Pablo Gonzalez

En España, religiosos y abogados sin escrúpulos permitieron adopciones ilegales hasta 1987


En 1963, dos días después de haber dado a luz, informaron a Consuelo de que su bebé había muerto, pero solo le mostraron un féretro cerrado. 

Su hija ha tomado el relevo en la búsqueda de la verdad sobre esa muerte que actualiza uno de los peores crímenes de la dictadura. 
 
Consuelo A.M., nacida el 22 de abril de 1922, vivió desde 1963 una existencia sin consuelo posible.

Un “desconsuelo” que la acompañó hasta su muerte el 24 de enero de 2011: depresión, duda obsesiva, pérdida inaceptable de su intimidad familiar.

El 13 de agosto de 1963, día de la Alborada (el día más importante de las fiestas patronales de Elche) luego de un embarazo normal dio a luz en el hospital general de Alicante a un niño saludable de 5 kg., Antonio C.A. Inexplicablemente murió cuarenta y ocho horas después (el día de la Virgen). Destruida, Consuelo no tuvo fuerzas para reaccionar, para pedir verlo…

El personal del hospital le mostró un pequeño féretro blanco cerrado donde supuestamente reposaba “el pobre angelito”. 

Le aconsejaron no abrirlo para evitarle traumas.

“Era mejor así”, de algún modo fue obra de la fatalidad. El niño, le dijeron, habría sido un minusválido toda su vida. 

Y Consuelo se resignó solo aparentemente: la duda, siempre la duda y el insoportable tabú.

Cayó en una depresión que le envenenó la vida y la enfermó. 

El hospital, por su parte se encargó, hipócritamente sin duda, de llevar a cabo los necesarios y usuales trámites de la inhumación, de la “desaparición”,

El marido, Miguel C.D., un hombre borrado, quebrado además por la situación tampoco reaccionó. Eran pobres aldeanos. 

El hambre los había obligado a emigrar, el 4 de octubre dd 1955 desde La Mancha interminable, cerca de Albacete, para ir a buscar trabajo a la ciudad de Elche en Alicante.

Consuelo trabajo allí como costurera: educaron como pudieron tres hijos y una hija nacidos en 1950,1953, 1955 y 1961.

El quinto, Antonio, llegó más tarde y es uno de los miles de desaparecidos que transitan por las calles de España.

En el pueblo, la república de abril de 1931 y el Frente Popular (febrero de 1936) habían sido una magnífica ilusión para los obreros agrícolas. 

Consuelo había bordado muchas banderas del Partido Comunista y los tres colores republicanos. 

Su padre, Antonio, nacido el 28 de diciembre de 1895 fue detenido el 28 de abril de 1939 y fusilado por razones de guerra el 15 de enero de 1940 las 6:30 h. en el cementerio de Albacete (1). 

Los verdugos prefieren el anonimato de la aurora. 

Estaba acusado de pertenecer a la Casa del Pueblo (sede sindical del pueblo) donde se reunían, se informaban, leían los aldeanos. 

Era bracero (obrero agrícola), con su mula trabajaba para los caciques (grandes propietarios) y quería que sus dos hijas estudiaran. 

La sentencia que lo condenó a muerte (nº 3621 del gobierno militar de Albacete) lo castigaba por su “adhesión a la rebelión” (2). 

¡Él, que defendía la legalidad republicana contra los militantes golpistas! 

Su esposa, María del Pilar M. (nacida el 15 de junio de 1900 y muerta a los 83 años), analfabeta, mantuvo el luto toda su vida, como también sus dos hijas, Consuelo y Pilar. Siempre vestidas de negro. 

Sentada en su silla de paja, en el umbral de la puerta, con su ropa de luto, la tía Pilar llevaba orgullosamente el negro como un desafío a los franquistas. 

En el pueblo se sabe el nombre de los asesinos.

Hemos acompañado a una de las nietas, Eva C.A. la rebelde, la “roja” en sus idas a Alicante para reclamar la verdad sobre su hermano.

