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España: ¿Extremista yo? El asqueroso hedor nacional-católico de la ciudad de Granada

Alcalde, Iglesia, y fuerzas policiales siguen tiranizando la ciudad a su antojo, contaminando con su asqueroso hedor nacional-católico el aire que emana de las raíces históricas de la urbe nazarí.
Pedro Antonio Honrubia Hurtado....
Alcalde, Iglesia y Guardia Civil constituían en cada pueblo y ciudad de antaño aquello que vinieron a llamar las fuerzas vivas del franquismo. Un tridente ultra reaccionario que ejercía de facto el control político, social, moral y policial de aquellos pueblos y ciudades en blanco y negro que muchos/as creen ya superados. No será en Granada, desde luego. 

Granada, ciudad en la cual habito y con la cual me siento plenamente identificado, es un auténtico reducto en HD de aquella Andalucía sometida por las fuerzas vivas del nacional-catolicismo. 

Alcalde, Iglesia, y fuerzas policiales siguen tiranizando la ciudad a su antojo, contaminando con su asqueroso hedor nacional-católico el aire tan puro y libertario que emana de las raíces históricas de la urbe nazarí. Los cadáveres de Carlos Cano, Mariana Pineda, y tantos otros ilustres granadinos luchadores por la libertad, la justicia social y el progreso moral, deben oler, huele a rosas, en comparación con estos. 

Lo de menos es ya el ultrajante monolito fascista que puebla una de las plazas más transitadas de nuestra ciudad, un humillante recuerdo para todos/as aquellos/as luchadores/as por la libertad que fueron asesinados por el fascismo, así como para la memoria de sus hijos e hijas, y demás familiares vivos. 

Lo de menos, como digo, es que el Ayuntamiento no tarde ni veinticuatro horas en reparar cualquier desperfecto que sufra el vergonzante monolito en los múltiples ataques que ha recibido, que lo trate con mimo y todo tipo de cuidados, un cuidado que jamás recibieron ni reciben algunos de los barrios más emblemáticos de la ciudad, por no hablar de aquellos otros dejados de la mano de Dios en la periferia. 

No, esto no es, ni por asomo, lo más hediondo de esta ciudad nuestra. De hecho no es más que el síntoma de una funesta plaga que envuelve la ciudad de cabo a rabo: la complicidad de las autoridades con el fascismo, y el nacional-catolicismo español. 

Como Granadino que me considero ya, no puedo más que sentir vergüenza por el tratamiento que la prensa ha dado a los actos celebrados ayer por la conmemoración, un año más, de la toma de Granada. Se atreven, sin excepción, a llamarnos radicales, extremistas y demás improperios típicos a quienes estuvimos presentes en la concentración antifascista. 

¡Ya hay que tener la cara dura!

Extremistas y radicales por dignificar la memoria de nuestro pueblo, oponiéndonos a la celebración de un acto que conmemora el inicio de un genocidio, así como por dar la cara frente a toda la parafernalia fascista y reaccionaria que se hace presente ese día en la Plaza del Carmen, tanto afuera, como adentro de los actos mismos. 

Extremistas, en definitiva, por ser hombres y mujeres dignos, por honrar la memoria de nuestro pueblo, y por defender la tolerancia religiosa, la mezcla de culturas y el no a la exaltación gratuita de la violencia racista y genocida. Por eso somos radicales, ja.
No son radicales ni extremistas, en cambio, quienes hacen ondear un pendón extranjero desde el balcón de un Ayuntamiento que es de todos/as los ciudadanos/as, un pendón que simboliza la conquista de un ejercito extranjero sobre nuestro pueblo, el inicio de una genocidio, la puesta en práctica de etnocidio, y, en definitiva, la colonización. 

No son radicales ni extremistas quienes hacen desfilar a un ejército con sus armas y demás simbología militar por las calles de una ciudad del siglo XXI, compuesta por personas de múltiples culturas, religiones, ideas políticas y valores humanos. Quienes imponen un desfile militar para celebrar un genocidio, a pesar de las múltiples muestras de rechazo que año a año vienen recibiendo, y no sólo de los “antisistema”. 

No, ellos no son radicales ni extremistas. No es radicalismo ni extremismo decir que la ciudadanía granadina quiere que la “fiesta” de la Toma se mantenga, porque dos mil personas salgan a las calles a ver pasear los vestigios franquistas por el centro de la ciudad, en una ciudad con casi 250.000 personas censadas, y con casi 100.000 personas más que viven en ella sin estarlo. 

