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¿Declara Pakistán su independencia de EE.UU?: ¡Basta de ser perro faldero!

 Después de arrestar al Dr. Syed Ghulam Nabi Fai el 9 de julio el FBI dijo que: “Los militares de Pakistán complotaron para influenciar la política de EE.UU. a favor de la posición de Pakistán sobre el territorio en disputa de Cachemira, entre India y Pakistán. 

Durante dos décadas él y otro cómplice, también de origen paquistaní, han recibido y distribuido 4 millones de dólares para contribuciones electorales para el Congreso y el Senado en EE.UU.; 

Fai fue arrestado por no haberse registrado en el Departamento de Justicia, como agente de un gobierno extranjero, como requiere la ley de EE.UU.” 

¿Nada que no sea plausible en la acusación, verdad? A fin de cuenta, todos saben que industrias, corporaciones y, sobre todo el Comité de Asuntos Públicos EE.UU.-Israel (AIPAC), hacen rutinariamente contribuciones para influenciar las políticas estadounidenses. AIPAC, en los hechos, tiene un presupuesto oficial que excede de 350 millones de dólares al año y cálculos extraoficiales ubican sus contribuciones a campañas electorales anuales en más del doble de su presupuesto real; pero, claro, ¡Pakistán no es Israel! 

¡El Congreso y el Senado de EE.UU. han estado en venta durante décadas!

¡Los errores cardinales de Fai fueron a) no haberse registrado y, claro está, b) que lo hayan atrapado! 

Pero algo huele mal. Si bien recuerdo, Benazir Bhutto contrató a un lobista por los intereses de Pakistán como lo hizo Musharaf y el honorario anual del lobista era de cerca de 2 millones. 40 millones de dólares por dos décadas; ¿no parece insignificante?

Las contribuciones mencionadas en la acusación contra Fai van desde 250 dólares a un máximo de 4.000. 

Lo que es más, si ha estado involucrado durante dos décadas, ¿es posible que el FBI no lo haya sabido? 

Para repetir las preguntas planteadas respecto al ISI [servicio secreto paquistaní] cuando Osama fue descubierto en Abbottabad: ¿fue cómplice o incompetente el FBI?

¿O eran las actividades de Fai tan insignificantes que arrestarlo no valía la pena?

Mi premonición es la última opción; pero entonces, después de dos décadas, ¿por qué arrestarlo precisamente ahora? 

Según todo lo que he oído sobre las actividades del Consejo Cachemira Estadounidense, Fai era muy activo en la organización de conferencias y discusiones de mesa redonda de alto perfil sobre el futuro de Cachemira. Aparentemente no le faltaban los fondos. 

Sin embargo, cada vez que se presentaba el tema de los recursos, los cachemiríes en India, Pakistán, y EE.UU. eran considerados los principales contribuyentes. 

No obstante, ya que tenía una tendencia pro paquistaní, no me sorprendería de ninguna manera si fue financiado en secreto por el ISI; ¿pero para qué? 

El que el ISI haya financiado sus conferencias de alto perfil, en las que no se escatimaban los gastos no debería sorprender a nadie; que haya donado sumas insignificantes de sus fondos a las campañas electorales de algunos congresistas y senadores; ¿qué hay de nuevo? 

Como si Fai no bastara, el New York Times, lanzó otra información sensacional. 

El 23 de julio publicó un artículo titulado: “Pakistán espía a su diáspora, propaga el miedo”. 

Según el artículo, un cierto Muhammed Tasleem, agregado en el consulado de Pakistán en Nueva York espiaba en secreto para Pakistán y se presentaba como agente del FBI. El FBI descubrió las actividades de Tasleem el año pasado, pero en lugar de arrestarlo, Leon Panetta, entonces director de la CIA, habló discretamente con el general Pasha y se llevaron a Tasleem de vuelta a Pakistán. 

El artículo, no con una, sino con tres firmas, se basaba en entrevistas con paquistaníes-estadounidenses o paquistaníes en EE.UU. anónimos, quienes dijeron la verdad a esos periodistas, a condición de no ser nombrados, sobre cómo el ISI los aterroriza en EE.UU. 

