Las miradas de artistas, políticos y famosos de las más diversas especies, presentes el pasado jueves en el londinense Royal Albert Hall, confluían en el resplandeciente y gigante letrero que adornaba el recinto: “Mijail Gorbachov:
El hombre que cambió el mundo”. Celebraban con fastuosa gala el cumpleaños 80 del artífice de la caída del Socialismo en Europa del Este.
Bastaba verlo avanzando por la alfombra roja –vaya paradoja- para preguntarse cuán feliz y tranquila podría estar su conciencia de ocho décadas, cuando bajo la almohada deben incomodarle el sueño los cerca 5 mil casos de cáncer de tiroides y otros tipos que tan solo en el 2006 ya se habían detectado en Europa y cuya perspectiva es elevarse hasta unos 25 mil para el año 2065, debido al impacto a largo plazo de las radiaciones del accidente de Chernóbil.
Pero ese hombre grueso y de frente manchada que caminó orondo entre aplausos y presentaciones a cargo de Sharon Stone y Kevin Spacey, demoró 18 días para informar y reconocer públicamente aquel desastre, el peor accidente nuclear del mundo, que rebasa con creces lo acontecido en Hiroshima y Nagasaki.
Muy pronto se cumplirá el aniversario 25 de aquella inmensa tragedia -ahora que, además, se añade lo sucedido en Japón-; pero Gorbachov prefiere ignorar y celebrar sus 80 marzos.
En realidad, el cumpleaños ocurrió el día 2, pero los voladores y las lentejuelas fue a rebrillarlas a Londres, la misma ciudad donde, al entrevistarse con Márgaret Tatcher en 1984, le prometió que se encargaría de enterrar el campo socialista, a su país y a su partido. Lo cumplió.
En realidad, el cumpleaños ocurrió el día 2, pero los voladores y las lentejuelas fue a rebrillarlas a Londres, la misma ciudad donde, al entrevistarse con Márgaret Tatcher en 1984, le prometió que se encargaría de enterrar el campo socialista, a su país y a su partido. Lo cumplió.
Con tanta dedicación se dio a la tarea, que hoy la gran potencia industrial que era Rusia ostenta indicadores del tercer mundo. El PIB de Rusia, con 144 millones de habitantes, es inferior que el de los Países Bajos con 16 millones de habitantes. Han retrocedido en una centuria.
Cerca de 150 millones de habitantes de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas habían caído en la pobreza a principios de los años 90 y hoy perciben menos de 4 dólares diarios .
Mientras uno de cada tres niños de los antiguos países del Este vive hoy de manera paupérrima y un millón y medio de esos pequeños permanece en orfanatos, según reciente estudio de UNICEF; en Rusia, los menores abandonados se ha duplicado, a pesar de la fuerte disminución de nacimientos, y uno de cada siete sufre de subalimentación crónica ala vez que reaparece el analfabetismo y la tuberculosis se expande.
Sí que Gorbachov cambió el mundo.
Mientras uno de cada tres niños de los antiguos países del Este vive hoy de manera paupérrima y un millón y medio de esos pequeños permanece en orfanatos, según reciente estudio de UNICEF; en Rusia, los menores abandonados se ha duplicado, a pesar de la fuerte disminución de nacimientos, y uno de cada siete sufre de subalimentación crónica ala vez que reaparece el analfabetismo y la tuberculosis se expande.
Sí que Gorbachov cambió el mundo.
En eso tienen razón.
¿A Judas también le habrán tendido alfombra roja?
Tomado de El blog de Vladia