¿Son los disturbios de Londres una protesta
legítima contra el sistema opresor, un evento de falsa bandera o
simplemente el resultado de la enajenación de las masas que buscan de la
forma que sea obtener un pedazo del pastel que los ricos detentan y
presumen a través del bombardeo mediático?
Pese a la inspiración de heroísmo
contracultural que podría haber sigificado el punk en su momento, los
disturbios que se están llevando a cabo en Londres y en algunas otras
partes del Reino Unido no son una manifestación pura de la rebeldía
contra las instituciones, al haber desvirtuado una turba de violencia
anárquica que, mal dirigida, se vuelca contra sí misma. Es curioso que
una de las grandes aportaciones del punk en su origen fue autocrearse
estilísticamente y mantenerse al margen del mercado de consumo.
Los
punks no compraban ropa o gadgets, se hacían con lo que encontraban y de
esta forma, antes de que el movimiento punk fuera cooptado por la moda,
representaban una amenaza para el sistema. Sintomáticamente el raudal
de disturbios en los últimos días se ha centrado, más que en protestar
contra el gobierno o la policía, en destruir comercios de la clase media
y en robar tiendas y aparatos que dan estatus.
Como dice el blog de The Clash, estos disturbios difícilmente merecen una banda sonora de esta legendaria banda (como London Burning)
o de los mismos Sex Pistols (como ha sido utilizado por los medios) o
una comparación con el legendario Guy Fawkes, cuya perspicacia política
era mucho mayor.
Los disturbios iniciaron el pasado
sábado en Tottenham, cuando una protesta por la muerte a manos de la
policía de un vecino del lugar, Mark Duggan, se violentó de manera
intempestiva.
Reportes indican que la horda que inició la violencia no
estaba ligada a la marcha original que tenía la consigna de ser
pacífica.
Después de desplegar 16 mil policías en las calles, reportes indican que
la secretaria del Interior, TheresaMay, estaría discutiendo la
posibilidad de aplicar la ley marcial e implementar un toque de queda.
Por otra parte el diario The Guardian
informa que existe cierta preocupación por la posibilidad de que algo
así surja durante los Juegos Olímpicos de Londres, lo cual podría ser
razón suficiente para imponer nuevas medidas de seguridad y vigilancia
en el Reino Unido, el hogar del Big Brother, la sociedad más
videovigilada del mundo.
Esto ha hecho pensar a algunos
periodistas de la conspiración, como Paul Joseph Watson de Infowars, que
el gobierno podría estar azuzando los disturbios intencionalmente,
insertando agents provocateurs tolerados por la policía, bajo
la vieja máxima de generar un problema y luego proponer un nuevo orden,
más estricto, que sea aceptado voluntariamente por el pueblo como la
única solución ante las circunstancias extremas que se han generado: ordo ab chao.
Veremos si Cameron, regresando de sus
vacaciones, pondrá orden a este caos, volviendo las cosas a la
normalidad y cumpliendo la exigencia de seguridad de los ciudadanos,
pero advirtiendo que se deben tomar precauciones para que esto no vuelva
a suceder.
Más allá de que haya o no sido
orquestada está violencia por el gobierno británico, no hay duda que las
crisis son capital político y pueden ser usadas para avanzar distintas
agendas, una de las cuales ciertamente podría ser el control policial
total, exigido incluso por los ciudadanos.
Es posible que existan
también algunas otras motivaciones desconocidas.
Quizás este sea un nuevo episodio en la
trama de las protestas masivas a lo largo del mundo fomentadas o
cooptadas por la agenda política de la élite, bajo una oscura dinámica:
una revolución artificial es la mejor forma de evitar una verdadera
revolución.
Por otra parte, quizás más que la muerte
de un hombre a manos de la policía en el momento de su arresto, la
mecha que enciende estos disturbios sea la enajenación social en la que
viven las masas, oprimidos tanto económicamente —en una sociedad que
favorece sobremanera a una elite adinerada— como bombardeados
mentalmente por los medios que transmiten un estilo de vida aspiracional
de infotainment cuyo abismo en la realidad, al no zanjarse,
explota en este tipo de violencia.
