LISANDRO BONILLA – De Nicolás Sarkozy, el hábil y mutante presidente francés capaz de poner en el escenario público su vida privada, habla el artículo “Operación Sarkozy: cómo la CIA puso uno de sus agentes en la presidencia de la República Francesa” de Thierry Meyssan (Rebelión).
Pero dice más: argumenta que no es un hombre libre, sino que en un
proceso simbiótico de corte ideológico, este hombre que prometió
redimensionar a Francia después de los largos períodos gubernamentales
de Francois Miterrand y Jacques Chirac, entró en el Palacio del Elíseo
como un agente de Estados Unidos e Israel.
Hechos y personajes de diversas significaciones, capos mafiosos
inclusive, desfilan para explicar el contexto histórico a partir del
cual los acontecimientos abrirán el camino para que la CIA ponga a un
hombre suyo en la presidencia de Francia.
Nicolás Sarkozy, nacido en 1955, fue fabricado. En 1977 su
madrastra contrae matrimonio con Frank Wisner Jr., del que se sabe era
integrante de la CIA, y el joven Nicolás participó en programas de
formación que organiza el Departamento de Estado Norteamericano.
En 1996 contrajo matrimonio en segundas nupcias.
Los testigos de la boda fueron
los millonarios Martín Bouygues y Bernard Arnaud, el hombre más rico de
Francia. Muy discretamente cultivaba sus relaciones con los círculos
financieros.
Antes de la crisis iraquí, Frank Wisner Jr. y sus colegas de la CIA
planificaron la destrucción de la corriente gaullista; la obstrucción
del principal rival de derecha y la eliminación de los candidatos de
izquierda para garantizar la elección de Nicolás Sarkozy a la
presidencia de la República Francesa.
La operación se realizó utilizando la prensa. Revelaciones sobre
actos de corrupción llegaron a la prensa a través de un funcionario del
Partido Socialista, Dominique Strauss-Kahn, quien las obtuvo de un
promotor inmobiliario en circunstancias no aclaradas.
Alain Juppé, a la
sazón primer ministro, fue la cabeza de turco y su marginación liberó el
camino para que Nicolás Sarkozy lograra ponerse a la cabeza del partido
gaullista. Jacques Chirac, entonces, reintegró a Sarkozy al gobierno
con el cargo de Ministro del Interior.
Desde esa posición Sarkozy controlaba a los prefectos y utilizaba a
la policía política para penetrar las principales instituciones
administrativas.
Falsos listados que acusaban a varias personalidades de tener
cuentas en el exterior, salidos de las oficinas comunes de la CIA y el
MI6, Hakluyt & Co., y con la participación de John Negroponte y
Frank Wisner Jr., generaron un escándalo que separó de la vida política
al primer ministro Dominique de Villepin. El ala derecha quedó libre
para Sarkozy.
El supuesto peligro de los socialistas, en la figura de su
candidato Laurent Fabius, quedó anulado con la colaboración de Dominique
Strauss-Kahn en las elecciones primarias y el voto de los miembros del
Partido Trotskista infiltrados en el Partido Socialista.
Dominique
Strauss-Kahn impartía clases en la universidad estadounidense de
Stanford, donde fue contratado nada más y nada menos que por Condoleezza
Rice.
Una vez electo presidente, Nicolás Sarkozy nombra como parte de su
equipo de trabajo y gobierno a personajes que van desde un propietario
de casinos, hasta un socio gerente del banco Rothschild, un consejero
diplomático afín al presidente George Bush, al ex número 2 de la
National Security Agency estadounidense en Europa y a Christine Lagarde,
colaboradora de Zbigniew Brzezinski, como ministro de Economía y
Finanzas.