El presidente Barack Obama ensalzó esta semana -sin reservarse orgullo-
acontecimientos que ya anotó como "éxitos en política exterior":
entiéndase, el asesinato de Muammar el Gadafi y la sorpresiva retirada
militar estadounidense de Irak.
Sobre el primer suceso hay poco que añadir, luego de que Naciones Unidas y otras autoridades internacionales recomendaron una investigación para dilucidar las circunstancias en que murió el líder libio y después de estar bajo custodia de fuerzas opositoras.
Es un hecho que la gerencia demócrata apuesta a que estos llamados triunfos políticos de Washington catapulten la reelección de Obama en 2012, mientras los candidatos republicanos se desgastan hoy día en una disputa interna saturada de intercambios acusatorios.
Sin embargo, los números macroeconómicos no le están dando la razón a la Casa Blanca. Y tampoco lo hacen las encuestas que, cuando funcionan bien, son vitrinas premonitorias de probables decisiones populares.
Con respecto al repliegue castrense del Pentágono, un sondeo del diario The Wall Street Journal evidenció que el 38 por ciento de los potenciales votantes norteamericanos considera que la decisión de Washington sobre Irak llegó "demasiado tarde."
Otro 28 por ciento, entre los más de mil 400 consultados, opinó que la retirada de los soldados "llegó justo a tiempo" para evitar que sigan multiplicándose las cifras en muertos, heridos, y gastos para los bolsillos de los contribuyentes.
Los numeritos finales de la incursión bélica fueron: cuatro mil 478 militares estadounidenses y 125 mil civiles iraquíes muertos, 712 mil millones de dólares dilapidados, y un remanente de 39 mil tropas que contarán días y minutos hasta diciembre para retornar a casa.
Una encuesta similar de la cadena NBC News refleja que el 87 por ciento de los entrevistados manifestó que la guerra de Irak "no valió la pena", sumando actualmente el total de los costos en vidas humanas y expendios de capitales.
"Estados Unidos no está dejando Irak. Beirut, ni la guerra, tampoco abandonarán a Washington. La Casa Blanca ha colocado allá una embajada del tamaño del estado Vaticano, y en poco tiempo esta historia podría regresar a su comienzo", comentó el analista político Charles P. Pierce.
Con el anuncio de la retirada masiva, Obama estaba poniendo punto conclusivo al capítulo final de una invasión iniciada hace nueve años con la excusa de neutralizar armas atómicas ilegales que, por supuesto, jamás aparecieron.
"La intervención en Irak fue un crimen basado en un fraude. Elegimos creer ficciones por hechos, falacias en vez de realidades (...) y ahora ese evento se ha convertido en un gusano de hielo en el cerebro nacional de Estados Unidos", agrega Pierce en el medio digital Esquire.
De acuerdo con el jefe de Estado, la totalidad de los elementos castrenses -unos 39 mil soldados según la cadena CNN- que permanecen en la nación árabe deberán regresar a este país hacia finales de 2011.
Así concluiría una batalla desigual que comenzando en marzo de 2003 ha causado centenas de millares de muertos entre civiles y militares de ambas naciones, y un hueco en el bolsillo del contribuyente norteamericano casi imposible de medir por la cantidad de dígitos.
En su alocución sorpresiva del viernes 21, el mandatario demócrata se congratuló por "haber cumplido con el pueblo estadounidense respecto a una promesa de campaña acerca del retorno de las tropas".
La realidad es que Washington se decidió por el repliegue tras no poder alcanzar un pacto con Bagdad en relación con una polémica solicitud del secretario de Defensa, Leon Panetta, vinculada a la inmunidad de los soldados norteamericanos.
En conferencia con autoridades iraquíes, Panetta intentó presionar con el argumento de que las tropas del Pentágono necesitaban inmunidad legal si debían finalmente quedarse en el territorio extranjero hasta nuevo aviso.
Líderes iraquíes estaban listos para consentir una pequeña brigada con funciones de entrenamiento más allá de 2011, pero advirtieron a la Oficina Oval que esos soldados deberían estar sujetos a la ley nacional del estado en el Medio Oriente.
Hace casi una década, la principal justificación de Bush para ordenar la operación bélica fue que Irak estaba desarrollando armas de destrucción masiva, lo cual violaba un convenio de 1991. Posteriormente inspectores oficiales no encontraron pruebas del armamento.
No obstante, las tropas de Estados Unidos y ejércitos aliados de Washington derrocaron al gobierno constitucional de Saddam Hussein, líder político que más tarde fue ahorcado con la aquiescencia de la Casa Blanca.
