Es frecuente que algunos creyentes, queriendo descalificar a los ateos afirmen que éstos, al enfrentarse a un suceso dramático, vuelven sus ojos a dios en su desesperación.
Sin duda que eso ocurre cuando los fundamentos del ateísmo no son sólidos, cuando no se ha profundizado plenamente en el conocimiento y origen de los dioses y las religiones porque, una vez traspasada esa línea, no hay punto de retorno.
Cuando el ateísmo es emocional, es decir, cuando el individuo repudia a su dios como reacción a un duelo como la pérdida de un ser querido, es muy probable que en algún momento y si la vida le enfrenta a una situación de un duelo similar o mayor, el individuo retome su creencia considerando que podrá evitar ese mal.
El ateo por convicción sabe perfectamente que no hay poder sobre natural que exista y pueda ayudarlo y encara las adversidades con dolor sí, pero sin muletas.
Es el caso del filósofo Cristopher Hitchens quien padece cáncer de esófago, está consciente del tiempo que le queda de vida y mantiene incólume su convicción sobre la existencia de dios.