Primera etapa: hospital general de Alicante: la acogida es fría “¿Tienen los registros de 1963?” “¡Ah, no! Desaparecieron durante una inundación, vaya a ver en el juzgado” 

Solo tenemos registros a partir de 1976 (Franco murió en 1975). En el juzgado la reciben igual, no existen registros anteriores a 1976.

¿Qué pasó con los anteriores? Habrán sido destruidos sin duda. La justicia española está todavía condicionada por el franquismo.

Nueva etapa. 

El registro civil. Nos muestran los viejos libros con las “defunciones”. 

Nada sobre la muerte del pequeño Antonio. 

En el registro de nacimientos el empleado va a preguntar a la jueza, que le responde: 

“No tenemos nada, en 1966 hubo una inundación que destruyó todo”, antes de 1976 hubo en España muchas inundaciones, no registradas por el servicio meteorológico.

Eva se encoleriza. “Siempre quise saber. Hoy todo coincide, me acuerdo, era pequeña esperábamos al bebé; mi madre llegó sola en un taxi. Nunca dejé de pensar en ello. 

Provista de una carta, firmada el 10 de mayo de 2011 por el padre, aún vivo, y dirigida al registro civil de Albacete, Eva busca una aguja en un pajar. 

La carta dice: ”He comprobado que ni el nacimiento de mi hijo ni su muerte figuran en el registro civil de Alicante.

Yo lo ví vivo y saludable el 13 de agosto de 1963. 

Ante las dudas y el contexto quiero saber”. 

Antonio es ciertamente un desparecido como tantos otros, como otros miles.

Existe sin duda un crimen de lesa humanidad, continúa Eva. 

Robaron a mi hermano.

El Estado debe enfrentar sus obligaciones, iniciar una investigación judicial e investigaciones genéticas. Pedimos que se localice su féretro, que se abra y que si existe el cuerpo sea examinado por un médico forense e identificado por su ADN. 

Si murió queremos enterrarlo dignamente en una tumba con su nombre”

“Pero estoy convencida de que vive” La recientemente creada Asociación Nacional de víctimas de adopciones irregulares, donde ya se hallan registrados más de mil casos (El País, 27 de marzo de 2011) ha logrado que el Fiscal General envié cada uno de los casos a los tribunales provinciales correspondientes: una primera pequeña victoria.

Luego de la guerra española, se calcula que unos 30.000 niños fueron confiados al Auxilio social de la Falange y a otras instituciones religiosas, robados “para reeducarlos en el seno de familias bienpensantes (franquistas). 

Por ley del 4 de diciembre de 1941, Franco autorizó a cambiarles los nombres y los apellidos a los niños “adoptados” de este modo. Se trataba, según el psiquiatra del régimen Vallejo Nágera de erradicar el gen del marxismo. 

De investigar sus raíces “biopsíquicas”(3). Hasta los años 50 estos robos formaban parte de un plan sistemático que eliminaría a los rojos y sus ideas.

Hoy se sabe que esto ha provocado un verdadero tsunami en la sociedad española, que las mismas redes de religiosos sin escrúpulos, abogados y médicos igualmente inescrupulosos permitieron adopciones ilegales hasta 1987, fecha en la que se cambió la ley (El País 20 de marzo de 2011). 

En el caso de Consuelo el encarnizamiento fue además político y mercantil: la familia de Consuelo ha pagado un pesado tributo al franquismo. 

Antonio el Barajeño, (el padre de Consuelo) como Juan José, Perico, José María, Sidro, Tate, etc. fueron masacrados. 

Cuando la familia de Antonio lo recuperó de la fosa común para darle sepultura, encontró la pipa en el bolsillo de su saco. 

Este dolor para todos nosotros es infinito.

¡Imposible de olvidar! Buscamos con lágrimas en los ojos y rabia en el corazón un consuelo para que Consuelo pueda descansar en paz.

Notas
(1) Carta del 5 de mayo de 1953, nº 29340, Ministerio de Justicia, Registro Civil de Albacete
(2) Carta del 23 de diciembre de 1978, del director de la Policía de Albacete
(3) Foja de Servicios del Teniente Coronel Antonio Vllejo Nájera. LGA B382. Archivos Generales Militares de Segovia
Traducido para Rebelión por Susana Merino

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