El resentimiento ante el gobierno y
los ricos se traduce también en el deseo de tener iPhones, ropa de
diseñador, TVs de plasma, Wiis y demás productos (y ser como las
celebridades), como si todo esto representara la liberación de esa
opresión.
Al desear vehementemente ser como las personas empotradas en
la cima del sistema consumista-capitalista y tener las mismas cosas que
ellos, las masas no atentan contra este sistema, en realidad lo
fortalecen: le rinden culto.
El sociólogo Paul Bagguely, para el
diario The Guardian, dijo sobre los disturbios: “Mientras que antes nos
definía lo que hacemos, ahora nos define lo que compramos.
Estas grandes
tiendas están en el negocio de tentar [al consumidor] y súbitamente
estas personas se dan cuenta de que pueden simplemente entrar a una
tienda y tener todo lo que quieran”.
Es posible que los disturbios partan de
un legítimo espíritu de protesta y rebeldía entre los desempleados
enconados pero, con un tejido social desgarrado, estos no se resisten la
tentación y fácilmente sucumben a la seducción de los productos
brillando en los aparadores, prometiendo la fácil felicidad de la
posesión, que se ha vuelto accesible a través de esta fiesta de
descontrol.
En la confusión los inconformes lograron
destruir un almacen de la trasnacional Sony, pero al mismo tiempo
dieron un duro golpe a geniales disuqeras independientes como Warp
(disquera de artistas como Aphex Twin y Boards of Canada) o Domino
Records, las cuales podrían incluso desaparecer, según el diario El País, luego de un incendio en el barrio de Enfield.
Martin Mills, presidente del sello Beggars Group, ha explicado en la página web Music Week
que “las grandes compañías serán las menos perjudicadas por el desastre
que las pequeñas” porque guardan su stock en diversos edificios en
Reino Unido.
Esto es sintomático de lo que sucede con este tipo de
disturbios: los que verdaderamente resultan afectados no son los grande
monstruos del capital que se buscan combatir.
Como muestra del nivel de enajenación
tenemos este video de la BBC en el que un grupo de adolescentes
borrachas detallan la diversión que significa participar en los
disturbios, diciendo que esperan que estos continúen para poder seguir
divirtiéndose y confusamente señalan que todo esto va en contra de “el
gobierno… o los conservadores… o lo que sea… no sé”.
En otro video de la BBC se muestra como unos jóvenes simulan ayudar a un adolescente herido para luego robarlo.
Una posible explicación psicológica a lo que esta sucediendo la da Aeolus Kephas en su ensayo sobre las multitudes programadas publicado en Pijama Surf:
«Las multitudes estúpidas surgen cuando
todos se ponen de acuerdo entre sí: vestirse igual, hablar igual, actuar
igual.
Una turba se forma por una reunión de personas abiertas a la
persuasión, que en realidad se han juntado para ser
persuadidas, buscando inconscientemente refugio en la mente grupal.
Grupos así consisten en personas que carecen de un sólido sentido de
realidad o identidad: en pocas palabras, seres no-individuados».
Ha circulado el rumor de que el gobierno
británico suspendería la mensajería instantánea del Blackberry, al
parecer el método de organización preferida de los manifestantes.
Aunque
el fabricante de Blackberry está cooperando con la policía británica
para proveer datos sobre los lugares en los que se están programando los
disturbios, las telecomunicaciones no han sido interrumpidas. Sin
embargo, el político David Lammy se mostró de acuerdo con la medida y
declaro que estas líneas sí deberían de ser suspendidas.
Buscando por otro lado la causa que ha generado esta violencia que para algunos se desprende sin razón aparente, una investigación ha
encontrado una correlación entre los levantamientos civiles y los
recortes al presupuesto de educación, como ha ocurrido en el Reino Unido
en esta ocasión.
¿Ahora bien, este recorte obedece a la austeridad
económica o a una macabro plan maestro para generar este tipo de
levantamientos caóticos que pueden ser aprovechados políticamente?