Nuevamente se cruzan los intereses de privados con los asuntos públicos, los intereses políticos con las conductas de estado.
De allí el conjeturar justificadamente que se trata de un montaje.
Quizás por la desprolijidad en las declaraciones de la víctima, como en el proceso judicial, la idea de una operación para destruir una carrera política es más que un rumor con sentido común.
Insólito y dramático.
En dos días, se sabía casi todo lo esencial para destruir a un político de dimensión mundial acusado de violación.
De Nafissatou Diallo, la víctima, empleada de un hotel, ni siquiera sabíamos el nombre.
Con el correr de las semanas, mientras más se sabe de ella se puede desmoronar la causa.
Es como un golpe al plexo extraído de Franz Fanon y “Los Condenados de la Tierra”, en donde las asimetrías en el desarrollo se explican y cómo pueden llevar al absurdo de este caso jurídico.
No hay posibilidades ciertas de liderar el mundo como pretende EEUU con un sistema jurídico que se expone con las inconsistencias exhibidas en el caso Strauss-Kahn. Quizás este sea el tema central.
No se descarta una gestión de la Casa Blanca para que la oficina del fiscal del distrito de Nueva York apele al máximo sigilo y con precisión, en una causa judicial de connotación internacional y de consecuencias todavía insospechadas.
Este proceso cruza temas desde la propiedad con que se eligen los cargos del más alto nivel corporativo global, hasta la cultura de protección de los derechos humanos.
Su impacto se despliega desde la lucha del feminismo militante hasta el actual estado de situación del derecho en un país como Estados Unidos que actualmente enfrenta dos guerras.
Esta situación de excepción lo hace proclive a distorsionar la conducta del estado tanto en lo interno como lo internacional.
El sistema judicial estadounidense al buscar frenéticamente culpables al amparo de una doctrina de seguridad basada en la lucha antiterrorista, se ha expuesto y ha colocado la rigurosidad del sistema en el punto de quiebre. Estados Unidos en la conducción de los asuntos públicos ha comenzado a estirar el ímpetu de hacer justicia a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 hasta límites insostenibles para la comprensión y la tolerancia.
Muchas situaciones para ejercer jurisdicción local asociadas al derecho internacional están siendo concebidas a partir de una nueva cultura jurídica surgida en Estados Unidos a raíz del atentado a las torres gemelas.
En función de la protección de la amenaza interna como externa, ha optado por una ofensiva permanente
Las dudas en el caso Strauss-Kahn, no surgen sobre la acusación de violación como tal, sino respecto a los antecedentes conductuales de la víctima y las contradicciones en sus declaraciones que dañan seriamente la credibilidad de su denuncia.
Al nivel más central del manejo legal, la oficina del Fiscal del Distrito exhibe problemas de procedimientos y en algunos casos “mano blanda”, precisamente en materias de delitos sexuales.
Algunos piensan que se precipitó la acción judicial para rectificar un déficit de manejo.
Está la renuncia de la jefa de la unidad de crímenes sexuales, Lisa Friel, que según el Daily News del 2 de julio fue removida del cargo.
Se informa que los abogados Jeffrey Shapiro, reconocido abogado de derechos civiles, y Norman Siegel ya no trabajan con la víctima.
Han surgido informaciones de que un acuerdo entre las partes estaría ad portas.
Un arreglo afectaría negativamente a ambos.
Cualquier acuerdo de ese tipo significa obstrucción a la justicia. Strauss-Kahn ya ha sido impactado en su carrera política, y la víctima no tiene poder para detener la causa penal presentada por el fiscal.
Por los antecedentes de lo que algunos mencionan como un colapso de la demanda judicial contra Dominique Strauss- Kahn por violación, en el devenir, los más directamente involucrados se han perjudicado.
Ni siquiera podría ser suma cero, en el caso que las partes lleguen a un acuerdo. Por el contrario, todos pierden.
El ex jefe del FMI ha visto sacrificada su carrera política.
La denunciante tiene pocas posibilidades de obtener la reparación esperada en materia monetaria, y se ha constatado lo que se sabe: las estrategias de supervivencia de los inmigrantes funcionan en el límite.
Los socialistas franceses fundieron su mejor carta para las presidenciales y el sistema judicial de Nueva York ha revelado los problemas de la justicia americana.
En la estela han quedado otras víctimas. Funcionarios de la fiscalía neoyorquina desacreditados y otros renunciados o despedidos.
Hasta la competencia del Fiscal Distrital Cyrus Vance Jr. ha sido puesta en duda. El movimiento feminista – si se concretara el colapso definitivo de la causa- no tendría en la víctima un ícono para su lucha.
Pensando en un probable vencedor ese podría ser el rival político de Strauss-Kahn, el presidente Nicolás Sarkozy.
Aún así, esta posibilidad se ve mermada por las características del caso judicial, en donde la circunstancia de la víctima, las inconsistencias en sus declaraciones, además de los procedimientos precipitados en el arresto apuntan a una operación.
Hay que hacer notar que gran parte de la centralidad política seria en los temas más candentes se desperfila en la maraña de frivolidades anexas que rodean a los personajes que son elegidos para dirigir estamentos de elite.
Y en este sentido, el caso de Stauss-Kahn será paradigmático con el tiempo por lo siguiente: cuanto de lo político sustantivo prevalecerá en el subconsciente colectivo, y cuanto será avasallado por la apetencia humana hacia lo sexual-anecdótico que invade también ese subconsciente por la presión del eje sexo-medios-comercio.
Con la dosis de cinismo de los que habitan y hacen lobby en la otra trinchera, la del gran capital, se podría decir que el ex jefe del IMF acusado de violación por una empleada de un hotel en Nueva York no es más que otro jerarca más de la globalización con todos los defectos y virtudes de los que dominan el mundo.
Tal vez. Sin embargo si uno se acerca con más profundidad a su trayectoria, Strauss-Kahn exhibe esa idea, similar a la del derrumbado Gordon Brown en Gran Bretaña, del social demócrata convencido que con los actuales criterios de absolutismo libremercadista con que se administra el sistema económico global no se está llegando a ninguna parte, en cuanto a estabilidad económica y gobernabilidad, y menos en reducir las desigualdades.
En la batalla entre el gran capital transnacional y los poderes que representan la institucionalidad estatal, personajes como Strauss Kahn que acceden a posiciones que inciden globalmente y de registro progresista, son muy escasos.
Con la política francesa no se juega a control remoto, ni desde Nueva York ni desde los Campos Elíseos, piensan muchos franceses.
Habría sido menos desgastante y más honorable haberlo derrotado en las elecciones presidenciales.