La ciudad de Tawarga a 25 kilometros de Misrata era un lugar histórico de concentración de los esclavos arrancados al África tropical.
Los comerciantes árabes los compraban y los vendían como carne humana.
Aquellos antiguos esclavos se convirtieron en limpiadores, peones y criadas de las casas ricas de la vecina Misrata habitada por los descendientes de la élite colonizadora turca venida con el Imperio Otomano.
Los descientes de los beys, terratenientes, funcionarios y oficiales turcos estaban acostumbrados a tener a su servicio semi esclavos negros originarios de Tawarga.
La Revolución verde liberó a los descendientes de esclavos, les dio dignidad, educacion y promocion social pero la burguesía misratí los miraba con odio porque no toleraba que los oprimidos de ayer se emancipasen.
La insurrección de los fascistas de Misrata tiene mucho de lucha de clases.
Por eso los negros de Tawarga han combatido a sus antiguos amos en las filas del Ejército popular de la Yamahiriya.
Cuando gracias a la ayuda de los bombardeos y las fuerzas especiales de la OTAN las ratas racistas de Misratah han podido derrotar el cerco que les imponia el Ejército durante meses, su venganza implacable se ha concentrado en Tawarga.
Allí han cometido un genocidio que falta por investigar en sus detalles, han destruido la ciudad y la han vaciado de su población.
Incluso el reverendo norteamericano Jesse Jackson Jr. pide una investigación sobre este genocidio cuya responsabilidad última corresponde al presidente Obama, jefe de la invasión de Libia.
Es uno mas de los muchos crímenes contra la Humanidad cometido por estas bestias que hoy se estrellan contra Sirte, han sido golpeadas en Ben Jawad y mañana serán derrotadas definitivamente en Misrata y en toda Libia.