Como
un sueño posible ven hoy los jóvenes Emily Brown, Mercedes Charles, Jack
Lubka e Ihsan N. Muhammad la posibilidad de recibirse como médicos en
Cuba para servir a sus comunidades natales en Estados Unidos.
Los
cuatro cursan el primer año en la Escuela Latinoamericana de Medicina
(ELAM) y confesaron a Prensa Latina que no sintieron ningún miedo antes
de venir a estudiar en 2010 a la nación caribeña, sometida a la
hostilidad de su país de origen por más de medio siglo.
Brown,
Charles, Lubka y Muhammad integran un grupo de 114 coterráneos que
siguen el camino de otros 67 titulados mediante el proyecto, el que ya
cuenta con casi 10.000 graduados desde su apertura en 1999 y unos 18.700
en formación.
Al
referirse a las ilusiones con que llegaron a La Habana, Emily mencionó
el deseo de conocer Cuba y aprender español y medicina, aspiraciones que
se le facilitan -acotó- porque la escuela les garantiza alimento,
libros y dormitorio.
La
ELAM me ha permitido tener amigos de cada esquina del mundo, recalcó
Lubka, quien comparte habitación con jóvenes de otros cinco países.
Convivir
con las chicas saharauíes me ha hecho ver que somos cada día más
parecidas, expresó Mercedes. Ihsan, por su parte, tiene cerca a colegas
de Belice, Malasia y Sao Tomé y Príncipe.
Me
siento afortunada de conocer estudiantes de todo el mundo, comentó
Brown tras explicar que el mosaico de costumbres presentes en la escuela
la convenció de que la paz en el mundo es posible, porque todos los
seres humanos tienen las mismas esperanzas.
Antes vivía en barrios con mucha violencia y aquí me siento perfectamente segura porque los cubanos nos ayudan, subrayó.
Es
una buena oportunidad utilizar las diferencias en los modelos de
estudio para cuidar de nuestros pacientes, expresó el joven, el primer
residente en Dakota del Norte que busca formarse como médico en Cuba.
Procedente
de Pennsylvania, Emily explicó que una vez recibida no tendrá que ser
esclava del dinero, pues gracias a Cuba egresará en 2017 sin deudas en
contraposición a la mayoría de sus compatriotas en la nación norteña.
Como
no deberé de un cuarto a medio millón de dólares podré ayudar a mis
amigos y mi familia que en estos momentos no tienen ningún médico,
aseguró quien considera que no existe otra universidad donde quiera
estudiar medicina.
Nuestros
compatriotas no deberían tener miedo del centro, indicó Brown escogida
como todos sus compatriotas en Nueva York por la Fundación
Interreligiosa para la Organización Comunitaria (IFCO), creada y
dirigida hasta su muerte por el reverendo Lucius Walker.
La
educación aquí es buena y hasta nos alistan para obtener la licencia en
Estados Unidos, añadió.
Si eso fuera poco, remarcó, estamos preparados
para dar ayuda en cualquier situación y no solo a los que puedan pagar.
Expuso
que en su país existe un buen sistema de salud, pero que ocasiona
muchas dificultades a los pobres y a los que no tienen seguro.
Los
cubanos, acotó Charles, pueden encontrar un médico a cualquier hora del
día, y en la atención no hay distinciones por nivel de riqueza o color
de la piel.
La
gran diferencia entre los modelos educacionales de Cuba y Estados
Unidos radica en que en el primero se prioriza la atención al paciente
sin un despliegue de alta tecnología.
Cualquiera puede usar una máquina,
insistió. Mientras
tanto, Brown manifestó que estará mejor preparada al salir de la isla
caribeña por dedicar más años al contacto con los enfermos, para los que
no ha sido problema -destacaron- ser estadounidenses.
"Me
siento libre de decir que soy de Estados Unidos y nadie me molesta o me
castiga", remarcó Muhammad, para quien el único escollo ha sido buscar
en verano los vegetales y las frutas con que saciar su apetito de
vegetariana.
Lubka
se quejó de lo rápido que hablan los cubanos, aunque reconoció que
aprender el idioma le permitirá atender a los hispanos residentes en su
país de origen.
En
una "modesta contribución de Cuba a la unidad e integración de los
pueblos", como la ha calificado Fidel, nuestro país ha colaborado
solidariamente, dentro y fuera de nuestras fronteras, en la formación de
más de 13 600 médicos de 66 países de América, incluidos los Estados
Unidos, y de Europa, África y Asia.
La
cifra se elevará a cerca de 22 000 cuando se realice el próximo
diciembre la primera graduación de médicos en Venezuela, con el claustro
cubano e idéntico plan de estudio y rigor con que se imparte la carrera
de Medicina en nuestras universidades.
En
este ámbito académico la integración de los componentes docente,
investigativo y asistencial, en el proceso de enseñanza-aprendizaje,
favorece la preparación integral que deben alcanzar estos jóvenes en su
formación.
El
mayor número de egresados, casi 10 000, cursó estudios en la Escuela
Latinoamericana de Medicina (ELAM) en La Habana, inaugurada oficialmente
por Fidel el 15 de noviembre de 1999 "como sencillo símbolo de lo que
unidos podemos alcanzar".
Luego
del paso de dos huracanes que azotaron al Caribe y Centroamérica a
finales del pasado siglo, causando un impresionante número de víctimas
mortales e incalculable daño material, el líder de la Revolución planteó
la necesidad de establecer un Programa Integral de Salud (de ayuda
médica gratuita para la región y otros continentes), y una Escuela
Latinoamericana de Medicina, como la parte sustentable de esa ayuda.
Según información solicitada por Granma,
actualmente hay matriculados en las universidades de Ciencias Médicas
de nuestro país más de 21 000 becarios de 113 países.
De ellos, 19 729
estudian en Cuba y, como parte de la descentralización, 1 707 se
encuentran en estos momentos en sus países de origen realizando los
últimos años de la carrera, lo que les permite una vinculación más
estrecha a su realidad sanitaria y social.
A
lo apuntado debe agregarse la formación por profesores cubanos de casi
34 000 estudiantes de Medicina (en los seis años de la carrera) en
escenarios docentes de Guinea Bissau, Timor Leste, Gambia, Tanzania,
Eritrea, Guinea Ecuatorial, Angola, Bolivia, Nicaragua, Sudáfrica,
Guyana y Venezuela. También,
hoy realizan estudios de posgrado en la Isla 1 593 médicos de 52 países
en Medicina General Integral y en una segunda especialidad.
La
profesora Marieta Cutiño Rodríguez, Directora Nacional de Docencia del
Ministerio de Salud Pública, puso de relieve los valores que deben
distinguir a los profesionales de la Medicina, y citó entre ellos el
humanismo, la solidaridad, la ética profesional y el internacionalismo,
para que puedan ser capaces de ayudar al desarrollo social y al
mejoramiento de los indicadores de salud, calidad de vida y bienestar.