En los momentos más complicados de la contienda, Estados Unidos llegó a tener desplegados unos 180 mil soldados. Al final más de cuatro mil regresaron a su país encerrados en sarcófagos. Y en Irak reina, por encima de todo, la desestabilización.
http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=423875&Itemid=1
Sobre el primer suceso hay poco que añadir, luego de que Naciones Unidas y otras autoridades internacionales recomendaron una investigación para dilucidar las circunstancias en que murió el líder libio y después de estar bajo custodia de fuerzas opositoras.
Es un hecho que la gerencia demócrata apuesta a que estos llamados triunfos políticos de Washington catapulten la reelección de Obama en 2012, mientras los candidatos republicanos se desgastan hoy día en una disputa interna saturada de intercambios acusatorios.
Sin embargo, los números macroeconómicos no le están dando la razón a la Casa Blanca. Y tampoco lo hacen las encuestas que, cuando funcionan bien, son vitrinas premonitorias de probables decisiones populares.
Con respecto al repliegue castrense del Pentágono, un sondeo del diario The Wall Street Journal evidenció que el 38 por ciento de los potenciales votantes norteamericanos considera que la decisión de Washington sobre Irak llegó "demasiado tarde."
Otro 28 por ciento, entre los más de mil 400 consultados, opinó que la retirada de los soldados "llegó justo a tiempo" para evitar que sigan multiplicándose las cifras en muertos, heridos, y gastos para los bolsillos de los contribuyentes.
Los numeritos finales de la incursión bélica fueron: cuatro mil 478 militares estadounidenses y 125 mil civiles iraquíes muertos, 712 mil millones de dólares dilapidados, y un remanente de 39 mil tropas que contarán días y minutos hasta diciembre para retornar a casa.
Una encuesta similar de la cadena NBC News refleja que el 87 por ciento de los entrevistados manifestó que la guerra de Irak "no valió la pena", sumando actualmente el total de los costos en vidas humanas y expendios de capitales.
"Estados Unidos no está dejando Irak. Beirut, ni la guerra, tampoco abandonarán a Washington. La Casa Blanca ha colocado allá una embajada del tamaño del estado Vaticano, y en poco tiempo esta historia podría regresar a su comienzo", comentó el analista político Charles P. Pierce.
Con el anuncio de la retirada masiva, Obama estaba poniendo punto conclusivo al capítulo final de una invasión iniciada hace nueve años con la excusa de neutralizar armas atómicas ilegales que, por supuesto, jamás aparecieron.
"La intervención en Irak fue un crimen basado en un fraude. Elegimos creer ficciones por hechos, falacias en vez de realidades (...) y ahora ese evento se ha convertido en un gusano de hielo en el cerebro nacional de Estados Unidos", agrega Pierce en el medio digital Esquire.
De acuerdo con el jefe de Estado, la totalidad de los elementos castrenses -unos 39 mil soldados según la cadena CNN- que permanecen en la nación árabe deberán regresar a este país hacia finales de 2011.
Así concluiría una batalla desigual que comenzando en marzo de 2003 ha causado centenas de millares de muertos entre civiles y militares de ambas naciones, y un hueco en el bolsillo del contribuyente norteamericano casi imposible de medir por la cantidad de dígitos.
En su alocución sorpresiva del viernes 21, el mandatario demócrata se congratuló por "haber cumplido con el pueblo estadounidense respecto a una promesa de campaña acerca del retorno de las tropas".
La realidad es que Washington se decidió por el repliegue tras no poder alcanzar un pacto con Bagdad en relación con una polémica solicitud del secretario de Defensa, Leon Panetta, vinculada a la inmunidad de los soldados norteamericanos.
En conferencia con autoridades iraquíes, Panetta intentó presionar con el argumento de que las tropas del Pentágono necesitaban inmunidad legal si debían finalmente quedarse en el territorio extranjero hasta nuevo aviso.
Líderes iraquíes estaban listos para consentir una pequeña brigada con funciones de entrenamiento más allá de 2011, pero advirtieron a la Oficina Oval que esos soldados deberían estar sujetos a la ley nacional del estado en el Medio Oriente.
Hace casi una década, la principal justificación de Bush para ordenar la operación bélica fue que Irak estaba desarrollando armas de destrucción masiva, lo cual violaba un convenio de 1991. Posteriormente inspectores oficiales no encontraron pruebas del armamento.
No obstante, las tropas de Estados Unidos y ejércitos aliados de Washington derrocaron al gobierno constitucional de Saddam Hussein, líder político que más tarde fue ahorcado con la aquiescencia de la Casa Blanca.
En los momentos más complicados de la contienda, Estados Unidos llegó a tener desplegados unos 180 mil soldados. Al final más de cuatro mil regresaron a su país encerrados en sarcófagos. Y en Irak reina, por encima de todo, la desestabilización.
http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=423875&Itemid=1