La defensa del Anders Behring Breivik, el autor confeso del doble atentado del pasado mes de julio en Noruega que se cobró la vida de 77 personas, pedirá en el juicio que se reduzca la pena a su cliente.
Lo anunció este viernes el abogado de Breivik,
Geir Lippestad, en una rueda de prensa apelando a la colaboración de su
cliente con la Justicia, la deficiente seguridad y a los factores que
contribuyeron a radicalizar sus ideas.
Asimismo resaltó que el peso de
esas dos vías principales de la estrategia -radicalización y seguridad-
dependerá en buena medida del resultado del examen psiquiátrico que se
le está haciendo a Breivik y que deberá estar listo dentro de cuatro
semanas.
A la hora de explicar la radicalización del fundamentalista católico,
la defensa nombró varios aspectos distintos. Breivik trató primero de
defender sus ideas afiliándose a las juventudes del ultranacionalista
Partido del Progreso, pero la imposibilidad de expresar sus puntos de
vista allí lo convenció de buscar otras vías, explicó Lippestad.
Experiencias violentas en los ambientes de inmigrantes, contactos con
extremistas en internet y la influencia de los juegos de ordenador
contribuyeron también a su radicalización.
Las deficiencias en la
seguridad jugarán un papel central en el juicio, ya que la defensa
entiende que estas hicieron posibles los atentados.
El abogado anunció también que investigarán
cómo Breivik pudo permanecer más de una hora en Utoya, a pesar de que
intentó llamar a la policía dos veces para rendirse, así como qué
medidas de seguridad habían establecido los organizadores del evento y
por qué los servicios de inteligencia no lo capturaron en los meses
previos.
La defensa considera que hay factores atenuantes de sobra, como la
confesión del propio Breivik, su colaboración minuciosa con la Justicia y
el hecho de que evitó matar a los niños presentes en la isla, lo que
según las leyes noruegas debería rebajar la pena en un tercio.
Lippestad reiteró también que, aunque Breivik asume la responsabilidad de los hechos, no reconocerá su culpabilidad.
La Fiscalía aún no ha decidido si imputará al supuesto responsable de la explosión en Oslo y la posterior matanza en el campamento de las juventudes laboristas
por crímenes contra la humanidad, con lo que podría ser condenado hasta
a 30 años de cárcel, frente a la pena máxima de 21 años que prevé el
código penal noruego.