recientemente
autoridades federales.
El analista militar Mark Thompson explicó que la contracción
presupuestaria y la retirada de las tropas estadounidenses del Oriente
Medio suponen un duro golpe para los fabricantes de armas, quienes ven
evaporarse miles de millones de dólares, con los cuales producirían
nuevos y sofisticados ingenios mortíferos.