El ex policía Reinaldo Contreras dio ayer su testimonio en el juicio que se sigue contra Menéndez y Albornoz. Fue quien firmó el acta en el que se destina el supuesto armamento secuestrado en la casa donde estaba reunidos los cinco militantes Monteros al Comando de la 5ªBrigada de Infantería, pero aseguró que nunca vio esas armas.
Luego de Contreras, declaró el mecánico armero de Gendarmería, Víctor Aranda, quien escuchó el informe en el dio detalles del armamento (de guerra y civil), que según la Policía, secuestró en la casa donde ocurrió la muerte de María Alejandra Niklison, Fernando Saavedra Lamas, Juan Carlos Meneses, Atilio Brandsen y Eduardo Gonzalez Paz.
En un dudoso testimonio, el ex policía Reinaldo Contreras aseguró ayer ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán que estuvo sólo 15 minutos en el procedimiento que terminó con la vida de cinco militantes Montoneros, pese a que se mostraron en el debate varias actas firmadas por él y sus superiores referidas al hecho.
El testigo dijo que cerca del mediodía del 20 de mayo de 1976 llegó junto a su superior, el comisario de la Unidad Regional Capital, Angel Díaz, al barrio Echeverría con la misión de dar apoyo externo al operativo militar y policial , pero que el “nefasto militar” –así lo calificó- Roberto González Nayar terminó corriéndolos del lugar.
“Nos detuvimos a 40 metros del lugar del hecho, y sentimos disparos. Luego, bajamos, caminamos unos metros; allí se encontraba el jefe del URC, Eduardo Acosta. Luego apareció el nefasto militar (luego aclaró que se refería a González Nayar) que nos corrió”, relató Contreras. “González Nayar causaba terror en las fuerzas policiales”, acotó en el juicio que se sigue a los represores Luciano Benjamín Menéndez y Roberto “El Tuerto” Albornoz.
Pero luego de contar esto, Contreras quedó casi atrapado con la lectura de distintas actas policiales en las que aparecía su firma y se referían al asesinato de los cinco Montoneros. En esos escritos, se develó que había sido designado, el mismo día del hecho, como secretario de Actuaciones.
Contreras sí admitió que fue quien entregó el cadáver de María Alejandra Niklison a sus familiares y quien le tomó declaración a Miguel Romano, el dueño de la casa en que ocurrió el presunto fusilamiento (calle Azcuénaga 1816).
Según un acta policial, firmada en mayo de ese año por Contreras, el armamento secuestrado en la casa de los Niklison fue derivado al Comando de la 5º Brigada de Infantería y al Servicios Confidenciales. Sin embargo, el testigo dijo que no recordaba haber visto ningún armamento, por lo que argumentó que en muchos casos se vio obligado a firmar actas sin acreditar sus contenidos.
Lo que quedó en claro en su testimonio es que sintió disparos, vio militares con casos y armas largas en la mano, policías vestidos de civiles que estaban armados (recordó a dos), y que vio a González Nayar gritar y dar órdenes. Aseguró que no vio al “El Tuerto” Albornoz pero que sabía que en algún momento fue Jefe del Departamento de Inteligencia.
Según los informes médicos, murieron con un estallido de cráneo.