EEUU ha puesto en marcha una ofensiva diplomática para que la Convención sobre Armas Convencionales (CAC) permita la producción, almacenamiento y uso de munición de racimo hasta el 2018.
La
ofensiva comenzó hoy ante la CAC, que estará reunida dos semanas en
Ginebra, con dos bandos enfrentados: el que defiende una prohibición
inmediata y total de estas armas, y el que aboga por destruir primero los arsenales anteriores a 1980 y establecer una prórroga para los más modernos antes de su eventual erradicación.
El
primero de los bandos está encarnado por las 111 naciones firmantes de
la Convención de Oslo, que entró en vigor en 2010 y que prohíbe la producción, el almacenamiento, y el uso de estas armas, que matan y mutilan miles de personas, un tercio de ellas menores.
Entre
las bombas de racimo más peligrosas están la Munición de Efectos
Combinados BLU-97, muy usada en Iraq y Afganistán por la Fuerza Aérea de
Estados Unidos, y la Munición Convencional Mejorada de Doble Propósito
(DPICM, por sus siglas en inglés), empleada por el ejército
estadounidense en Iraq.
Pero entre esas 111 naciones no están ni
Estados Unidos, ni Rusia, ni China, ni Israel, ni India, ni Pakistán,
países que producen, almacenan y usan entre el 85 y el 90 por ciento de
las armas de este tipo, por lo que el impacto de la Convención de Oslo
es muy limitado y únicamente tiene un componente moral.
“Sirven,
por ejemplo, para controlar amplias zonas de terreno, causando un daño
menor que una gran ofensiva con artillería, que tendría un coste humano
mayor”, según manifestó hoy una fuente diplomática estadounidense, que
expresó la necesidad de hacer compatible la estrategia militar y la
humanitaria.
Infografia tomada de Público, España
Las
municiones de racimo son por lo general bombas que se lanzan desde
aviones, aunque también con morteros, y que liberan cientos de
submuniciones que no discriminan su objetivo.
Según la Coalición
sobre la Munición de Racimo (CMC, siglas en inglés), una organización
que defiende la erradicación de estas armas, muchas submuniciones no
explotan y se convierten en minas antipersonales que siguen matando y
mutilando muchos años después.
En la actualidad, 37 naciones y
territorios sufren el problema de las municiones de racimo a resultas de
un conflicto, 19 Estados siguen empleándolas y 35 las producen o las
han producido, mientras que hay arsenales de este tipo de armas en 86
países.
Son los datos de la CMC, que está en Ginebra para presionar contra la iniciativa estadounidense de enmendar uno de los protocolos de la CAC para legitimar su uso a corto y medio plazo.
La CMC recuerda que este armamento causó en Kosovo en 1999 y en Iraq en 2003 más muertes civiles que cualquier otro tipo de arma.
Frente a esto, la propuesta de Washington consiste en aprobar un protocolo legalmente vinculante, con una serie de prohibiciones y reglas, que tenga un efecto concreto en los arsenales actuales.
Washington propone un protocolo que implique destruir las municiones de racimo fabricadas antes de 1980, lo que en el caso estadounidense supondría eliminar 2 millones de artefactos (con 100 millones de submuniciones), una tercera parte de su arsenal.
“En
otras palabras, se prohibirían más municiones de racimo por parte de
EEUU de lo que ha conseguido la Convención de Oslo por parte de todos
sus Estados miembros juntos”, expuso ante la CAC el jefe de la
delegación estadounidense, Phillip Spector.
“Sabemos que el
protocolo tendrá un fuerte impacto también en otros Estados”, dijo
Spector, que puso los ejemplos de Rusia y Ucrania, que tienen
importantes arsenales previos a 1980.
El representante
estadounidense agregó que el protocolo establece además una prohibición
inmediata de la transferencia de este tipo de armas posteriores a 1980
que no tengan “una salvaguardia”, es decir que presenten una tasa de
fallo superior al 1 por ciento.
“Para EEUU, la prohibición de
armas producidas después de 1980 sin salvaguardia prohibiría millones
más”, aseguró Spector, que destacó también que los firmantes del
protocolo se verían obligados a cumplir una serie de normas de
transparencia, cooperación y asistencia a las víctimas, algo que ahora
no existe.
Steve Goose, miembro de Human Rights Watch
-organización que forma parte de la CMC-, explicó que detrás de esta
propuesta está la intención de “dar luz verde al uso de unas armas que
causan un daño inaceptable a la población civil” y alertó que si el
protocolo se aprueba se enviará el mensaje de que su uso es legítimo.
Goose
consideró incoherente el argumento estadounidense: “Por un lado
reconocen que estas armas son peligrosas y dañinas, pero a la vez dicen
que van a utilizarlas al menos 12 años más”.
Sobre la
salvaguardia, señaló que una cosa son “las pruebas de laboratorio” y
otra la vida real, ya que cuando Israel empleó estas armas en Líbano en
2006 la tasa de error fue del 15 por ciento, causando más de 200
víctimas en el año posterior al conflicto.
(Con información de EFE)