Agencias
y cadenas mediáticas internacionales (que decretaron la “caída”
prematura del presidente libio) coinciden en su apreciación. Trípoli, la
capital de Libia, vive un estado de anarquía y de “guerra civil”.
Nadie
controla, y las únicas certezas son el caos y la incertidumbre.
En este
escenario, se afirma la posibilidad de que los “bombardeos
humanitarios” de la OTAN (léase destrucción de Libia y masacre de
decenas de miles de civiles en 5 meses) se conviertan en una “invasión
terrestre humanitaria” para controlar el petróleo y restaurar la
gobernabilidad en el país.
La capital
de Libia está inmersa en una verdadera carnicería humana, con caos,
anarquía, incertidumbre, y sin puntos precisos de las posiciones
enemigas.
Se habla de una guerra
urbana sangrienta y sin parámetros, con ejecuciones, torturas y
“cacerías” nocturnas de aliados civiles, tanto del gobierno como de los
mercenarios.
Los hospitales están colapsados por los heridos y mutilados
que no alcanzan a ser atendidos.
Los
muertos (como ya sucedió en Irak) permanecen horas en las calles sin
ser recogidos.
Ya casi no hay energía, no hay servicios esenciales, la
actividad económica está paralizada, y se vaticina una catástrofe
alimentaria.
Las cifras de muertos y heridos en las últimas 72 horas se
suman por miles, algunas hablan de 3.000 muertos y otros duplican esa
cantidad.
La confusión y la
manipulación mediática para favorecer a los invasores, tocan extremos
increíbles.
Lo que parecía un “paseo” para la coalición imperial
invasora USA-OTAN que diseñó y coordina a los grupos mercenarios
golpistas, se complicó y se desmadró.
Gaddafi,
en una jugada táctica, se convirtió en una “fantasma” que está en todos
lados y no está en ninguno. Con lo que queda en pie de su línea de
comando, el líder libio concentró su logística y sus tropas en los
puntos más fuertes.
Con tropas,
tanques y baterías que parecían emerger de los sótanos, lo que queda del
ejército del presidente libio bombardeaba y atacaba este miércoles a
los grupos mercenarios en distintos puntos de Trípoli.
La
realidad, descripta en parte por los corresponsales extranjeros, echa
por tierra el supuesto control que se atribuyen las fuerzas sediciosas
sobre la capital de Libia.
Lo que antes era un enemigo “visible” (Gaddafi y su Ejército) se ha convertido en un enemigo “invisible” que ataca y desaparece.
Paralelamente,
un comando de guerra asimétrica, desplegado entre la población leal,
realiza emboscadas, atentados y acciones de guerrilla urbana contra los
grupos mercenarios y contra los comandos y oficiales de fuerzas
especiales y de inteligencia de EEUU, Reino Unido e Israel, que diseñan y
coordinan los operativos de toma y control de Trípoli.
En
24 horas (luego de la toma del bunker presidencial por los sediciosos)
la situación, entre los jefes mercenarios y los líderes de las potencias
invasoras, varió de la euforia triunfalista a la incertidumbre.
Analistas
europeos y estadounidenses ya hablan de una “ratonera” para los
invasores.
Paralelamente, la prensa internacional (columna vertebral de
“información” de la coalición invasora USA-UE) pide casi abiertamente
que EEUU y la OTAN desplieguen sus tropas en Libia.
Desde
el martes, comentaristas y analistas de algunas cadenas como la CNN
piden una “intervención internacional” para evitar que Libia caiga en el
caos de los “grupos fundamentalistas” que integran el comando “rebelde”
de la CNT.
La percepción
generalizada entre los mandos imperiales de EEUU y Europa es que los
llamados “rebeldes” son un mosaico casi delincuencial de grupos
mercenarios fundamentalistas de distinta extracción, que una vez en el
poder van a luchar entre sí por el reparto del botín de guerra.
Este
es el punto central que ensombrece y torna impracticable la estrategia
de conquista de Libia sin sacrificio de soldados y sin costo político
para las potencias de la coalición USA-OTAN.
Ningún
analista del sistema le concede futuro a un gobierno títere (como en
Irak o Afganistán) conformado por grupos de mercenarios formados por la
CIA, cuya única experiencia es guerrear por encargo o entre sí por
dinero y prebendas.
En este
escenario, se afirma la posibilidad de que los “bombardeos humanitarios”
de la OTAN (léase destrucción de Libia y masacre de decenas de miles de
civiles en 5 meses) se conviertan en una “invasión terrestre
humanitaria” para controlar el petróleo y restaurar la gobernabilidad en
el país.
Y son incontables las
versiones, salidas principalmente de los búnkeres del poder
estadounidense y europeo, que dan por sentado que ya hay un plan militar
y un calendario de las potencias invasoras (con EEUU a la cabeza) para
imponer la “paz” en Libia con bases y soldados como en Irak y
Afganistán.
Mientras tanto, los
objetivos y mecanismos económicos que alimentaron la operación militar
de despedazamiento de Libia y la masacre de su población civil, ya se
pusieron en marcha.
Mientras los
líderes y funcionarios imperiales preparan un gobierno colaboracionista
de “transición”, las corporaciones, bancos e industria de guerra
USA-europeas preparan su desembarco en Libia bajo el clásico argumento
de “reconstruir” la infraestructura y la economía del país destruida por
los bombardeos de las mismas potencias que llegan en calidad de
“salvadores”.
EEUU y las potencias de
la OTAN ya decidieron descongelar los activos libios en el exterior,
para que la administración entrante compre armas a las armamentistas,
las petroleras reconstruyan la industria del petróleo y el mercado
libio, y las trasnacionales y los grupos financieros participen
activamente del botín de la “reconstrucción” de Libia.
Y
Libia, al costo de su destrucción, masacre colectiva y crisis
humanitaria, pone nuevamente en vigencia el principio liminar de
Rothschild que guía históricamente a las operaciones imperiales de
conquista:
“Donde no hay guerra, hay que inventarla para hacer
negocios”.
Fuente: http://mesaredonda.cubadebate.cu/noticias/2011/08/25/carniceria-humanitaria-invasion-de-la-otan-en-libia-videos-y-fotos/