Así es, delante de las narices del FBI, la CIA, la NSA, y las treinta o más agencias de inteligencia de EE.UU., el ISI aterroriza a paquistaníes en suelo estadounidense y lo ha estado haciendo durante décadas. Y sin embargo, informan, las operaciones del ISI “son menos amplias y menos sofisticadas” en comparación con las de rusos y chinos. 

¡Y Michael Brenner me hizo temer a la CIA! 

Las discusiones en Pakistán, desde el arresto de Fai, se han acalorado, pero desde que salieron a la luz las noticias sobre Tasleem, son casi divertidas. 

Nuestros derechistas se regocijan ante la “desagradable separación” de EE.UU.; en lo que los concierne mientras más desagradable, tanto mejor.

Los que aman a EE.UU. están preocupados por las consecuencias. 

Los analistas entre ellos también están divididos. Algunos piensan que EE.UU. ha llegado al límite de su paciencia y la actual ‘confrontación’ es la última carta, preparatoria para el divorcio final. 

Esta categoría de analistas tiene el punto de vista de que al amenazar con una posición pro India en futuros debates entre Pakistán e India sobre el estatus en Cachemira, EE.UU. está diciendo a Pakistán que entre en vereda o enfrente las consecuencias, ¡entre otras cosas! 

Otros analistas apuntan al hecho de que la posición pro India de EE.UU. es algo seguro. 

También sostienen que estos son gestos vacíos y que, cuando tiene que ver con la salida de Afganistán, EE.UU. tiene plena conciencia de la importancia de Pakistán. 

El matrimonio, por lo tanto, por turbulento que sea, dudará por el momento. 

Mi punto de vista es que EE.UU. ha dado por descontado a Pakistán durante tanto tiempo que la simple idea de que esté dispuesto a desdeñar a EE.UU. en un enfrentamiento es increíble; y eso también bajo el dúo Zardari-Gillani. EE.UU. está irritado; su perro no obedece.

Peor todavía, su perro faldero está mejorando las relaciones con Irán y Afganistán. Si tiene éxito, esta ‘declaración de independencia’ podría convertirse en una enfermedad contagiosa. 

Tampoco estoy seguro de que estemos ante la última carta de EE.UU. pero ciertamente está cerca de serlo.
Pakistán, por otra parte, parece haber decidido finalmente librarse, de manera bastante sorpresiva, del abrazo letal de EE.UU., sea cual sea el precio. 

Aunque el acercamiento Irán-Pakistán y la decisión de emprender finalmente la construcción del lado paquistaní del tan retardado proyecto de gasoducto, a pesar de la oposición de EE.UU., es una de las ‘declaraciones de independencia’ más destacadas de Pakistán; otras, tal vez más significativas, relacionadas con Medio Oriente, han pasado desapercibidas. 

A pesar de la presión saudí y estadounidense, la respuesta de Pakistán al pedido de suministro de ayuda militar a la casa de Saud no solo ha sido tibia. Pakistán claramente trata de ganar tiempo; la excusa obvia es el compromiso interior de sus fuerzas armadas. 

Naturalmente, el presidente paquistaní volvió con las manos vacías de su reciente visita al reino saudí. 

Mucho más significativa es la posición de Pakistán respecto a Libia y Gadafi. Pakistán sigue apoyando a Gadafi e insiste en que EE.UU. excede el mandato de la ONU en su uso de fuerza para derrocar a Gadafi.

A pesar de repetidos llamados de Washington, Islamabad se ha mantenido firme. Impresionado por el inesperado apoyo, Gadafi envía esta semana un colaborador clave a Islamabad. 

Parece que Pakistán ha dejado de aparearse con la Mantis Religiosa.

No será un divorcio amistoso.

Es un perro faldero que se niega a obedecer. 

Puede que la ‘declaración de independencia’ de Pakistán no sea escrita, ni tan emocionante cómo la redactada por los padres fundadores de EE.UU., pero parece que finalmente se ha hecho visible. 

Ojalá Pakistán no tenga que librar una guerra prolongada con los militares de EE.UU., aunque tendrá que ganar la guerra interior, en la cual es probable que EE.UU. siga apoyando a la ‘Contra’ paquistaní. 

Shaukat Qadir es brigadier en retiro y ex presidente del Instituto de Investigación Política de Islamabad. Para contactos: shaukatq@gmail.com


Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

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