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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Después del cowboy Bush jr., el 'body hunter' Obama y el clown Piñera


RECIÉN AHORA COMIENZO a comprender mejor algunas cuestiones referidas al carácter del afroamericano Barack  Obama. 

Todo lo que respecto de su persona se ha escrito, dicho y supuesto, ha carecido de una base de sustento sólida, una de aquellas que se construyen desde la niñez y permiten explicar “la idiosincrasia personal”, como tan campanudamente aseguraba en esta comuna campesina un ya ignorado alcalde derechista. 

Buscando, hojeando, leyendo y releyendo, por fin topé con las líneas escritas en Cuba por el doctor Néstor García Iturbe.

Agradezco al azar el haberlas encontrado, pues ellas echaron luz sobre las tinieblas de mis dudas y dieron cuerpo a mis aprensiones. 

Reconozco que en algún momento sentí que las líneas en comento se estaban refiriendo a mi persona, ya que en una u otra medida mi niñez-adolescencia sufrió del mismo mal…por eso, tal vez, Obama y yo nos parecemos más de lo que mi conciencia pudiese soportar. 

Es que me he enterado que a Barack le apasionaban las películas de acción, esas del ‘far-west’, tanto como las de la Segunda Guerra Mundial…siempre con norteamericanos triunfadores e infalibles.

O imbatibles, tal cual  los personajes de ficción representados por John Wayne, Steve McQueen y Clint Eastwood, quienes enderezaban curcos a balazos y ponían orden según sus peculiares visiones ‘jurídicas’. 

Ya adolescente, don Barack se inclinó por los filmes de gángsters, especialmente aquellos que mostraban –siempre en la ficción de Hollywood, por supuesto- a criminales como Dillinger,  Nitty, Capone y Stompanato. 

Incluso –eso entiendo, de acuerdo a lo escrito por García Iturbe- “”durante el tiempo que estuvo en la Universidad de Chicago, Obama visitó algunos lugares en los que Al Capone y Lucky Luciano habían desarrollado sus actividades criminales, entre ellos el estacionamiento donde se efectuó la matanza de San Valentín. Realmente se sentía impresionado y admirado por la historia de la organización que pudo crecer a pesar de las dificultades y que ayudó a forjar muchos de los grandes capitales estadounidenses.””

Me sonrío para mi capote, pues cada vez que tengo oportunidad de escuchar al Presidente de EEUU me parece que trata de imitar a John Wayne, o a Glenn  Ford, impostando la voz al estilo tejano antiguo, o al modo del cowboy que vivía cerca del “mexican border”. Muy de Hollywood…muy de película. 

Quizás, en otro tiempo, John Ford lo hubiese contratado como extra. Claro, siempre en el rol de negro.

Ello, seguramente, le echaría abajo los avioncitos de la ilusión. Pero la White House compensa todo y lo disimula… incluso la ‘brutez’, como lo pudo comprobar George W. Bush, disfrazándola con el ropaje de la soberbia imperialista.

Por ello, cuando vino a Chile intentó darnos cátedra regalando consejos dibujados con la mano izquierda,  cuando su brazo derecho había ya borrado lo escrito. 

Se equivocó de plano, ya que nosotros, sudacas y sureños, no somos tan imbéciles ni desinformados como sus profesores de Harvard pontifican livianamente. 

No logro entender esta parte del carácter político de don Barack, pues se supone que los gringos tienen –respecto de su patio trasero- alguna experiencia luego del desastroso resultado de la fallida invasión a Bahía Cochinos en Cuba, o de los fracasados intentos por desestabilizar el gobierno democrático de Venezuela que encabeza el Presidente Hugo Chávez.

Pero, Obama no sólo es gringo…también es negro…y ello marca diferencias, aunque siempre en contra.  Después de todo, este afroamericano no es tan inteligente como muchos creíamos.

En política resbala a menudo, y fuerte. Al menos, así ocurre en materias que atingen a nuestro subcontinente. Intentó pasarse de listo y patinó como advenedizo. 

Cual curita de pueblo rural (donde el patrón de fundo es semidios), nos recomendó “olvidar el pasado” en cuanto a nuestros inacabados intentos por juzgar a asesinos y torturadores que actuaron en la época dictatorial. 

Sin embargo, respecto de Osama Bin-Laden y del atentado a las Torres Gemelas, en Washington aseguró que los norteamericanos “nunca deberían olvidar”. ¿En qué quedamos? 

Allá en USA es un cowboy al estilo John Wayne. Acá en Latinoamérica es un gángster tipo Capone. Ya entendí. El cine lo marcó, y Hollywood nos entregó un mandatario al mejor formato del Actor’s Studio.

El grave problema es que en la vida real las balas que utiliza este ‘mister’ no son de utilería. Él sí lo es (para el establishment sajón), pero sus armas…no. 

Y acá en Pelotillehue –lugar pequeño y desconocido en el resto del mundo- hay un politicastro payaso que se desmadra en sus intentos –vanos intentos- por ser considerado cowboy o gángster en la tierra de los vaqueros y de la mafia. 

Pero sólo logra acercarse a la ínea circense,ya que carece de estatura y de cojones para lo otro, por lo cual camina protegido por las varas militares de energúmenos que su dinero paga, pero no por la admiración de sus congéneres ni por el respeto de sus pares. 

Muy de ‘banana republic’, que es precisamente lo único que parece acercarlo a Hollywood, pese a sus reiterados intentos en desvencijar su país de origen a objeto de alquilarlo o venderlo a sus ídolos sajones y europeos, en la peregrina esperanza de ser aceptado como un  igual merced a tamaño nivel de entreguismo.   
 

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