Aún dando por hecho que fuese cierto que esas 2000 personas salieron ayer a las calles a “celebrar” el día de la toma, ¿dónde quedan el resto de más de 300.000 personas que NO lo hicieron? Ni sus propios votantes salen ya a “celebrar” esta aberración. 

Que el Alcalde compare lo de ayer con un día cualquier de Semana santa en la ciudad, o con el mismo día del Corpus, y luego nos venga a vendernos cuentos. La fiesta de la toma es una fiesta cada día más impopular para la ciudadanía arandina, y, además, que cuenta cada vez con un mayor rechazo directo. Pero eso al alcalde le importa un pito. 

Y le importa un pito porque él, como fuerza viva en la ciudad del nacional-catolicismo que es, tiene una misión mayor: preservar la fiesta como demostración del nacimiento de la nación española, en ese sentir de unidad de destino en los Universal que comparte con todos esos que se manifestaban, banderas fascistas en mano, el día de ayer. 

Nada ni nadie podrá impedir que Granada celebre el glorioso nacimiento de la gloriosa nación española, aunque eso implique humillar al pueblo granadino cada año, y excrementar sobre la memoria y la dignidad de un pueblo que clama tolerancia y respeto.

Hoy celebramos el nacimiento de la nación española”, dijo ayer el Alcalde Granadino, por si quedaba alguna duda de cual es la motivación de esta bochornosa celebración. 

Cumple bien su papel como fuerza viva del nacional-catolicismo, no hay duda. 

Y lo cumple tan bien como lo cumplen sus fuerzas policiales represoras, esas mismas que no dudan en apalear inmigrantes por vender unos cd´s en las calles, o que pueden dar una paliza a cualquier ciudadano por una discusión de tráfico, como varias veces ha pasado.

Aunque, si hablamos de estas fuerzas vivas nacional-católicas, capítulo aparte merece, sin duda, el Arzobispo de la ciudad. La otra fuerza viva que nos falta en la terna. Lo de este señor es ya para darle de comer aparte. Fascista, machista, racista, homófobo, xenófobo, tolerante con la pedofilia, en fin, toda una joya. Este es otro que no es tampoco ni radical, ni extremista. 

Qué va. 

No es cuestión de relatar aquí el historial reaccionario y fascista con el que este señor de anillo en dedo y copón bendito cuenta en su haber. Cualquiera que viva en Granada ya lo conoce de sobra, y no hay más que mirar cinco minutos por Internet para descubrirlo, si no fuese el caso. 

Pero lo que se ha atrevido a decir en el día de ayer ya roza el esperpento, supera todo lo moralmente admisible. Ni corto ni perezoso, este personaje siniestro afirmó en su homilía junto al resto de las fuerzas vivas que:

De todas las conquistas, la de los Reyes Católicos fue la más extraordinaria, exquisita y humana en comparación con otro tipo de conquistas en las que se pasaba a cuchillo. 

Comparada con otros fenómenos, estuvo marcada por una extraordinaria humanidad y gestos de amor a las personas a las que se incorporaba a la comunidad de la Corona española. 

Y ese pensamiento español fue el antecedente de los derechos humanos porque se reconocía que las personas de otros pueblos tenían la misma alma".

Ya hay que ser HIJO DE PUTA. Y lo pongo en mayúsculas, sí, con todas las letras y en mayúsculas. Me da igual si me puede ocasionar algún problema legal. 

La inquisición, el incumplimiento de los pactos firmados, la persecución y expulsión de miles de personas, la quema de libros y la aniquilación de la historia, las ejecuciones masivas en las plazas públicas, y demás lindezas que tuvo que sufrir nuestro pueblo tras la conquista extranjera, antecedente de los derechos humanos, dice. Claro y la explosión de la bomba nuclear antecedente de la luz del paraiso, no te jode.

En fin, esto es lo que hay. Granada es una ciudad viva y maravillosa, pero con un hedor nacional-católico que tira para atrás. No por sus gentes, no por su pueblo, sino por esas fuerzas vivas del franquismo que aquí siguen muy vivas y presentes.  

Menos mal que la fuerza de aquellos que luchan por la libertad, sigue también viva, y cada vez más decidida a plantar cara a todos estos sujetos indeseables de la realidad granadina.
 

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